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Unidad 3: Delitos contra las personas (continuación).

3.1. Delitos contra la vida de las personas por nacer.


El castigo de este tipo de conducta no fue siempre integrante del elenco penal. Por ejemplo
en el derecho Romano, era considerado como un derecho de la mujer de disponer de su propio
cuerpo. El feto era considerado parte de las entrañas de la mujer.

3.1.1. Aborto. Razones de su especialidad y fundamentos de su


punibilidad. Objeto protegido.
Aborto es la interrupción del embarazo debido a la muerte del feto causada por la madre o
por un tercero, con o sin expulsión del seno materno.
Una vez que se acepta que el aborto es delito, se discute sobre cuál sería correctamente el
bien que esta conducta lesiona o intenta lesionar (contra la familia, contra la moralidad, contra la
vida, contra la especie, otros.). Más allá de las discusiones teóricas, nuestro ordenamiento
considera al aborto como un delito contra la vida. La acción lesiona el derecho a la vida de un ser
al que la legislación reconoce calidad de persona (ver arts. 63 y 70 del CC). El castigo –atenuado-
de esta conducta -como aborto y no como homicidio- se ha justificado –entre otras razones-
porque se está atacando un “germen”, una esperanza de vida, y no una vida definitivamente
adquirida. Ahora bien ¿a partir de qué momento podemos afirmar que existe vida? Este es un
tema en donde existen posturas muy divergentes, donde se mezclan distintos conocimientos
científicos, se combinan diferentes métodos, otros, lo que provoca además una cierta complejidad,
sin mencionar los factores morales, religiosos, otros., que influyen en gran medida. Basta
mencionar aquí las distintas posturas, debiendo el estudiante recurrir al manual para ampliar el
contenido.

Posturas:
A) Desde la concepción.
B) Desde que existe actividad cerebral en el feto.
C) Desde el momento de la anidación del óvulo fecundado en el útero (a los 14 días de la
fecundación.

3.1.2 Tipos legales. Agravantes. Abortos profesionales. Tipos.

El que causare un aborto será reprimido:


1) Con reclusión o prisión de tres a diez años, si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta
pena podrá elevarse hasta quince años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer.
2) Con reclusión o prisión de uno a cuatro años, si obrare con consentimiento de la mujer. El
máximo de la pena se elevará a seis años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la
mujer.

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Art. 86. Incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán además, inhabilitación
especial por doble tiempo que el de la condena, los médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos
que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o cooperaren a causarlo.
El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es
punible:
1) Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este
peligro no puede ser evitado por otros médicos;
2) Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una
mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá
ser requerido para el aborto.

Art. 87. Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que con violencia causare un
aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de embarazo de la paciente fuere
notorio o le constare.

Art. 88. Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o
consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es punible.

Aborto cometido con dolo. Elementos:

1) Embarazo de la mujer. Según Creus, las maniobras abortivas practicadas sobre una mujer
no embarazada son atípicas (se carece del sujeto pasivo: el feto). Para Núñez esto
constituiría un delito imposible por falta de idoneidad del objeto sobre el que recae la
acción.
2) Resultado típico: muerte del feto causada por la madre o un tercero. Es indiferente la
maniobra utilizada (medios físicos, químicos, otros., se admite la forma comisiva por
omisión). La acción de matar un recién nacido (feto nacido con vida) constituye homicidio.
3) Dolo del autor: debe obrar con dolo de causar el aborto.

Consentimiento de la mujer: la escala penal se incrementa cuando el autor (tercero) obra


sin el consentimiento de la mujer. En este caso, el consentimiento está constituido por el permiso
dado por la mujer a un tercero para que realice el sobre ella las maniobras abortivas. En estos
casos ella no es partícipe del aborto, sino que consiente que este tercero cometa el delito (aún
cuando este “consentir” este penado con idéntica escala –art. 88- ). El consentimiento puede ser
expreso o tácito, y se requiere capacidad penal (imputable). Si no se cumple este requisito no
existe consentimiento válido.

Aborto preterintencional (art. 87 del CP).


Este tipo penal sólo puede ser desarrollado por un tercero. El sujeto comete el hecho sin
tener ese propósito (requisito subjetivo), si el embarazo es notorio –cualquiera puede advertirlo sin
esfuerzo- o le consta –el autor tiene la certeza de que la mujer está embarazada-.

