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Ponencia del Magistrado Doctor ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS.

Vistos.

Dio origen al presente juicio el hecho ocurrido el 2 de abril de 2002, en la autopista


Caracas La Guaira a la altura del elevado ubicado en la Parroquia Sucre, Área
Metropolitana de Caracas, donde resultó muerto el ciudadano CARLOS ANDRÉS
CASTILLO CANDILLO, como consecuencia del disparo efectuado por el ciudadano
ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ GUZMÁN.

El Juzgado N° 9 de Juicio (Mixto) del Circuito Judicial Penal del Área


Metropolitana de Caracas, a cargo del ciudadano juez abogado TULIO R. VÁSQUEZ
CARDOZA y de los ciudadanos escabinos JOSÉ ROBIRO MORENO y ZULAY
COROMOTO SOLÓRZANO, el 26 de agosto de 2003 CONDENÓ al ciudadano acusado
ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ GUZMÁN a cumplir la pena de CATORCE AÑOS DE
PRESIDIO y las accesorias de ley, por la comisión de los delitos de HOMICIDIO
INTENCIONAL y USO INDEBIDO DE ARMA DE FUEGO, tipificados respectivamente
en los artículos 407 y 282 del Código Penal.
Contra esa decisión presentó recurso de apelación la ciudadana abogada
ALEJANDRA KUSKE, Defensora Pública Octogésima Penal del Circuito Judicial Penal
del Área Metropolitana de Caracas.
La Sala N° 6 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área
Metropolitana de Caracas, a cargo de las ciudadanas jueces abogadas MARÍA
INMACULADA PÉREZ DUPUY, GLORIA PINHO y SONIA ROYE SOTO DE
HUSSEIN (ponente), el 10 de octubre de 2003 declaró sin lugar el recurso de apelación
interpuesto.

Contra esa decisión interpuso recurso de casación la Defensora del acusado.

El 1° de diciembre de 2003 la Corte de Apelaciones remitió el expediente a la Sala


Penal del Tribunal Supremo de Justicia y se recibió el 4 de diciembre del mismo año. Se
dio cuenta en Sala y el 9 de diciembre de 2003 se designó ponente a la Magistrada Doctora
BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN.

El 13 de abril de 2004 se admitió el recurso de casación y se convocó a una


audiencia pública que se realizó con la presencia de las partes.

El 14 de junio de 2004 se reasignó la ponencia al Magistrado Doctor ALEJANDRO


ANGULO FONTIVEROS.

Cumplidos como han sido los trámites procedimentales del caso, la Sala pasa a
decidir:

RECURSO DE CASACIÓN

ÚNICA DENUNCIA

La recurrente, con apoyo en el artículo 460 del Código Orgánico Procesal Penal,
alegó que la Corte de Apelaciones incurrió en errónea interpretación del artículo 407 del
Código Penal porque no se demostró en el juicio que su defendido tuvo la intención de
matar al ciudadano CARLOS ANDRÉS CASTILLO CANDILLO.
La impugnante expresó lo siguiente:

“...es evidente que con las pruebas cursantes al expediente, no quedó


demostrada la verdadera intención del ciudadano MENDEZ GUZMAN
ALCIDES JOSE y que por el contrario, la sanción agravada aplicada
por la Juzgadora fue sólo fundamentada en el resultado de una acción
que en ningún momento resultó probada en juicio y que no se
corresponde con los elementos materiales tanto del delito como los que
se refieren a la culpabilidad del agente, no se concibe que el individuo
espere a otro para matarlo sin haber concebido antes el designio de
hacerlo...”.

