Perfíl
Gabriel
Parrilla:
vocación
temprana,
profesión
tardía
¿Cuál es tu actividad cómo clínico?
El porcentaje de tiempo por especies es
más o menos 75% vacas de leche, reproduc-
ción, patologías, nutrición y manejo; bienestar
animal. 12% vacuno de lidia, bastante estacio-
nal; con el calor aumentan las peleas. 8% ovi-
no-caprino; saneamiento y vacunaciones. 2%
veterinario de plazas de toros; Sur de Madrid.
3% clases en la Facultad.
Normalmente casi todos los días estoy
acompañado por estudiantes de los últimos
cursos, sobre todo los alumnos internos de
rumiantes del Hospital Clínico Veterinario de
la Facultad de la Complutense.
Con todas esas actividades ¿cómo es tu
día a día?
Me levanto temprano, recojo a los
alumnos sobre las 8 de la mañana en la puer-
ta de mi garaje, salimos a hacer los avisos y
las tareas que están programadas para cada
día. Mientras tanto, vamos intercalando las
urgencias que van surgiendo sobre la mar-
cha, gracias o por culpa del teléfono móvil es
muy raro el día que cumplimos los horarios
y la programación pero se atiende a todo el
mundo que lo solicita.
Lo más complicado es comer a una hora
normal, ya que es frecuente que supere las 4 de
la tarde. Pero al final todo queda atendido.
Cuando vuelvo a casa me ducho y des-
canso un poco para ponerme con el orde-
nador a preparar guías, recetas, certificados,
informes y programar las tareas del día si-
guiente.
Lo bueno es que desde el viernes al me-
dio día los ganaderos respetan mi descanso y
La clínica de vacuno de lidia ha
estado muy limitada a preparar
los papeles, hacer algún
saneamiento, los herraderos y
poco más. Hoy demanda un
control reproductivo, nutrición,
manejo de la recría, manejo de
los sementales, clínico experto,
anestesista, cirujano y empiezan
a demandar modernas
técnicas de reproducción como
extracción de semen, trasplante
de embriones, etc.
a no ser que exista una verdadera urgencia,
lo dejan para el lunes.
En los últimos años cada vez te has ido
dedicando más al vacuno de lidia ¿está
en buen momento? ¿cuál es el papel de
un veterinario en una ganadería de lidia?
¿qué actuaciones clínicas realizas?
La clínica de vacuno de lidia ha estado
muy limitada a preparar los papeles, hacer
algún saneamiento, los herraderos y poco
más. Hoy demanda un control reproductivo,
nutrición, manejo de la recría, manejo de
los sementales, clínico experto, anestesista,
cirujano y empiezan a demandar modernas
técnicas de reproducción como extracción de
semen, inseminación artificial, trasplante de
embriones, etc. Es preciso convencerles que
lo primero es enseñar a las hembras y los
bueyes jóvenes para que aprendan a entrar
por las mangas de manejo y no presenten
síntomas de estrés, ya que una vaca estresa-
da no será capaz de gestar.
También es necesario adecuar las ins-
talaciones para poder tener un sitio cómodo
y protegido para trabajar, con nevera, lupa,
estufa, etc.
 Gabriel Parrilla: vocación temprana, profesión tardía
En la actualidad con la prohibición y reti-
rada del Immobilón, manejar este tipo de
animales es todo un problema ¿cómo has
solucionado este punto?
Llevamos 1 año desde que se prohibió
el uso de Immobilón y verdaderamente ha
sido un problema, hemos tenido que ir ha-
ciendo mezclas de diferentes fármacos con
la información de anestesistas en medicina
animal y probando en campo, no se dormían
los animales, se despertaban al momento no
permitiendo hacer el trabajo deseado, y con
un riesgo evidente para el veterinario y los
trabajadores de la finca que debíamos per-
manecer cerca del animal. Otro problema es
cuando el animal se levanta y no da tiempo
a ponerle el antídoto con lo que el animal
queda a merced de los otros toros de la ma-
nada con grave peligro para su vida. General-
mente pronóstico fatal.
Trabajas en zonas restringidas al movi-
miento de ganado por la Lengua Azul,
¿cómo se está viviendo la situación?
El año pasado fue un gran problema,
había que desinsectar las instalaciones en
origen cada 7 días, los animales se desinsec-
taban antes de la carga, se volvían a desin-
sectar a la llegada a destino, todo acompa-
ñado de los correspondientes certificados
donde se relacionasen todas las actuaciones.
Debíamos buscar los productos adecuados
sin periodo de supresión, ver las horas de
carga, precintar todo el camión y poco me-
nos que acompañar la expedición para evitar