Veamos un ejemplo de un hecho que fue encuadrado por la jurisprudencia como “aborto
preterintencional”.
Autos “BAZAN, Oscar Arturo p.s.a. aborto preterintencional Recurso de Casación” (Expte.
"B", 47/04) (AUTO 28 – 23/02/05), TSJ Cba.
Hecho “…fueron los golpes recibidos en la región lumbar los que ocasionaron el aborto. En
efecto, junto con el Dr. Jorge Maguna, suscribió el informe de fs. 47, donde previo afirmar que el
cuadro se ajusta "a la lógica médicolegal", expone que hasta la fecha del hecho la víctima cursaba

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un embarazo "sin factores ni patologías que promuevan aborto espontáneo. Que el embarazo
hasta antes del 29/3/04 ha progresado normalmente. No hay constancias en autos sobre
inconvenientes previos al trauma en este embarazo. Dentro del marco de las 24 hs. siguientes de
los golpes referenciados en la denuncia y constatados en fs. 39 y 40 de autos, comienza con
sintomatología concerniente de 'amenaza de aborto'. Por lo precedentemente expuesto, se
deduce que la lesión o lesiones provocadas tienen una relación temporal con el final conocido
(aborto espontáneo). La sintomatología de aborto espontáneo se conjuga y concilia
armónicamente con la etiología traumática referenciada...". En consecuencia, concluyó De Uriarte
que "existe suficiente acreditación del vínculo entre el resultado y la acción, pues entre el trauma y
el desencadenamiento de la sintomatología del aborto espontáneo ha sido inferior a 24 hs.,
porque son hechos paralelos y coetáneos entre sí... los golpes recibidos tienen relación con la
pérdida del embarazo..." (fs. 47 y vta., el resaltado es nuestro). En función de ello, debieron los
impugnantes justificar qué relevancia tenía la alusión a un elemento de características diversas a
un trozo de manguera, teniendo presente además de lo dicho en el párrafo precedente que la
utilización de este instrumento fue referida inmediatamente después del hecho por la víctima a su
madre, cuando concurrió al domicilio de ésta a solicitar ayuda (fs. 283 vta.)…”.

3.1.3. Tentativa impune.

Aborto causado por la mujer (art. 88 del CP)


La autora es la propia mujer que causa el aborto obrando sobre su cuerpo. Se requiere
dolo directo. El aborto se consuma con la muerte del feto dentro del seno materno o mediante la
expulsión. Sólo la tentativa de aborto de un tercero es punible.

Figuras agravadas.
Se agrava con el resultado de muerte de la mujer, exista o no consentimiento. La muerte
de la mujer es un resultado preterintencional, ya que si las maniobras abortivas tienen la finalidad
de causar su muerte entramos en la figura de homicidio. Las lesiones no agravan la conducta,
quedan absorbidas por el hecho abortivo.

Aborto profesional punible (art. 86).


Sólo se limita a los profesionales nombrados en la ley (lo contrario sería analogía).
Requiere dolo directo.

Aborto profesional impune (art. 86). Inciso 1º: no requiere que se configure un estado de
necesidad. Lo que justifica la acción es que sea indispensable para la vida o la salud de la madre.
La evaluación de esta circunstancia queda a criterio del profesional interviniente en el suceso. Inc.
2º: es el llamado aborto eugenésico. Se practica a los fines del perfeccionamiento de la raza,
circunstancia que es considerada de interés superior al derecho de conservación de la vida del
feto. Debe haber sido concebido producto de una violación o atentado contra el pudor. La mujer
debe ser “idiota o demente” al momento de la concepción (no abarca el aborto “sentimental”, es
decir el producido por violación de una mujer que no responde a esas características).

Elementos extra a tener en cuenta con relación a este tema es el del “secreto profesional” que
debe guardar el facultativo que toma conocimiento de hechos de esta naturaleza y que la
jurisprudencia a tratado de la siguiente manera: “…Si la causa fue iniciada a raíz de la
intervención de personal policial, cuya presencia fue requerida por personal del "Hospital Argerich"
ante la posibles maniobras abortivas desplegadas por la imputada y de las constancias médicas
se desprende que las lesiones constatadas en su cuerpo al momento de presentarse en el
hospital eran de carácter grave a punto tal que debió ser intervenida quirúrgicamente a efectos de

