que me acuerdo de vosotros, 4 siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros, 5 por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; 6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; (Fil. 1:3-6)
Introducción
Recuerdo especialmente a una profesora que tuve en el
seminario. Impartía la clase de Educación Cristiana y fue muy criticada (también por mí) porque, en nuestra opinión, más que una clase para seminaristas estaba dando una escuela dominical. Pero mi buen recuerdo es especialmente debido a una característica que poseía: siempre te saludaba con una sonrisa y era capaz de encontrar siempre lo positivo de las personas.
“Es de buen nacido ser agradecido”. El agradecimiento no
es una virtud que muchos cultiven hoy. ¿Cuántas palabras de agradecimiento salen de nuestras bocas? ¿Es una constante en nosotros tener expresiones de agradecimiento? En muchas ocasiones nuestra mente está embrutecida por malos pensamientos, por rencores que guardamos hacia ciertas personas. Y esa mala conciencia impide que disfrutemos la paz que Dios nos ha dado. Cuando de nuestras bocas no salen constantes expresiones de agradecimiento a Dios y a las personas estamos en un estado febril y, recordémoslo por enésima vez, la fiebre es un síntoma de una enfermedad que hay en nosotros. El agradecimiento constante es una muestra de la limpieza de nuestra mente y nuestro corazón y demuestra la paz que hay en nosotros.
Por eso Dios se agrada del cristiano agradecido. Casi
parece un juego de palabras, pero es una realidad. La cantidad de gratitud que sentimos hacia Dios es un indicador de lo conscientes que somos de todo lo que Dios es y hace para nosotros. Dios se merece nuestra gratitud. Además, el corazón agradecido es evidencia de un alma sana. Pablo recuerda a los filipenses y estalla en expresiones de gratitud hacia Dios.
I. El recuerdo fraternal
3 Doy gracias a mi Dios siempre
que me acuerdo de vosotros,
Recordar el tiempo de la conversión siempre es
provechoso. Pablo recordaría cómo, según hechos 16, varios hermanos de la congregación de Filipos se habían convertido. Por ejemplo, el famoso carcelero. Recordar el amor fraternal es edificante. La iglesia le había mostrado amor varias veces; le habían mostrado su interés y cuidado enviándole a Epafrodito y esa oportunidad de agradecer esto es lo que origina esta carta. Este debe ser el espíritu que entreteja nuestras relaciones fraternales.
Esta memoria del apóstol es la que le anima, edifica y
sostiene en momentos difíciles. ¿No es lógico que prorrumpa en un canto de agradecimiento cuando así está siendo confortado?
Literalmente el apóstol lo que está diciendo es que “llena
toda su mente” con estos recuerdos agradables. ¿Sabes lo que pasa cuando algo está lleno? ¡Que no se puede llenar con nada más! Así está evitando el apóstol Pablo caer en la amargura y la desesperación al ver su situación, así está evitando caer en el desánimo al no salir las cosas como él esperaba. Pablo está aplicando una medida preventiva contra todas estas cosas.
II. La intercesión fraternal
4 siempre en todas mis oraciones
rogando con gozo por todos vosotros,
En tiempos de enfermedad podemos orar. Epafrodito
estuvo enfermo y Pablo oró por él. Vemos constantemente maravillas cuando intercedemos por otras personas y por eso podemos agradecer a Dios por lo que hace. Pero pablo no estaba en una condición “extramundana” cuando estuvo orando por su fiel compañero; ya estaba encarcelado. La intercesión no depende tanto de nuestra situación personal, sino de la carga que sentimos por la persona por la que estamos intercediendo.
En tiempos de conflictos podemos orar. Otra razón por
la que Pablo escribió esta carta fue por el conflicto surgido entre Evodia y Sintique (4:2). Pablo ora por esta situación.
Los conflictos también surgen en nuestras iglesias y
también son ocasiones para agradecer la restauración que podemos disfrutar de parte de nuestro Dios. ¿Recordáis a mi profesora del seminario siempre sonriente? Permitidme que me vuelva a su sonrisa. El cristiano no sonríe constantemente porque crea que el mundo es de color de rosa (¡pobre iluso sería!), esta sonrisa no es un rictus que tenga marcado en su cara desfigurada, sino que proviene tanto del esfuerzo por superar esta situación (se obliga a sonreír), como de la convicción de que Dios va a obrar como ha hecho en tantas ocasiones.
