Cristian Alarcon
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"ALA Cuando memucs quiro que me togsen cumbia
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Libre de oii rgetnn
Prélogo
Capitulo 1
Capitulo II
Capfeulo IIL
Capitulo IV
Capitulo V
Capitulo VI
Capitulo VIE
Capitulo VILL
Capitulo 1X
Epilogo
Agradecimientos
indice
15
a
45
a
83
99
129
149
175
195
215
a9Cuando llegué a la villa sélo saba que en ese punto
del conurbano norte, a unas quince cuadras de la esta-
cin de San Fernando, tras un crimen, nacia un nuevo
{dolo pagano. Victor Manuel "El Frente” Vital, dieci-
siete afios, un ladrén acribillado por un cabo de la
Bonaerense cuando gritaba refugiado bajo la mesa de
tun rancho que no tiraran, que se entregaba, se convir-
tid entre los sobrevivientes de su generacién en un
particular tipo de santo: lo consideraban tan podero-
so como para torcer el destino de las balas y salvar a
los pibes chorros de la metralla. Entre los trece y los
diecisiete afios el Frente robaba al tiempo que ganaba
fama por su precocidad, por la generosidad con los
borines conseguidos a punta de revélveres calibre 32,
por preservar los viejos cédigos de la delincuencia
sepultados por la traici6n, y por ir siempre al frente.
La vida de Victor Vital, su muerte, y las de los sobre-
vivientes de las villas de esa porcién del tercer cordén
suburbano -Ia San Francisco, la 25 de mayo y La Es-
peranza-, son una incursi6n a un territorio al comien-
zo hostil, desconfiado como una criatura golpeada a laCCuustiaN ALARCON
que se le acerca un desconocido. La invocacién de su
nombre fue casi el inico pasaporte para acceder a los
estrechos caminos, a los pequefios territorios inter-
10s, alos secretos y las verdades veladas, ala intensidad
‘que se agita y bulle con ritmo de cumbia en esa zona que
de lejos parece un bartio y de cerca es puro pasillo.
Quizas hubiera sido mejor revelar la identidad de
tun asesino, la mecénica de un fusilamiento, un mensa-
je de la mafia la red de poder de un policia corrup-
to, un crimen pasional cometido con una faca bien
afilada. Detrés de cada uno de los personajes se po-
dria ejercer la denuncia, seguir el rastro de la verdad
juridica, lo que los abogados llaman “autor del deli-
to” y el periodismo “pruebas de los hechos”. Pero me
vi un dia intentando torpemente respetar el ritmo
bascular de los chicos ladrones de San Fernando, sen-
tado durante horas en la misma esquina viendo cémo
jugaban al fd:bol y sancionaban a las patadas al mal
Zzaguero central. Me vi sumergido en otro tipo de len-
guaje y de tiempo, en otra manera de sobrevivir y de
vivie hasta la propia muerte. Conoci la villa hasta
egar a suftirla,
Con el tiempo y el progreso del asfalto y la urba~
nizacién impuesta por el municipio, la villa San Fran-
cisco, y a sus costados norte la 25, y sur La Esperanza,
se fueron convirtiendo en un barrio, Sobre el natural
caos de la edificaci6n no planificada se trazaron algu-
nas calles y algunos ranchos desaparecieron bajo las
topadoras para dar lugar al cemento y al orden. Pero,
la traza colonial slo logra dar la impresion de un ba-
rrio con esas fachadas en las que a pesar de la pobre-
a se ha puesto esmero. Es una delantera amable de
6
Cuando me muera quiero que me toquen cumbia
Ja villa: entre casa y casa, entre frente y frente, se abren
los pasilos que llevan a los caserios de los fondos. De-
tds de cada zagusin se esconden las casillas de chapa
mejoradas con improvisadas paredes de bloques o la-
drillos. Justo entre la 25 y La Esperanza ha quedado
intacta una porci6n de la vieja villa de ranchos enci-
mados con cuatro pasillos internos. En uno de ellos,
al que se entra por la calle General Pinto, a una cua~
dra de su casa, fue asesinado el Frente Vital la mafiana
del 6 de febrero de 1999.