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extraerle el útero como consecuencia de la sepsis que presentaba, ello permite inferir que ante la
seriedad de su estado de salud la imputada se vio en la necesidad de concurrir al nosocomio
para preservar su salud razón por la cual resulta aplicable la doctrina sentada en fallo plenario
"Natividad Frías", "en tanto establece que: "No cabe instruir sumario en contra de una mujer que
ha causado su propio aborto o consentido que otro lo causara, sobre la base de una denuncia
efectuada por un profesional del arte de curar que haya conocido el hecho en ejercicio de
su profesión o empleo-oficial o no." El derecho a vivir -que no pierde quien ha delinquido- y el de
no acusarse –que tiene precisamente en aquel caso su pleno sentido- no deben ser situados en
posición de conflicto irreducible. Se trata de derechos humanos esenciales, y es preciso no
sacrificar uno al otro. Ello está en el interés no sólo del individuo titular de esos derechos, sino
también, al mismo tiempo, en el de la sociedad, que, como sociedad de personas -solidaria, por
tanto, con éstas-, reconoce como lo más valioso del bien común la vigencia de los
derechos esenciales inherentes a la personalidad, y su primacía incluso sobre la facultad
estatal de reprimir los delitos, la cual tiende a salvaguardar bienes jurídicos y no a
allanar los más fundamentales. El que nadie está obligado a declarar contra sí mismo es
expresión constitucional de esa primacía. Y es norma de derecho positivo que conduce
directamente a la solución de la cuestión planteada en esta convocatoria: Si es injusto
obligar a quien delinquió a que provoque, acusándose, su propia condena, es igual y,
consiguientemente injusto condenarla sobre la base de una autoacusación a la que se vio
forzada nada menos que por la inminencia de perder su humano derecho a sobrevivir a su
delito. Por ello, habida cuenta de que no se ha podido determinar la existencia de terceras
personas que pudieran haber colaborado con la imputada en la conducta que se investiga,
corresponde confirmar el sobreseimiento decretado con la expresa mención de que la
formación de este sumario no afecta el buen nombre y honor del que gozare (art. 336, inc. 5°
del C.P.P.N.)…” (Autos: COTTO, Claudia - 23/11/05 - c. 28.183. – Cámara Nacional Criminal y
Correccional - Sala V).

3.2. Delitos contra la integridad personal. Lesiones.

3.2.1. Lesiones. Bien jurídico protegido. Modos de ataque.


Sistematización

Art. 89. Se impondrá prisión de un mes a un año, al que causare a otro, en el cuerpo o en la salud,
un daño que no esté previsto en otra disposición de este Código.

Art. 90. Se impondrá reclusión o prisión de uno a seis años, si la lesión produjere una debilitación
permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o la dificultad permanente de
la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le hubiere inutilizado para el trabajo
por más de un mes o le hubiere causado una deformación permanente del rostro.

Art. 91. Se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si la lesión produjere una enfermedad
mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la
pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un órgano o miembro, de la
palabra o de la capacidad de engendrar o concebir.

El bien jurídico protegido en este tipo de delitos es el derecho de cada individuo a la


incolumnidad de su cuerpo y su salud.

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3.2.2 Lesiones dolosas. Lesiones leves, graves y gravísimas. Lesiones
calificadas y atenuadas.
Lesiones leves: es una figura subsidiaria que se aplica siempre que la lesión no integre otro delito
(por ejemplo el duelo). El daño o la lesión deben provenir de otra persona ya que la autolesión no
es punible.
Daño en el cuerpo: es la alteración -por leve que sea- de la contextura física de modo que altere
su conformación corporal. Este daño puede ser interno o externo, y no es necesario que cause un
perjuicio en la víctima. Algunos autores discuten sobre si el corte de cabello o las uñas pueden
configurar el delito de lesión, existiendo posturas en ambos sentidos.
Daño en la salud: es el detrimento funcional, parcial o general, físico o mental sufrido por la
víctima, a causa de la conducta del autor, cualquiera fuese la entidad del perjuicio causado.
La lesión puede ser cometida con dolo directo, indirecto o eventual, y puede ser ocasionada por
acción u omisión.

Lesiones graves: son debilitamientos funcionales permanentes (no perpetuos) comparados con
el estado anterior que gozaba la víctima. El art. reza al enumerar las circunstancias agravantes “…
produjere una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano, de un miembro o
la dificultad permanente de la palabra o si hubiere puesto en peligro la vida del ofendido, le
hubiere inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiere causado una deformación
permanente del rostro…”. Todas tienen la característica de ser de larga duración en el tiempo,
aunque exista la posibilidad de sanar o curar, de forma más o menos rápida.

Lesiones gravísimas: implican pérdidas funcionales de carácter definitivo (aquí se encuentra la


diferencia con las lesiones graves). Supuestos: “…si la lesión produjere una enfermedad mental o
corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad permanente para el trabajo, la pérdida de
un sentido, de un órgano, de un miembro, del uso de un órgano o miembro, de la palabra o de la
capacidad de engendrar o concebir…”. Enfermedad es el estado de alteración orgánico funcional
que exige cuidados, curaciones o vigilancias especiales para no progresar. Es cierta o
probablemente incurable si, con certidumbre o verosimilitud, los conocimientos médicos no
pueden curarla o sanarla.
Los demás supuestos de lesiones gravísimas, los agravantes y atenuantes, se encuentran
suficientemente desarrollados en el manual, e inclusive, se recurre en dicho texto a jurisprudencia
del TSJ que ilustra en cuanto a su aplicación e interpretación en forma concreta.

