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Segunda edición
Jomo í
COLECCIÓN MANUALES JURÍDICOS
ÍNDICE GENERAL
Prólogo VII
LIBRO I
HISTORIA EXTERNA DE ROMA: BASES DE
APLICACIÓN, PERIODIFICACION Y FUENTES
DEL DERECHO ROMANO; ESTRUCTURA
POLÍTICA Y ORGANIZACIÓN
ADMINISTRATIVA DE ROMA
Capítulo Primero
HISTORIA EXTERNA DE ROMA 3
I. INTRODUCCIÓN 3
1. Por qué se estudia derecho romano 3
2. Partes del curso 4
3. Fuentes para el estudio del derecho romano ... 4
3.1. Fuentes jurídicas 4
3.1.1. Obras de juristas clásicos 4
3.1.2. Obras postclásicas 4
3.1.3. Fuentes epigráficas 5
3.1.4. Fuentes papirológicas 5
3.1.5. Código Teodosiano 5
3.1.6. El Corpus Iuris Civilis, de Justiniano . . 5
3.1.7. Fuentes bizantinas posteriores a Justiniano 6
3.2. Fuentes extrajurídicas 6
índice General IX
VII. EL ALTO IMPERIO (14 al 285) 25
1. Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón (14-69) .... 25
2. Los Flavios (69-96) 25
3. Los Antonios (96-192) 26
4. Los Severos (193-235) 26
5. La anarquía (235-285) 27
VIH. EL BAJO IMPERIO (285 al 476) 28
1. Características 28
2. Desde Diocleciano hasta la muerte de Teodosio el
Grande (285-395) 28
3. Fin del imperio de Occidente (395-476) 30
IX. EL IMPERIO DE ORIENTE HASTA LA MUERTE DE
JUSTINIANO (395 al 565) 31
1. Desde Arcadio hasta Justino I (395-527) 31
2. Justiniano (527-565) 32
X índice General
2.3. El derecho postclásico 42
2.4. El vulgarismo en Occidente 43
2.5. El desarrollo del derecho romano en Oriente hasta
la muerte de Justiniano 43
III. FUENTES DEL DERECHO ROMANO 44
1. La costumbre 45
2. La ley 48
2.1. Leges propiamente tales 49
2.1.1. Leges imperfectas 58
2.1.2. Leges minus quam perfectae . . .58
2.1.3. Leges perfectae 58
3. El plebiscito 63
4. Los senadoconsultos 64
5. Las constituciones imperiales 65
6. Respuestas de los Prudentes 65
7. La doctrina de los jurisconsultos 65
XI
índice General
Capítulo Tercero
75
ESTRUCTURA POLÍTICA Y ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DE ROMA
ESTRUCTURA POLÍTICA 75
1. Antecedentes generales 75
2. Organización de la república 76
índice General
1.4.2 Solemnidades habilitantes
1.4.3. Solemnidades publicitarias
1.4.4. Solemnidades probatorias
2. Requisitos de validez de un acto jurídico .
2.2. Voluntad sin vicios
2.2.1. El error
2.2.1.2. 2.2.1.3. 2.2.1.4. 2.2.1.5. La fuerza
2.2.2.1. Debe
2.2.2.2. Debe
2.2.2.3.
El dolo 2.2.3.1.
in in
accidental in persona
Error Error Error Error
2.2.1.1. Error in negotio . corpore . substantia
2.2.2.
ser grave .... ser actual e inminente Debe ser injusta e ilegítima
2.2.3.
Concepto
2.2.3.2. Clases de dolo
2.2.3.2.1. Dolo bueno y dolo
malo
2.2.3.2.2. Dolo positivo y dolo
negativo
2.2.3.2.3. Dolo principal, deter
minante o inductivo, y
dolo incidental . . .
2.2.3.2.4. Dolo, obra de una de
las partes, o dolo, obra
de un tercero . . .
2.2.3.3. Efectos del dolo
2.2.3.3.1. La actio doli o acción
de dolo
' 2.2.3.3.2. La exceptio doli o ex
cepción de dolo . .
2.2.3.3.3. La restitutio in inte-
grum o restitución por
entero
2.3. Objeto lícito
2.4. Causa lícita
2.5. Capacidad jurídica de las partes
XIV
índice General
índice General
XV
XVI
índice General
índice General
XVII
4.
208 209 210 211 211
212 212 213 213 214 215 215 216 216 217
El parentesco
4.1. Parentesco civil, agnaticio o por agnación .
4.2. Parentesco natural, de sangre o por cognación
4.3. Parentesco por afinidad
4.4. Parentesco por gentilidad
5.
La familia agnaticia
5.1. Los hijos legítimos de ambos sexos
5.2. Los descendientes por vía de varón
5.3. 5.4. 5.5.
Los adoptados
Los adrogados
Los legitimados
5.5.1. Por matrimonio subsiguiente de los padres
5.5.2. Por oblación a la curia
5.5.3. Por rescripto imperial
Las mujeres casadas cum manus
5.6.
6. Modos de salir de la familia 218
7. El matrimonio o justa nupcia 219
XVIII
7.6.
7.7.
índice General
7.5.2." Efectos del matrimonio respecto de los hijos . . 232
A. Filiación legítima 233
B. Patria potestad 234
1. Derechos del pater sobre la persona de
sus hijos 234
2. Características de la patria potestad . 235
3. Derechos del pater sobre los bienes de
los hijos: los peculios 236
Disolución del matrimonio 238
7.6.1. Muerte 238
7.6.2. Pérdida de la capacidad matrimonial .... 238
7.6.3. Impedimento sobreviniente 239
7.6.4. Divorcio 239
7.6.5. Legislación matrimonial con Augusto .... 241
Otras formas de uniones lícitas 241
XIX
índice General
7.1. Cúratela del furioso 250
7.2. Cúratela del pródigo 251
7.3. Cúratela del menor de 25 años 251
Capítulo Sexto EL PATRONATO
253
1, Concepto y obligaciones 253
2. Duración 254
Capítulo Séptimo EL COLONATO
255
1.
2. 3.
4. 5. «5.
i:
1. Concepto 255
2. Fuentes del colonato 255
XX
índice General
PROLOGO
LIBRO I
CaPÍtuIo Primero
ROMA
J.
ÍNTRODUCC/ON
No hay documentos sobre Roma anteriores a las guerras púnicas. El incendio ocurrido en
390 a.C. destruyó todo.
Después de las guerras púnicas, en cambio, hay más elementos.
Los tres grandes períodos en que se puede dividir la historia de Roma son:
3. LOS GRIEGOS
Alrededor del siglo VII a.C. llegan los griegos al sur de la península, a instalarse en lo que
se llamó la Magna Grecia.
Ejercieron influencia sobre los etruscos y sobre los indígenas.
Fueron los griegos quienes introdujeron el alfabeto en la península.
V. LA REPÚBLICA (509a.C.)
1. LA CONSOLIDACIÓN
En una primera época, la república se organizó de manera muy semejante a la monarquía
etrusca. El último 'cambio importante se refiere al papel que pasa a desempeñar el senado.
Mientras para el rey etrusco era un cuerpo meramente consultivo, en la república se
transforma en un órgano básico.
10
Maximiano Errázuriz Eguiguren
Pero junto con la instauración de la república comenzó la lucha entre patricios y plebeyos.
Durante la monarquía etrusca el rey protegió siempre a los plebeyos. El año 509 a.C. los
patricios hicieron una revolución cambiando el sistema en su favor. De ahí que la primera
constitución de la república fuese calificada como constitución patricia.
La lucha entre patricios y plebeyos duró un siglo y medio en Roma. Estos últimos fueron
ganando terreno hasta conseguir, finalmente, que se estableciera una constitución patricio-
plebeya.
Entre las principales reformas que se hicieron está la organización del pueblo en clases,
según su fortuna. Los más ricos, si bien tenían mayores derechos, poseían también más
obligaciones, especialmente en materia militar y tributaria. Así, se organizaron los comicios
centuriados, verdaderas asambleas políticas de la república, con facultades legislativas.
Los magistrados que hay en la república, de mayor a menor importancia, son: cónsules,
pretores y ediles. Además los censores, que se elegían cada cinco años para hacer el censo.
El cónsul era la más alta magistratura ordinaria. El pretor surge como colega menor de los
cónsules en el año 367 a.C. En el 242 a.C. se agrega el pretor peregrino, con lo que el
número de pretores llega a 16 bajo Julio César. No es un magistrado colegiado, porque
tiene competencia propia. Los ediles podían ser de dos clases, plebeyos y curules. Sus
funciones consistían en vigilar y aprovisionar los mercados y cuidar y mantener la ciudad.
Los censores eran dos, elegidos por los comicios centuriados. Debían confeccionar el
censo, que se hacía cada cinco años. Esta organización se llamó el cursus honorum. Los
plebeyos van accediendo a cada uno de estos cargos progresivamente durante el siglo IV
a.C.
En lo jurídico, la plebe también obtuvo grandes ventajas en su lucha. Hasta el siglo V a.C.
el derecho era consuetudinario, no escrito. Sus normas se transmitían por la tradición oral,
lo que hacía difícil para los plebeyos y para la gente no instruida conocerlo. Fue así como
consiguieron que en el año 450 a.C. se pusieran por escrito las normas más importantes,
14
Maximiano Errázuriz Eguiguren
Africano después de la batalla de Zama, ocurrida pocos años más tarde, que termina
definitivamente con Cartago. Se firma un tratado de paz que impone condiciones aceptadas
por el senado de Cartago.
En 150 a.C. Roma, a pretexto de que Cartago ha violado el tratado, le exige la entrega de
rehenes y de todas las armas. Cumplida esta imposición, el senado romano acuerda la
destrucción de la ciudad. Exige la salida de todos sus habitantes. Cartago se opone,
defendiéndose heroicamente durante tres años. Roma envía a su más grande general,
Escipión Emiliano, que la sitia y toma por la fuerza. La ciudad es destruida y anexada a
Roma, tomando su territorio el nombre de provincia de África.
3.3. ESPAÑA
Recordemos que los romanos, para abrir un segundo frente a Cartago e impedir el envío de
refuerzos a Aníbal, invadieron España y en el 206 expulsan a los cartagineses. Pero hasta
llegar al control total de España y su anexión por Roma habrá que esperar doscientos años,
hasta Augusto, en el año 19 a.C.
La conquista de España significó para Roma una profunda transformación política y militar.