La Sala, para decidir, observa:

Los hechos establecidos por el tribunal de juicio son los siguientes:

“... el Tribunal Mixto por Unanimidad llegó a la conclusión que


durante el desarrollo del debate, y con los elementos traídos y
acreditados al juicio, se demostró la participación y subsiguiente
responsabilidad penal del ciudadano ALCIDES JOSE MENDEZ
GUZMÁN, cuando el día 02 de Abril del año 2002, como a las 06:00
horas de la mañana aproximadamente, fue la persona que
encontrándose a bordo del vehículo marca Fiat, modelo PREMIO, color
azul, placas XGO-958, en compañía del ciudadano ROLLS ANDRY
MORILLO CORRO, avistan el vehículo Toyota, Modelo Land Crouiser,
color gris, de los llamados Machito, cuando dicho vehículo se dirigía
por la autopista CARACAS-La Guaira, en dirección hacia La Guaira, y
siendo que tenía para el acusado las mismas características, del
vehículo Toyota color gris, Machito que se lo habían hurtado al
ciudadano YIMIS EDUARDO PERDOMO, compadre del Acusado,
cuando lo tenía estacionado en el Kilómetro 3 de la Carretera El
Junquito, el día 01-04-02, como a las 06:00 horas de la tarde, fecha esta
que se lo había prestado el propietario Arquímedes Mendez, quien es
hermano del hoy acusado, ALCIDES MENDEZ, motivo por le (sic) cual
cambian de dirección, ya que se dirigían hacia su lugar de trabajo, por
cuanto se desempeñan como funcionarios de la Policía de Baruta, y
deciden seguirlo, siendo que al ver estacionado el vehículo Toyota,
color gris, Machito que se estaciona en la Autopista Caracas-La
Guaria, a la Altura del Elevado de la Avenida Sucre de Catia,
Parroquia Sucre, cerca de la parada de los Jeeps, de una línea de
transporte público, aparcándolo delante del vehículo Toyota, color gris,
Machito, bajándose del mismo, identificándose como funcionario
policial, y esgrimiendo un arma de fuego (De reglamento), una pistola
marca GlocK, 9 milímetros, que portaba, haciendo uso indebido de la
misma, al dispararla contra la humanidad del ciudadano CASTILLO
CARLOS ANDRES, conductor del vehículo Toyota, Modelo Machito
4.5, Color Gris, placas AA2-04C, cuando se encontraba sentado en el
puesto del piloto, esperando a SERGIO HERNÁNDEZ, para llevarlo a
la (sic) Guaira, ocasionándole Herida por arma de fuego de proyectil
único producido por el disparo del arma: Sedal tercio medio antebrazo
izquierdo, orificio de entrada y orificio de salida, ovoide, 1 x 0.5, cm., y
reentrada en 5° espacio intercostal izquierdo a 2 cm dentro línea axilar
anterior, sin salida. Hemotórax 2000 cc. Perforación de lóbulo medio de
pulmón derecho. Congestión edema y hemorragia panlobar bilateral
pulmonar. Hemopericardio 500 cc sangre coagulada. Laceración de
aurícula derecha y ventrículo derecho del corazón. Hemorragia
endomiocárdiaca. Edema cerebral severo con surcos de
cerebelobulbares, órbitario y del hipocampo. Congestión visceral
generalizada. Palidez visceral generalizada, que la (sic) Causan la
muerte debida (sic) a HEMORRAGIA INTERNA POR HERIDA POR
ARMA DE FUEGO AL TORAX, diagnostico (sic) ese según el resultado
de la autopsia y Reconocimiento Médico Legal practicado al Cadáver
por la Anatomopatólogo (sic) YANUACELIS CRUZ, adscrita a la
División General de Medicina Legal del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas, todo ello corroborado con el
testimonio rendido por la experta ut supra durante el debate oral y
público, presentándose al lugar comisiones de la Policía Metropolitana,
de la Policía del Municipio Baruta, así como de la Policía Científica,
quien se hizo cargo del procedimiento...”.

En los hechos establecidos por el Tribunal de Juicio no se demostró que la intención


del acusado estuviera dirigida a ocasionar la muerte del occiso, tal como alegó la Defensa.