Veamos ahora a los fines de adunar lo ya visto, cómo trata o analiza un hecho típico de
lesiones la jurisprudencia del TSJ de la Provincia de Córdoba. Fallo dictado en autos "SAMPO
RUBEN ROBERTO - p.s.a. Lesiones gravísimas, otros. -Recurso de Casación-" (Expte. "S",
11/2000) – (27/11/00).
Análisis – Hechos – Calificación legal: “…El yerro que le atribuye al Tribunal a quo, finca en
la interpretación que realiza sobre la circunstancia fáctica que estructura un elemento normativo
del tipo en análisis, cual es la pérdida de un órgano. Así, para el recurrente la extirpación del bazo,
no tiene el alcance que requiere el tipo, toda vez que el concepto de "órgano", en el sentido de la
ley, no es anatómico sino funcional. Por ello, entiende que de acuerdo a los conocimientos de la
ciencia médica, el bazo constituye una glándula vascular integrante del sistema linfático, cuya
función principal, al igual que los demás órganos linfoides, es la formación de glóbulos blancos. Es
así, que aún en caso de su extracción puede ser suplida por los demás órganos linfoides
mencionados; razón por la cual no cabría hablar de pérdida en el sentido funcional, sino

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eventualmente de un debilitamiento de la misma, lo que resulta encuadrable en el figura de
lesiones graves del art. 90 del C.P. Aduce, que tratándose el órgano de un elemento normativo del
tipo penal en cuestión, su valoración como tal, por parte del juzgador, se encuentra supeditada a
la apreciación de pautas científicas no siempre inmutables, a las cuales la ciencia jurídica debe
avenirse conforme el avance del conocimiento científico respectivo. Por último propicia el cambio
del encuadramiento legal, debiendo aplicarse el art. 90 C.P., solicitando a su vez una reducción de
la pena impuesta a su asistido, arreglada a la nueva escala penal aplicable. Para ello teniendo en
cuenta el criterio aplicado por el a quo, (que entendió procedente el mínimo de la escala prevista
en el art. 91 del C.P.), pide se fije en un monto cercano al mínimo previsto en el art. 90 ib., de
modo tal que con su unificación no supere los tres años de prisión. III.1. El Tribunal de mérito al
establecer la plataforma fáctica -en lo que a este delito interesa- , determinó que el imputado
Sampó, extrajo de la cintura un revólver y disparó en contra de Carlos Reynoso a quien hirió en el
flanco izquierdo de su vientre, con un orificio de entrada redondeado de un centímetro de
diámetro, interesó tejidos blandos y perforó su intestino, por lo cual debieron intervenirlo
quirúrgicamente, para realizar una resección yuyenal segmentaria y extirparle el bazo, heridas que
pusieron en peligro su vida y por las cuales le asignaron cuarenta y cinco días de inhabilitación
para el trabajo (fs. 227), razón por la que, al considerar esta lesión como pérdida de un órgano,
subsume los acontecimientos en los términos normativos del art. 91 C.P (fs. 230). 2. Conforme lo
establece el artículo 91 del C. Penal, "se impondrá reclusión o prisión de tres a diez años, si la
lesión produjere una enfermedad mental o corporal, cierta o probablemente incurable, la inutilidad
permanente para el trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano o un miembro, del uso de un
órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o concebir". Entrando al análisis
del planteo formulado por el recurrente, el núcleo central radica en examinar cual es el alcance de
la extirpación del bazo en los términos del dispositivo aplicado. 3. Adelanto mi opinión y estimo
que la calificación legal del hecho atribuido al imputado como Lesiones Gravísimas, es correcta.
Doy razones: a. Según se expresara en el precedente "Montivero, Julio Alberto p.s.a. homicidio
preterintencional - Recurso de Casación", S. nº 56, del 13 de agosto de 1998, dictada por este
Sala, se expuso lo siguientes fundamentos: La ley penal castiga en el art. 91 con mayor severidad,
entre otras situaciones, cuando la lesión del actor produce la pérdida del órgano o de su uso. El
cuestionamiento del recurrente en cuanto a que las funciones que el bazo comúnmente desarrolla
no son insustituibles, lo es con prescindencia de lo establecido por la ley interpretada (C.P., 91)
que reprime tanto la pérdida de un órgano como su uso. "La ley no se refiere a la pérdida de una
función sino a la pérdida de una estructura orgánica destinada a una función, aunque no sea la
fuente exclusiva de ella" (Núñez, Ricardo C., "Derecho Penal Argentino", Pte. Especial III, 207, Ed.
Bibliográfica Argentina, 1965). Así también lo entendió autorizada doctrina (Soler Sebastián,
"Derecho Penal Argentino", t. III, 129, Ed. Tea, 1970; Fontán Balestra, "Tratado de Derecho
Penal", T. IV, 280, Ed. Abeledo Perrot, 1968; Laje Anaya-Gavier, "Notas al Código Penal
Argentino", t. II, Pte. Especial, Ed. Lerner, 1995, 63; Laje Anaya, Justo, "Comentarios al Código
Penal", Parte Especial, vol. III, 79 y 75; Creus, Carlos, "Derecho Penal", P.E., t. I, 84, Ed. Astrea,
1983). Si conforme se comenzara en estos considerandos, la ley indica como lesiones gravísimas
por un lado la "pérdida" de un órgano y por otro del "uso" de un órgano, se están indicando dos
tipos de afectación que no pueden superponerse. El uso es funcional, la pérdida es anatómica
aunque la función del órgano sea sustituida por otros (En igual sentido, Cámara de Acusación de
Córdoba, 16/9/88, "Brandán"; Lucero Ofredi, "Estudios de las figuras delictivas", dirigido por Daniel
P. Carrera, Ed. Advocatus, Córdoba, 1994, págs. 128/129). En la jurisprudencia, la solución
adoptada es seguida por: C.C. Concepción del Uruguay, 30/11/61, L.L. 102-488. S.T. Entre Ríos,
17/6/53, L.L. 71-429, J.A. 1953.IV.369, citados por Rubianes, "Código Penal", t. 2, 595, Depalma,
1974; C.C. Cap. s. 21/12/78, "Lanitte", cit. por Rubianes, ob. cit. 3º actualización, Ed. Depalma,
1980, p. 198; C.N.Cr. y Corr., sala IV, diciembre 21-1978, "Lahitte", L.L. 1979-A-447; S.C. Buenos
Aires, 24/8/82, "Suárez"; C.Cr. Sta. Fe, sala I, 18/4/80, citados por L.L., Digesto, t. VI, p. 737/738,
Bs. As., 1996). En tal entendimiento, agrego que, la privación puede originarse entonces, por dos