Incluso cambiaron su calendario. Antes el año comenzaba el Io de marzo. Ahora, a partir
del 19 a.C. comienza el 1° de enero.
Expulsados los cartagineses, para hacer frente a la sublevación indígena, Roma crea dos
provincias en España, con dos ejércitos independientes. Al parecer, los dos gobernadores de
sendas provincias fueron muy opresores y los romanos se vieron enfrentados a dos guerras
paralelas. En ambas lograron vencer, si bien en una de ellas, contra Numancia, Roma debió
enviar a su mejor general, Escipión Emiliano. Necesitó nueve meses de sitio para que se
rindiera, en 133 a.C.
Posteriormente, hubo diversas sublevaciones que los romanos lograron aplastar
definitivamente el año 19 a.C.
19
Manual de Derecho Romano. Historia extema de Roma 5.3. LOS ITALIANOS
Los italianos, sometidos a Roma por tratados, debían pagar tributos, pero no gozaban de los
beneficios que tenían los romanos: no participaban en el reparto del botín de guerra, aunque
debían ir a pelear por Roma. Además, tampoco se les continuó dando la ciudadanía romana.
Un tribuno propuso un proyecto final para concederles dicha ciudadanía y, al perderse, los
italianos se sublevan y organizan un ejército de cien mil hombres que hostiliza
continuamente a Roma. Constituyen un estado independiente y hasta acuñan su propia
moneda.
El senado considera que las cosas habían ido demasiado lejos y resolvió enviar dos ejércitos
contra los sublevados. Al darse cuenta de que no podrían sofocar la rebelión y de que esos
ejércitos eran necesarios en otras partes del imperio, Roma acuerda conceder la ciudadanía
romana, por etapas, a todos los italianos. Les exigió que dentro del plazo de dos meses
fueran a inscribirse donde el pretor. Así, con esta hábil maniobra, logró desarmar las
organizaciones de resistencia que se habían formado y fue posible chequear a los italianos a
quienes se les daría la ciudadanía.
6. CRISIS DE LA REPÚBLICA 6.1. CAUSAS
La primera causa de decadencia de la república fue la falta de representatividad en lo
político. Gobernaba una fracción muy pequeña de ciudadanos, en desmedro de la gran
mayoría.
Otra de las causas estuvo en la necesidad de reclutar soldados entre los no ciudadanos, entre
los que no eran propietarios. Estos nuevos soldados quedaban sometidos a una especie de
clientela, en una suerte de servicio personal con sus generales. Se sustituye el régimen
republicano por un régimen de poder personal.
20
Maximiano Errázuriz Eguiguren 6.2. MARIO
Numidia era un reino vasallo de Roma. El rey de Numidia mató a uno de sus hermanos y
despojó al otro de la parte que le correspondía en el reino. El hermano desposeído recurrió
a Roma, pero el rey de Numidia compró a jueces y senadores. Roma envió tropas a
Numidia, pero los generales fueron comprados. Finalmente Mario, hombre modesto, es
enviado por Roma a Numidia y vence al rey. El triunfo de Mario desprestigia a la nobleza y
permite la reorganización del partido democrático. Fue combatido por Sila, pero éste debe
huir, junto con muchos senadores, luego de que Mario también lo derrota. Sila representaba
a la oligarquía romana.
6.3. SILA
Vuelve Sila a Italia y combate al partido democrático durante dos años. Finalmente lo
vence, restableciendo el poder de la oligarquía.
Sila no pretendió nunca perpetuarse en el poder. De ahí que obtenido el triunfo, gobernó
sólo cuatro años. En ese período efectuó diversas reformas. Aumentó el poder del senado y
liberó a diez mil esclavos jóvenes, a quienes otorgó la ciudadanía romana. Ellos
reconocieron como patrono al propio Sila.
Sila se retira a su campo y muere a la edad de sesenta años.
6.4. POMPEYO Y CESAR
La reforma constitucional de Sila, que devolvía el poder a la oligarquía, no tuvo gran
duración debido a la falta de cohesión del senado. El partido democrático recuperó su
fuerza.
Por otra parte, la provincia de España no había podido ser sometida definitivamente. Allí
se había instalado una
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
anti-Roma democrática. Es así como el senado romano decide enviar a Pompeyo a España.
Al mismo tiempo, estalla una sublevación de esclavos en Roma y se designa a Craso para
que la aplaste.
Ambos triunfan, Pompeyo en España y Craso en Roma. Cuando todo hacía prever una
lucha entre ellos por el poder, se ponen de acuerdo y hacen un pacto con el partido
democrático para destruir la constitución oligárquica de Sila. Sin embargo, al final
Pompeyo y Craso se enemistan, pese a ser ambos cónsules.
El Senado da amplios poderes a Pompeyo, incluso la facultad de declarar la guerra sin
consultar a nadie. Mientras tanto Craso actúa como jefe del partido democrático y es
apoyado por Julio César, que recién comenzaba a actuar en la política.
Más tarde César va como gobernador de España. Vuelve, cubierto de gloria, y se une a
Pompeyo y a Craso formando el primer triunvirato. Esta alianza persigue obtener
beneficios para todos: a Pompeyo se le aprobarán todos los actos realizados mientras estuvo
en Oriente, adonde fue después de España; a Craso se le darán amplios poderes y César
podrá dictar dos leyes agrarias expulsando previamente a dos tribunos que se oponían.
En definitiva, César asumió el gobierno de las Galias, Craso el gobierno de Siria y
Pompeyo el de España y Libia.
Pero el triunvirato estaba condenado a morir: fallecieron Craso y la mujer de Pompeyo, que
era hija de Julio César, de modo que los vínculos de César con Pompeyo se debilitaron
mucho.
Pompeyo, hombre ambicioso y sin escrúpulos, no asumió personalmente la gobernación de
España y Libia sino que envió representantes suyos. Mientras tanto, creó un clima de
violencia en Roma para conseguir lo que finalmente obtuvo: que el senado lo designara
cónsul único, con amplios poderes. A partir de entonces Pompeyo vio en César un enemigo
que podía amagar sus posibilidades de mando. Decidió neutralizarlo. Para conseguirlo,
obtuvo del senado un pronunciamiento
22
Maximiano Errázuriz Eguiguren
que impedía a César ser designado cónsul al término de su gobernación en las Galias. La
oligarquía apoyó a Pompeyo y el partido popular cerró filas en torno de César.
La guerra entre César y Pompeyo estaba declarada.
César con sus soldados ocupa Roma sin resistencia mientras Pompeyo escapa. Luego envía
hombres a España para cuidar la provisión de trigo a Roma. Pompeyo logra reunir su gente,
que estaba dispersa en las provincias, y enfrenta a César siendo completamente derrotado.
Escapa a Egipto, pero muere allí, asesinado por orden del rey de Egipto. Hasta allá llega
César, que se queda cautivado por Cleopatra.
Mientras César goza de los encantos de Cleopatra, el orden senatorial se organiza en Roma,
donde gobierna Marco Antonio, lugarteniente de César. Las tropas de éste son derrotadas en
África y, ante la emeigencia, regresa César a Italia, pone orden y obtiene una resonante
victoria sobre el orden senatorial. Es colmado de gloria y de honores, llegando a convertirse
casi en una divinidad humana.
La república, entretanto, se había desmoronado para ser gobernada por una oligarquía a la
que venció César.
Este deseaba instaurar una monarquía, pero fue asesinado (44 a.C.) y sus proyectos
quedaron detenidos.
6.5. OCTAVIO
Los que habían conspirado contra César creyeron que desaparecido éste volvería la
oligarquía a gobernar, pero el orden senatorial no estaba en condiciones de hacerlo. Los
seguidores de César eran muchos, comenzando por Marco Antonio, cónsul en ejercicio,
quien le organizó un funeral de honor.
Lépido sucede a César como Pontífice Máximo.
Julio César, en su testamento, había dejado como su heredero a un sobrino nieto, de 18
años, Octavio.
Octavio se encontraba fuera de Roma. Regresa a la ciudad a reclamar su herencia y Marco
Antonio no se la entrega.
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
VI. AUGUSTO
1. EL PRINCIPADO
Octavio, heredero de César, se siente en la necesidad de dar forma a la idea monárquica de
su causante. Buscará dicho objetivo, pero por otros caminos.
Octavio decide restituir el poder al senado, liberada la república de los asesinos de César y
de sus opresores. Se hace de rogar bastante para continuar y decide compartir el poder con
el senado.
Cuando muere Lépido es elegido Pontífice Máximo.
Muchas veces se le insta a que acepte la dictadura perpetua, pero él se opone.
Augusto establece el principado, que será el sistema de gobierno característico durante todo
el alto imperio.
2. LA PAX ROMANA
Augusto logra la pax romana en todo el imperio. Durante sus cuarenta años de gobierno
reordena el estado en lo político, económico y social.
Augusto sanciona a los célibes y a los casados sin hijos. Viendo que los esclavos
disminuyen por las manumisiones, pone Jímite a éstas. Establece que los que obtengan su
libertad, no por ello serán automáticamente ciudadanos romanos.
Toma medidas para evitar que religiones orientales se introduzcan en Roma.
En todo orden de cosas, incluso en obras públicas, hizo importantes adelantos.
3. AMPLIACIÓN DEL IMPERIO Y SU DEFENSA
Augusto no pretende ampliar indefinidamente un imperio que ya en la república llegó a ser
enorme. Sólo quiso exten-
28
29
fuerte inflación. Los señalados factores originaron una atroz crisis económica. El comercio
se paralizó, la producción se detuvo. Comenzó el trueque por el deterioro del circulante. La
gran crisis económica del siglo III marca una división tajante en la historia de Roma.
VIII. EL BAJO IMPERIO (285 al 476)
1. CARACTERÍSTICAS
La anarquía militar provoca el desaparecimiento del principado y su reemplazo por una
autocracia, verdadera monarquía oriental. Este régimen se ha llamado dominado porque el
emperador ya no es el primero entre sus ciudadanos sino el amo, el señor, el dueño, y los
ciudadanos son ahora subditos. Incluso, los de más alta jerarquía deben prosternarse en el
suelo para saludar al emperador. Con su cabeza deben tocar la tierra.
La capital se traslada de Roma a Constantinopla, donde casi se une Europa con Asia.
Asimismo, triunfa el cristianismo.
Estas son las principales características de este período del bajo imperio.