Cuando el juez aprecia los elementos probatorios está obligado a verificar que éstos
deben ser lo suficientemente contundentes como para desvirtuar la presunción de inocencia
que acompaña por derecho constitucional y legal a todo acusado, es decir, no puede quedar
ninguna duda en tal apreciación que contraríe dicho principio constitucional; y
simultáneamente ha de tomar en cuenta que el cúmulo probatorio debe llevar a la absoluta
subsunción de los hechos en la disposición típica, de manera que el juicio de reproche, al
ser sobrepuesto en la misma, se ajuste con tal perfección que la conducta efectivamente
pueda ser atribuida al autor configurando el injusto típico y por ende culpable.

Así, el hecho de considerar probado un homicidio intencional sobre la base del


resultado, como efectivamente lo constituye la muerte, es insuficiente pues debe apreciarse
el elemento subjetivo que acompaña al tipo y cuál ha sido la verdadera intención de quien
acciona el arma de fuego, porque en el hecho de accionar ésta hay un elemento de voluntad
como es poner en funcionamiento el mecanismo físico que acompaña a la percusión. Es por
ello que el juez debe observar hacia donde va dirigida la voluntad del sujeto y no
únicamente el resultado de su acción.

En la presente causa, para establecer la culpabilidad del ciudadano ALCIDES JOSÉ


MÉNDEZ GUZMÁN por el delito de Homicidio Intencional, debió apreciarse no sólo la
declaración del acusado sino además las pruebas técnicas que cursan en el expediente, ya
que los jueces se limitaron a examinar como un elemento de culpabilidad el hecho de que la
víctima hubiese sido colocada en el piso momentos después que el acusado accionó el arma
y en nada esto podía influir en la configuración de los elementos del tipo de homicidio
intencional. Muy por el contrario, constituyó un elemento que por las reglas de la lógica se
debió valorar para desvirtuar la intención del acusado de dar muerte a la víctima, pues de
ese hecho se infiere la posibilidad de auxiliarlo después de observar que su acción tuvo un
resultado distinto al querido.

Se observa del protocolo de autopsia que la herida ocasionada por el accionar del
arma de fuego del acusado fue en el “... sedal tercio medio antebrazo izquierdo, orificio de
entrada y orificio de salida ovoide (...) y reentrada en 5º espacio intercostal izquierdo a 2
cm dentro línea axilar anterior, sin salida...”. Por tanto, lo que ocasionó la muerte fue la
reentrada de la bala, mas no la acción del acusado y de allí que el resultado final fue más
allá de su intención.

Aparte de eso el hecho de que el acusado fuera un funcionario policial debió ser
igualmente valorado por el Tribunal de Juicio, dado que por la experiencia como policía, de
haber querido ocasionar la muerte de manera intencional, con dolo de matar, hubiese
podido accionar el arma de fuego de forma directa sobre alguna parte de la humanidad de la
víctima, sabiendo letal el resultado; pero por sí mismo un impacto de bala en el antebrazo
de cualquier persona por no es una herida mortal.
Además de lo anterior se observa en la inspección ocular practicada en el lugar del
suceso, que se determinó la presencia de otros elementos de interés criminalístico no
relacionados con el acusado sino con la víctima y particularmente con la existencia de “...
un (01) arma de fuego tipo pistola, calibre . 40, marca PIETRO BERETTA, color pabón
negro (...) contentiva en la ventana de eyección una concha de laba (sic) percutada calibre
. 40 de color dorado y en su cargador siete balas sin percutar, todas del calibre . 40; dos
(02) conchas de las percutadas calibre 9mm, una de color plateada y la restante de color
dorado; dos (02) conchas de balas percutadas calibre . 40 ambas de color plateado; una
(01) bala sin percutar calibre 9mm; una (01) funda para resguardar armas de fuego...”.
Tales elementos también debieron ser tomados en cuenta por el sentenciador porque eran
tan importantes que, junto con el resto del cúmulo probatorio, pudieron haberse apreciados
a favor del acusado en la imposición de una calificación jurídica distinta.

