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Se presentan los resultados obtenidos en los tres países donde se realizó el
proyecto, Colombia, Brasil y Argentina.
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Se trata de los capítulos comprendidos en la tercera parte de este libro y que
se titulan Infancia y conocimiento científico, Diseño y transformación de
situaciones de resolución de problemas para propiciar comprensiones científicas
tempranas, y Desarrollo de Herramientas Científicas en el niño, El caso de la
experiencia en Argentina.
propuesta de intervención de que se trata aquí. Posiblemente
algunos de estos datos resulten muy frágiles y sea aventurado
pronunciarse de manera definitiva, pero con todas las
precauciones, se puede considerar que ofrecen un panorama relativo
sobre el cual trabajar.
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En el caso de Colombia esas instituciones se encuentran distribuidas en
diferentes estratos socioeconómicos así: 47.8% de instituciones públicas y
privadas corresponde a los estratos más bajos (1, 2 y 3), y 15.6% de las
instituciones públicas y privadas pertenecen al 4 (que es el más heterogéneo de
los estratos) y el 36.6% restante corresponde a instituciones públicas y
privadas de estratos altos (5 y 6). En síntesis el 63.4% de la población está en
los estratos más populares (la clasificación anterior corresponde a la
estratificación socioeconómica que el DANE, Departamento Administrativo Nacional
de Estadística, utiliza para caracterizar la población en Colombia).
- Preguntas para ordenar: para jerarquizar las opciones, de
acuerdo con el grado de importancia para la persona encuestada.
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Para una descripción y análisis detallado de cada una de las herramientas
científicas, ver el capítulo 1 de este libro.
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Aunque las personas que participaron en el cursillo-taller eran de ambos
sexos, una enorme mayoría eran mujeres y esto en los tres países. Por esa razón,
en todo el capítulo se habla preferiblemente de maestras, sin que esto implique
ninguna discriminación para con los maestros que participaron.
concepciones que se tiene de los niños, sin duda puede ser una vía
que permita generar nuevas alternativas de formación para las
educadoras. Resulta imposible aprovechar las capacidades
cognitivas del niño durante los primeros años, si no se tiene un
adecuado conocimiento de esas capacidades. Recíprocamente, la
calidad de la información que se tenga de la mente del niño,
contribuirá proporcionalmente a la transformación de la
intervención y a una versión mejorada en el trabajo con él.
Resultados globales
Resultados Pretest
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Utilizamos la expresión Modelo de niño, para indicar una concepción arraigada
en las creencias de un sujeto particular, y que han sido construidas a lo largo
de todo una vida. Como sugieren algunos autores, esas concepciones, o “modelos”
sobre algo pueden generar acciones específicas (Reyes, Salcedo & Perafán, 1999).
Las observaciones que la maestra registra sobre el desempeño que
el niño tiene en el jardín o en el parvulario, permiten ilustrar
la concepción que ella tiene de la función y del papel del maestro
así como del desempeño propio del niño. La manera como se explora,
se evalúa, se describe y se califica ese desempeño nos brinda
información sobre cómo se ve a ese niño. En esta dimensión del
trabajo pedagógico, el aspecto evaluativo y los tipos de
relaciones que se pueden establecer entre algunos de los elementos
en juego, dan cuenta de manera precisa, de la concepción de niño
manejada por el maestro.
Esta gráfica revela que más de las tres cuartas partes de las
maestras de Colombia (79.5%) y Argentina (75.7%) seguidas de cerca
por el Brasil (58.3%), conciben el desarrollo del niño bajo la
forma de un ordenamiento de adquisiciones crecientes.
El primer comentario que merecen estos resultados es la
homogeneidad de las maestras de los tres países. Ellas comparten
una misma concepción en lo que concierne al desarrollo concebido
de manera ordenada y escalonada. Otro comentario sugiere un tipo
de relación directa entre edad y desarrollo. La claridad y
contundencia con la que un muy alto número de maestras admite
concebir el desarrollo de manera lineal y progresiva, no puede
menos que sorprender. Por ejemplo, la fortaleza que parece mostrar
una concepción como ésta, no permite pensar que un niño a los
cuatro años funcione de manera diferente a uno de tres, sino que
se tiende a pensar que funciona mejor. Se tiende a pensar que el
de cuatro años presenta un acumulado de habilidades que aumenta
año tras año y no que el niño de cada edad tiene unas capacidades
propias de su momento.
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No sobra decir que en el análisis de la mayoría de estos datos, se privilegian
los datos de Colombia debido al tamaño de la muestra, que hacen más consistentes
algunos resultados.
determinada como las ciencias sociales o las ciencias naturales,
parecería mal visto o inconveniente por el maestro. Esto puede
interpretarse en dos direcciones; por una parte, existe el peligro
de no confiar en los intereses del niño, y por consiguiente a que
ellos no se consoliden. Por otra parte, se considera que esos
intereses, específicamente desarrollados por el niño, pueden ser
vías cerradas para penetrar en otros dominios del conocimiento,
por ejemplo, se cree que explorar y profundizar en ciencias
sociales de ninguna manera puede llevar a las ciencias naturales.