2. DESDE DIOCLECIANO HASTA LA MUERTE DE TEODOSIO EL GRANDE (285 al
395)
Los últimos emperadores de la anarquía militar fueron Caro y Carino. Al primero sucede
Diocleciano y el segundo también muere, quedando Diocleciano en mayo del año 285
como emperador único e indiscutido.
Este poseía gran capacidad militar y política. Sacó al mundo romano de la anarquía y
constituyó el régimen nuevo del bajo imperio, el dominado.
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31
Capítulo Segundo
BASES DE APLICACIÓN, PERIODIFICACION Y FUENTES DEL DERECHO
ROMANO
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37
rían a la posibilidad de votar y de ser elegido (ius sufragii y ius honorum, respectivamente),
derechos políticos; y a la facultad de contraer matrimonio de acuerdo al derecho civil
romano (ius connubii) y celebrar actos de comercio según el mismo ius civile (ius
comercii). Estos dos últimos, derechos civiles.
De lo anterior se desprende que el derecho romano es un privilegio del que gozan
solamente los ciudadanos romanos y, de parte de él, los llamados ciudadanos latinos. Estos
tenían una situación intermedia entre los ciudadanos y los peregrinos o extranjeros.
El derecho que rigió para los ciudadanos romanos se llamó ius civile o ius quiritium,
derecho civil o quiritario.
Los que no eran ciudadanos romanos, los peregrinos, se regían en sus asuntos por el ius
gentium, derecho de gentes. Este era el derecho común a todos los hombres. Fue creado por
los magistrados romanos para resolver los conflictos entre peregrinos o entre peregrinos y
ciudadanos.
Los peregrinos eran no ciudadanos y no latinos que vivían en tierras sometidas al poder de
Roma. Los que vivían más allá de los límites romanos no eran peregrinos sino simplemente
barbari u hostcs (enemigos).
Al ampliarse el poder romano, lo que sucedió con mucha rapidez a partir de las guerras
púnicas, Roma no obliga a los pueblos sometidos a adoptar su derecho. Por otro lado, los
romanos no se limitaron a anexar territorios que aumentaran el tamaño del suyo propio.
Aspiraron a formar un verdadero estado supranacional. Por eso, la relación de los pueblos
sometidos con Roma es de variada índole. En todo caso, a los peregrinos se les respetan sus
costumbres y sus leyes. Continúan viviendo sus propios sistemas jurídicos y no gozan del
derecho civil romano sino cuando, más adelante, obtengan la ciudadanía romana.
La cantidad de personas que no eran ciudadanos y la multiplicidad de problemas entre
ciudadanos y peregrinos, o de peregrinos entre sí, obligaron a los magistrados a crear el tus
38
Maximiano Errázuriz Eguiguren
países enteros. Tal es el caso de España: en el año 73 Vespa-siano le otorgó ese privilegio.
Por último, en el año 212 d.C. el empeiador Caracalla concedió la ciudadanía romana a
todos los hombres libres del Imperio. Para ello dictó la llamada Constitutio Antoniniana.
En esa época, bajo la monarquía militar instaurada por los Severos, la condición de ser
ciudadano romano ya no representa ningún privilegio especial. Pero la Constitución
Antoniniana tiene la enorme importancia de unificar el derecho aplicable en el mundo
romano. Sin embargo, ello resulta más teórico que real, pues en esa época —como se verá
luego— la costumbre tenía una gran importancia. Podía llegar a primar incluso sobre la ley.
Precisamente por esta razón, el derecho romano se va transformando de manera desigual en
las distintas regiones del Imperio, dando cabida a peculiaridades locales, con frecuencia
informadas por los viejos indígenas.
Este fenómeno es el que conduce a la formación de sistemas llamados de derecho romano
vulgar, del que más de alguna vez oiremos hablar.
2. PERIODOS TRADICIONALES
Sin perjuicio de terminar la periodificación examinando el llamado vulgarismo de
Occidente y el desarrollo en Oriente hasta la muerte de Justiniano, comencemos por la
etapa más antigua conocida del derecho romano.
2.1. EL DERECHO ARCAICO
El derecho civil o derecho quiritario, aplicable exclusivamente a los ciudadanos romanos,
caracteriza este período. Su fuente por excelencia está en los mores maiorum. El concepto
de mos comprende los preceptos morales, cuyo observancia está prescrita al hombre por su
conciencia (ética, moral) y también por los usos de observancia no impuestos por la fuerza.
En el respeto a los mores maiorum, a la buena tradición de los antepasados, se manifiesta el
espíritu conservador de los romanos.
42
43
Antonios y los Severos. Y, junto a ellos, los jurisconsultos, que trabajan sin descanso para
lograr soluciones jurídicas adecuadas.
2.3. EL DERECHO POSTCLASICO
Este derecho comienza con Diocleciano, en 285 d.C. Roma debió esperar cincuenta años,
hasta que terminó la anarquía que se produjo con la muerte de Alejandro Severo, para que
llegara, con Diocleciano, el derecho postelásico. Se caracteriza porque la fuente de este
derecho es una sola, la voluntad omnipotente del dominus. Este era quien tenía el poder
bajo la nueva constitución política establecida por Diocleciano, llamada dominado.
Esto no significa en general la abrogación de las anteriores, salvo en lo que respecta a la
derogación expresa del código teodosiano y al hermetismo jurídico del corpus iuris. Es un
interesante período en que los hombres de derecho trabajan asiduamente sobre los escritos
de los jurisconsultos clásicos y aun sobre las fuentes del antiguo ius civile. Sin embargo, la
configuración del sistema jurídico es otra. En vez de la flexibilidad que permitía el
casuismo del derecho clásico, ahora se tiende a las generalizaciones. Se procura establecer
principios de los que se deducen las soluciones. Desaparece el procedimiento formulario y
los medios procesales dejan de ser el corazón del derecho privado. En lugar de un sistema
de acciones se va gestando un sistema de derechos subjetivos en que la acción, el medio
procesal, no es sino una consecuencia del derecho que se tiene. Hasta entonces se tenía un
derecho porque se tenía una acción. En adelante, se tendrá una acción porque se tiene un
derecho.
Esta es la época del llamado procedimiento extraordinario. Dicho sistema procesal, como se
verá oportunamente, se basa en que todo el juicio se tramita ante jueces que son
funcionarios del Estado y a través de diversas instancias procesales.
El cambio de método produce una notoria declinación jurídica. Es bastante sintomático que
no aparezca ningún gran
jurista sino sólo algunos compiladores. Los grandes juristas llegan hasta la época clásica.
Para terminar con los períodos del derecho romano, digamos algo acerca de dos que no se
consideran tradicionales: el vulgarismo en Occidente y el desarrollo del derecho romano en
Oriente, hasta la muerte de Justiniano.
2.4. EL VULGARISMO EN OCCIDENTE
La situación de este período final del derecho romano tiene aspectos muy diversos en
Occidente que en Oriente. Occidente había sido romanizado y en el Oriente, en cambio,
confluyen sobre el derecho romano las influencias griega y helenística.
Recordemos que el mundo romano se dividió en dos a la muerte de Teodosio, en el año
395. El imperio de Occidente, que desaparece en 476, va a ser desde antes el asiento de
Estados germánicos, unos más romanizados como los ostrogodos, visigodos y burgundios,
y otros muy poco como los francos.
El derecho romano, que en todo caso era el de la mayoría de la población, sufre un
fenómeno que llamaremos vulgarismo. Consiste en un claro deterioro de los conceptos
jurídicos. Desaparece la finura del derecho clásico y se llega a simbiotizar instituciones que
eran muy diversas. Por ejemplo, se confunde el arrendamiento con el comodato y con el
precario.
Otro síntoma son los rústicos resúmenes simplificados de obras de la jurisprudencia clásica
y la interpretación práctica que se anota junto al texto de las constituciones del Código
Teodosiano.
Este vulgarismo va a ser uno de los elementos de los derechos medievales de Occidente.
2.5. EL DESARROLLO DEL DERECHO ROMANO EN ORIENTE, HASTA LA
MUERTE DE JUSTINIANO
En Oriente, el fenómeno es distinto que en Occidente. El imperio se mantiene y va a
subsistir hasta el final de la Edad Media, convertido en el Imperio Bizantino.
44
45
Gayo habla aquí solamente del derecho civil y del derecho de gentes. No menciona el
derecho natural. Según Ulpiano, "el derecho natural es aquel que la naturaleza enseña a
todos los animales, ya que este derecho no es propio del género humano, sino común a
todos los animales que nacen en el cielo, en la tierra y en el mar".
Para entender la correlación entre estas tres clases de derecho se podrían dibujar tres
círculos concéntricos: el círculo más amplio sería el derecho natural, derivado de la ratio
divina y aplicable a todos los seres vivos del cosmos; el círculo más interno representaría, a
su vez, el derecho de gentes, derivado de la razón natural y aplicable a todos los hombres
de todas las naciones; y, finalmente, el círculo más pequeño representaría el derecho civil,
es decir, el propio derecho de una civitas determinada.
El derecho romano tuvo diversas fuentes, las que variaron según las distintas épocas.
Dice Gayo que "en cuanto a las normas jurídicas del pueblo romano, las mismas surgen de
las leyes, de los plebiscitos, de los senadoconsultos, de las constituciones imperiales, de los
edictos emanados de quienes tienen el ius edicendi de las respuestas de los prudentes"
(Instit., I, 2).
Papiniano repite la misma lista de fuentes del derecho de Roma, pero diferenciando las que
corresponden al ius civile (leyes, plebiscitos, senadoconsultos, constituciones imperiales y
respuestas de los prudentes) de la que corresponde al ius praetorium, es decir, el edicto de
los pretores.
1. LA COSTUMBRE
Durante la época monárquica, la costumbre tuvo especial relevancia.
Las primeras manifestaciones relativamente jurídicas las encontramos en Roma en el
derecho consuetudinario, en el mos maiorum o consuetudo, es decir, en la costumbre. En
este período las relaciones entre las "gentes" no suponen ma-
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yores complicaciones, por lo que no se advierte la necesidad de leyes escritas hasta mucho
tiempo después. Esto último no ocurre hasta ya comenzada la República, cuando bajo la
presión que ejerce la plebe el patriciado se ve obligado a ceder, consintiendo en la
redacción de la ley de las XII Tablas.
Para los romanos, derecho y costumbre son términos distintos.
El concepto mos comprende los preceptos morales, cuya observancia está prescrita para el
hombre por su conciencia. Son normas éticas, morales. También deben entenderse entre los
mos los usos que no son consecuencia de coerción, usos que no son obligatorios
coercitivamente.