Advierte la Sala que el homicidio intencional no pudo ser configurado con los
elementos que fueron tomados en cuenta en primera instancia: efectivamente hubo un
resultado letal que configura un homicidio; pero de allí a que haya existido intención de
matar existe una gran distancia pues no hay ningún elemento probatorio cuya contundencia
permita considerar probado el tipo del homicidio intencional.

Lo que sí se probó y determinó es que existió una acción ilícita por parte del
acusado, quien siendo funcionario policial mas no en el ejercicio de sus funciones,
pretendió obrar tomando justicia propia al tratar de bajar del vehículo a la víctima y ante la
imposibilidad de lograr su intención efectivamente le disparó pero en el antebrazo, lo cual
en sí mismo no hubiese producido la muerte de la víctima y de allí que la acción
punible encuadra en el tipo penal de HOMICIDIO PRETERINTENCIONAL pues quedó
efectivamente probado que cuando el ciudadano acusado ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ
GUZMÁN disparó no tuvo intención de matar.

De lo anteriormente expuesto se concluye en que la acción del ciudadano ALCIDES


JOSÉ MÉNDEZ GUZMÁN fue dirigida a lesionar en consonancia con la intención y el
resultado mortal fue ocasionado por la reentrada de la bala en su trayectoria balística.
A juicio de la Sala Penal la acción desplegada por el acusado encaja en el artículo
412 del Código Penal y no en el artículo 407 “eiusdem”, como lo estableció el Juzgado N°
9 de Juicio (Mixto) del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas.

Por consiguiente, se declara con lugar el recurso de casación propuesto por la


Defensa del acusado y en atención a lo dispuesto en el artículo 467 del Código Orgánico
Procesal Penal, la Sala pasa a corregir tal infracción lo que implica un cambio en la
calificación jurídica y por tanto en la pena impuesta.

El artículo 412 del Código Penal expresa lo siguiente:

“Artículo 412. El que con actos dirigidos a ocasionar una lesión


personal, causare la muerte de alguno, será castigado con presidio de
seis a ocho años, en el caso del artículo 407; de ocho a doce años, en el
caso del artículo 408, y de siete a diez años, en el caso del artículo 409.
Si la muerte no habría sobrevenido sin el concurso de circunstancias
preexistentes desconocidas del culpable o de causas imprevistas e
independientes de su hecho, la pena será de presidio de cuatro a seis
años, en el caso del artículo 407, de seis a nueve años, en el caso del
artículo 408, y de cinco a siete años, en el caso del artículo 409 ”.

El transcrito artículo tipifica el delito de Homicidio Preterintencional y estipula una


pena de seis a ocho años de presidio. En el presente caso se aplicará en su límite inferior
por concurrir la circunstancia atenuante del ordinal 4° del artículo 74 del Código Penal.

Por otra parte, el artículo 278 del Código Penal tipifica el delito de Uso Indebido de
Arma de Fuego y establece una pena de tres a cinco años de prisión, la cual se aumentará
en un tercio según el artículo 282 del mismo código, lo cual da una pena de cuatro años de
prisión y por la conversión indicada en el único aparte del artículo 87 “eiusdem” resulta en
una pena de un año y cuatro meses de presidio.

De modo que la pena a aplicar al ciudadano acusado ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ


GUZMÁN es la de SIETE AÑOS Y CUATRO MESES DE PRESIDIO por la comisión de
los delitos de HOMICIDIO PRETERINTENCIONAL y USO INDEBIDO DE ARMA DE
FUEGO, tipificados en los artículos 412 y 278 del Código Penal, en conexión con los
artículos 74 (ordinal 4°), 87 y 282 “eiusdem”. Así se decide.

