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Los sujetos con el trastorno esquizotípico de la personalidad suelen tener ideas de referencia
(criterio A1), pero hay que diferenciarlas de las ideas de referencia que son mantenidas con una
convicción delirante. Estos sujetos pueden ser supersticiosos o por ejemplo estar preocupados por
fenómenos paranormales ajenos a las creencias de su cultura (criterio A2). Puede haber
alteraciones perceptivas, como por ejemplo, sentir que otra persona está presente (criterio A3).
Su lenguaje es frecuentemente indefinido, vago, pero sin una verdadera incoherencia (criterio A4).
Estos sujetos suelen ser recelosos y presentar algún tipo de ideación delirante (criterio A5), a la
vez que se suelen relacionar con los demás de una manera inflexible, inapropiada (criterio A6).
Como consecuencia, estos sujetos suelen resultar raros o excéntricos (criterio A7).
Este trastorno, se presenta simultáneamente con más frecuencia con los trastornos de
personalidad esquizoide, paranoide, por evitación y límite. Las distorsiones de conducta que se
produzcan deben ser analizadas dentro del marco cultural de cada sujeto. Especialmente, las
creencias y rituales religiosos pueden ser vistas desde el enfoque de un profano desinformado
como esquizotípicas, por ejemplo, el chamanismo.
El trastorno esquizotípico de la personalidad se puede hacer patente por primera vez en la infancia
o adolescencia a través de actividades y comportamientos solitarios, ansiedad social, pensamiento
y lenguaje peculiar y fantasías extrañas.
Este trastorno es algo más frecuente en hombres y se observa aproximadamente en el 3% de la
población general. Al ser un trastorno relativamente estable, únicamente un pequeño número de
sujetos acaban desarrollando una esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
El trastorno esquizotípico de la personalidad tiene una mayor incidencia en los familiares que
tengan en un primer grado sujetos con esquizofrenia. Esta incidencia también ocurre en la forma
inversa, esto es, también existe una mayor incidencia de la enfermedad de la esquizofrenia en
aquellos sujetos que tengan familiares de primer grado con el trastorno esquizotípico de la
personalidad.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Para diferenciar el trastorno esquizotípico de la personalidad, de otros trastornos, como son, el
trastorno delirante, la esquizofrenia, y el trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos, el
trastorno de personalidad debe haberse manifestado antes de iniciarse los síntomas psicóticos y
debe persistir después de que desaparezcan dichos síntomas.
Pueden existir dificultades a la hora de diagnosticar este trastorno en niños aislados socialmente,
excéntricos y/o que tengan peculiaridades del lenguaje, debido a que también pueden ser
diagnosticados de las formas leves del trastorno autista, el trastorno de Asperger y del trastorno
mixto del lenguaje receptivo-expresivo.
Este trastorno de la personalidad también se debe diferenciar del trastorno de personalidad debido
a enfermedad médica, mediante la observación de que los síntomas característicos son debidos a
los efectos directos que provoca la enfermedad. En consecuencia, el trastorno esquizotípico de la
personalidad también debe ser diferenciado de los síntomas que pueden presentarse asociados al
consumo crónico de sustancias (por ejemplo, trastorno relacionado con la cocaína no
especificado).
Hay que tener en cuenta también, que las características esquizotípicas durante la adolescencia,
pueden ser reflejo de la tormenta emocional propia de la edad, más que un trastorno de la
personalidad permanente.
Por último comentar que, en líneas generales, los Criterios de Investigación de la CIE-10 y los
criterios diagnósticos del DSM-IV definen el mismo trastorno a partir de sus criterios; con la
salvedad de que la CIE-10 no considera esta alteración como un verdadero trastorno de la
personalidad, sino que lo incluye dentro de la sección donde también están la esquizofrenia, el
trastorno esquizotípico y el trastorno delirante.