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Magistrado Ponente Doctor Eladio Ramón Aponte Aponte

La Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado Apure,


constituida por los ciudadanos jueces Patricia Salazar Loaiza (ponente), Alberto
Torrealba López y Ana Sofía Solórzano, el 11 de agosto de 2006, declaró sin
lugar el recurso de apelación propuesto por la defensa de los ciudadanos Juan
Arlet Valencia Espalza, Rodolfo Figerardo Ramírez y Alis Alnordo Blanco,
venezolanos y con cédulas de identidad Nros. 13.184.571, 10.616.749 y
13.938.326, respectivamente.

La decisión de la Corte de Apelaciones, confirmó la sentencia pronunciada


por el Tribunal Primero en Funciones de Juicio del Circuito Judicial Penal del
Estado Apure, la cual realizó los pronunciamientos siguientes:

1. Condenó a los ciudadanos Juan Arlet Valencia Espalza y Rodolfo


Figerardo Ramírez a cumplir la pena de veintiún (21) años de presidio, más las
accesorias correspondientes, por la comisión de los delitos de Secuestro y Porte
Ilícito de Arma de Fuego, tipificado en el artículo 460 en relación con el artículo
277 del Código Penal.
2. Condenó al ciudadano Alis Alnordo Blanco a cumplir la pena de veinte
(20) años de presidio, más las accesorias correspondientes, por el delito de
Secuestro tipificado en el artículo 460 del Código Penal.

Contra la decisión de la Corte de Apelaciones, interpuso recurso de


casación el ciudadano Pedro Pablo González Gutiérrez, defensor de los
ciudadanos acusados.

En su oportunidad, el recurso de casación fue contestado por el


representante del Ministerio Público.

El 5 de diciembre de 2006, se dio cuenta en la Sala de Casación Penal del


recibo del presente expediente y se asignó la ponencia al Magistrado Doctor
Eladio Ramón Aponte Aponte, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

El 2 de marzo de 2007, mediante decisión Nº A-65 la Sala admitió la


segunda denuncia y se desestimó por manifiestamente infundadas la primera y
tercera denuncia del recurso de casación propuesto por la defensa.

El Tribunal Primero en Funciones de Juicio (unipersonal) del Circuito


Judicial Penal del Estado Apure, extensión Guasdualito, estableció los hechos
siguientes:

“…el día 06-04-05 aproximadamente a las 12:00 a 1:00 de la


tarde, tres hombres armados retuvieron en la finca de nombre
‘La Pregunta’ al ciudadano Andrés Pérez Romeo, tapándole la
cara y llevándolo desde la población de Bruzual hasta la
alcabala de la ‘Y’ del Amparo, donde según consta en el acta
policial, la actuación de funcionarios adscritos al Ejército
donde se expone que siendo las 5:25 de la tarde pasaba por el
punto de control una camioneta Pink-up (sic), Ford Lariat,
doble cabina, azul, en la cual viajaban 4 ciudadanos a quienes
se le pidió detener el vehículo, posteriormente el vehículo se
dirigió muy despacio hacia el Amparo y el Sub Teniente Danny
Parada Yelamo se fue tras el vehículo y ordenó que se
detuvieran, ordenando que bajaran y mostraran sus
documentos de identidad; en ese momento el teniente realiza
una inspección ocular percatándose de que en el vehículo
viajaban 4 hombres dos adelante y en el asiento trasero dos
pero muy pegados uno de otro, siendo uno de los pasajeros un
individuo de avanzada edad, el cual se notaba nervioso, igual
se desprende de la acta policial que la persona que estaba
cerca del anciano lo tomo del brazo izquierdo y le dijo algo que
el funcionario no pudo escuchar, al notar el nerviosismo les
preguntó si eran familias, en ese instante sale el conductor del
vehículo y en ese momento el señor de mayor edad sale
gritando desesperadamente ‘Señor oficial voy secuestrado, me
tienen secuestrado ayúdeme’, en ese instante se activo el
dispositivo de seguridad, el conductor fue revisado y se le
incautó arma en la cintura calibre 9 milímetros y en la bota
portaba un revólver calibre 38, procediendo a desarmarlo; los
otros dos fueron revisados y la persona que viajaba como
copiloto tiró una pistola plateada calibre 38 dentro de la
camioneta…”.