DECISIÓN

Por las razones expuestas el Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación


Penal, administrando Justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la ciudadana abogada ALEJANDRA
KUSKE, Defensora Pública Octogésima Penal del Circuito Judicial Penal del Área
Metropolitana de Caracas y CONDENA al ciudadano acusado ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ
GUZMÁN a cumplir la pena de SIETE AÑOS CUATRO MESES DE PRESIDIO, por la
comisión de los delitos de HOMICIDIO PRETERINTENCIONAL y USO INDEBIDO DE
ARMA DE FUEGO tipificados respectivamente en los artículos 412 y 278 del Código
Penal, en conexión con los artículos 74 (ordinal 4°), 87 y 282 del mismo código.

Publíquese y regístrese.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias del Tribunal Supremo de Justicia,


en Sala de Casación Penal, en Caracas, a los DOS días del mes de NOVIEMBRE de dos
mil cuatro. Años 194° de la Independencia y 145° de la Federación.

El Magistrado Presidente de la Sala,

ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS


Ponente
La Magistrada Vicepresidenta de la Sala,

BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN


El Magistrado,
JULIO ELÍAS MAYAUDÓN
La Secretaria,

LINDA MONROY DE DÍAZ

Exp. 03-507
AAF/lp

VOTO SALVADO

Quien suscribe, BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN, Magistrada de la Sala de


Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, salva su voto en la presente decisión, con
base en el planteamiento siguiente:

El recurrente denunció que la Sala Sexta de la Corte de Apelaciones del Circuito


Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas interpretó erróneamente el artículo 407
del Código Penal, para lo cual adujo que la recurrida no dio por probada la intención de
matar del acusado Alcides José Méndez Guzmán, que el tipo penal requiere la intención de
matar ilegítimamente a una persona y que su representado actuó en legítima defensa, que la
víctima disparó primero en varias oportunidades y que el acusado disparó en defensa de su
integridad física. Así mismo manifestó la defensa que la recurrida no consideró algunas
pruebas técnicas, tales como Examen de A.T.D. practicado al cadáver de la víctima,
experticia técnica y de comparación balística practicado al arma propiedad de la víctima, el
Informe Pericial practicado a la vestimenta del mismo, y los testimonios de los expertos, de
las que afirma, se hubiera deducido la veracidad de los alegatos de legítima defensa que
invocara el acusado.

El recurso de apelación interpuesto por la defensa del acusado de autos versó en la


falta de motivación de la sentencia de primera instancia que condenó al acusado, por
la comisión de los delitos de Homicidio Simple y uso Indebido de Arma de fuego, a
cumplir la pena de Catorce (14) años de presidio, además invocó la defensa en su
escrito de apelación que el tribunal de juicio no cumplió con la norma prevista en el
artículo 22 del Código Orgánico Procesal Penal.

En ese sentido observo que la Sala Sexta de la Corte de Apelaciones resolvió de


manera pormenorizada la denuncia en apelación, y verificó cada alegato de la
defensa, contrastándolo con la sentencia de primera instancia recurrida, en esa labor
la impugnada en casación confirmó el contenido de la sentencia en la cual observó
el análisis de todas las pruebas evacuadas en el juicio oral y público y a su vez los
hechos dados por probados, así como también los fundamentos de hecho y de
derecho que conllevaron a la condenatoria por los delitos referidos, por lo que
considero que la recurrida en apelación sí cumplió con los requisitos de motivación
y análisis de pruebas en la sentencia, resolviendo de la siguiente manera:

“...esta Sala observa que la posible duda a la que se refiere la defensora queda
desvirtuada con la declaración que rindiera el funcionario experto JONATHAN
MORENO, durante la celebración del debate oral y público, en la cual quedó
establecido que al momento de tomar las muestras al occiso, el cuerpo no
había sido lavado y que no hubo ninguna posibilidad que las muestras
pudieran haber sido alteradas ni antes ni después de la toma”...”está claro y
así consta de la motivación de la sentencia, que el juzgador no aprecia las
experticias realizadas al arma de fuego tipo pistola, marca Pietro Bereta (sic) ,
calibre .40 y a las conchas, los cuales fueron recabados del interior del vehículo
Toyota Machito; al considerar, como así fue señalado, fue alterado el sitio del
suceso y no coincidir con el hecho que se juzga, al quedar establecido y
demostrado que el occiso no disparó dicha arma. Al igual que la declaración del
ciudadano ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ, quien admite haber disparado, sin
embargo al alegar haberlo hecho para defenderse de la supuesta acción
provocada por el occiso CARLOS ANDRÉS CASTILLO no fue probado y así
quedó desvirtuado con el resto de las probanzas presentadas en el
juicio”...”Ante la falta o inexistencia de los elementos a presentar en el juicio
por parte del acusado y su defensa que soporten y demuestren la eximente
invocada contenida en el artículo 65 del Código Penal, no puede el juez sino
limitarse y circunscribirse a los hechos que configuran la acusación fiscal y que
durante el desarrollo del debate consideró en este caso específico que no quedó
lugar a dudas de que durante el desarrollo del debate quedó demostrada
plenamente la culpabilidad y subsecuente responsabilidad penal del ciudadano
ALCIDES JOSÉ MÉNDEZ GUZMÁN toda vez que de los testigos y expertos
presentados, el Tribunal en la sentencia de condena concluyó, que el hecho y
las circunstancias descritas en la acusación y en el acto de apertura a juicio,
respecto a la muerte del ciudadano CARLOS ANDRÉS CASTILLO, quien se
encontraba en su vehículo Toyota Machito el 02 de Abril de 2002, siendo
aproximadamente las seis de la mañana, cuando sentado en el puesto del piloto
esperando al empleado Sergio Hernández; fue producto del disparo ocasionado
con el arma de fuego de reglamento, pistola Glock 9mm, el cual recibió en el
antebrazo izquierdo con orificio de entrada y de salida y reentrada en quito (sic)
espacio intercostal izquierdo, perforándole el lóbulo medio y produciéndole
hemorragia interna...”.

En el presente caso la recurrida resolvió correctamente cada uno de los alegatos de


la defensa en su recurso de apelación, transcribiendo el contenido de la sentencia de juicio,
analizando cada argumento de la defensa y comparándolos con la decisión impugnada en
apelación, confirmando la sentencia en todas y cada una de sus partes; ahora bien, el vicio
de errónea interpretación del artículo 407 del Código Penal no fue cometido por la Corte de
Apelaciones, puesto que en la sentencia se afirma que el tribunal de juicio efectuó el
análisis de los elementos de prueba y dio por comprobado el hecho cometido por el acusado
de autos, estableciendo que la muerte del ciudadano Carlos Andrés Castillo Candillo fue el
resultado de la acción voluntaria del acusado Alcides José Méndez Guzmán, además de que
no fue probado en juicio que el mismo actuara en legítima defensa, igualmente resolvió la
recurrida que el tribunal de juicio sí analizó los elementos de prueba cuestionados,
concluyendo que aquel cumplió con los requisitos de la sentencia conforme al artículo 364
del Código Orgánico Procesal Penal, de allí que la Sala Sexta de la Corte de Apelaciones
ratificara la comprobación de la voluntariedad del hecho por parte del acusado y fundada la
calificación del delito de Homicidio Simple, previsto en el artículo 407 del Código Penal,
en concordancia con lo establecido en el artículo 61 ejusdem.

A mayor abundamiento, respecto de los alegatos esgrimidos sobre la prueba de


Análisis de Trazas de Disparos o de residuos de disparos, observo que claramente
determinó la recurrida que el funcionario experto JONATHAN MORENO, en su
declaración efectuada en el debate oral y público señaló “que el cuerpo no había sido
lavado y que no hubo posibilidad que las muestras pudieran haber sido alteradas ni antes ni
después de la toma”, testimonio que desvirtúa el alegato sobre la contaminación de la
prueba.
En tal sentido, la Sala cita lo que al respecto de las tomas de muestras para análisis
de residuos de disparos refieren Pedro López Calvo y Pedro Gómez Silva, autores del libro
Investigación Criminal y Criminalística” pág 212:

“Se recomienda tomar muestras a más tardar ocho (8) horas después de
ocurridos los hechos (para personas vivas). En cadáveres, el tiempo no es una
limitante, siempre y cuando que sus dorsos no hayan sido manipulados y por
consiguiente contaminados”.