Uno y el otro coinciden en interpretaciones sobre el desarrollo
que se caracterizan por concebirlo especificado y no susceptible
de establecer relaciones entre sus distintos avances.
Esta gráfica muestra que en los tres países las respuestas de las
participantes apuntan mayoritariamente a considerar la motivación
como la función primordial del maestro: en Brasil (71.7%), seguido
de cerca por Colombia (68.6%) y un poco más lejos Argentina
(54.1%), los maestros coinciden en identificar esta función como
el papel que el maestro debe desempeñar en la escuela. Conviene
subrayar que esta pregunta descubre una concepción de niño, como
de alguien que debe ser motivado y concomitantemente el maestro es
aquel quien debe motivarlo.
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Aunque podría no necesariamente ser implícita, pues muchas maestras manejan
esta idea no sólo como una consecuencia del tiempo que llevan transitando en la
enseñanza, sino porque algunos modelos pedagógicos la promueven explícitamente
para garantizar un aprendizaje por asociación.
Frente a la importancia que la maestra otorga al desarrollo
espontáneo (vale recordar que por espontáneo se entiende que no es
el resultado de la escolarización) del niño, se registra también
la existencia de consideraciones sobre otro tipo de intervención
adulta en los procesos de enseñanza y de interacción con el niño.
Algunos ejemplos de actividades del niño (que serán presentadas en
la segunda parte), así lo demuestran; las maestras sostienen que
las actividades deben ser indicadas o sugeridas por ellas u otros
adultos, ya sea en contextos lúdicos o educativos. Esta idea
encuentra apoyo en los datos recogidos a partir las
verbalizaciones de las maestras durante las sesiones del cursillo,
por ejemplo: “si por ellos fuera, sólo jugarían en la arena, hay
que guiarlos”; “si uno propone una actividad con un objetivo
claro, uno va a observar cosas determinadas, pero si no suceden,
entonces, ¿qué hacer?”; “la evaluación depende de lo que uno ha
establecido previamente, de lo que el niño debe o no aprender”;
“los gestos y las habilidades como el habla, deben ser estimuladas
por las personas que más tiempo están atendiendo al niño”.
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Por el carácter anónimo de las respuestas, no se hace una comparación sujeto a
sujeto, sino en porcentajes.
En primer lugar, se encuentra información que resulta interesante
alrededor del núcleo del desarrollo infantil. Mientras que en el
pretest la información parecía relativamente homogénea en los tres
países, apoyando una idea de desarrollo progresivo y acumulativo,
en el postest manifiesta algunas diferencias. Veamos como se
registran en la gráfica 7.
PRETEST POSTEST
Ar,Bra,Col Ar,Bra,Col
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Esta afortunada expresión remite a la idea según la cual, el niño al pasar por
una determinada intervención educativa, pasa de un conocimiento a otro
completamente nuevo, por una sola vía y de una misma manera. Esta concepción
supone entonces que hay vías privilegiadas, y canónicas por las cuales el
conocimiento se adquiere.
Cada niño tiene su propio programa de
desarrollo independientemente de su 83% 91%
edad (Acuerdo)
Cuando un niño no manifiesta una
competencia ante una situación, se 81.3% 84.9%
concluye que carece de ella
(desacuerdo)
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La idea que los intereses del niño por sí solos bastan es tributaria, sin
lugar a dudas, de una concepción “constructivista” extendida y malograda en
muchos ámbitos escolares que piensan que adoptar esa mirada significa dejar al
niño solo y sin un entorno organizado.
Por último, revisemos los resultados frente al enunciado que
indaga si la experiencia del niño puede dar cuenta de su
aprendizaje, en la Tabla 6.
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No sobra advertir que los datos obtenidos en el pretest y el postest,
evidencian algunas diferencias. Esas diferencias desde luego, merecen ser
tenidas en cuenta, en la medida en que su análisis serviría como índice para una
caracterización de las concepciones sobre las formas de intervención educativa
en cada país. Sin embargo sobresale que el conjunto se mueve dentro de
tendencias similares.
buena) es sorprendente. Una de las consecuencias es entonces, que
la maestra intenta descubrir cada vez mas los mecanismos para
evocar esos funcionamientos, mecanismos que en un primer momento
la tomaban por sorpresa. Otra hipótesis que surge respecto a este
comportamiento, alude precisamente a la evaluación como el aspecto
que con más fuerza marca el lugar del maestro en la práctica
educativa. Es la evaluación la que define el lugar donde la
reflexión planteada en la intervención, permite vislumbrar
diferentes posturas y fomentar modificaciones.
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Aquí se presentan dos enunciados igualmente válidos que ilustran la
herramienta, y se pide la descripción de una situación en la que aparezca una
conducta análoga a la que se propone. Para mayor información puede consultarse
la encuesta en el Anexo.
las posibilidades de pensar al niño como agente de sus propios
procesos de conocimiento. Pero, igualmente por esta vía, se pueden
tener ciertos elementos de control metodológico que permitan
asegurar la confiabilidad de las respuestas.