RECURSO DE CASACIÓN
SEGUNDA DENUNCIA

Con apoyo en el artículo 460 del Código Orgánico Procesal Penal, la


defensa denunció la indebida aplicación del artículo 460 del Código Penal, pues a
su criterio, durante el proceso penal no fueron promovidos medios de pruebas
relacionados con la “…existencia de dinero o precio de rescate…”. Para apoyar
su denuncia expuso lo siguiente:

“…tanto el juez de juicio, como los magistrados de la Corte de


Apelaciones (…) aplicaron indebidamente el artículo 460 del
Código Penal (…) sin haberse demostrado, en fase de juicio ni
de apelación, es decir, no fueron evacuados medios de prueba
en ninguna fase del proceso, relacionados con el hecho de la
existencia de dinero o precio de rescate por parte de mis
defendidos, que tanto el Tribunal de Juicio como la Corte de
Apelaciones, extraen en forma extraña, ajenos a este proceso y
sin explicación jurídica ni lógica alguna, lo incorporan en el
proceso, dejando en un total estado de indefensión a mis
defendidos, cuando lo cierto, lo que fue motivo de prueba,
fueron hechos que si encuadran perfectamente dentro del tipo
penal establecido en el artículo 174 del Código Penal y no en
otra norma penal…”.

Por otra parte, el Ministerio Público como fundamento para la


contestación del recurso de casación arguyó lo siguiente:
“…La defensa alega, que en el último momento de la
retención del ciudadano Andrés Pérez Romero, nunca fue
exigido por parte de sus captores suma de dinero alguno
para su liberación, lo cual ha sido contradicho en varias
oportunidades por esta Fiscalía, por cuanto consta en las
actas que la víctima al momento de hacer su declaración
una vez finalizado el debate y antes de ser dictada la
sentencia del (sic) juez de la causa expuso; que le habían
solicitado la cantidad de quinientos millones (Bs.
500.000.000,00) que si bien es cierto no lo manifestó al
momento de rendir declaración al ser practicada una
prueba de declaración de testigo como prueba anticipada,
no menos cierto, la defensa al tener oportunidad de
solicitar que el testigo es decir, la víctima declarara en el
juicio.
Independientemente que se hubiere solicitado o no dinero
a la víctima, esto no desvirtúa el hecho cierto de que ella
fue privada de su libertad, con el objeto de obtener a
cambio recursos económicos por su liberación es de
resaltar que en las circunstancias como se produjo la
detención de los acusados, es decir, horas después de
haber realizado el Secuestro, y luego de recorrer
aproximadamente trescientos kilómetros (300 Km) de
distancia, del sitio donde fue plagiada la víctima,
habiendo transcurrido aproximadamente cuatro horas y
media lográndose burlar dos alcabalas de la Guardia
Nacional, siendo detenidos por funcionarios del ejercito
en una alcabala, cuando la víctima expresó que lo
llevaban secuestrado. Es de resaltar que a las víctimas
nunca se les exige el pago del dinero, siendo la manera
más práctica el hacerlo a los familiares una vez
asegurada la persona secuestrada; por este motivo
creemos que lo procedente es declarar sin lugar el alegato
del recurrente (…) considera quien aquí suscribe que no
existe indebida aplicación de la ley en especial del
artículo 460 del Código Penal, por cuanto la víctima fue
conducida fuera de su finca y del Municipio donde tiene
sus negocios y de no haber sido detenido en la alcabala
del ejército hubiere sido sacado del país, el recorrido que
toman los secuestradores, es decir, hacia la frontera, como
bien lo señala la Corte de Apelación, no puede estar
dirigido sino va ha tener un beneficio económico por su
libertad y tomando en consideración que el delito de
secuestro establece la posibilidad de obtener beneficios
por la liberación de una persona y esto le puede ser
exigido a un tercero el pago del rescate; es de resaltar que
este delito se inicia y perfecciona al tomar a la víctima en
contra de su voluntad y se entenderá como consumado
que está es dejada en libertad, como en este caso son
detenidos en flagrancia los secuestradores y es rescatada
la víctima; no siendo condición esencial que real y
efectivamente los secuestradores hayan obtenido o no el
pago de un rescate…”.

