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Los buenos alumnos tampoco se la llevan de arriba. Hay muchos que no son jvenes felices a pesar de sus logros. Es que se les impone una exigencia extrema, que puede coartar emocionalmente al alumno hasta no permitirle desarrollar su creatividad, impedirle compartir, querer ganar siempre. Son chicos perfectos, a los que no se les permite una mala nota, ni una materia baja. El riesgo aparece (no slo en referencia al stress) sino ante la eventualidad de que al llegar a la universidad fracasen en un examen o, en su primer trabajo, un jefe les d una indicacin en forma poco amable. Generalmente se les viene abajo el mundo, se deprimen y terminan sin alcanzar xito en su profesin. Los adultos debemos pensar el valor que tienen para los nios y los jvenes cada palabra que pronunciamos, a veces sin medir. Cuando son descalificatorias o resaltan las fallas, suelen ayudar a provocar los fracasos que generalmente auguran: ves que no servs para nada? Cuando resaltan la confianza en lo que el joven es capaz de lograr sin desconocer ni negar los lmites de lo posible, suelen estimular el despliegue de todas sus potencialidades. Segu adelante que lo vas a lograr. Cuando contienen la exigencia de cumplir con expectativas desmedidas de los adultos, desconociendo las posibilidades del joven, contribuyen a resentir aspectos emocionales o a disparar una enfermedad somtica, aun cuando se logre un buen rendimiento intelectual. Esto habitualmente se genera con el mandato: Tens que ser el mejor (en la casa, de parte de los padres), o Siempre fuiste el mejor alumno, por qu no segus sindolo? (en el aula, de parte del profesor).