La idea de que el uso continuado genera Derecho consuetudinario es ajena a los juristas
clásicos. Solamente la doctrina del siglo V concibe la continuada vigencia provincial del
Derecho vulgar y en Oriente, la de los derechos populares helenísticos, como Derecho
consuetudinario designado con las palabras mos o consuetudo.
La escuela romano-oriental, de acuerdo en esto con la filosofía griega, distingue entre ius
ex scripto y ius ex non scripto.
Por otro lado, los mores maiorum también se invocan para limitar la esfera de los derechos
subjetivos. Algunos abusos de estos derechos se entienden como una violación de los
deberes morales con la comunidad. Especialmente el abuso del poder que el ordenamiento
jurídico entrega al paterfamilias y que importa una amplia facultad de disposición sobre los
hijos. Aunque el pater tenía derecho a disponer hasta de la vida de sus hijos, si un pater
abusaba de este derecho se consideraba que estaba ofendiendo a las divinidades y era
castigado, en virtud de los mores maiorum, como autor de un sacrilegio.
En la antigua república interviene en estos casos el censor con su específica jurisdicción
relativa a las costumbres. Puede declarar al autor del abuso la pública desaprobación de que
ha sido objeto su conducta mediante la nota censoria y puede, además, imponerle ciertas
sanciones de carácter social y político o penas tributarias.
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
porque las mismas leyes, por ninguna otra cosa nos obligan sino porque fueron recibidas
por el consentimiento del pueblo. También obligará con razón a todos, aquello que sin
constar por escrito aprobó el pueblo, porque más tiene que conste por escrito la voluntad
del pueblo, declarada por votos, que el que la declare con hechos y costumbres. Por lo cual
también está legítimamente (concebido) que se deroguen las leyes, no sólo por la voluntad
del legislador, sino también por el no uso tácito por consentimiento de todos" (I, 3, 32).
Los emperadores del Bajo Imperio procuran limitar la fuerza de la costumbre, privando de
valor a aquélla contra la ley. Era una posición lógica, si se recuerda el autoritarismo de esos
monarcas que se consideran los únicos formuiadores de la norma. En esta línea limitadora
encontramos una constitución del año 319, de Constantino, que está en el Código Teo-
dosiano. Sin embargo, era tal la fuerza de la costumbre, que estas disposiciones no logran
éxito. Esto se advierte en el hecho de que muchas de las instituciones de derecho romano
vulgar que conocemos son de esta época.
Cabe hacer presente que el término "derecho romano vulgar" corresponde a un fenómeno
perfectamente legítimo de la época clásica. Como es lógico, el ámbito de aplicación de sus
disposiciones está circunscrito a lugares o territorios bien determinados.
En el Bajo Imperio y, principalmente, en Occidente, ocurre un deterioro o simplificación
institucional que a veces ha sido llamado también derecho romano vulgar. Sin embargo,
para evitar confusiones es mejor denominarlo con el término vulgarismus.
2. LA LEY
El estudio de la ley como fuente del derecho romano nos lleva a examinar:
a) las leges propiamente tales;
b) los edictos de los magistrados;
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
c) los senadoconsultos legislativos; y
d) las constituciones imperiales.
2.1. LEGES PROPIAMENTE TALES
Se da en Roma el nombre de lex al documento que emana de la voluntad de las asambleas
de ciudadanos que tienen competencia para dictarla. Dichas asambleas son los comicios
centuriados y por tribus. En ellos se votaban las llamadas leges rogatae. Reciben este
nombre porque antes debe tener lugar una rogatio hecha por un magistrado. Puede ser un
cónsul quien lo haga o bien un pretor o un censor. Estos últimos, con poca frecuencia.
Los cónsules eran los únicos que podían presentar roga-tiones ante los comicios
centuriados. Los pretores y censores sólo podían hacerlo ante los comicios por tribu.
Las leyes se identifican con el nombre del magistrado que hizo la rogatio.
Durante la época de la República, la ley Hortensia (287 a.C.) dio al plebiscitum la misma
fuerza obligatoria que la ley. Se conoció como plebiscitum el acuerdo de las asambleas de
la plebe, tomado previa rogatio de un tribuno.
Los proyectos de ley o de plebiscito, antes de ser presentados a una asamblea, debían ser
aprobados por el senado.
En la asamblea el proyecto se vota en bloque. No cabe discusión. Los votos se emiten por
medio de cédulas que llevan una letra A (antiqua) para reprobarlo y las iniciales UR (uti
rogos) para aprobarlo.
A veces los magistrados que presentaban una rogatio reunían previamente el comicio, de
manera informal, para permitir la libre discusión. A estas reuniones se las llamaba
contiones.
La circunstancia de que el proyecto debiera ser aprobado o rechazado en bloque obligaba a
una redacción muy precisa y, a menudo, de pocas disposiciones.
Además de las leyes rogatae, emanadas de las asambleas, se dio el nombre de ley a otras
dos formas de expresiones jurídicas: las leges datae y las leges dictae.
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Las Jeges datae son ordenamientos o disposiciones que emanan de un magistrado. Se basan
en una autorización concedida por una ley rogatae.
Las leges dictae son disposiciones administrativas en materia de hacienda.
Por último, cabe consignar que fuera de las leyes rogatae, datae y dictae, también se empleó
el término lex para designar una resolución de los comicios por curias, la llamada lex
curiata de imperio. Sin embargo, ésta no es una ley sino un acto administrativo por el cual
se fija el momento en que entra en funciones un magistrado con imperio. Los comicios
curiados no tuvieron atribuciones legislativas.
Especial importancia reviste la ley de las XII Tablas, denominada lex duodecim tabolarum
o ley decenviral. Es una breve codificación de variadas materias, especialmente de derecho
privado y que se realizó, según la tradición, alrededor del 450 a.C. En ese año se habrían
suspendido todas las magistraturas designándose, en su lugar, a los decenviri legibus
scribundis. Estos habrían redactado diez tablas de leyes. Al año siguiente, otro colegio de
decenviros habría redactado otras dos.
El relato tradicional sobre los orígenes de la ley de las XII Tablas está rodeado de leyendas,
muy pocas de las cuales se aceptan hoy como verdad histórica.
El texto original de las XII Tablas se habría destruido en el incendio de Roma, provocado
por los galos el año 390 a.C. Al parecer, se habría vuelto a redactar y, según Cicerón, el
nuevo texto era conocido en el siglo I a.C.
Desde el siglo XVII se han tentado diversas reconstrucciones, muchas de ellas en forma
aventurada. En todo caso, las noticias que poseemos están plagadas de interpolaciones
(agregados posteriores).
Es interesante detenerse un momento en la discusión que, a propósito de la ley de las XII
Tablas, tienen Sexto Cecilio y el filósofo Favorino. Ha llegado hasta nosotros gracias a las
"Noches Áticas", obra de Aulo Gelio, historiador romano del siglo II:
"El sabio jurisconsulto Sexto Cecilio conocía a fondo las leyes romanas, y las explicaba con
la autoridad del saber y la experiencia. Un día esperábamos juntos en el patio Palatino el
momento de saludar a César; Favorino se le acercó y departió con él en presencia de
numeroso auditorio. Llegaron a hablar de las leyes decenvirales que los decenviros,
nombrados para este fin, hicieron y mandaron grabar en Doce Tablas. Sexto Cecilio, que
había estudiado las leyes de tantas ciudades, celebraba la exquisita previsión y claro estilo
de estas leyes. A esto replicó Favorino: En general es cierto eso, y con tanta curiosidad he
leído las leyes decenvirales como los diez libros de Platón sobre las leyes. Sin embargo, en
unos puntos me han parecido oscuras y hasta bárbaras; en otros muy dulces, y en algunos
hasta mal expresadas. En cuanto a las oscuridades, dijo Sexto Cecilio, no deben imputarse
tanto a los que las redactaron como a los que las leen sin comprenderlas. En último caso,
excusable es no entenderlas, porque el tiempo ha arrebatado el lenguaje y los usos antiguos,
haciendo muy difícil la inteligencia de las leyes de entonces. Las leyes de las Doce Tablas
se escribieron trescientos años después de la fundación de Roma; y desde aquella época han
transcurrido nada menos que setecientos años. Pero ¿dónde encuentras en estas leyes
excesiva severidad? ¿Consideras bárbara la ley que castiga con la muerte al juez o arbitro
que, nombrados según la ley, se dejan corromper por dinero? ¿Acusarás acaso a la que
declara al ladrón, cogido en flagrante delito, esclavo del robado? ¿O a la que concede
derecho para matar al ladrón nocturno? Dime tú, que tanto gustas del estudio de la
sabiduría, si la perfidia del juez que, violando todas las leyes divinas y humanas, vende su
conciencia y su juramento; si la audacia del ladrón cogido en flagrante delito; si la violencia
insidiosa del ladrón nocturno, no merecen la pena de muerte. No me preguntes mi opinión,
respondió Favorino; bien sabes que en nuestra escuela estamos más acostumbrados a
investigar que a decidir. Me limitaré a citarte un juez que no debe desdeñarse, el pueblo
romano, que ha querido castigar esos crímenes, pero con penas menos severas habiendo
dejado morir de
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
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vejez las leyes que ordenaban castigos tan desproporcionados con la culpa. El pueblo vio
hasta inhumanidad en la disposición que prohibe suministrar una litera al ciudadano citado
a juicio a quien la edad y las enfermedades impiden andar, y que ordena se le coloque sobre
una bestia de carga y sea llevado desde su casa al comítium ante el pretor, como el muerto
que llevan a enterrar. ¿Por qué el enfermo, incapaz de defender su causa, va al tribunal
atado a una bestia de carga? Pero he dicho que estas leyes pecaban en otros puntos por
excesiva lenidad. ¿Qué opinas de la pena impuesta por injuria. "Si alguno, dice la ley,
infiere injuria a otro, pagará multa de veinticinco ases". Ahora bien, ¿cuál será el indigente
que por veinticinco ases se privará del placer de insultar? Así es que Q. Labeón, vuestro
Labeón mismo, no aprobaba esta ley; y con esto motivo íefiere en su obra sobre las Leyes
de las Doce Tablas la singular costumbre de un tal Lucio Veracio, hombre desalmado y
extraordinariamente malévolo. Su mayor placer consistía en aplicar ¡a palma de la mano a
la mejilla de un hombre libre. Seguíale un esclavo con una bolsa de ases en la mano; y en
cuanto el amo aplicaba una bofetada, el esclavo, según lo dispuesto por la ley, entregaba
veinticinco ases. Más adelante, consideraron los pretores que convenía abandonar esta ley,
y declararon que nombrarían recuperadores para la apreciación de las injurias. He dicho, en
fin, que en estas leyes el sentido no está siempre de acuerdo con las palabras. Citaré la del
talión: hela aquí, si no me engaña la memoria: "Si alguno rompe un miembro, y no se
llegase a un acuerdo, habrá talión". Prescindo de la barbarie de la venganza, y me pregunto
cómo podrá ejecutarse la ley en estos términos. ¿Cómo podrá aquel a quien han roto un
miembro, rompiendo otro, poner la pena al nivel de la injuria? ¿Qué sucederá si le han roto
el miembro sin querer? Necesario será, para que haya talión, castigar por imprudencia al
que ha delinquido por imprudencia; porque, en último caso, un golpe fortuito y un golpe
premeditado no forman talión. Pero ¿cómo para castigar a un imprudente se ha de usar el
derecho de imprudencia, único que concede la ley?