La Sala observa que los argumentos referidos en la segunda denuncia del


presente recurso de casación fueron expuestos en el recurso de apelación y sobre
estos alegatos la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado
Apure resolvió lo siguiente:

“… La anterior situación evidencia a esta Sala, que tal


como lo concluye el Juez de Mérito, el día 06/05/05 (…)
los ciudadanos JUAN ARLEY ESPALZA, BLANCO
ALNORDO ALIS y RODOLFO FIGUERARDO
RAMÍREZ, portando el primero un arma de fuego para su
uso individual, portátil, corta por su manipulación (…)
retuvieron en la Finca LA PREGUNTA, ubicada en el
sector El Bruzual, a cuatro kilómetros de la carretera La
Negra, al ciudadano ANDRÉS PÉREZ ROMEO,
trasladándolo en el vehículo marca FORD (…) a fin de
despojarlo de la misma y solicitar dinero a cambio de su
posterior liberación, siendo interceptados en la alcabala
fija del Amparo (…) quienes pudieron frustrar el delito y
hacerlos bajar del vehículo (…) subsumiendo los hechos
en el tipo legal de secuestro (…) siendo uno de los delitos
más frecuentes en la región del Alto Apure, repitiéndose
incansablemente el mismo modus operando (sic) para
cometer el referido delito, es decir, sorprendiendo a la
persona y trasladándola hacia cualquier lugar oculto en
medio de la región o del país vecino, y posteriormente a
su cautiverio, contactando a sus familiares a través del
mismo sujeto, para solicitar cantidades de dinero u otros
valores a cambio de su liberación, la cual a veces es
exitosa y otras veces infructuosa. Es por esa razón que no
considera esta alzada necesario que se haya verificado el
último paso para perfeccionar el delito de secuestro, ya
que las máximas de experiencia nos indican que el
objetivo último de la retención del ciudadano ANDRÉS
PÉREZ ROMEO, fue exigir alguna cantidad de dinero a
cambio de su liberación, especialmente teniendo en
consideración lo remoto de la zona, la actividad
desempeñada por él, quien es ganadero, y la actitud de los
acusados, quienes se encontraban fuertemente armados,
con gran cantidad de balas en las recámaras de sus
pistolas. De encontrarse en cualquier otra zona
geográfica del país, el alguna ciudad de otras
características podría alegarse las dudas que denuncia la
defensa, pero encontrándose en el sector de El Amparo,
en el Alto Apure, no hay lugar al menor resquicio de
dudas acerca de la naturaleza jurídica del delito que se
estaba cometiendo. En este orden de ideas, es importante
destacar que el delito de secuestro es de carácter
permanente y se perfecciona al privar de su libertad a la
víctima y cesa en el momento que la recupera, y aún
cuando el delincuente no alcance su objetivo, es decir, el
pago de un rescate, se consuma. Es decir que supone que
su consumación supone un acto de privación de la
libertad personal ajena, tendiente a la lesión de la
propiedad de otro por lo que considera esta Sala que es
correcta la aplicación del artículo 460 del Código Penal,
es decir, la tipificación del hecho punible como el delito de
secuestro…”.

MOTIVACIÓN PARA DECIDIR

En la segunda denuncia del recurso de casación propuesto, la defensa


alegó la indebida aplicación del artículo 460 del Código Penal, argumentando
que no quedó demostrada la existencia de dinero o precio de rescate en el hecho
atribuido a sus defendidos.

