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Vistos.
Cumplidos como han sido los trámites procedimentales del caso, la Sala pasa a
decidir:
RECURSO DE CASACIÓN
ÚNICA DENUNCIA
La recurrente, con apoyo en el artículo 460 del Código Orgánico Procesal Penal,
alegó que la Corte de Apelaciones incurrió en errónea interpretación del artículo 407 del
Código Penal porque no se demostró en el juicio que su defendido tuvo la intención de
matar al ciudadano CARLOS ANDRÉS CASTILLO CANDILLO.
La impugnante expresó lo siguiente:
Cuando el juez aprecia los elementos probatorios está obligado a verificar que éstos
deben ser lo suficientemente contundentes como para desvirtuar la presunción de inocencia
que acompaña por derecho constitucional y legal a todo acusado, es decir, no puede quedar
ninguna duda en tal apreciación que contraríe dicho principio constitucional; y
simultáneamente ha de tomar en cuenta que el cúmulo probatorio debe llevar a la absoluta
subsunción de los hechos en la disposición típica, de manera que el juicio de reproche, al
ser sobrepuesto en la misma, se ajuste con tal perfección que la conducta efectivamente
pueda ser atribuida al autor configurando el injusto típico y por ende culpable.
Se observa del protocolo de autopsia que la herida ocasionada por el accionar del
arma de fuego del acusado fue en el “... sedal tercio medio antebrazo izquierdo, orificio de
entrada y orificio de salida ovoide (...) y reentrada en 5º espacio intercostal izquierdo a 2
cm dentro línea axilar anterior, sin salida...”. Por tanto, lo que ocasionó la muerte fue la
reentrada de la bala, mas no la acción del acusado y de allí que el resultado final fue más
allá de su intención.
Aparte de eso el hecho de que el acusado fuera un funcionario policial debió ser
igualmente valorado por el Tribunal de Juicio, dado que por la experiencia como policía, de
haber querido ocasionar la muerte de manera intencional, con dolo de matar, hubiese
podido accionar el arma de fuego de forma directa sobre alguna parte de la humanidad de la
víctima, sabiendo letal el resultado; pero por sí mismo un impacto de bala en el antebrazo
de cualquier persona por no es una herida mortal.
Además de lo anterior se observa en la inspección ocular practicada en el lugar del
suceso, que se determinó la presencia de otros elementos de interés criminalístico no
relacionados con el acusado sino con la víctima y particularmente con la existencia de “...
un (01) arma de fuego tipo pistola, calibre . 40, marca PIETRO BERETTA, color pabón
negro (...) contentiva en la ventana de eyección una concha de laba (sic) percutada calibre
. 40 de color dorado y en su cargador siete balas sin percutar, todas del calibre . 40; dos
(02) conchas de las percutadas calibre 9mm, una de color plateada y la restante de color
dorado; dos (02) conchas de balas percutadas calibre . 40 ambas de color plateado; una
(01) bala sin percutar calibre 9mm; una (01) funda para resguardar armas de fuego...”.
Tales elementos también debieron ser tomados en cuenta por el sentenciador porque eran
tan importantes que, junto con el resto del cúmulo probatorio, pudieron haberse apreciados
a favor del acusado en la imposición de una calificación jurídica distinta.
Advierte la Sala que el homicidio intencional no pudo ser configurado con los
elementos que fueron tomados en cuenta en primera instancia: efectivamente hubo un
resultado letal que configura un homicidio; pero de allí a que haya existido intención de
matar existe una gran distancia pues no hay ningún elemento probatorio cuya contundencia
permita considerar probado el tipo del homicidio intencional.
Lo que sí se probó y determinó es que existió una acción ilícita por parte del
acusado, quien siendo funcionario policial mas no en el ejercicio de sus funciones,
pretendió obrar tomando justicia propia al tratar de bajar del vehículo a la víctima y ante la
imposibilidad de lograr su intención efectivamente le disparó pero en el antebrazo, lo cual
en sí mismo no hubiese producido la muerte de la víctima y de allí que la acción
punible encuadra en el tipo penal de HOMICIDIO PRETERINTENCIONAL pues quedó
efectivamente probado que cuando el ciudadano acusado ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ
GUZMÁN disparó no tuvo intención de matar.
Por otra parte, el artículo 278 del Código Penal tipifica el delito de Uso Indebido de
Arma de Fuego y establece una pena de tres a cinco años de prisión, la cual se aumentará
en un tercio según el artículo 282 del mismo código, lo cual da una pena de cuatro años de
prisión y por la conversión indicada en el único aparte del artículo 87 “eiusdem” resulta en
una pena de un año y cuatro meses de presidio.
DECISIÓN
Publíquese y regístrese.