problemas.
También había que sangrar los anima-
les que iban a zona libre y hacerles las prue-
bas de PCR para comprobar que no les había
picado el mosquito.
Hoy día, se ha ampliado la zona res-
tringida y se han suavizado las normas de
actuación por lo que es más fácil el trabajo
diario. No obstante seguimos con diferentes
criterios de actuación según el punto kilo-
métrico donde nos situemos.
¿En qué momento te vinculaste a la facul-
tad? ¿en qué consiste esa relación?
Desde que finalicé la carrera, seguí
pasando por la Facultad y empecé a sacar
alumnos que les gustaba salir a las vacas y
empezar a vivir este mundo tan peculiar. En
el año 95, tras 7 años de llevar alumnos, sa-
lió una plaza de profesor asociado a tiempo
parcial, opté a ella y se me concedió, por lo
tanto llevo 11 años tratando de ayudar en los
primeros pasos a otros alumnos y compro-
nº 8
S
oy veterinario clínico, especializado en rumiantes,
principalmente en vacuno y más con-
cretamente en vacuno de leche. No
obstante trabajo también el ganado de
carne y cebo, los pequeños rumiantes,
ovejas y cabras, y por aquello de movili-
zar la adrenalina también ejerzo la clíni-
ca del toro de lidia en las explotaciones
dedicadas a ello.
Mi padre, veterinario titular de un
pueblo de la Mancha conquense, me incul-
có el gusanillo de la clínica rural, esa que no
sabe de horas, de fiestas, de otros eventos que
no fueran la atención al animal y, en aquellos
años de pobreza, la atención al propietario que
te avisaba cuando la cosa ya era terminal porque
si la madre naturaleza tenía a bien salvarle la vida,
Mi perfil
no había que hacer el gasto.
El primer trabajo de veterinario fue a los 12 años que me
mandó mi padre a vacunar unas gallinas al Asilo de ancianos
de mi pueblo, me dio la vacuna, la jeringa, unas tenazas y unas
chapitas que había que poner en el ala a las vacunadas. Empecé mi trabajo y al poner la
chapa, parecía extraño que fuese en la telilla del ala por lo que pensé que sería mejor coger
toda la parte distal de la extremidad y así lo hice a todos los efectivos. A los 8 días llaman a
mi padre y le dicen que todas las gallinas están con el ala caída y parece que muy malas, se
sacrificaron todas, se congelaron y mi padre repuso los efectivos. Los ancianitos comieron
pepitorias durante bastantes días.
Mi padre se jubiló en los años de la revolución industrial del campo, cuando desapa-
recen las mulas como animal de trabajo y empiezan los tractores. Esto le convenció que el
futuro de su hijo mayor no debía pasar por ser veterinario sino Ingeniero Aeronáutico y al
terminar el Preuniversitario me matriculó en la Escuela.
Mi vocación la tenía clara y con clases particulares llegué a matricularme de primer
curso en la Facultad de Veterinaria. Solo se enteró de ello cuando aprobé el primer curso y ya
no pudo impedirlo.
Las circunstancias de la vida y el Servicio Militar en Melilla, me llevaron a trabajar en
el pueblo y tener que abandonar los estudios cuando estaba en tercer curso. Quince años
después, casado y con dos hijos, un problema económico en la empresa, me obliga a volver a
Madrid. Mi esposa, una gran mujer, me anima, en contra de lo razonable que sería encontrar
trabajo, a que si mi ilusión era la veterinaria, que lo termine y pueda ser feliz. A los cuarenta
años y con la ayuda y consejos de los compañeros de la facultad, finalizo mis estudios y soy
veterinario.
Ya en la calle, es mi gran amigo Alfonso Monge, Juan Vicente y sus colaboradores quienes
me acogen y enseñan de forma totalmente altruista todo lo necesario para empezar a vivir de
y para las vacas y así me encuentro ahora con cincuenta y siete años tratando de recuperar el
tiempo perdido. Mis hijos tienen otra forma de vida sin relación con la veterinaria.
Vivo en Madrid, junto a la M-30 para tener cerca la salida hacia Toledo, pero ahora
con las obras es un infierno, pronto finalizarán y prometen que estará muy bien. Ya no es un
problema vivir en Madrid y salir todos los días al campo, es cuestión de media hora llegar a
cualquier punto de los alrededores. Mi trabajo se desarrolla mayoritariamente en el sur de
Madrid y norte de Toledo con ramificaciones a Guadalajara (bravos). Por tanto trabajo en dos
Comunidades Autónomas y en cuatro OCAS (comarcas ganaderas) diferentes y esto si es un
problema.
 Perfíl

