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Abuso de menores y negligencia

El abuso de menores comprende el mal trato, la lesión física o mental y el abuso sexual. La
negligencia o el abandono de un niño consiste en la falta de suministro adecuado de alimento,
vestido, refugio o cariño.
A título informativo, más de un millón de niños sufre abusos o descuidos en los Estados Unidos
cada año. Aproximadamente el 20 por ciento de los que padecen abusos físicos sufren lesiones
permanentes, y aproximadamente 1 200 mueren anualmente. La mayoría son menores de 5 años,
de los cuales, casi el 50 por ciento son menores de un año. Se estima que 200 000 niños sufren
abusos sexuales cada año. Un adulto que abusa sexualmente de un niño, o lo fuerza, a menudo
está relacionado con él, suele ser un pariente cercano. El contacto sexual entre un niño y un
pariente consanguíneo constituye un incesto.
Aproximadamente el 25 por ciento de los casos de abuso y abandono afecta a niños menores de
2 años y de ambos sexos. El abandono es probablemente de 10 a 15 veces más frecuente que el
abuso, aunque a menudo tienen lugar simultáneamente. El abandono es 12 veces más frecuente
en los niños que viven en la pobreza.

Causas

El abuso puede producirse cuando los padres o sustitutos no pueden controlar sus impulsos.
Cuatro factores pueden aumentar las posibilidades de dicha pérdida de control.
- El padre puede tener problemas psiquiátricos, como un trastorno de la personalidad o baja
autoestima, o puede abusar de los fármacos o del alcohol.
- El niño puede ser diferente de los otros (irritable, exigente, hiperactivo o discapacitado).
- El apoyo emocional de la familia, los vecinos o los amigos puede ser inadecuado.
- Podría producirse una crisis por la pérdida de dinero o del trabajo.
El abandono a menudo se produce en familias problemáticas. El abuso de fármacos o alcohol, o
alguna enfermedad crónica podrían generar problemas económicos, teniendo como consecuencia
una alimentación, cuidados y atención del niño totalmente inadecuados. El abandono de uno de
los padres puede derivar en la negligencia del otro.

Síntomas y diagnóstico

El abuso puede producir cambios de conducta visibles en el niño y en el adulto que abusa de él.
Por ejemplo, un padre puede parecer indiferente, incluso cuando el niño está herido de forma
evidente, o puede tener pocas ganas de explicar al médico o a los amigos cómo se produjo la
lesión. Además, la descripción puede variar en cada relato. La lesión puede resultar insólita para
la edad del niño.
Un niño que sufre abusos reiterados, puede mostrar físicamente señales de lesiones nuevas y
antiguas. Las contusiones, las quemaduras, lastimaduras o raspaduras a menudo son evidentes.
Las quemaduras de cigarrillos son visibles en brazos y piernas. Las lesiones graves en la boca,
los ojos, el cerebro o en otros órganos internos pueden haberse producido y, sin embargo, no
resultar visibles. El niño también puede tener pruebas de huesos fracturados.
Un niño que ha padecido abusos sexuales podría presentar dificultades para caminar o sentarse,
por alguna lesión física. Puede manifestarse una infección urinaria, una secreción vaginal o una
enfermedad de transmisión sexual. A menudo, sin embargo, no existe lesión física aparente. Más
bien, el niño puede volverse irritable o temeroso o puede dormir irregularmente. Como la víctima
puede encontrarse bajo amenaza si cuenta a alguien lo sucedido, los médicos, la policía o los
familiares pueden tener dificultades para tener conocimiento, a través de él, de lo sucedido.
Un niño abandonado podría tener aspecto de estar mal alimentado, cansado, sucio o carecer de
ropa apropiada. En casos extremos, puede vivir solo o con los hermanos sin la vigilancia de un
adulto. En ciertos casos, los niños abandonados mueren de hambre o por exposiciones diversas.
Puede que un padre no se preocupe de la atención dental o sanitaria preventiva de su hijo, ya
sean vacunaciones o exámenes médicos de rutina. El padre puede también retrasar la consulta
al pediatra cuando el niño está enfermo.
Un bebé abandonado o que ha sufrido abusos, a menudo no se desarrolla física o
emocionalmente en una proporción normal. Los bebés privados de cariño familiar pueden parecer
impasibles o indiferentes a lo que les rodea. Pueden recibir un diagnóstico equivocado de retraso
mental o de una enfermedad orgánica. La sociabilidad y la facilidad verbal pueden verse
afectadas por una atención insuficiente. Un niño puede parecer desconfiado, tímido y sumamente
impaciente por complacer a los adultos. Los mayores pueden dejar de asistir a clase
regularmente o pueden tener un mal rendimiento escolar. Surgen problemas de relación con otros
compañeros de clase o con los maestros.

Tratamiento

Un niño del que se ha abusado o que ha sido abandonado puede requerir hospitalización. Los
miembros de los servicios sociales evalúan la situación familiar. En muchos países, un equipo de
salud, integrado por un asistente social, un psiquiatra y un pediatra, programa y proporciona
cuidados al niño y a la familia.
Los médicos y enfermeras deben, por requerimiento de la ley, denunciar rápidamente los casos
de abusos a menores o en los que se sospeche del abandono de un niño; dicha denuncia se
presenta en el servicio de protección de la zona. Los responsables del bienestar de menores, ya
sean maestros, cuidadores diurnos, policías, y el personal de asistencia legal, requieren
igualmente un informe inmediato. Se alienta pero no se exige a los ciudadanos a que presenten
denuncias sobre cualquier tipo de abuso o abandono del que tengan conocimiento o sospecha.

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