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causales: a) pérdida anatómica y b) ausencia de toda efectividad funcional (pérdida del uso), las
que actúan en forma indistinta. La pérdida anatómica de un órgano sólo se considera lesión grave
por disminución funcional, en los supuestos en que la función es cumplida por órganos dobles.
Contrariamente, en aquellos órganos anatómicamente únicos, como el bazo, que contribuye a una
función común con otros distintos, la extirpación de esa pieza anatómica da lugar a la lesión
gravísima (Cfr. CREUS CARLOS, "Derecho Penal", Parte Especial, Tomo I, Ed. Astrea, 1983, pág.
84)…”.

3.2.3 Lesiones culposas. Persecución penal de las lesiones leves.


Lesiones culposas: las mismas conductas que fundamentan la imputación de homicidio culposo,
lo hacen respecto de las lesiones culposas.

Art. 94. Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de mil a quince mil pesos e
inhabilitación especial por uno a cuatro años, el que por imprudencia o negligencia, por impericia
en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su cargo, causare a
otro un daño en el cuerpo o la salud. Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o
91 y concurriera alguna de las circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84, el
mínimo de la pena prevista en el primer párrafo, será de seis meses o multa de tres mil pesos e
inhabilitación especial por dieciocho meses.

A continuación se incluyen algunos ejemplos de hechos que encuadran en el tipo de lesiones


culposas, y otros en donde sus elementos componentes no lo permiten. A los fines de su análisis,
los jueces de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional utilizan la “teoría de la imputación
objetiva”, por ello, se recomienda su repaso del manual obligatorio de la materia “Derecho Penal
Parte General”.

1) Hecho: La imputada fue procesada en orden al delito de lesiones culposas. Se le atribuyó el no


haber controlado debidamente a su perro, cuando el 21 de septiembre de 2007 lo paseaba sin
llevar correa ni bozal colocados, y se abalanzó sobre una persona a la que le mordió su
brazo derecho y le provocó lesiones de leve entidad. Fallo: "(...), el riesgo creado que se
concretó en las lesiones causadas a (...), ha sido la consecuencia directa de una conducción
irresponsable del animal, siempre que por no llevar dispuesto el bozal, ni la correa
reglamentarias, agredió al damnificado. (...). Luego, como ha sido entendido, "quien posee en
su esfera de dominio una fuente de peligro (...animales...) para bienes jurídicos, es el
responsable de que tal peligro no se realice." (1). Así, puede concluirse en que, del deber de
control de fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la posición
de garante, que implica asumir el control correspondiente que tiende a velar por la
indemnidad de los bienes jurídicos (2). En consecuencia, se verifica conformado el juicio de
convicción exigido por el artículo 306 del Código Procesal Penal, en la medida en que dable
es sostener, con el convencimiento que requiere esta etapa del proceso, que las lesiones de la
víctima encuentran como nexo causal la imprudente actividad de la encausada, al no
mantener el efectivo dominio del animal que, bajo su custodia, se encontraba sin el bozal
reglamentario colocado. Por ello, esta Sala del Tribunal RESUELVE: CONFIRMAR el auto
documentado a fs. 51/54, en cuanto fuera materia de recurso. (...)".
Autos: “SIGAL, Martha B. - 11/07/08 - c. 34.579”, Sala VII.