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Se es consciente que esta clasificación de respuestas adecuadas e inadecuada
puede no resultar muy feliz dado su carácter aproximativo. Sin embargo, la
tipología que luego se establece para las respuestas inadecuadas, brinda mayor
precisión en el análisis de los datos.
Para las respuestas inadecuadas, las subcategorías encontradas
son:
–Empíricas: aquellas definiciones o ilustraciones de las
herramientas en las que su uso se ata al contacto del sujeto con
los objetos, para así obtener la información de ellos, sin que
medie un proceso reflexivo sobre la actividad del sujeto.
–Ambiguas: en las que la respuesta supone una definición tan
general que se confunde con el cliché y es difícil alcanzar
precisiones que aseguren la comprensión.
–Funcionales: las respuestas están ligadas a una función
determinada, sin precisar un contexto ni un objetivo específico.
–Fragmentadas: se enuncian algunos de los elementos que
caracterizan la herramienta, de manera aislada, sin que se pueda
decir que hay una comprensión global de la herramienta.
Resultados Pretest
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Los ejemplos consignados en esta parte del texto son tomados de las respuestas
de las maestras ante las preguntas abiertas contenidas en la encuesta.
También la Formulación de hipótesis mantiene un alto porcentaje de
respuestas inadecuadas en los tres países. Los datos ante esta
herramienta en Brasil (84%), Argentina (71.5%), y en menor grado
Colombia (53.3%), muestran definiciones funcionales; “Cuando el
niño realiza preguntas alrededor de un tema propuesto en un
proyecto”; y definiciones ambiguas: “Cuando un chico pregunta cuál
ha sido o es la descendencia de su familia y empieza a preguntar
todo lo que necesita saber”. En este último caso es claro que
formular preguntas no siempre implica formularse hipótesis, pues
las preguntas pueden estar destinadas a solicitar información o a
completar un sentido, pero no necesariamente implican una
hipótesis.
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Este sesgo de atenerse rígidamente al modelo propuesto, no es sino un reflejo
de lo que Gardner (1993) ha llamado tendencia “mimética” en la educación,
consistente en que ante un modelo o instrucción, el aprendiz “lo duplica tan
fielmente como le es posible”, esto parece ser consecuencia de ciertas rutinas
escolares en que el maestro “fomenta el dominio preciso de la información o la
duplicación servil de los modelos” (p. 127).
En primer lugar, hay que señalar las dificultades, en los
acercamientos de las herramientas científicas, como núcleos
identificatorios de la actividad intelectual del niño que se
expresan tanto en el nivel de definiciones, como de las conductas
que traducen. Un aporte valioso de este estudio es la evidencia
empírica que muestra que este rasgo característico es común en los
tres países estudiados: Argentina, Brasil y Colombia.
No muy lejos de ese argumento hay otros. Dos de los núcleos (la
ilustración de desempeños y la edad de aparición de la
herramienta) conciernen un conocimiento empírico y una realidad
concreta del niño. Las maestras dan cuenta de ello, pues todas las
ilustraciones con los que ejemplifican los desempeños se realizan
en el ámbito de la escuela. La dificultad consiste en lograr
abstraer de ese nivel de la observación ingenua que puede ser tan
rica como prolija, una conceptualización lo suficientemente sólida
que les permita analizar esa información, en lugar de permanecer
puntual y anecdótica.
Por otra parte, las dificultades en los tres núcleos pueden querer
decir que aunque las maestras hayan observado desempeños
particulares en el niño, en los que formulen hipótesis (por
ejemplo), el análisis de tales desempeños, se queda en un plano
descriptivo, sin atribución de capacidades cognitivas. Es el mismo
rasgo de poder penetrar analíticamente en la información. Esa
falta de articulación entre una conducta y una habilidad, puede,
según estos datos, tener su origen en la creencia de que el niño
realmente carece de tales herramientas sofisticadas. Esto último
no haría sino mostrar la fuerza de la afirmación según la cual, si
no se concibe la existencia de una competencia, es imposible ver
sus efectos en el desempeño del niño. Los datos recogidos en la
primera parte de este capítulo, apoyan esta segunda afirmación,
pues si la concepción del desarrollo no involucra la creencia en
la existencia de capacidades sofisticadas, difícilmente aparecerán
en las reflexiones de las maestras.
El segundo núcleo por medio del cual se explora cómo las maestras
comprenden las herramientas científicas y su uso por parte de los
niños, se refiere a la identificación de las conductas que
ilustran cada herramienta. Los resultados del postest en este
sentido obtenidos en los tres países son presentados en la
siguiente gráfica:
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Las definiciones de esta herramienta integran de manera más adecuada distintos
elementos inherentes a la herramienta, que hacen pensar en una serie de
operaciones cognitivas que el niño pone en juego cuando se enfrenta a una
situación que lo requiera. En el cuadro de síntesis al final del postest, se
presentan algunos ejemplos de definiciones.
Al comparar los resultados antes de la intervención y después de
ésta, se observa definitivamente el aporte logrado en las re-
elaboraciones que hacen las maestras de los conceptos y de las
situaciones observadas en los niños en el aula de clase.
Conclusiones