"Aunque se haya herido con intención, no se querrá recibir herida más ancha o profunda
que la inferida, y me pregunto dónde están el peso y la medida para arreglar esto. Si se hace
más o difeientemente, ¡qué ridicula atrocidad! La ley tendrá que admitir nuevo talión y
reciprocidad de heridas hasta lo infinito. En cuanto a las leyes bárbaras que permitían a los
acreedores cortar y repartirse el cuerpo del deudor, que el juez les adjudicaba en común,
quiero olvidarlas: me hace daño hablar de ellas. ¡Qué barbarie! ¡Qué ultrajante
inhumanidad la de desgarrar y repartirse los miembros de un deudor pobre, como se
reparten hoy los bienes! Aquí Sexto Cecilio abrazó a Favorino con los dos brazos, diciendo:
"No, no recuerdo hombre alguno que conociese como tú, no solamente la Grecia, sino la
misma Roma. ¿Qué filósofo ha profundizado las leyes de su escuela como tú las leyes
decenvirales? Pero deten un momento el curso de la argumentación académica, reprime el
gusto que te lleva a atacar y a defender todo lo que os agrada, y examina con más madurez
la naturaleza de lo que has condenado. En primer lugar, no te apresures a condenar esas
antiguas leyes, cuya mayor parte ha abandonado el pueblo romano. ¿Ignoras, acaso, que las
leyes son remedios cuyo mérito depende de la oportunidad, y que deben cambiar según las
costumbres de los tiempos, la situación de los asuntos públicos, las conveniencias del
momento y el estado de la enfermedad que hay que curai? Las leyes, pues, no son
inmútales: son como el cielo y el mar, mudables: están sometidas a los acontecimientos, a
la fortuna, al tiempo... ¿Qué cosa más saludable que la ley de Estolón sobre el número de
yugadas que podían poseerse? ¿Qué cosa más útil que el plebiscito de Voconio, que privaba
a las mujeres del derecho de heredar? ¿Qué cosa más indispensable para refrenar el lujo de
los ciudadanos que la ley Licinia y las demás leyes suntuarias? Y, sin embargo, todas estas
leyes han desaparecido bajo el desbordamiento de la opulencia romana. ¿Pero qué
inhumanidad encuentras en la ley más humanitaria de todas, según mi opinión, la ley que
concede un jumentum (bestia de carga) al anciano o al enfermo citado en justicia? He aquí
los térmi-
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nos de la ley: "Si hay llamamiento en justicia y si la edad o una enfermedad impide al
defensor, que el actor proporcione un jumentum. Si el primero no quiere, no se dará litera".
Tal vez creerás que se trata aquí de enfermedad grave con fiebre y temblor, y que jumentum
significa una sola bestia de carga para llevar a lomo, y te parece poco humanitario sacar a
un enfermo del lecho y trasladarlo al tribunal. ¿No es así, querido Favorino? La enfermedad
de que habla la ley es sencilla disminución de fuerza y de salud, no existiendo fiebre ni
peligro de muerte. La enfermedad grave, que arruina y destruye la salud, no se llama, en
otra ley de las Doce Tablas, enfermedad solamente, sino "enfermedad maléfica". Jumentum
no tenía en otro tiempo el sentido único que hoy, sino que significaba también carro
arrastrado por dos bestias a la par: nuestros padres sacaban esta palabra de jugere. Arcera
designaba un carruaje cubierto, una especie de cofre grande, lleno de mantas, en el que se
hacían llevar acostados los enfermos y ancianos. ¿Era inhumano conceder un carro a un
hombre pobre o indigente, llamado a juicio, y que no podía andar por enfermedad en los
pies o por cualquier otro motivo? Si la ley no le hace preparar litera es porque bastaba un
carro cualquiera para simple disminución de fuerzas. Los legisladores quisieron evitar por
este medio los perpetuos aplazamientos a que habría servido de pretexto la enfermedad, a
poco que no se quisieran cumplir los compromisos o burlar la acción de la justicia. Pero
pasemos a otra censura: la injuria se castigó con multa de veinticinco ases; pero no se
pagaban tan baratas, querido Favorino, todas las injurias. Sin embargo, este corto número
de ases formaban peso considerable, porque el as valía entonces una libra. Sea de esto lo
que quiera, las injurias graves inferidas, no solamente a hombres libres, sino hasta a los
esclavos, un hueso roto, por ejemplo, se castigaban con más severidad. Para ciertas injurias
existía la pena del talión. Pero tú, ¡hombre excelente!, atacas al talión, y le atacas con poco
miramiento. La ley no está de acuerdo con sus términos, decías/ ingeniosamente. Nunca
habrá talión, porque la fractura de un miembro no equilibrará jamás exactamente la fractura
de
otro miembro. Reconozco que difícilmente podría establecerse la balanza. Pero ¿qué
quisieron los decenviros? Disminuir y hasta suprimir los golpes y las heridas, y creyeron
conseguirlo con el miedo del talión. No opinaron que un hombre que, después de haber roto
un miembro humano, no quisiera rescatarse del talión, mereciese tantos miramientos, que
fuese necesario averiguar si había herido con intención o sin querer, y medirle con cinta o
pesarle con balanza su talión. Quisieron que en él hubiese igualdad de golpes y paridad de
miembros; pero no pudieron exigir que hubiese igualdad de efectos, porque se es dueño de
la voluntad, pero no de los efectos del golpe que se ha descargado. Si así es (y la misma
naturaleza de equidad lo prueba), habrá más sutileza que justicia en esa reciprocidad de
taliones de que hablabas. Pero esa pena te parece demasiado severa. Dime, ¿qué severidad
hay en hacerte lo que tú has hecho a otro? Y todavía te dejan el derecho de convenir; y si
sufres el talión es porque lo has elegido. ¿Qué edicto del pretor sobre la apreciación de las
injurias te parece más justo? En fin, no quiero dejarte ignorar que la ley del talión concluía
siempre por llevar las partes ante el juez. El acusado que no había querido convenir era
condenado a la pena del talión; si no obedecía, el juez apreciaba el daño y señalaba la
multa. Así, pues, cuando el acusado consideraba las condiciones duras y el talión amargo,
toda la severidad de la ley se reducía a una multa.
"Queda ahora ese despedazamiento del cuerpo humano que tanto te repugna, y acerca del
cual voy a contestar. La práctica constante de todas las virtudes fue la que hizo pasar tan
rápidamente al pueblo romano de la debilidad de su origen al esplendor de su grandeza. La
virtud que mejor practicó fue la buena fe, siendo sagrada para él en las relaciones privadas
lo mismo que en los asuntos públicos, llegando, por no violarla, hasta entregar a los
enemigos ilustres cónsules. Quiso que al cliente, cuya fe se había recibido, se le estimase
más que a los parientes y hasta se le defendiese contra éstos. No había delito más hediondo
que el abandono del cliente. Nuestros padres quisieron establecer esta buena fe, no
solamente
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en la reciprocidad de deberes, sino que también en las relaciones comerciales, y sobre todo
en el préstamo, creyendo que la indigencia pasajera en que todos pueden encontrarse
quedaría privada de socorros si el deudor podía, con poco riesgo, burlar al acreedor.
Confesada una deuda, o probada en juicio, se tenían treinta días para buscar la cantidad y
solventarla. Los acreedores llamaron justi a estos días, porque eran una especie de
justitium, un llamamiento en justicia, un intersticio, durante el cual no podía reclamarse
legalmente nada. Transcurrido este plazo, si no se había pagado, se citaba al deudor ante el
pretor, que lo adjudicaba al acreedor reconocido por sentencia. Entonces se ataba al deudor
con un nervio o con trabas. Creo que éste es el sentido de la ley: "Confesada la deuda y
pronunciada la sentencia, se tendrán los treinta días fijados por la ley. Después habrá
detención: el deudor será llevado en justicia. Allí, si no paga, y si nadie lo reclama,
lléveselo el acreedor; que le ate con un nervio o con trabas, que pesen por lo menos quince
libras, y más pesadas, si quiere. Si el acreedor quiere, que el deudor viva a su costa; si no
vive a su costa, el acreedor le dará una libra de harina por día, y si quiere, más". También se
tenía el derecho de convenir; si no se hacía convenio, se estaba sesenta días con las
ligaduras. En este espacio de tiempo había tres días de mercado, durante los cuales, y en
cada uno de ellos, se le llevaba al comitium ante el pretor, que recordaba la cantidad debida.
En el tercer día se le decapitaba o se le vendía, trasladándose al otro lado del Tíber, como
extranjero. Ahora bien, esta pena de muerte, cuyo objeto era poner la buena fe a cubierto de
todo ataque, se encontraba rodeada de todo lo que podía hacerla formidable. Si se
adjudicaba el deudor a muchos acreedores, la ley les permitía despedazarlo, si querían
repartírselo. Podrías creer que retrocedo ante los términos de la ley, y por lo mismo los cito:
"Después de tres días de mercado, se le despedazará, y si se corta demasiado o muy poco,
no habrá fraude".
"¿Hay algo más bárbaro?, ¿algo más atroz? No, sin duda; pero ¿no es evidente que no se
había establecido un castigo
tan tremendo sino para no recurrir a él? Diariamente vemos adjudicar y atar; ¿por qué?
