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Para entender la salud como proceso político se hace necesario, en primer lugar,
considerar una definición actual de los términos que pretendemos relacionar en
este ensayo. En primer lugar, según la OMS la salud es entendida hoy en día como:
«un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades». Esta definición nos lleva a considerar a
la persona en su totalidad y su complejidad, en todas sus dimensiones y no se
limita al alivio de enfermedades.
De otro lado, siguiendo a Arnoletto (2007), diríamos que un proceso político designa
al caso específico, de un determinado accionar político, que abarca, por ejemplo, la
percepción de una necesidad, la deliberación sobre el problema, la toma de
decisión, la instrumentación de la solución, su ejecución, la percepción de los
resultados por parte de sus destinatarios y de la población en general, y su
respuesta.
Partiendo de estas dos definiciones podríamos decir, entonces, que los procesos,
como acciones sociales que van dirigidas a un fin determinado, en el campo de la
política buscan desarrollar actividades en pro del bienestar de las comunidades y su
desarrollo, de acuerdo a sus demandas y necesidades. Muchas de las políticas
públicas y programas de desarrollo están dirigidos a la solución de problemas y
necesidades de la comunidad; uno de estos, si no el más importante, es el de la
salud. Por esta razón, la toma de decisiones y el grado de participación por parte de
las autoridades así como el planteamiento de formas de intervención adecuadas se
hace indispensable en cuanto a la salud y el bienestar de las comunidades. Ya sea
mediante la elaboración, planificación y ejecución de programas de salud o
promulgando leyes a favor de un mejoramiento en cuanto a temas de salubridad.
De otro lado, la capacitación e instrumentación adecuada por todos los actores que
intervienen en este proceso deberá estar dirigido al bienestar común, teniendo
como eje la justicia social.
En conclusión podemos decir que la salud abarca más aspectos que el alivio de las
enfermedades, sin restar importancia a este aspecto podemos aspirar y pensar en
una intervención en la salud de manera integral y global, considerando muchos
elementos esenciales e importantes que pueden contribuir en el bienestar de las
personas. Esto se puede lograr en tanto se destaquen los beneficios de una
intervención en la que los actores, desde los gobiernos hasta el ciudadano, actúen
de manera conjunta siguiendo las mismas normas y los mismos objetivos, y dentro
de estos últimos, tener la fe en un bienestar individual, grupal y social.
REFERENCIAS