Exp. 03-507
AAF/lp
VOTO SALVADO
“...esta Sala observa que la posible duda a la que se refiere la defensora queda
desvirtuada con la declaración que rindiera el funcionario experto JONATHAN
MORENO, durante la celebración del debate oral y público, en la cual quedó
establecido que al momento de tomar las muestras al occiso, el cuerpo no
había sido lavado y que no hubo ninguna posibilidad que las muestras
pudieran haber sido alteradas ni antes ni después de la toma”...”está claro y
así consta de la motivación de la sentencia, que el juzgador no aprecia las
experticias realizadas al arma de fuego tipo pistola, marca Pietro Bereta (sic) ,
calibre .40 y a las conchas, los cuales fueron recabados del interior del vehículo
Toyota Machito; al considerar, como así fue señalado, fue alterado el sitio del
suceso y no coincidir con el hecho que se juzga, al quedar establecido y
demostrado que el occiso no disparó dicha arma. Al igual que la declaración del
ciudadano ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ, quien admite haber disparado, sin
embargo al alegar haberlo hecho para defenderse de la supuesta acción
provocada por el occiso CARLOS ANDRÉS CASTILLO no fue probado y así
quedó desvirtuado con el resto de las probanzas presentadas en el
juicio”...”Ante la falta o inexistencia de los elementos a presentar en el juicio
por parte del acusado y su defensa que soporten y demuestren la eximente
invocada contenida en el artículo 65 del Código Penal, no puede el juez sino
limitarse y circunscribirse a los hechos que configuran la acusación fiscal y que
durante el desarrollo del debate consideró en este caso específico que no quedó
lugar a dudas de que durante el desarrollo del debate quedó demostrada
plenamente la culpabilidad y subsecuente responsabilidad penal del ciudadano
ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ GUZMÁN toda vez que de los testigos y expertos
presentados, el Tribunal en la sentencia de condena concluyó, que el hecho y
las circunstancias descritas en la acusación y en el acto de apertura a juicio,
respecto a la muerte del ciudadano CARLOS ANDRÉS CASTILLO, quien se
encontraba en su vehículo Toyota Machito el 02 de Abril de 2002, siendo
aproximadamente las seis de la mañana, cuando sentado en el puesto del piloto
esperando al empleado Sergio Hernández; fue producto del disparo ocasionado
con el arma de fuego de reglamento, pistola Glock 9mm, el cual recibió en el
antebrazo izquierdo con orificio de entrada y de salida y reentrada en quito (sic)
espacio intercostal izquierdo, perforándole el lóbulo medio y produciéndole
hemorragia interna...”.
“Se recomienda tomar muestras a más tardar ocho (8) horas después de
ocurridos los hechos (para personas vivas). En cadáveres, el tiempo no es una
limitante, siempre y cuando que sus dorsos no hayan sido manipulados y por
consiguiente contaminados”.
Tomando en cuenta lo antes citado, nótese a los folios 195 al 198 de la primera
pieza del expediente, la Inspección Ocular, en la cual consta que a las 7:00 horas de la
mañana del día 02 de abril de 2002, se acordó efectuar dicha Inspección Ocular en la
Morgue de la División General de Medicina Legal, en la cual consta la colecta de
evidencias de interés criminalístico, entre las cuales se encuentra un estuche signado con
el número D-882, contentivo de dos pines metálicos con muestras de adherencias
tomadas del dorso de ambas manos del occiso, correspondientes a la prueba de A.T.D,
practicado por el funcionario Jonathan Moreno, y de las fotografías tomadas al
cadáver de la víctima, donde se observa el cuerpo aún con manchas de sangre
esparcidas en el tronco, de lo cual se evidencia que el cuerpo no fue lavado antes de la
toma de la muestra.
Disiento de la decisión que antecede, puesto que en ella se dice que el acusado no
tuvo la intención de dar muerte al ciudadano CARLOS ANDRÉS CASTILLO CANDILO,
pero los argumentos de defensa fueron que disparó para defenderse de los disparos
presuntamente efectuados por aquel, por lo cual considero que si quedó probada la
intención de matar, puesto que reconoce que habría actuado, de allí que no tiene
fundamento la decisión en cuanto a que el delito de Homicidio es Preterintencional, porque
“disparó al brazo de la víctima”, ello es un argumento contrario al más simple sentido
común y a las máximas de experiencia, puesto que por la posición que tenía la víctima, en
el asiento del conductor, que es la que la que usualmente se tiene frente al volante, no
podría ser de otra manera, y quien dispare a una persona, en la posición y a la distancia en
la que el agente en este caso lo hizo, no puede esperar sólo herir, sino que la consecuencia
lógica de un disparo, en esa circunstancia era naturalmente una herida mortal. Distinto
hubiere sido que la víctima se encontrara de frente a su agresor, y ello no puede en ningún
caso deducirse de las inspecciones y de las experticias practicadas en este caso, lo que sí se
comprobó fue la posición del agente y de la víctima, de allí que la trayectoria de la bala
fuera la descrita en el informe pericial, corroborado por el testimonio del experto, amén de
haberse comprobado que la víctima no disparó, al respecto así lo estableció la prueba de
ATD practicada a la víctima.
El Presidente de la Sala,
BRMdeL/hnq.
VS. Exp. N° 03-507