Porque los malvados no temen a las ligaduras. No he leído ni oído decir que ningún hombre
fuese despedazado en la antigüedad; ¿por qué? Porque no se arrostra semejante castigo.
Supongamos, ¡oh! Favorino, que la famosa ley penal de las Doce Tablas, contra los falsos
testimonios, no estuviese abolida; que al testigo falso se le precipitase todavía desde la roca
Tarpeya; ¿habría muchos testigos falsos? La severidad de la ley es muchas veces lección de
conducta. Leemos los historiadores, poco numerosos, de los primeros tiempos de Roma, y
conocemos la historia de Meto Fufecio. Aquel albano, por haber violado su tratado con el
rey de Roma, fue atado a dos carros que partían en sentido contrario, y lo desgarraron.
Suplicio nuevo y terrible; ¿quién lo duda? Pero he aquí lo que dice el poeta más elegante:
"Pero tú, Albano, debías cumplir tu palabra".
"Esta disertación de Sexto Cecilio mereció la aprobación de todos los oyentes y elogios del
mismo Favorino; y como nos anunciaron que había llegado el momento de saludar a César,
nos separamos".
A mediados del siglo V a.C. la fuente del derecho por excelencia era la costumbre, los
mores maiorum, de que ya hablamos. Es probable que el contenido de la ley de las XII
Tablas no sea otra cosa que una redacción escrita y promulgada de ese derecho
consuetudinario. La transcripción de este derecho consuetudinario habría sido resultado de
una imposición de la plebe, que deseaba seguridad y fijeza en la formulación del derecho.
Hasta entonces, la interpretación de la norma consuetudinaria estaba oficialmente
encargada al colegio de los pontífices, integrado aún exclusivamente por patricios.
La producción de leyes comiciales no es muy abundante. Esto se explica por el enorme
respeto que se tiene a la costumbre, frente a la cual la lex constituye una modificación
realizada generalmente con cautela y aun sin derogar la ñor-
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
El Codex Theodosianus es una recopilación oficial dividida sistemáticamente en dieciséis
libros y éstos, en títulos.
Los libros I a V tratan del derecho privado; del VI al VIII se refieren a la competencia de
los funcionarios; el IX versa sobre el derecho y los procedimientos penales; el X y parte del
XI recaen sobre materias fiscales; el resto del XI trata sobre las apelaciones; los libros XII a
XIV versan sobre la organización municipal y corporativa; el XV, de las obras y diversiones
públicas; y el XVI, del derecho canónico y de las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
El Codex Theodosianus derogó todas las constituciones anteriores no contenidas en él.
Convino además Teodosio II con su colega el emperador de Occidente, Valentiniano III,
que se comunicarían mutuamente las nuevas constituciones para promulgarlas en ambas
partes del mundo romano. De estas nuevas constituciones,' novelas (novellae leges) de los
emperadores nombrados y de sus sucesores, se hicieron algunas recopilaciones que han
llegado hasta nosotros refundidas en una sola.
3. EL PLEBISCITO
Los plebiscitos (de plebs, plebe, y de scitum, decidido por) eran las decisiones tomadas por
los consilia plebis interrogados por los tribunos.
■ Dice Gayo que "el plebiscito (plebiscitum) es lo que la plebe (plebs) ordena y establece.
La "plebs" difiere del "po-pulus" en que se llama "populus" a la totalidad de los
ciudadanos, comprendidos los patricios, mientras que se entiende por "plebs" a todos los
ciudadanos, excluidos los patricios. Es por esto que los patricios decían que los plebiscitos
no los obligaban, puesto que su autoridad no intervenía en ellos; pero posteriormente fue
aprobada la ley Hortensia que estableció que los plebiscitos obligaban al pueblo entero: de
este modo quedaron asimilados a las leyes" (I, 3).
El problema señalado por Gayo fue resuelto por la mencionada ley Hortensia, como él
mismo lo señala. Dicha ley
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Manual de Derecho Romano. Historia extema de Roma
5. LAS CONSTITUCIONES IMPERIALES
También se pueden considerar como una suerte de leyes o como fuente independiente de
derecho. Valga todo lo ya dicho sobre la materia.
6. RESPUESTAS DE LOS PRUDENTES
"Son los dictámenes y opiniones de aquellos a quienes se ha concedido la facultad de crear
el derecho. Cuando todas las respuestas concuerdan en un sentido, la opinión tiene fuerza
de ley, pero si disienten, entonces el juez puede seguir el parecer que quisiera; así es como
lo ha decidido un rescripto del divino Adrianus", dice Gayo (I, 7).
Examinaremos las Respuestas de los Prudentes más adelante, a propósito de la doctrina de
los jurisconsultos.
7. LA DOCTRINA DE LOS JURISCONSULTOS
Además de las fuentes señaladas, hay que agregar la doctrina de los jurisconsultos. A este
propósito examinaremos varios aspectos:
7.1. INTERPRETACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA
Hasta el siglo III a.C. la interpretación de la norma jurídica, contenida en las costumbres o
en la ley, era una atribución exclusiva del colegio de los pontífices. A ellos recurrían los que
necesitaban de los tribunales para obtener las fórmulas de las acciones, averiguar cuáles
debían emplear y saber el calendario judicial.
La secularización de la interpretación tiene un proceso prolongado: se hace datar su
comienzo de cuando Apio Claudio (siglo IV a.C.) tuvo ocasión de consultar los archivos
pontificales y en ellos tomó una serie de notas que le permitieron
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
cuyo sentido racional se hace aparente desde que Tiberio Coruncanio inicia la práctica de
explicar en público los fundamentos de sus respuestas.
Los jurisconsultos, sin embargo, permanecen siempre en un plano científico y teórico, sin
descender jamás a las consideraciones relativas a prueba de hechos, cuya competencia
corresponde el iudex. Por eso, las respuestas suelen asumir la forma condicional, en que el
elemento determinante es la veracidad de los hechos aducidos por quien consulta.
El responsum puede tener lugar no sólo a propósito de una consulta privada, sino también
como resultado de una formal pregunta que dirige el magistrado a su consilium compuesto
por juristas. Así, indirectamente, es la jurisprudencia la que juega un papel fundamental en
la confección del edicto del magistrado ya que éste, en virtud de su potestad, acoge las
sugerencias o indicaciones de los prudentes y les da fuerza obligatoria.
En la época de Augusto se da a la doctrina de los jurisconsultos un reconocimiento explícito
de fuente del derecho con la creación del ius respondendi, que consiste en dar una fuerza
semejante a la ley a las opiniones de ciertos grandes jurisconsultos de manera que obligasen
a los jueces. Los emperadores concedieron el ius respondendi a numerosos jurisconsultos y
en ocasiones invistieron de ese valor a todas las obras de algunos.
Adriano reglamentó la aplicación de las opiniones en los tribunales, disponiendo que si
había unanimidad de pareceres entre los jurisconsultos cuyos escritos gozaban del
privilegio, el juez debía acomodar la sentencia a ellos, pero en el caso de divergencia, podía
elegir la opinión que creyera más acertada.
Desde mediados del siglo III ya no hay jurisconsultos con ius respondendi, pero se emplean
los libros de aquellos que en vida los tuvieron y aun de otros, para alegar sus opiniones ante
los tribunales,
A fin de \reglamentar la multitud de opiniones de los autores que eran invocados, los
emperadores tomaron algunas medidas. Así, Constantino en el año 321 estableció la prela-
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
por IQS libros ad Sabinum; y la masa papinianea, formada por obras de Papiniano y otras.
Cada subcomisión, siguiendo un esquema acordado previamente, habría reunido el material
aprovechable. Hecho esto, la comisión, en pleno, habría integrado los textos de las diversas
subcomisiones y practicado las interpolaciones necesarias.
Con posterioridad a Bluhme se han planteado otras hipótesis para explicar la rapidez con
que los encargados cumplieron la tarea de compilar el Digesto. Se ha llegado a afirmar que
el relato de estos trabajos, que hace el propio Justiniano, sería una falsedad y que la mayor
parte de la labor habría ya estado hecha con anterioridad. Es la teoría radical la que cree en
la existencia de un predigesto.
Sin separarse del descubrimiento de Bluhme, que hoy es incontrovertible, se cree que los
compiladores justinianeos contaron con trabajos anteriores, obras principalmente
pedagógicas, que les habrían ahorrado tal vez una cuarta parte de su tarea.
3. LAS INSTITUCIONES
Paralelamente a la preparación del Digesto y por obra de los profesores Doroteo y Teófilo,
dirigidos por Triboniano, se realizó la redacción de un manual elemental de derecho, las
Instituciones de Justiniano, que el emperador dedicó "a la juventud amante de las leyes" y
promulgó como cuerpo legal el 21 de noviembre de 533, entrando en vigencia el 30 de
diciembre de ese año, junto con el Digesto.
Las Instituciones comprenden cuatro libros, divididos en títulos, y abarcan
sistemáticamente las materias de derecho privado. Los redactores utilizaron como fuente las
Instituciones de Gayo y otros escritos de ese jurisconsulto, además de varios manuales de
Marciano, Florentino, Ulpiano y Paulo y pusieron especial atención en hacer notar las
innovaciones introducidas por Justiniano.
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Manual de Derecho Romano. Historia extema de Roma 4. EL SEGUNDO CÓDIGO
La redacción del Digesto y las numerosas constituciones de Justiniano destinadas a
introducir reformas o interpretaciones, hicieron envejecer el Código de 529. Esto obligó a
la preparación de un nuevo código, obra de Triboniano y Doroteo con el auxilio de tres
abogados. Este nuevo código, que se llamó Codex Imtinianus Repetitas praelectionis,
abrogó el anterior y fue puesto en vigencia el 29 de diciembre de 534.
El código comprende doce libros cuyo contenido es el siguiente: Libro I, derecho público y
eclesiástico; libros II a VIII, derecho privado; libro IX, derecho procesal y procedimiento
penal, y libros X al XII, derecho administrativo.
Los libros están divididos en títulos y en éstos las constituciones aparecen en orden
cronológico.
5. LAS NOVELAS
Se llama novelas a las constituciones posteriores al código de Justiniano y de sus sucesores
inmediatos, de las cuales se conocen tres colecciones del siglo VI.
6. CORPUS IURIS CIVILIS
Es el nombre que se da al conjunto del derecho justi-nianeo, es decir, a las Instituciones,
Digesto, Código y Novelas. Los tres primeros cuerpos rigen con igual valor armónico; las
novelas, como posteriores, tuvieron una vigencia preferen-cial ya que pudieron derogar
disposiciones de los otros textos.