Tomando en cuenta lo antes citado, nótese a los folios 195 al 198 de la primera
pieza del expediente, la Inspección Ocular, en la cual consta que a las 7:00 horas de la
mañana del día 02 de abril de 2002, se acordó efectuar dicha Inspección Ocular en la
Morgue de la División General de Medicina Legal, en la cual consta la colecta de
evidencias de interés criminalístico, entre las cuales se encuentra un estuche signado con
el número D-882, contentivo de dos pines metálicos con muestras de adherencias
tomadas del dorso de ambas manos del occiso, correspondientes a la prueba de A.T.D,
practicado por el funcionario Jonathan Moreno, y de las fotografías tomadas al
cadáver de la víctima, donde se observa el cuerpo aún con manchas de sangre
esparcidas en el tronco, de lo cual se evidencia que el cuerpo no fue lavado antes de la
toma de la muestra.

Disiento de la decisión que antecede, puesto que en ella se dice que el acusado no
tuvo la intención de dar muerte al ciudadano CARLOS ANDRÉS CASTILLO CANDILO,
pero los argumentos de defensa fueron que disparó para defenderse de los disparos
presuntamente efectuados por aquel, por lo cual considero que si quedó probada la
intención de matar, puesto que reconoce que habría actuado, de allí que no tiene
fundamento la decisión en cuanto a que el delito de Homicidio es Preterintencional, porque
“disparó al brazo de la víctima”, ello es un argumento contrario al más simple sentido
común y a las máximas de experiencia, puesto que por la posición que tenía la víctima, en
el asiento del conductor, que es la que la que usualmente se tiene frente al volante, no
podría ser de otra manera, y quien dispare a una persona, en la posición y a la distancia en
la que el agente en este caso lo hizo, no puede esperar sólo herir, sino que la consecuencia
lógica de un disparo, en esa circunstancia era naturalmente una herida mortal. Distinto
hubiere sido que la víctima se encontrara de frente a su agresor, y ello no puede en ningún
caso deducirse de las inspecciones y de las experticias practicadas en este caso, lo que sí se
comprobó fue la posición del agente y de la víctima, de allí que la trayectoria de la bala
fuera la descrita en el informe pericial, corroborado por el testimonio del experto, amén de
haberse comprobado que la víctima no disparó, al respecto así lo estableció la prueba de
ATD practicada a la víctima.

Aunado a las razones anteriores tenemos que el agente en este caso es un


funcionario policial, quien tiene conocimiento y destrezas adquiridas en su preparación
como servidor público, por lo que menos aún se justifica el argumento plasmado por la
mayoría de la Sala, de que sólo intentó herir y no matar a la víctima, ello resulta peligroso y
conllevaría, en muchos casos, a justificar hechos que quedarían impunes, o como en el
presente caso, a la aplicación indebida de las normas penales.

En consecuencia, debió la Sala declarar SIN LUGAR la denuncia por errónea


interpretación del artículo 407 del Código Penal propuesta por la defensa, por cuanto la
recurrida, al confirmar la decisión impugnada, dejó claramente establecido que el tribunal
de juicio efectuó la correcta subsunción de los hechos en el supuesto contenido en la norma
por HOMICIDIO INTENCIONAL, así como la valoración de las pruebas presentadas en el
debate.
Queda en estos términos manifestado mi desacuerdo con la decisión que antecede.
Fecha ut-supra.

El Presidente de la Sala,

Alejandro Angulo Fontiveros


La Vicepresidenta,

Blanca Rosa Mármol de León


(Disidente)
El Magistrado,
Julio Elías Mayaudón Graü
La Secretaria,

Linda Monroy de Díaz

BRMdeL/hnq.
VS. Exp. N° 03-507
 

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