2) Hecho: En los delitos culposos a fines de acreditar la responsabilidad penal del acusado,
se debe verificar necesariamente la existencia de una violación al deber objetivo de cuidado,
que haya creado o aumentado un riesgo jurídicamente desaprobado y que tenga una relación

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directa con el resultado típico. "...las intervenciones médicas sobre el paciente pueden generar
peligro..."; "…la norma prohíbe solamente aquellas que sobrepasan el nivel del riesgo
permitido: sobre éstas recae el enfoque del sistema penal...". Si la lesión sufrida por la
damnificada al efectuarse un tratamiento estético (peeling químico), no fue producto de una
negligencia o imprudencia del encausado en su lex artis, sino una reacción propia, posible e
inevitable de la técnica a la que se sometió, corresponde confirmar el sobreseimiento dispuesto
en orden al delito de lesiones culposas”.
Autos: “SUAREZ VARAGOT, Osvaldo - 20/07/06 - c. 29.591”, Sala IV.

3) Hecho: "quien posee en su esfera de dominio una fuente de peligro (...animales...) para
bienes jurídicos, es el responsable de que tal peligro no se realice". Del deber de control de
fuentes de peligro que operan en el propio ámbito de dominio, se deriva la posición de garante,
que implica asumir el control correspondiente tendente a velar por la indemnidad de los bienes
jurídicos. El imputado al no haber observado el reglamento que le imponía el deber de
conducir a su can de raza "rottweiler" con correa o bozal, omitió el deber de control provocando
las lesiones en el cuerpo del damnificado. Por ello, corresponde confirmar el auto decisorio que
dispuso el procesamiento del encausado en orden al delito de lesiones culposas”.
Autos: “MELGAREJO MIRANDA, Luis - 28/06/06 c. 29.342”, Sala VII.

4) Hecho: “Si bien todo conductor debe tener en cuenta las contingencias del tránsito, no
puede elevarse esta previsión a un principio absoluto de responsabilidad, cuando un conductor
que realizó el cruce correctamente, con luz habilitante, a velocidad normal, resultando
evidentemente imprevisible la aparición del damnificado a bordo de su bicicleta, quien con
su actuar, en principio desaprensivo, se habría autocolocado en situación de riesgo, al efectuar
una maniobra peligrosa. "Sin embargo, ... mayor importancia práctica... la tenga aquellos
otros supuestos en los que la víctima con su propio comportamiento da la razón para que la
consecuencia lesiva le sea imputada; casos en los que, por lo tanto, la modalidad de
explicación no es la " desgracia", sino la lesión de un "deber de autoprotección" o incluso la
"propia voluntad"; las infracciones de los deberes de autoprotección y la voluntad se agrupan
aquí bajo el rótulo de "acción de riesgo"...Al igual que el autor no puede comportarse de modo
arriesgado distanciándose de las consecuencias de su comportamiento, tampoco la víctima
puede asumir un contacto social arriesgado sin aceptar como fruto de su comportamiento las
consecuencias que conforme a un pronóstico objetivo son previsibles..." (*). "...el daño ha de ser
la consecuencia del riesgo corrido y no de otros fallos adicionales, y el sujeto puesto en peligro
ha de tener la misma responsabilidad por la actuación común que quien lo pone en peligro. Y
además aquél, al igual que ya sucede en la autopuesta en peligro, ha de ser consciente del
riesgo en la misma medida que quien lo pone en peligro. Si se dan estos dos presupuestos,
habrá "asumido" el riesgo". El damnificado asumió la consecuencia de la conducta atribuida al
imputado, desde que efectuó el cruce de la avenida en diagonal, existiendo una "asunción
del riesgo" por parte del mismo, puesto que el resultado - las lesiones padecidas- fue producto
del riesgo corrido, como así también, éste era consciente del mismo, por lo que debe
revocar el procesamiento del incuso y ordenar su sobreseimiento”.
Autos: “VERON, Antonio - 8/06/06 - c. 29.659”, Sala VI.

5) Hecho: “Debido a su condición de guía turístico, el encartado revestía la calidad de garante


y en función de ello tenía el deber de proteger al contingente escolar, estacándose que tanto el
lugar donde se asienta la cantera como sus inmediaciones, eran particularmente peligrosos
debido a los elementos que se manipulaban. También el encargado de voladuras de la
cantera revestía la posición de garante y quedaría bajo su responsabilidad evitar la presencia o
por lo menos el acceso de particulares a los explosivos diseminados por ese lugar o sus
alrededores. Resulta intrascendente si el contingente escolar contaba o no con autorización para

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la recorrida y si la visita se llevó a cabo durante una jornada en la que no se desarrollaban
tareas en la cantera. Por tanto, corresponde confirmar el procesamiento de los imputados en
orden al delito de lesiones culposas graves”.
Autos: “BENEDET, Mario D. - 21/03/06 - c. 28.261”, Sala IV.