Capítulo Tercero
ESTRUCTURA POLÍTICA Y ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DE ROMA
I. ESTRUCTURA POLÍTICA
1. ANTECEDENTES GENERALES
Roma fue fundada por los etruscos. Entre el 753 a.C, fecha legendaria de su fundación, y el
600 a.C, aproximadamente, la organización política que tuvieron los romanos coincidió con
la etrusca. El rey —jefe militar, juez y sacerdote-tenía un senado que lo asesoraba. Lo
integraban cien paires, designados por el mismo rey, y sus resoluciones carecían de fuerza
obligatoria. Eran sólo recomendaciones.
En lo que respecta a la comunidad, aquellos que contribuían con el pago de impuestos y el
servicio militar, también estaban representados en este senado sui generis y además, en los
comicios curiados. Estos últimos, además de dar fuerza, poder, en una palabra, imperium al
rey, tenían otras funciones: admitir a nuevos ciudadanos; en su seno se otorgaban
testamentos, etc.
En cuanto a la organización religiosa, se crean varios colegios sacerdotales que dependen
exclusivamente del rey.
El pueblo estaba dividido en dos clases sociales: los patricios y los plebeyos. Estos últimos
colaboraban con los reyes etruscos pagando impuestos, sirviendo como soldados y en
variadas materias, por lo que contaron siempre con el apoyo y
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
romano. En virtud de la ley Valeria Horatia los plebiscitos se hicieron obligatorios para
todo el estado, previa aprobación por el senado. Finalmente, en el año 287 a.C, la ley
Hortensia no exigió el visto bueno del senado y los plebiscitos rigieron para todo el estado
romano, sin restricción alguna.
Poco a poco, en la forma señalada, la plebe fue obteniendo igualdad de derechos frente a
los patricios en todos los campos. Finalmente se llega a la llamada constitución patricio-
plebeya, que integra a unos y otros casi en un mismo plano, pero con más beneficios para
los plebeyos. Estos tuvieron acceso a todos los cargos, salvo al de edil curul. Los patricios,
en cambio, quedaron mucho más limitados: no pueden ser ediles plebeyos ni menos
tribunos. Esta constitución se apoya en tres fundamentos: el pueblo reunido en comicios; el
senado y los magistrados.
El escritor Polibio, de Megalópolis, refiriéndose a esta constitución patricio-plebeya,
sostiene que había tal armonía que resulta difícil determinar si el régimen de gobierno es
una monarquía, una aristocracia o una democracia. Dice Polibio que "las tres formas de
gobierno de que he hablado más arriba, se hallaban amalgamadas en la constitución
romana, y la parte de cada una estaba tan exactamente calculada, todo estaba en ella tan
equitativamente combinado que nadie, ni entre los romanos, hubiera podido decir si era una
aristocracia (una democracia) o una monarquía. Esta indecisión era, por lo demás, muy
natural. Examinando bien los poderes de los cónsules, se hubiera dicho que constituían un
régimen monárquico, una realeza; a juzgar por los (poderes) del senado era, por el
contrario, una aristocracia; en fin, si se consideraban los derechos del pueblo, llegaba a
aparecer de que se trataba francamente de una democracia".
Al afianzarse la constitución patricio-plebeya, hacia el 300 a.C, desaparecen las clases
sociales políticas y acaba la separación de patricios y plebeyos, con la salvedad ya
mencionada relativa al acceso a ciertos cargos. La lucha se había prolongado desde el 509
hasta el 300 a.C.
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma 2.2. ORGANIZACIÓN DEL
PUEBLO
El pueblo se organiza, políticamente, en dos clases de comicios: los comicios por tribus,
que se basan en el territorio que ocupan los integrantes de dichas tribus, en lo que podrían
ser hoy las juntas de vecinos; y los comicios centuriados, que se basan en el censo.
La misma base territorial de las tribus sirve para la reunión de las asambleas de la plebe.
Estas son convocadas por un tribuno. Estas asambleas de la plebe eligen a los tribunos, a
los ediles plebeyos y votan los plebiscitos.
La organización realmente política del pueblo romano está representada por los comicios
centuriados. Ellos tienen la facultad de votar las rogationes de leyes. Dichas rogationes son
proposiciones hechas por los cónsules. Los mismos comicios centuriados eligen a los
magistrados y conocen de las provoca-tiones ad populum, última instancia a que tiene
derecho un ciudadano condenado a la pena de muerte.
En cuanto a los comicios por tribus, además de ser presididos por un cónsul, pueden ser
dirigidos también por un pretor, pero sólo están facultados para elegir a los ediles cúrales, a
los cuestores y a los magistrados inferiores.
También tienen facultades legislativas y pueden votar las rogationes propuestas por el
magistrado que los preside. No les compete la provocatio en caso de condena a muerte de
alguien, pero sí, en ciertos casos en que la sentencia ha consistido en una multa.
2.3. EL SENADO
Hasta el año 312 a.C. el senado lo integraban sólo patricios. A contar de esa fecha se
estableció que los senadores serían elegidos por los censores sobre la base del censo
elaborado por ellos mismos cada cinco años. Más tarde, formaron parte del senado todos
los ex magistrados, con lo que el proceso se transformó en un sistema mecánico.
El número de senadores varió según la época. Con Sila
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íueron seiscientos. Julio César los aumentó hasta llegar a novecientos. Augusto nuevamente
redujo su número.
Durante la república el senado desempeña diversas funciones. Le corresponde llevar la
política interior y exterior del estado. Se encarga de las relaciones internacionales y actúa
como tribunal de justicia en materia criminal. Debe dar, además, la auctoritas patrum para
las rogationes o proposiciones de ley.
Le corresponde declarar si la rogatio procede; si es materia de ley.
Las decisiones del senado carecían de fuerza obligatoria porque el senado no tenía
imperium, esto es, facultad para obligar coercitivamente a acatar sus resoluciones. Sin
embargo, atendida su fuerza moral, casi siempre obligaban.
Los acuerdos del senado se llamaban senatus consulta. Se basan en su auctoritas. Hubo
senatus consulta de fatales consecuencias. Uno de ellos, por ejemplo, consideró que
determinada religión, de salvación y misterio, atentaba contra la seguridad de Roma. En
virtud del referido senatus consultum que la prohibía, mucha gente fue condenada a muerte.
En determinada circunstancia, calificadas como de emergencia para la seguridad de la
república, se dictaba un senatus consultum ultimum por el que se suspendían una serie de
garantías constitucionales de los ciudadanos, pudiendo actuar los magistrados como
verdaderos dictadores. Entre otras garantías, se terminaba la provocatio ad populum
mientras duraba el estado de emergencia constitucional.
2.4. LOS MAGISTRADOS 2.4.1. Los cónsules
La revolución del 509 a.C. sustituye al rey por dos cónsules electivos anuales a quienes
pasó el ilimitado imperium que tenía el rey etrusco. La única limitación de los cónsules era
la intercessio o derecho a veto que cualquiera de ellos tenía sobre el otro.
Los cónsules eran elegidos por los comicios centuriados. Eran inamovibles durante ese año,
salvo que se designara un dictador.
El cónsul tenía facultades semejantes a las del antiguo etrusco: era jefe militar;
administraba justicia; podía proponer proyectos de ley.
En lo que se refiere a las atribuciones religiosas que tenía el rey etrusco, algunas quedaron
en manos de los cónsules y otras a cargo de los sacerdotes.
2.4.2. Los pretores
Los pretores fueron creados en el 367 a.C. Se debió a que los cónsules, como jefes
militares, pasaban fuera de Roma y no tenían tiempo para administrar justicia. Fue entonces
cuando se estimó necesario tener personas que se dedicaran exclusivamente a la
administración de justicia, sin moverse de Roma. Así se crearon los pretores.
El pretor, colega menor del cónsul, era elegido —lo mismo que los cónsules— en los
comicios centuriados. Tenía imperium, sus decisiones eran obligatorias, pero carecía de la
intercessio o veto frente al cónsul.
Más tarde, a consecuencia de las conquistas, en el año 242 a.C. se hizo necesario crear un
segundo pretor, llamado peregrino, en contraposición al anterior, llamado pretor urbano. El
pretor peregrino fue encargado de administrar justicia entre quienes eran peregrinos, esto
es, no ciudadanos, o entre ciudadanos y peregrinos. De esta manera la pretura llegó a
integrar un grado de cursus honorum situada inmediatamente después del consulado y en la
cual los colegas tienen recíproca intercessio.
Al aumentar las provincias, el número de estos magistrados llegó a seis.
Los pretores actuarán mediante edictos, que constituyen una de las más importantes fuentes
del derecho romano durante la época clásica.
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Maximiano Errázuriz Eguigiiren 2.4.3. Los ediles cumies
Junto con crearse la pretura, en el 367 a.C, se crearon dos nuevos magistrados, los ediles
curules. Constituyeron un cuerpo colegiado que se incorporó al cursus honorum en un
grado inferior a los pretores.
Debían encargarse de la limpieza de la ciudad, de la reparación de calles, plazas y edificios
públicos. Otra de las funciones que les correspondieron —y que habrá de tener mucha
importancia en el futuro— fue el cuidado del mercado. En su edicto establecieron
determinadas regulaciones especiales para el contrato de compraventa.
2.4.4. Los cuestores
En un comienzo ayudaban a los cónsules. En el siglo V a.C. eran dos; a mediados del siglo
III a.C. aumentaron a ocho y con Sila fueron veinte.
Los cuestores se encargaban de las finanzas. Manejaban el aerarium supervisados por el
senado. De los cuestores que había, sólo dos se dedicaban a estas funciones en Roma. Los
demás cuestores pasaban en provincias para colaborar con quienes las gobernaban.
El orden señalado constituye el llamado cursus honorum, magistraturas que van de superior
a inferior.
2.4.5. Los censores
La censura se creó en el año 443 a.C. Los censores, que debían ser consulares, estaban
fuera de grado y su función consistía en la elaboración del censo, que se efectuaba cada
cinco años. Hasta mediados del siglo IV a.C. únicamente los patricios podían ser censores.
A partir de entonces, en que ingresó un plebeyo, éstos también pudieron alcanzar la
censura.
Los censores eran elegidos por el comício centuriado cada cinco años y duraban en el cargo
dieciocho meses. Terminaban su actuación con una ceremonia religiosa llamada lustratio.
