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ARTURO PÉREZ REVERTE

H ace tiempo que mi madre no me da la plena sesión de las Cortes, mi paisano y compaftero
bronca por abusar del lenguaje soez en esta de Maristas Federico Trillo.
página, y empiezo a preocuparme. O ella Siguiendo con los verbos, acompaftado de poner
envejece y se acostumbra, o estoy perdiendo faculta- puede significar reto o aplomo (puso los cojones en-
des y volviéndome lingüisticamente correcto. Por cima de la mesa), y el verbo tocar implica molestia,
fortuna, todavía llegan cartas de algún lector o lecto- hastío o indiferencia (me toca los cojones), vagancia
ra inasequibles al desaliento, afeándome mi poca (se toca los cojones) e incluso desafio (anda y tócame
vergüenza. E incluso Nacho Iglesias, el baranda de los cojones). El término es también acepción de lenti-
esta barraca, recibe periódicas sugerencias para que tud (viene arrastrando los cojones). y en cuanto a
en El Semanal me echen a la calle de una puta vez. amenaza, su uso es frecuente (te voy a volar los cojo-
La última es de un señor de Oviedo, por la letra jubi- nes) e incluso se recurre a ello para describir agresión
lado y por el membrete notario, que me afea el uso, e física (fue y le pateó los cojones).
incluso el abuso, de la palabra cojones, e incluso su- Los prefIjos y sufijos también son importantes de
giere la posibilidad de que yo saque tanto a colación cojones. Por ejemplo, a- significa miedo (acojonado),
el asunto por algún trauma personal relacionado con des- implica regocijo (descojonarse), y -udo implica
mi propia virilidad o, subraya el amable comunican- calidad o perfección (cojonudo). También las preposi-
te, mi ausencia de ella. «A ver si es maricónll, conclu- ciones matizan lo suyo: de alude a éxito (nos fue de
ye por si no he captado los circunloquios prelimina- cojones) o intensidad (hace un frío de cojones), hasta
res. define ciertos limites (hasta los cojones) y por alude a
En fin. Al margen de que yo pueda resultar más o intransigencia (por cojones). También se recurre a
menos maricón, la antedicha carta me viene al pelo ellos como lugar de origen para definir cierto tipo de
,para traerles a colación un impreso anónimo que ha- actitudes intrínsecamente espaftolas y como origen
ce tiempo circula por ahí -algún lector ha tenido el de voluntad inapelable (porque me sale de los
detalle de mandármelo-, y que, bajo el título Riqueza cojones). En cuanto al color, la textura o el tamafto
del castellano, enumera una exhaustíva relación de del asunto, los significados son ricos y diversos como
las diversas acepciones que en nuestra lengua, la de la vida misma. Un color violeta define bajas tempera-
Quevedo y Cervantes, tíenen los atributos masculi- turas (se me quedaron los cojones morados de frío).
nos. y me van a perdonar el notario de Oviedo y mi Posición y tamafto son decisivos, tanto para precisar
madre, pero no me resisto a glosar el asunto y poner pachorra o tranquilidad (se pisa los cojones) como
los cojones en su sitio. coherencia (lleva los cojones en su sitio). Sin que fal-
Por ejemplo: según confirma con acierto singular ten referencias cultas o históricas (tiene los cojones
el mencionado folleto, el sentído de cojones varia se- como el caballo de Espartero).
gún el numeral que lo acompaña. La unidad significa Así que ya me dirá usted, seftor notarío. A ver
algo caro o costoso (eso vale un cojón), dos pueden cuándo Shakespeare, o Joyce, o la madre que los pa-
sugerir arrojo o valentía (con dos cojones), tres signi- rió, en esa jerga onomatopéyica y septentrional que
ficar desprecio (me importa tres cojones), y un nÚme- usaban los pastores para llamar a las ovejas, y los pi-
ro elevado suele apuntar dificultad extrema (conse- ratas para repartirse el botín contando con los dedos,
guirlo me costó veinte pares de cojones). Del mismo fueron capaces de utilizar, con todo su Oxford, la pa-
modo basta un verbo para darle variedad a los signi- labra equivalente con tanta variedad, y tanta riqueza,
ficados. Verbigracia: tener puede referirse a valentía y tanta prosapia como la usa hasta el más analfabeto
(esa tía tiene cojones), pero también censura, admira- de nuestros paisanos. Tres mil aftos de griego, latín,
ción o sorpresa (jtiene cojones.ryo perplejidad (jman- árabe y castellano respaldan el asunto. Lo que, se mi-
da cojones!). Expresión esta última que, en su varian- re por donde se mire, es un respaldo lingüístico de
te jmanda huevos!, hizo recientemente popular, en cojones.

12 El Semanal 26 abril 1998

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