6) Hecho: “Si está demostrado que en su condición de experto médico a cargo (jefe de
radiología), nunca constató si la sonda fue bien o mal colocada, porque "no tenía la mirada fija
en la paciente al momento de la colocación" o "no pudo ver dónde estaba colocada, es
decir si estaba vía anal"; demuestra sin ambages que incumplió el art. 20 de la ley 17312
que prohíbe "delegar en su personal auxiliar, facultades, funciones o atribuciones
inherentes o privativas de su profesión", en el caso, al menos ejercer el control debido de
lo que su auxiliar efectuaba. La "división de tareas" o "la sencillez de la práctica" no lo eximen de
su compromiso profesional, porque era su obligación fiscalizar la maniobra que le
encomendaba al técnico radiólogo, quien cometió un error grosero en la colocación de la sonda.
En materia de responsabilidad médica, la culpa se debe apreciar únicamente, cuando ésta
deviene de circunstancias que revelen imprudencia o negligencia contrarias a las normas del
arte o profesión. Es que el principio de confianza, en particular en la cooperación con división
del trabajo, debe retroceder cuando los intervinientes (caso del médico que dirige la operación)
poseen especiales deberes de vigilancia o concretas misiones de control. En esa dirección,
"quien aparece como jefe o encargado del mismo [equipo médico] siempre tiene bajo su
responsabilidad una serie de aspectos residuales de control que están ineludiblemente a su
cargo sin perjuicio de la delegación. De alguna forma el jefe es el garante del adecuado
funcionamiento del equipo y de que la división de roles sea un beneficio y no un peligro que se
concrete en perjuicios al paciente". Fue el técnico radiólogo quien violando el deber de
cuidado, provocó la lesión excediendo las facultades propias de su cargo, porque sabía que, en
todo caso, su función como auxiliar sólo le permitía "la colocación de los chasis y aplicar la
técnica correspondiente en el teclado del aparato de rayos". Incumplió las obligaciones del art.
85 de la ley 17.132 que le compele a "actuar únicamente por indicación y bajo control médico
... directo y en los límites de su autorización", exceso que no puede excusarse tan sólo con
el argumento de que "se limitó a cumplir con las órdenes del médico ... en virtud de obediencia
debida", ya que aun cuando le pudo ser encomendada esa tarea, la debió ejecutar conforme a
las reglas de la lex artis o bien pudo negarse a ejecutarla por resultar legalmente prohibida en
esas condiciones. En la imprudencia penal no ingresan lo fortuito o el acaso sino lo previsible o
evitable. De ahí que, en el ámbito de los profesionales de la salud, surgen dos reglas
básicas: el deber de actuar prudentemente en situaciones de riesgo y el deber de omitir
acciones peligrosas. Deviene procedente confirmar el procesamiento de los imputados en orden
al delito de lesiones culposas…”.
Autos: “ARONOW, Isaac y otro - 14/02/06 - c. 28.349”, Sala VII.

Las lesiones graves y gravísimas son perseguibles de oficio. Las leves son dependientes de
instancia privada (art. 72 CP), salvo que mediaren razones de seguridad o interés, en cuyo caso,
se procede de oficio. Se dan estas razones cuando por su naturaleza o circunstancia, el hecho
resulta sintomático de un peligro potencial para las personas o los bienes. Concurren razones de
interés jurídico cuando su conocimiento y juzgamiento resulta útil para el orden o bienestar de la
comunidad.

Materia: Derecho Penal II -9-


Profesor: Maximiliano Davies
3.3 Homicidio y lesiones en riña y agresión. Bien jurídico protegido
Art. 95. Cuando en riña o agresión en que tomasen parte más de dos personas, resultare muerte o
lesiones de las determinadas en los artículos 90 y 91, sin que constare quiénes las causaron, se
tendrá por autores a todos los que ejercieron violencia sobre la persona del ofendido y se aplicará
reclusión o prisión de dos a seis años en caso de muerte, y de uno a cuatro en caso de lesión.

Art. 96. Si las lesiones fueron las previstas en el artículo 89, la pena aplicable será de cuatro a
ciento veinte días de prisión.

3.3.1 Definición de riña y agresión.


La riña o agresión sigue la teoría de la “incertidumbre sobre el autor”, ya que en la riña no existe lo
que se denomina complicidad. La riña es un acontecimiento recíproco (ataque y defensa de todos
los intervinientes) que impide poder individualizar al autor de las lesiones o muerte. La agresión es
un acontecimiento de varios contra uno u otros que se limitan a defenderse pasivamente porque si
la defensa es activa, devolviendo las agresiones, volvemos al tipo de riña.

