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Posturas:
A) Desde la concepción.
B) Desde que existe actividad cerebral en el feto.
C) Desde el momento de la anidación del óvulo fecundado en el útero (a los 14 días de la
fecundación.
Art. 87. Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que con violencia causare un
aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de embarazo de la paciente fuere
notorio o le constare.
Art. 88. Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o
consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es punible.
1) Embarazo de la mujer. Según Creus, las maniobras abortivas practicadas sobre una mujer
no embarazada son atípicas (se carece del sujeto pasivo: el feto). Para Núñez esto
constituiría un delito imposible por falta de idoneidad del objeto sobre el que recae la
acción.
2) Resultado típico: muerte del feto causada por la madre o un tercero. Es indiferente la
maniobra utilizada (medios físicos, químicos, otros., se admite la forma comisiva por
omisión). La acción de matar un recién nacido (feto nacido con vida) constituye homicidio.
3) Dolo del autor: debe obrar con dolo de causar el aborto.
Veamos un ejemplo de un hecho que fue encuadrado por la jurisprudencia como “aborto
preterintencional”.
Autos “BAZAN, Oscar Arturo p.s.a. aborto preterintencional Recurso de Casación” (Expte.
"B", 47/04) (AUTO 28 – 23/02/05), TSJ Cba.
Hecho “…fueron los golpes recibidos en la región lumbar los que ocasionaron el aborto. En
efecto, junto con el Dr. Jorge Maguna, suscribió el informe de fs. 47, donde previo afirmar que el
cuadro se ajusta "a la lógica médicolegal", expone que hasta la fecha del hecho la víctima cursaba
Figuras agravadas.
Se agrava con el resultado de muerte de la mujer, exista o no consentimiento. La muerte
de la mujer es un resultado preterintencional, ya que si las maniobras abortivas tienen la finalidad
de causar su muerte entramos en la figura de homicidio. Las lesiones no agravan la conducta,
quedan absorbidas por el hecho abortivo.
Aborto profesional impune (art. 86). Inciso 1º: no requiere que se configure un estado de
necesidad. Lo que justifica la acción es que sea indispensable para la vida o la salud de la madre.
La evaluación de esta circunstancia queda a criterio del profesional interviniente en el suceso. Inc.
2º: es el llamado aborto eugenésico. Se practica a los fines del perfeccionamiento de la raza,
circunstancia que es considerada de interés superior al derecho de conservación de la vida del
feto. Debe haber sido concebido producto de una violación o atentado contra el pudor. La mujer
debe ser “idiota o demente” al momento de la concepción (no abarca el aborto “sentimental”, es
decir el producido por violación de una mujer que no responde a esas características).
Elementos extra a tener en cuenta con relación a este tema es el del “secreto profesional” que
debe guardar el facultativo que toma conocimiento de hechos de esta naturaleza y que la
jurisprudencia a tratado de la siguiente manera: “…Si la causa fue iniciada a raíz de la
intervención de personal policial, cuya presencia fue requerida por personal del "Hospital Argerich"
ante la posibles maniobras abortivas desplegadas por la imputada y de las constancias médicas
se desprende que las lesiones constatadas en su cuerpo al momento de presentarse en el
hospital eran de carácter grave a punto tal que debió ser intervenida quirúrgicamente a efectos de
Art. 89. Se impondrá prisión de un mes a un año, al que causare a otro, en el cuerpo o en la salud,
un daño que no esté previsto en otra disposición de este Código.
Art. 90. Se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una debilitación
permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o la dificultad permanente de
la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo
por más de un mes o le hubiere causado una deformación permanente del rostro.
Art. 91. Se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una enfermedad
mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la
pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un órgano o miembro, de la
palabra o de la capacidad de engendrar o concebir.
Lesiones graves: son debilitamientos funcionales permanentes (no perpetuos) comparados con
el estado anterior que gozaba la víctima. El art. reza al enumerar las circunstancias agravantes “…
produjere una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o
la dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le
hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una deformación
permanente del rostro…”. Todas tienen la característica de ser de larga duración en el tiempo,
aunque exista la posibilidad de sanar o curar, de forma más o menos rápida.
Veamos ahora a los fines de adunar lo ya visto, cómo trata o analiza un hecho típico de
lesiones la jurisprudencia del TSJ de la Provincia de Córdoba. Fallo dictado en autos "SAMPO
RUBEN ROBERTO - p.s.a. Lesiones gravísimas, otros. -Recurso de Casación-" (Expte. "S",
11/2000) – (27/11/00).