Mauy de a poco el campo de accién en el lugar se
fue ampliando para mi, abriéndose hasta dejarme
entrar a los expendios de droga, a las casas de los la-
drones més viejos y retirados, a los aguantaderos. Al
principio sélo podia circular por la cuadra del Frente,
s6lo ver cémo, al Hegar la hora de comer, las mujeres
comenzaban a hacer una recolecci6n sistematizada
de préstamos entre los vecinos de siempre. Media ta-
za de accite de un rancho, un poco de arroz de otro,
una cebolla, un precioso pedazo de carne mas alld.
Las madrazas en busca del faltante para resolver el
hambre se cruzaban de vereda a vereda rescatando
porciones a reciclar con una pericia que evidenciaba
el entrenamiento en la faena de lenar la olla del dia,
la inmediata necesidad de saciar los estémagos de
cada familia,
‘Al Frente lo enterraron en una tumba del sector
més pobre del cementerio de San Fernando, donde
conviven los mausoleos seftoriales de la entrada, y las
pedestres sepulturas sobre la tierra. Adornados por
flores de pléstico, los muertos quedan como sembra-
dos a lo largo de una planicie en la que resalta hoy la
v7CCnistian ALARCON
‘tumba de Victor Vital. Resplandece entre las demés por
las ofrendas. Grupos de chicos enfundados en sofistica-
dos equipos de gimnasia y zapatillasgalicticas se retinen
para compartir con el Frente la marihuana y la cerveza.
Las ofrecen para pedirle proteccién.
San Fernando es ese partido del conurbano bonae-
rense cuya estacin del ferrocarril Mitre es casi la itima
antes de llegar a Tigre, a poco del Rio de la Plata, entre
Béccar y Carupé: ¢s la zona del pais donde la brecha
entre pobres y ricos es abismal. La fortuna ajena pa-
rece al alcance de la mano: alli se da la maldita vecin-
dad entre el hambre y la opulencia.
A dos aftos de mi llegada al barrio, los chicos de
la generacién que ereci6 sin el particular y cuestiona-
ble orden que defendia el Frente Vital, les roban a las
ancianas y los nis del lugar. Buscan diez pesos pa~
ra una préxima dosis de mentirosa altivez. Se con-
forman ya no con la reivindicacién del propio ser al
tomar por asalto el status prohibido de las marcas fa-
‘mosas sino con un paraiso artificial que da una bolsa
de Poxiran o intoxicados con las pastillas diseftadas
para calmar la angustia del perfecto pequefio burgués
diluidas en el peor vino ofertado por el almacenero,
al que tarde 0 temprano asaltarén, simplemente por-
que los tiempos han cambiado en contra nuestra y ya
no hay ley, no hay iguales, no existe el milagro de la
salvacién,
‘Como si él y su poderio mistico incluyeran la con-
dena y la salvaci6n, el mito del Frente Vital me abrié
Ja puertaa la obscena comprobacién de que su muer-
te incluye su santificacién y al mismo tiempo el final
de una época. Esta historia intenta marcar, contar ese
18
Cuando me msera quiero que me tquen combi
final y el comienzo de una era en la que ya no habra
tun pibe chorro al que poder acudir cuando se busca
proteccién ante el escarmiento del aparato policial,
“6 de los traidores que asolan como el hambre la vida
cotidiana de la villa.Capitulo 1
Maria tenia las manos metidas en el agua jabonosa
“de un fuent6n cuando lleg6 la peor noticia de su vida.
=jLoco! ;Vengan! ;Vamos a fijarnos! ;Esté toda la
yutal ;Parece que lo agarraron al Frente!
‘Maria retorefa un jean en el patio del rancho de
su novio Chafas. Vivia alli hacia dos semanas, exilada
por primera ver. de la casa de sus familia, ras una dis-
‘cusién con su padrastro, un poco respetado dealer de
Ja zona, miembro del clan de los Chanos.
~jLoco! ;Parece que mataron al Frente!
Los pibes de esa cuadra que desde afuera parece un
barrio pero por dentro es puro pasillo, todos menos
ella salieron corriendo tal como estaban. Maria se
queds parada alli sin volver la vista atrés, disimulan-
do por pudor a causa de ese noviazgo corto pero in-
tenso que ya habia dejado de tener con el Frente.
Prefiri decirse a sf misma: “Yo me hago la estipida”.
Especulé con que si algo verdaderamente malo ocu-
ria, alguien llegaria a avisar. Por eso hizo como que
frotaba la ropa, soportando las ganas de llegar también
ella, mas répido que ninguna, desesperadamente, a ver
a