Ahora bien, el artículo 460 del Código Penal es del contenido siguiente:

“…Quien haya secuestrado a una persona para obtener


de ella o de un tercero, como precio de su libertad, dinero,
cosas, títulos o documentos a favor del culpable o de otro
que éste indique, aun cuando no consiga su intento, será
castigado con prisión de veinte años a treinta años. Si el
secuestro se ejecutare para causar alarma, la pena será
de diez años a veinte años de prisión…”. (Subrayado de la
Sala)

La norma antes citada, tipifica la acción de aquellas personas que


orientadas a obtener un beneficio económico ó de lucro, sometan a la víctima
(sujeto pasivo) a privación ilegítima de su libertad.

Bajo la legislación penal venezolana el delito de secuestro posee un


carácter complejo y pluriofensivo porque en su comisión se busca afectar la
propiedad a través de la privación ilegítima de de la libertad, ocasionando un
daño no sólo patrimonial sino también psicológico, social y familiar en el entorno
de la víctima.

En el delito de secuestro nos encontramos que la acción es permanente y


dolosa, se materializa con la aprehensión de la víctima y su consumación no está
sujeta al pago de rescate, por lo que no requiere que éste se haya solicitado, pues,
se advierte que la intención es retener a la víctima con el ánimo de conseguir un
beneficio, por lo que el delito se materializa cuando la actividad desplegada por
el agresor está dirigida a procurar las condiciones necesarias que permitan exigir
el pago ó precio por la libertad.

A pesar que algunos doctrinarios venezolanos y extranjeros catalogan al


delito de secuestro como un delito de resultado, dirigido a afectar sólo a la
propiedad, considera la Sala que tal consideración no puede sustraerse de forma
taxativa, por cuanto en el delito de secuestro se sustrae a la víctima de su
entorno, se mantiene privado de libertad con graves amenazas a su vida y se
busca obtener un beneficio. Sostener un criterio restrictivo en este tipo de delito,
sería anteponer la afectación de la propiedad al peligro latente del grave daño a
la vida.

En consideración a lo anterior, la doctrina penal especializada ha


establecido que el delito de secuestro no es un delito sólo de resultado sino de
peligro por cuanto “…no es menester que el secuestrador consiga su intento, no
es preciso que obtenga el precio o rescate que ha fijado para restituir su libertad
a la persona secuestrada. Así lo indica el artículo 462 (antes de la reforma parcial
del Código Penal del 13 de abril de 2005) del Código Penal…”. (Hernando
Grisanti Aveledo; Manual de Derecho Penal Parte Especial; página 292).

En efecto, el legislador con el ánimo de proteger no sólo el derecho de


propiedad sino el derecho más importante “la vida” ha establecido en el
contenido del articulado lo siguiente: “…aun cuando no consiga su intento, será
castigado…” y con ello no ha previsto la posibilidad de una eminente rebaja en
la sanción a imponer, pues no sólo tipifica el hecho de que el agente logre el daño
patrimonial, sino también que despliegue la actividad necesaria para asegurar a la
víctima y mantenerla privada de libertad, por lo que esta consideración debe
aplicarse en el análisis del presente caso.

Estableció el tribunal de inmediación que el ciudadano Andrés Pérez


Romeo, fue capturado en su finca de nombre “La Pregunta” ubicada en la
población de Bruzual del Estado Apure y luego fue trasladado desde el sitio de su
captura (Finca La Pregunta) hasta la población del amparo, en un recorrido de
aproximadamente 300 Kilómetros de distancia, donde fueron avistados por
funcionarios adscritos al punto de control permanente del Ejército de Venezuela,
que al proceder a la inspección de las personas y del vehículo donde se
trasladaban se percataron del nerviosismo de la víctima quien expresó que lo
llevaban secuestrado.
Tales hechos quedaron acreditados por el Tribunal Primero de Juicio del
Circuito Judicial Penal del Estado Apure, al valorar las pruebas documentales
incorporadas por su lectura al debate oral y público, las cuales fueron
conformadas por: la prueba anticipada de declaración de testigo rendida por el
ciudadano Antonio Benigno Álvarez Rivero que cursan insertas en los folios 197;
198; 199 de la pieza 1 del expediente; la prueba anticipada realizada el 8 de abril
de 2005, donde la víctima reconoció a los ciudadanos acusados, y la declaración
de los ciudadanos Sub-Teniente (Ej.) Danny Rafael Parada Yélamo, C/1ro. Juan
Luis Sánchez Plaza; C/1ro Roldan Alvarado; C/2do. Yonklin Pablo Niño Amaya,
funcionarios pertenecientes al 242 Batallón de Cazadores de Araure, quienes de
acuerdo con el Tribunal Primero de Juicio del señalado Circuito Judicial Penal,
fueron contestes en afirmar lo siguiente:

“…estando en ejercicio de sus funciones de vigilancia en


la alcabala fija de la ‘Y’ del Amparo, en fecha 7/04/2006
(sic) entre las cuatro de la tarde en ese momento se
acercaba una camioneta poco conocida la camioneta Ford
color azul. En donde el Sub-Teniente Danny Rafael
Parada Yélamo, le solicitó la documentación a los
ocupantes del vehículo no accedieron, por eso le dí un
golpe a la camioneta por detrás y les vuelvo a pedir que se
detengan, le explico al chofer el motivo de la alcabala,
ellos no emitían ningún tipo de preguntas, no decían nada,
yo ví al señor Andrés Pérez Romeo nervioso, pensé que
estaba enfermo, recuerdo que uno de los tripulantes tenía
una cicatriz en la cara; les pido la cédula y que se bajen
de la camioneta, el Señor de la cicatriz en la cara aprieta
el brazo al Señor Andrés, él redice (sic) algo en el oído,
eso me parece sospechoso, al momento de bajarse, el
señor muy valientemente me dice que está secuestrado,
allí (…) se controla la situación (…) le dije a los
individuos que se rindieran…”.

A criterio de la Sala, los hechos establecidos por el Tribunal de Juicio y


ratificados por la Corte de Apelaciones, se subsumen en los supuestos del artículo
460 del Código Penal, por cuanto quedó demostrada que la acción desplegada
por los agentes fue la de sustraer al sujeto pasivo de su entorno y asegurar las
condiciones necesarias para proceder al intercambio de su libertad por un
beneficio, lo que constituye un hecho típico y antijurídico establecido en el
artículo 460 del Código Penal que lesionó el derecho a la libertad individual,
produjo graves amenaza a la vida y estaba dirigida a obtener un beneficio,
quedando así determinada la participación y subsiguiente responsabilidad penal
de los ciudadanos Rodolfo Figuerardo Ramírez, Juan Arley Valencia Espalza y
Alis Alnordo Blanco.

En consecuencia, esta Sala concluye que la Corte de Apelaciones del


Circuito Judicial Penal del Estado Apure no incurrió en indebida aplicación del
artículo 460 del Código Penal, por lo que lo procedente en derecho es declarar
SIN LUGAR la segunda denuncia admitida por la Sala y expuesta en el recurso
de casación. Así se decide.

DECISIÓN

Por todos los razonamientos anteriormente expuestos, el Tribunal


Supremo de Justicia, en Sala de Casación Penal, administrando Justicia en
nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara SIN LUGAR la
segunda denuncia contenida en el recurso de casación propuesto por el ciudadano
abogado Pedro Pablo González Gutiérrez, defensor de los ciudadanos Rodolfo
Figuerardo Ramírez, Juan Arley Valencia Espalza y Alis Alnordo Blanco.

Publíquese, regístrese, notifíquese y bájese el expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias del Tribunal Supremo


de Justicia, en Sala de Casación Penal, en Caracas, a los 16 días del mes de
abril de dos mil siete. Años 196º de la Independencia y 148º de la Federación.
La Magistrada Presidenta,

DEYANIRA NIEVES BASTIDAS

El Magistrado Vicepresidente,

ELADIO RAM”N APONTE APONTE


Ponente

Los Magistrados,

HÉCTOR MANUEL CORONADO FLORES

BLANCA ROSA MÁRMOL DE LE”N

MIRIAM MORANDY MIJARES

La Secretaria

GLADYS HERNÁNDEZ GONZÁLEZ


EAA/jn
Exp. AA30-P-2006-000513

La Magistrada Doctora Blanca Rosa Mármol de León no firmó por motivo


justificado.

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