Análisis – Hechos – Calificación legal: “…El yerro que le atribuye al Tribunal a quo, finca en
la interpretación que realiza sobre la circunstancia fáctica que estructura un elemento normativo
del tipo en análisis, cual es la pérdida de un órgano. Así, para el recurrente la extirpación del bazo,
no tiene el alcance que requiere el tipo, toda vez que el concepto de "órgano", en el sentido de la
ley, no es anatómico sino funcional. Por ello, entiende que de acuerdo a los conocimientos de la
ciencia médica, el bazo constituye una glándula vascular integrante del sistema linfático, cuya
función principal, al igual que los demás órganos linfoides, es la formación de glóbulos blancos. Es
así, que aún en caso de su extracción puede ser suplida por los demás órganos linfoides
mencionados; razón por la cual no cabría hablar de pérdida en el sentido funcional, sino
Art. 94. Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de mil a quince mil pesos e
inhabilitación especial por uno a cuatro años, el que por imprudencia o negligencia, por impericia
en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su cargo, causare a
otro un daño en el cuerpo o la salud. Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o
91 y concurriera alguna de las circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84, el
mínimo de la pena prevista en el primer párrafo, será de seis meses o multa de tres mil pesos e
inhabilitación especial por dieciocho meses.
2) Hecho: En los delitos culposos a fines de acreditar la responsabilidad penal del acusado,
se debe verificar necesariamente la existencia de una violación al deber objetivo de cuidado,
que haya creado o aumentado un riesgo jurídicamente desaprobado y que tenga una relación
3) Hecho: "quien posee en su esfera de dominio una fuente de peligro (...animales...) para
bienes jurídicos, es el responsable de que tal peligro no se realice". Del deber de control de
fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la posición de garante,
que implica asumir el control correspondiente tendente a velar por la indemnidad de los bienes
jurídicos. El imputado al no haber observado el reglamento que le imponía el deber de
conducir a su can de raza "rottweiler" con correa o bozal, omitió el deber de control provocando
las lesiones en el cuerpo del damnificado. Por ello, corresponde confirmar el auto decisorio que
dispuso el procesamiento del encausado en orden al delito de lesiones culposas”.
Autos: “MELGAREJO MIRANDA, Luis - 28/06/06 c. 29.342”, Sala VII.
4) Hecho: “Si bien todo conductor debe tener en cuenta las contingencias del tránsito, no
puede elevarse esta previsión a un principio absoluto de responsabilidad, cuando un conductor
que realizó el cruce correctamente, con luz habilitante, a velocidad normal, resultando
evidentemente imprevisible la aparición del damnificado a bordo de su bicicleta, quien con
su actuar, en principio desaprensivo, se habría autocolocado en situación de riesgo, al efectuar
una maniobra peligrosa. "Sin embargo, ... mayor importancia práctica... la tenga aquellos
otros supuestos en los que la víctima con su propio comportamiento da la razón para que la
consecuencia lesiva le sea imputada; casos en los que, por lo tanto, la modalidad de
explicación no es la " desgracia", sino la lesión de un "deber de autoprotección" o incluso la
"propia voluntad"; las infracciones de los deberes de autoprotección y la voluntad se agrupan
aquí bajo el rótulo de "acción de riesgo"...Al igual que el autor no puede comportarse de modo
arriesgado distanciándose de las consecuencias de su comportamiento, tampoco la víctima
puede asumir un contacto social arriesgado sin aceptar como fruto de su comportamiento las
consecuencias que conforme a un pronóstico objetivo son previsibles..." (*). "...el daño ha de ser
la consecuencia del riesgo corrido y no de otros fallos adicionales, y el sujeto puesto en peligro
ha de tener la misma responsabilidad por la actuación común que quien lo pone en peligro. Y
además aquél, al igual que ya sucede en la autopuesta en peligro, ha de ser consciente del
riesgo en la misma medida que quien lo pone en peligro. Si se dan estos dos presupuestos,
habrá "asumido" el riesgo". El damnificado asumió la consecuencia de la conducta atribuida al
imputado, desde que efectuó el cruce de la avenida en diagonal, existiendo una "asunción
del riesgo" por parte del mismo, puesto que el resultado - las lesiones padecidas- fue producto
del riesgo corrido, como así también, éste era consciente del mismo, por lo que debe
revocar el procesamiento del incuso y ordenar su sobreseimiento”.
Autos: “VERON, Antonio - 8/06/06 - c. 29.659”, Sala VI.
6) Hecho: “Si está demostrado que en su condición de experto médico a cargo (jefe de
radiología), nunca constató si la sonda fue bien o mal colocada, porque "no tenía la mirada fija
en la paciente al momento de la colocación" o "no pudo ver dónde estaba colocada, es
decir si estaba vía anal"; demuestra sin ambages que incumplió el art. 20 de la ley 17312
que prohíbe "delegar en su personal auxiliar, facultades, funciones o atribuciones
inherentes o privativas de su profesión", en el caso, al menos ejercer el control debido de
lo que su auxiliar efectuaba. La "división de tareas" o "la sencillez de la práctica" no lo eximen de
su compromiso profesional, porque era su obligación fiscalizar la maniobra que le
encomendaba al técnico radiólogo, quien cometió un error grosero en la colocación de la sonda.
