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Es normal que los niños y adolescentes desarrollen ciertos miedos y experimenten cierta
anticipación temerosa de los problemas (ansiedad) durante el curso de su desarrollo. Con el
tiempo, los miedos normales desaparecen cuando los niños aprenden más acerca de qué
esperar del entorno y de las relaciones con los demás. Cuando sus miedos no se disipan y
comienzan a interferir con la vida y las actividades diarias del niño o del adolescente, puede
ser signo de un trastorno de la ansiedad, y los padres deben consultar con un médico de
inmediato.
Los trastornos de la ansiedad son los problemas de salud mental más comunes que se
presentan en niños y adolescentes. En un estudio a gran escala realizado en niños de entre
9 y 17 años de edad, se informó que el 13 por ciento habían padecido un trastorno de la
ansiedad en un año. Otras estadísticas señalan que del 5 al 20 por ciento de los niños serán
diagnosticados con algún tipo de trastorno de la ansiedad.
Existen muchos trastornos de ansiedad diferentes que afectan a los niños y los adolescentes
y que requieren atención médica a cargo de un médico u otro profesional de la salud. En el
siguiente directorio se enumeran algunas de ellas, para las cuales le proveemos una breve
descripción.
Fobias: Los niños y adolescentes con fobias tienen excesivos miedos no reales de ciertas
situaciones u objetos. Muchas fobias tienen nombres específicos, y el trastorno puede
centrarse en animales, tormentas, agua, lugares altos o situaciones específicas como
encontrarse encerrado en un lugar reducido. Los niños y adolescentes sienten verdadero
pavor a ser criticados o juzgados duramente por los demás. Intentarán evitar los objetos y
situaciones temidas, por lo que el trastorno puede limitar gravemente sus vidas.
Trastorno de pánico: Los “ataques de pánico” repetitivos en niños y adolescentes sin una
causa aparente son signos de un desorden de pánico. Los ataques de pánico son períodos
de intenso miedo acompañados por fuertes latidos del corazón, sudoración, mareo, nauseas
o sentimiento de muerte inminente. La experiencia es tan terrible que viven con el miedo de
que puedan sufrir otro ataque. Los niños y adolescentes con el trastorno suelen hacer
cualquier cosa para evitar la situación que provoque otro ataque. Es posible incluso que no
quieran ir a la escuela o separarse de sus padres.
Los trastornos de ansiedad se encuentran entre los más comunes de los problemas
mentales, emocionales y de comportamiento que se presentan en la niñez y la adolescencia.
Aproximadamente, 13 de cada 100 niños y adolescentes de entre 9 y 17 años experimentan
algún tipo de trastorno de ansiedad; Las niñas se ven más afectadas por el problema que los
niños y cerca de la mitad de los niños y adolescentes con estos trastornos padecen un
segundo trastorno de ansiedad u otro trastorno mental o de comportamiento, como la
depresión. Además, los trastornos de ansiedad pueden coexistir con trastornos de salud
físicos que necesitan tratamiento.
También hacen hincapié en que debería realizarse una observación más cuidadosa cuando
los niños tienen entre 6 y 8 años. Durante este período, el miedo de los niños a la oscuridad
y a las criaturas imaginarias disminuye y se acrecienta la ansiedad hacia el rendimiento
escolar y las relaciones sociales. Un exceso de ansiedad en los niños de esta edad, puede
ser una señal de alarma en cuanto al posterior desarrollo de trastornos de ansiedad.
• Los estudios sugieren que los niños y adolescentes tienen más posibilidad de desarrollar
el trastorno si sus padres lo padecen. Sin embargo, no prueban si los trastornos son
ocasionados por la biología, el entorno o ambos. Son necesarios más datos para clarificar
si los trastornos de ansiedad pueden ser hereditarios.
Los padres pueden ayudar a sus hijos(as) a desarrollar los elementos y la confianza en sí
mismos para superar los miedos evitando que se conviertan en reacciones fóbicas. A
continuación detallamos algunos consejos para que usted pueda ayudar a su hijo(a) con los
miedos o ansiedades que pueda tener:
- Este atento a las necesidades de su hijo, si no las expresa verbalmente, algunos niños se
expresan mejor dibujando o utilizando juguetes.
- Reconozca que el miedo es real. Tan trivial como parezca, para su hijo(a) es real y está
causando que sienta ansiedad y miedo. Ser capaz de hablar sobre el miedo ayuda - las
palabras a veces le quitan el poder a los pensamientos negativos. Si usted habla acerca de
ello, el miedo puede ser menos poderoso.
- Nunca opine que el miedo es insignificante para forzar a su niño(a) a que lo supere. Decirle
a su hijo(a), "¡No seas ridículo! ¡No hay monstruos en tu closet!" puede que haga que su hijo
vuelva a la cama, pero no hará que el miedo desaparezca.
- No se rinda ante los miedos. Si a su hijo no le gustan los perros, no cruce la calle a
propósito para evitar encontrarse con un perro. Este comportamiento fortalecerá el
pensamiento de que los perros deben evitarse. Brinde apoyo y demuestre protección a
medida que se acerque con su hijo(a) al objeto o situación que genere temor.
Maturana 61, Villa Alemana, 32/ 2391373- 09/3170989. karemramosm@gmail.com
Karem Ramos Muñoz/ Psicóloga
- Enseñe a su hijo(a) a cómo evaluar el miedo. Si su hijo(a) puede visualizar la intensidad del
miedo en una escala del uno al 10, con el número 10 como el más fuerte, él o ella puede
que "vean" al miedo con menos intensidad de lo que originalmente imaginaron. Los
niños(as) más jóvenes pueden pensar en sentir miedo "hasta las rodillas" como algo no muy
temido, "hasta el estómago" como algo más temido y "hasta la cabeza" como petrificado.
- Enseñe a sus hijos(as) estrategias para hacer frente al miedo. Intente estas técnicas fáciles
de implementar. Utilizándolo a usted como la "base" el niño(a) puede atreverse a acercarse
al objeto temido y luego volver a acercarse a usted en busca de seguridad antes de volverse
a cercar al objeto o situación temida. Los niños(as) también pueden aprender frases
positivas sobre sí mismos(as) como por ejemplo "Yo soy capaz de hacer esto" y "Yo voy a
estar bien," las cuales su hijo(a) puede repetirse a sí mismo(a) cuando sienta ansiedad. Las
técnicas de relajación también ayudan, incluyendo la visualización (flotar sobre una nube o
descansar en la playa, por ejemplo) y respirar profundamente (imaginando que los
pulmones son globos y dejar que se desinflen lentamente).
Ejercicio
El ejercicio adecuado nos ayuda a una tonificación muscular, evitando tanto la rigidez como
el exceso de activación del sistema nervioso, propiciando un sano cansancio que favorece el
sueño reparador y calma el exceso de pensamientos respecto a los temores.
Es preferible practicar un deporte lúdico que nos guste o hayamos disfrutado de él en el
pasado, ya que de paso nos proporcionará mayor satisfacción que la gimnasia fría y pesada.