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¿QUÉ VA AL INFIERNO: EL CUERPO,

EL
ALMA, O AMBOS?
Por Mario A Olcese

Una de las ideas más comunes que se tiene del infierno es que es un
espantoso lugar de fuego inextinguible en donde serán arrojadas las almas de
los pecadores impenitentes. Pero, ¿afirma tal cosa Jesús? ¿Enseñó él que
sólo las almas inmortales de los impíos serán atormentadas por la eternidad en
el infierno, y no sus cuerpos físicos de carne y huesos? Pues veamos lo que
Jesús realmente tiene que decirnos al respecto en Mateo 5,29:

"Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti;


pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo TU
CUERPO sea echado al infierno" (Mt. 5,29).

Pues bien, siguiendo las enseñanzas de Jesús, también los cuerpos de los
impíos serán arrojados en el infierno para ser "atormentados" día y noche. De
modo que la idea que se tiene de que sólo las almas inmortales son
atormentadas en la infierno para siempre no es bíblica en absoluto, pues
también los cuerpos físicos estarán allí, aquellos cuerpos físicos que no
estuvieron dispuestos a perder una mano o un ojo por el Reino.

Esto suscita las siguientes preguntas: ¿Cuándo serán arrojadas en el infierno


las almas con sus cuerpos físicos de los impíos para ser "atormentadas" día y
noche? ¿Acaso en el momento de la muerte? Si es en el momento de la
muerte, ¿cómo es que los cadáveres de los impíos permanecen en sus tumbas
corrompiéndose hasta hacerse polvo? ¿No deberían esos cuerpos físicos
inertes estar con sus almas inmortales atormentándose en un lugar llamado
infierno? Aquí hay dos posibilidades: 1. Que el Infierno (Gehenna) es sólo un
símbolo de destrucción eterna donde cuerpo y alma son destruidos para
siempre, o que el Gehenna es un lugar real, en cuyo caso los muertos impíos
no podrían estar ahora allí dado que sus cuerpos inertes aún se corrompen y
desaparecen en el polvo. Tendrían primero que resucitar físicamente, ser
juzgados, y recién lanzados a ese lugar con sus cuerpos físicos y todo. ¡Y eso
sólo podría ocurrir en el futuro! Y finalmente, si los impíos son destinados al
infierno sólo en la resurrección para juicio, es lógico suponer que los justos
son conducidos a su paradero final sólo en la resurrección de los justos,
cuando Cristo vuelva en gloria. La retribución no podría recibirse
definitivamente en el momento de la muerte, sino en el evento de la
resurrección únicamente.

Con todo, existe aún un problema por resolver, y es que Jesús dice en
Marcos 9:43,44: “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es
entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego
que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el
fuego nunca se apaga”. Aquí Jesús está diciendo que aquellos cuerpos que

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van al infierno van con sus propios gusanos. Esto indicaría que son cuerpos
putrefactos. Pero, ¿podría Cristo resucitar personas cuyos cuerpos continúan
pudriéndose aun después de ser traídos a la vida? Además, se dice que esos
gusanos no mueren. ¿Acaso Jesús nos está diciendo que en el infierno
existirán gusanos inmortales? ¿Tiene esto sentido? ¿No será, más bien, que
todo este lenguaje es figurado o simbólico? En esta parte José Rodríguez
tiene razón cuando dice: “También en Marcos aparece el fuego eterno o ignis
inextinguibilis cuando se dice: «Si tu mano te escandaliza, córtatela; mejor te
será entrar manco en la vida que con ambas manos ir a la gehenna, al fuego
inextinguible, donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga...» (Mc 9,43-49).
Pero lo cierto es que la palabra gehenna −a la que en la traducción latina de la
Biblia, se le añade la anotación “al fuego inextinguible”, que no figura en el
original− no se refería sino a una metáfora basada en los vertederos de basura
que, en tiempos de Jesús, ardían en el valle de Ge-Hinnom, en las afueras de
Jerusalén. Y la frase que le sigue procede de Isaías y tiene un sentido muy
diferente en el original: ‘y, al salir, verán los cadáveres de los que se
rebelaron contra mí, cuyo gusano nunca morirá y cuyo fuego no se
apagará, y serán horror a toda carne’ (Is 66,24)”. Por tanto, me parece que
tomar la enseñanza del infierno literalmente presenta un problema enorme
que distorsiona el carácter del Creador.
De que habrá un castigo para los impenitentes es innegable, pero éste dista
mucho de parecerse a la idea que tuvo Dante del mismo en su “Divina
Comedia”.
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