bando que bastantes de ellos han seguido la

misma suerte que tuve yo al empezar.

Mi trabajo consiste en llevar alumnos

de prácticas ambulantes de bóvidos los lunes
y martes durante todo el curso, el resto de
semana salen los voluntarios, los internos y
otros alumnos que les gustan los rumiantes
y quieren conocer la práctica diaria desde
dentro, sobre todo el trato personal con los
diferentes ganaderos.

Por otra parte, soy uno de los respon-

sables de la asignatura Medicina de la Pro-
ducción de Rumiantes, en la que colaboran
veterinarios terminados en los últimos años y
que desarrollan su trabajo en diferentes face-
tas de la producción de rumiantes. Cuentan
sus experiencias y vivencias al tiempo que
dan una clase en tiempo real de la clínica de
esa especie en la actualidad.

El primer día el alumno viene

a pasar un día al campo, pero
enseguida pisa la realidad de
las diferentes cuadras con sus
olores característicos que les
impregnan el calzado y la ropa,
y ya sólo piensan en lo que
pasará luego en el Metro para
llegar a su casa

¿Qué aporta a un estudiante el hecho de ir

en el coche con un veterinario y colaborar
en sus actividades?

El primer día el alumno viene a pasar

un día al campo, pero enseguida pisa la rea-
lidad de las diferentes cuadras con sus olores
característicos que les impregnan el calzado
y la ropa, y ya sólo piensan en lo que pasará
luego en el Metro para llegar a su casa. Se-
gún avanza el día van entrando en materia y
quieren que les expliques todo lo que están
Del viejo el consejo: viendo en un momento porque al rato llega-
Cuando decidiste hacerte veterinario tenías una idea de futuro en la cabeza, desde mos a otro sitio, otro problema, otra forma
primer curso debes tratar de relacionarte en ese campo y desde tercero practicar en de tratar al ganadero y para ellos es un mun-
ello lo más que puedas. No abandones otras áreas de la profesión por si te falla tu do que se les abre al futuro.
idea. Una vez que empieces a trabajar en lo que puedas, tómatelo como si toda la vida
hubiera sido tu sueño, profundiza en los conocimientos y dedícate a ello en cuerpo y También está el caso del que viene sin
alma. Conseguirás que todos los días al levantarte tu cara irradie felicidad que conta- calzado ni ropa de protección y te dicen que
giarás a tu alrededor. no les importa mancharse, no piensan que
montan en mi coche ya que en el suyo no lo
harían. Estos o se quedan en tierra o no se
bajan del coche.

Para la mayoría de estudiantes el pri-

mer día de campo es un choque entre lo que
han estudiado y la realidad, es una situación para la que no
se han preparado, si toca un parto, piensan que será como
les explicaron en clase, se mete la mano enguantada en una
cavidad inmensa donde flota una bolsa y dentro hay un terne-
rito, solo hay que indicarle la salida y ya. El problema es que
cuando tenemos que meter la mano es porque una distocia
impide la salida natural, por dentro todo está muy apretado,
no conseguimos colocar el ternero y si lo conseguimos hay
que tirar como diablos. Si sale vivo quedan asombrados para
mucho tiempo.

Vas viendo la trayectoria de muchos estudiantes a lo largo

de estos años ¿has visto alguna evolución en sus actitudes,
situación o preparación? ¿cómo está siendo la incorporación
al mercado laboral de todos estos alumnos? ¿cuál es la rela-
ción entre la oferta y la demanda? ¿cómo ves su futuro en
un mundo ganadero tan cambiante? ¿qué consejo les das?

A lo largo de estos años he vivido algunas situaciones

curiosas, empecé mis estudios y éramos pocos alumnos y el
porcentaje de chicas muy bajo, cuando reinicié los estudios
20 años después había 1500 matriculados en primero y mitad
por mitad. Hoy son 150 en primero y un 85% de chicas. Por
lo tanto lo primero que tiene que cambiar es la concepción
machista de esta profesión, las mujeres tienen las mismas ca-
pacidades que los hombres para el trabajo, no tienen la misma
fuerza pero poseen mayores habilidades y eso es lo que tienen
que explotar. La fuerza la hace el ganadero, ella organiza y
ordena la forma de trabajar. Este es su triunfo.

Durante estos años los estudiantes salen con mayor pre-

paración teórica y ahora se están potenciando las prácticas,
hay un profesorado joven y muy preparado que asiste a con-
gresos regularmente.

En el mercado laboral existen montones de oportunida-

des pero parece que cuando salen de la Facultad solo piensan
en la clínica de pequeños y en las oposiciones como meta de
futuro. Hay grandes posibilidades en el bienestar animal, la
calidad de las producciones, leche, carne y huevos, la trazabi-
lidad, y otros muchos campos que si no los ocupamos luego
lamentaremos que otros profesionales nos ganen la partida.