3.3.2 Estructura del delito.


Para que se configure este tipo deben darse algunos requisitos: 1) que tomen súbitamente más de
dos personas; 2) que entre los intervinientes no exista acuerdo para matar o lesionar; 3) que
resulte alguien muerto o lesionado; 4) que se ignore quién fue el autor; 5) que se conozca quienes
ejercieron violencia sobre la o las personas. El dolo requerido es el de intervenir en la riña o
agresión desplegando violencia.

Para la Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal señala: “Para que se configure
el delito de homicidio por agresión (art. 95 del C.P.) la acción de los agresores debe ser el fruto
del impulso de la particular decisión exaltada de cada uno, no pudiendo ser concertada,
preordenada, o improvisadamente. Si existió una verdadera participación criminal, una
concertación de voluntades, un actuar conjunto y un final ordenado; se configura la mentada
convergencia y debe descartarse la figura del art. 95 del CP. La jurisprudencia ha admitido la
responsabilidad penal por homicidio a título de coautor en quien no hubiere asestado la
puñalada mortal (CSJN, L.L. 17-654) y la Suprema Corte de Buenos Aires, ha condenado por
homicidio a quien, a pesar de no haber sido él sino su cómplice quien infirió a la víctima la
lesión mortal, tomó parte en la ejecución del hecho en virtud de un acuerdo previo y en acción
conjunta (Registro Nº 1063, autos "Canevaro, Ignacio R. y otros s/ recurso de casación", 12/09/96,
Causa Nº: 749.
Por su parte –ante distintos supuestos- la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional
sostiene:
1) “…Para que sea aplicable la figura de homicidio en riña (art. 95 del C.P.) resulta
necesaria la presencia de distintas condiciones -desde el plano objetivo-: a) que no conste
quiénes causaron la muerte; b) que la muerte resulte de una riña o agresión; c) que se haya
ejercido violencia sobre la víctima. Si se ha demostrado quien ha sido el autor de los hechos
denunciados, no se da la primer condición indispensable para la procedencia del tipo legal y
por dicha razón, resulta innecesario el estudio de los demás requisitos. Por tanto, corresponde
confirmar la resolución que dispuso el procesamiento del imputado en orden a los delitos de

Materia: Derecho Penal II - 10 -


Profesor: Maximiliano Davies
homicidio simple en concurso real con el de lesiones leves…” (Autos: “GARCIA, Pedro - 12/06/06 -
c. 29.881”, Sala VI).
2) “…Corresponde encuadrar en la figura de homicidio por agresión, entendida ella
como el acometimiento de varios contra otro u otros limitado o limitados a defenderse, al
hecho que los testigos refirieron como un gran tumulto del cual el damnificado apareció
gravemente herido, luego muerto, sin que exista riña previa como ataque y defensa de todos los
intervinientes…” (Autos: “LUNA, Rafael - 7/06/02 - c. 18.644”, Sala IV).

3.3.3 Diferencias y semejanzas con la participación criminal.


Como señala Ricardo Núñez la riña tipificada en nuestro ordenamiento legal
penal sigue la teoría de la “incertidumbre sobre el autor”, lo cual, de acuerdo a su origen, implica
que en la riña “no hay complicidad”, “… cada uno responde por sus propios golpes, y si no se
alcanza a descubrir quién fue el matador, ninguno es responsable de homicidio” (citado por el
autor, Carrara, Programa, § 1304). No obstante, esa regla que conducía a la impunidad de los
partícipes en la riña con resultado de muerte “…fue complementada sacándose un argumento,
expresado a los fines del resarcimiento del daño por la ley Item Mela § ed si pluses, Digesto, ad
legem Aquiliam en cuanto disponía que si muchos hirieron al siervo y no constare quien lo hizo
todos se obligan”. Esta regla traducida a la figura en cuestión señala que si en una riña hubo como
resultado un homicidio y se ignora quién entre los corriñentes fue su autor, todos los intervinientes
en aquella deben ser sometidos a una pena extraordinaria más benigna (citado por el autor
Carrara, Programa, § 1305…, Núñez pág. 76 y ss.).

Teniendo en cuenta el desarrollo eminentemente teórico de las unidades, se les recomienda leer
los fallos y dictámenes fiscales que se agregan en una carpeta adjunta a la presente unidad o
lectura. La intención es que ustedes tomen contacto directo con "Derecho penal II" en toda su
dinámica, y en este sentido, qué mejor método que el estudio de las resoluciones emanadas por
los tribunales o procuradores fiscales, quienes tienen la tarea de poner en marcha todo el
andamiaje teórico que compone nuestra materia. Algunos fallos son extensos, y no son de tipo
obligatorio, no obstante se aconseja -en la medida de su tiempo- su lectura

Materia: Derecho Penal II - 11 -


Profesor: Maximiliano Davies

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