Cuando intercedemos implorando el favor de Dios a favor
de otros, irremediablemente sentimos gozo; cuando nos convertimos en la “voz de los sin voz” como decimos en el culto de oración, sentimos gozo; cuando experimentamos este privilegio de llevar las cargas de otros ante Dios y nos convertimos en sacerdotes, en el más puro sentido de la palabra, para otros experimentamos gozo. ¿Quién va a presentar a los desvalidos, los débiles, los olvidados de este mundo ante Dios sino sus HIJOS? ¿Quién puede tener la esperanza de mover a misericordia a Dios (si es que puede ser movido a misericordia más de lo que ya lo hace) sino sus HIJOS?
III. La participación en la Obra
5 por vuestra comunión en el
evangelio, desde el primer día hasta ahora;
Esta “memoria que edifica” es mucho más que el
resultado de una simpatía afectuosa que, evidentemente, también existe. Pablo siente a los filipenses como compañeros de su labor misionera y describe su relación con ellos con una palabra de un profundo significado teológico: comunión, es decir, una relación de afecto y de mutua pertenencia que deriva de la fe común en Jesucristo. Me seduce esta idea de “pertenencia recíproca” que me hace necesario para los demás y que a la vez hace que necesite a los demás. ¡No estamos solos sino que somos un solo cuerpo!
La participación con fidelidad genera gratitud. ¡Cuánta
bendición significa la ayuda fiel de hermanos en la causa de Cristo! La evangelización, la educación, el servicio en general, no sería posible sin la participación fiel de otros y esto produce en nosotros gratitud hacia Dios y hacia los hermanos. La participación en la continuación genera gratitud. En muchas ocasiones es más fácil comenzar que continuar. Hay cierta gloria en comenzar, en ser pionero, pero cuando el brillo del comienzo desaparece se necesitan verdaderos esfuerzos para continuar. Un dramaturgo español, Joan Capri, en una de sus muchas obras cómicas haciendo referencia al amor de pareja después de mucho tiempo de convivencia decía que “el amor se va ¡pero ella se queda!” Hay mucha diferencia entre la etapa del enamoramiento y el vivir diario. Y es fácil dejarse fascinar por algo que es irreal. También es así en muchas ocasiones en el amor hacia la Obra; es fácil dejarse fascinar por un proyecto pero luego se requiere un esfuerzo suplementario para continuarlo. Por eso por quienes permiten que la obra siga y crezca, hemos de agradecer al Señor.
Sé que puede ser malinterpretado por no expresarme todo
lo correctamente que quisiera, pero no me cansaré de repetir hasta la saciedad que el ministerio es de los santos, de todos los santos, no sólo del pastor. La función del pastor es “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio” (Ef. 4:2). Así es que como un buen lema podríamos decir: “todos llamados al ministerio”.
11 Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Ef. 4:11-16)
IV. El progreso en las vidas
6 estando persuadido de esto, que el
que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
El desarrollo espiritual es una oportunidad de
agradecer. Dios alcanza a los perdidos y nos da la oportunidad de participar en su crecimiento y desarrollo. La obra crece espiritual y numéricamente y esto nos hace ser agradecidos.
La defensa del Evangelio es una oportunidad de
agradecer. ¿Cuál es el argumento más fuerte a favor del Evangelio? ¡La vida transformada del creyente por el poder de Cristo!
Conclusión
El recuerdo de los creyentes, el gozo de interceder por
ellos, la participación en la Obra del Señor y su progreso espiritual deben llenarnos de gratitud hacia el Señor.
Cuando nuestras mentes están invadidas por recuerdos
nobles y gratos, cuando puestos en una balanza pesan más los buenos recuerdos que los malos al mirar a una persona podemos estar en paz con ella, con nosotros y con Dios. ¡Qué bendición es ser edificados por nuestra memoria!