En materia de responsabilidad médica, la culpa se debe apreciar únicamente, cuando ésta
deviene de circunstancias que revelen imprudencia o negligencia contrarias a las normas del
arte o profesión. Es que el principio de confianza, en particular en la cooperación con división
del trabajo, debe retroceder cuando los intervinientes (caso del médico que dirige la operación)
poseen especiales deberes de vigilancia o concretas misiones de control. En esa dirección,
"quien aparece como jefe o encargado del mismo [equipo médico] siempre tiene bajo su
responsabilidad una serie de aspectos residuales de control que están ineludiblemente a su
cargo sin perjuicio de la delegación. De alguna forma el jefe es el garante del adecuado
funcionamiento del equipo y de que la división de roles sea un beneficio y no un peligro que se
concrete en perjuicios al paciente". Fue el técnico radiólogo quien violando el deber de
cuidado, provocó la lesión excediendo las facultades propias de su cargo, porque sabía que, en
todo caso, su función como auxiliar sólo le permitía "la colocación de los chasis y aplicar la
técnica correspondiente en el teclado del aparato de rayos". Incumplió las obligaciones del art.
85 de la ley 17.132 que le compele a "actuar únicamente por indicación y bajo control médico
... directo y en los límites de su autorización", exceso que no puede excusarse tan sólo con
el argumento de que "se limitó a cumplir con las órdenes del médico ... en virtud de obediencia
debida", ya que aun cuando le pudo ser encomendada esa tarea, la debió ejecutar conforme a
las reglas de la lex artis o bien pudo negarse a ejecutarla por resultar legalmente prohibida en
esas condiciones. En la imprudencia penal no ingresan lo fortuito o el acaso sino lo previsible o
evitable. De ahí que, en el ámbito de los profesionales de la salud, surgen dos reglas
básicas: el deber de actuar prudentemente en situaciones de riesgo y el deber de omitir
acciones peligrosas. Deviene procedente confirmar el procesamiento de los imputados en orden
al delito de lesiones culposas…”.
Autos: “ARONOW, Isaac y otro - 14/02/06 - c. 28.349”, Sala VII.
Las lesiones graves y gravísimas son perseguibles de oficio. Las leves son dependientes de
instancia privada (art. 72 CP), salvo que mediaren razones de seguridad o interés, en cuyo caso,
se procede de oficio. Se dan estas razones cuando por su naturaleza o circunstancia, el hecho
resulta sintomático de un peligro potencial para las personas o los bienes. Concurren razones de
interés jurídico cuando su conocimiento y juzgamiento resulta útil para el orden o bienestar de la
comunidad.
Art. 96. Si las lesiones fueron las previstas en el artículo 89, la pena aplicable será de cuatro a
ciento veinte días de prisión.
Para la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal señala: “Para que se configure
el delito de homicidio por agresión (art. 95 del C.P.) la acción de los agresores debe ser el fruto
del impulso de la particular decisión exaltada de cada uno, no pudiendo ser concertada,
preordenada, o improvisadamente. Si existió una verdadera participación criminal, una
concertación de voluntades, un actuar conjunto y un final ordenado; se configura la mentada
convergencia y debe descartarse la figura del art. 95 del CP. La jurisprudencia ha admitido la
responsabilidad penal por homicidio a título de coautor en quien no hubiere asestado la
puñalada mortal (CSJN, L.L. 17-654) y la Suprema Corte de Buenos Aires, ha condenado por
homicidio a quien, a pesar de no haber sido él sino su cómplice quien infirió a la víctima la
lesión mortal, tomó parte en la ejecución del hecho en virtud de un acuerdo previo y en acción
conjunta (Registro Nº 1063, autos "Canevaro, Ignacio R. y otros s/ recurso de casación", 12/09/96,
Causa Nº: 749.
Por su parte –ante distintos supuestos- la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional
sostiene:
1) “…Para que sea aplicable la figura de homicidio en riña (art. 95 del C.P.) resulta
necesaria la presencia de distintas condiciones -desde el plano objetivo-: a) que no conste
quiénes causaron la muerte; b) que la muerte resulte de una riña o agresión; c) que se haya
ejercido violencia sobre la víctima. Si se ha demostrado quien ha sido el autor de los hechos
denunciados, no se da la primer condición indispensable para la procedencia del tipo legal y
por dicha razón, resulta innecesario el estudio de los demás requisitos. Por tanto, corresponde
confirmar la resolución que dispuso el procesamiento del imputado en orden a los delitos de
Teniendo en cuenta el desarrollo eminentemente teórico de las unidades, se les recomienda leer
los fallos y dictámenes fiscales que se agregan en una carpeta adjunta a la presente unidad o
lectura. La intención es que ustedes tomen contacto directo con "Derecho penal II" en toda su
dinámica, y en este sentido, qué mejor método que el estudio de las resoluciones emanadas por
los tribunales o procuradores fiscales, quienes tienen la tarea de poner en marcha todo el
andamiaje teórico que compone nuestra materia. Algunos fallos son extensos, y no son de tipo
obligatorio, no obstante se aconseja -en la medida de su tiempo- su lectura