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
La importancia de los censores estaba en que ellos podían formar el álbum senatorial, de
donde se elegía a los senadores. Además tienen el derecho de vigilar a los ciudadanos en
virtud de la llamada cura mores. Así, junto a cada ciudadano podían colocar en el censo una
nota califícatoria. Esta calificación se refería tanto a la vida pública como a la vida privada.
Si era negativa, podía el referido ciudadano ser impedido de desempeñar cargos de estado.
2.4.6. El dictador
Debido a las dificultades que presentaba el sistema colegiado, la constitución republicana
permitía una autoridad personal y con poderes extraordinarios. Se autorizó, entonces, que
en ciertos casos los cónsules fueran reemplazados por un dictador dotado de plenos
poderes. Su duración en el cargo no puede exceder lo que dure la emergencia y, en ningún
caso, de seis meses.
Hasta ahora hemos visto los magistrados que integraban el llamado cursus honorum
superior: cónsules, pretores, ediles curules y cuestores. Los censores, fuera de escalafón, y
el dictador para casos excepcionales.
Sin embargo, además del cursus honorum superior hubo un cursus honorum infeiior.
Integraban este último los tresviri capitales, encargados de la prisión de los ciudadanos
sometidos a proceso; los tresviri monetales, encargados de la acuñación de moneda y otros.
2.5. REPRESENTANTES DE LA PLEBE. TRIBUNOS Y EDILES PLEBEYOS
Desde que comenzó la lucha entre patricios y plebeyos éstos eligieron sus propios tribunos.
La plebe los votaba organizada en tribus. Los tribunos duraban un año en el cargo y eran
diez.
Los tribunos tenían la intercessio en toda su amplitud.
84 Maximiano Errázuriz Egmguren
Sólo se suspendía en caso de dictadura o de emergencia establecida por el senatus
consultum ultimum.
La persona de los tribunos era sagrada. Cualquier atentado contra ellos acarreaba para el
hechor la. pérdida de sus bienes en beneficio de los dioses de la plebe.
Un tribuno estaba facultado para condenar a muerte a quien considerase enemigo de la
plebe. El afectado tenía, sin embargo, el derecho de recurrir a la provocatio ad populum
ante el concilium plebis.
El tribuno tenía también la facultad de presentar rogatio-nes o proposiciones de plebiscito.
Al término de la lucha entre patricios y plebeyos, se mantuvo el cargo de tribuno. La
oligarquía lo equiparó al grado de los ediles, abriéndoles la carrera de las magistraturas y el
ingreso al senado.
Más tarde, Sila hizo del tribunado una carrera cerrada, habiendo actuado hasta ese
momento los tribunos casi siempre como directores o caudillos del partido popular.
Junto a los tribunos de la plebe aparecen también los ediles plebeyos. Estaban encargados
de funciones religiosas y económicas en lo que se refiere a los intereses de su clase.
2.6. LA CRISIS DE LA CONSTITUCIÓN PATRICIO-PLEBEYA
La expansión de Roma por toda Italia y, en general, por todo el Mediterráneo crea un nuevo
esquema político y social en el que aparecen tres clases bien diferenciadas: la nobleza
gobernante, orden senatorial cuya más alta expresión son los cónsules; el orden ecuestre,
formado por los caballeros, quienes tienen en sus manos el comercio, la banca y el cobro de
impuestos; y el pueblo, formado por los campesinos y el proletariado.
Estas clases conforman el panorama interno de Roma durante los siglos III y II a.C.
La expansión de Roma terminó por arruinarla. En efecto, las luchas democráticas y la
guerra social que tuvieron lugar
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
en la segunda mitad del siglo II y a principios del I a.C. fueron las características de la vida
interna romana mientras extendía sus dominios cada vez más lejos.
2.6.1. En cuanto a las luchas democráticas, éstas se pro
dujeron en torno a la demagogia de los hermanos Graco.
Ambos quisieron reformar el sistema de latifundios que se había
establecido al ocupar el orden senatorial el ager publícus. Cayo
Graco obtiene la aplicación de la ley agraria propuesta por
Tiberio. Se atrae el orden ecuestre arrendándole el cobro de
los impuestos de la provincia de Asia.
2.6.2. En lo que respecta a la cuestión italiana, se plantea
al participar los aliados intensamente en las guerras de con
quistas con cuerpos auxiliares y fuertes tributos, pero sin ob
tener ventaja alguna en el reparto del botín. Ante la negativa
del Senado a conceder la ciudadanía romana, se originó una
dura guerra hasta que, en el año 90 a.C, una lex luilia otorgó
la ciudadanía a los latinos y demás italianos no sublevados. En
el 89 se dicta la ley Plautia Papiria, que la hace extensiva a
todos.
Para descubrir la causa de la crisis del régimen republicano basta analizar las consecuencias
de las conquistas. Una organización que resultaba muy adecuada para una ciudad estado, no
lo era para administrar y gobernar un imperio.
La creación de nuevas provincias y la necesidad de mantener largas campañas militares
hizo cambiar al soldado ciudadano por mercenarios que se hallaban vinculados al jefe, de
modo personal, por lazos mucho más fuertes de los que los unían a la república.
Por otro lado, la clase dirigente ha perdido las condiciones morales que la caracterizaban,
para dejarse llevar por lo ambición y la codicia. Los intereses económicos escapan al
control del senado y la plebe urbana comienza a tomar conciencia de clase. Todo esto,
unido a la falta de un régimen representativo, hace que sólo unos pocos ciudadanos —los
que están en Roma— puedan manejar el gobierno.
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Manual de Derecho Romano. Historia extema de Roma
esta manera, con la asociación al poder imperial, el candidato oficial debía ser confirmado
el día de la muerte del emperador mediante una simple formalidad de parte del senado.
4. EL ALTO IMPERIO (14-285) 4.1. DINASTÍA JULIO-CLAUDIA (14-68)
Los cuatro primeros sucesores de Augusto pertenecieron a su familia, por sangre o por
adopción.
Tiberio (14-37) continuó la política de Augusto. En lo que respecta a la organización
administrativa, dio al senado nuevas atribuciones, como la de elegir los magistrados
propuestos por el príncipe, atribución que tenían los comicios, que dejan de reunirse.
También da al senado la potestad legislativa. Administra cuidadosamente el tesoro público
e impone un gobierno honrado en las provincias.
Al final de su período implanta la ley del terror y, creyendo ver enemigos por todos lados,
castigó injusta y duramente a muchas personas. Su muerte fue un alivio para Roma.
Lo sucedió Calígula, enfermo mental, que es asesinado el año 41.
A Calígula sucede Claudio (41-54). Fue un buen gobernante. Perfeccionó la organización
administrativa central y estableció oficinas imperiales que fueron regentadas por libertos.
Dictó también importantes normas de derecho privado.
Fue débil de carácter y su mujer, Agripina, que era a la vez sobrina suya, le impuso que
designara como sucesor a Nerón, hijo de un matrimonio anterior de ella.
4.2. LOS FLAVIOS (69-96)
El suicidio de Nerón acaba con la dinastía Julio-Claudia.
El ejército, que ha descubierto su fuerza, hace reconocer por el senado a varios
emperadores, porque las legiones no se ponían de acuerdo. Vespasiano, el cuarto de los
designados,
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
acepción, "provincia" significa territorio extraitálico sometido a Roma, al que no se aplica
el derecho quiritario.
Durante Ja república las provincias fueron gobernadas por cónsules o pretores y más tarde
también por promagistrados, quienes conservaban su impeñum por un año. Más adelante
Sik estableció que los magistrados debían desempeñar su cargo un año en Roma y luego ir
a las provincias como propretores o procónsules. A mediados del siglo I a.C. Pompeyo
exigió a los cónsules o pretores que desearan ir a provincias haber desempeñado el cargo en
Roma al menos durante cinco años antes.
Por otra parte, se crean tribunales de justicia permanentes, llamados quaestiones perpetuae.
Su función consistía en juzgar a los gobernadores al término de su período.
La organización referida cambia el año 27 a.C, cuando Augusto y el senado se reparten las
provincias. Como se dijo anteriormente, las pacificadas quedan en poder del senado y las
que requerían de la presencia de una guarnición militar pasan a ser gobernadas por el
emperador, quien delega su autoridad específica en un legati Augustus en calidad de
procónsul de todas ellas. Esta distribución subsiste hasta la reforma de Diocleciano.
Aunque las provincias senatoriales continúan gobernadas por promagistrados, el emperador
sigue interviniendo en ellas de diversos modos. Por de pronto, nombra representantes
directos suyos para que actúen junto con los gobernadores.
Las provincias imperiales donde hay representantes designados por el emperador quedan
sujetas a dichos funcionarios, que son remunerados, durante cinco años. Al término de ese
plazo, se renueva el nombramiento, se sustituye al funcionario por otro o, simplemente, se
le elimina. Estos gobernadores, llamados legati Angustí:, deben salir del orden consular o
pretorio, según lo establecido para cada provincia. Tienen atribuciones militares y están
secundados por un procurator Angustí que se encarga de la hacienda, y por legati juridici,
para ejercer la jurisdicción.
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma 1.3.2. Las ciudades libres
Están en la misma situación que las ciudades federadas, pero el respeto a su organización
interna no emana de un acuerdo con Roma sino que es eKresultado de un acto unilateral de
Roma. En consecuencia, en cualquier momento pueden perder su autonomía. '
1.3.3. Las ciudades estipendiarías o tributarias
Eran las más numerosas. Se encuentran completamente sometidas al gobernador romano
que las rige. Mantienen su sistema judicial y administrativo, pero Roma, en cualquier
momento, puede ordenarles que lo modifiquen. Deben pagar impuestos: el más importante
es el stipendium, tributo territorial. También a veces servicios personales y el alojamiento
de tropas romanas.
1.3.4. Las ciudades arrasadas por Roma
Eran aquellas que habían opuesto tenaz resistencia a Roma. Fueron arrasadas y destruidas.
Sus habitantes son llamados peregrinos dediticios. Se les prohibe vivir en Roma, además de
tener otras limitaciones. Sí se les sorprende en Roma, viviendo allí, caen en esclavitud.
En lo que respecta a ciudades típicamente romanas, el municipio es la ciudad romana por
excelencia. El emperador Claudio y, más tarde, Vespasiano hicieron amplias concesiones de
latinidad a poblaciones de Occidente, bajo condición de que se constituyeran en
municipios. Esto permitió que las poblaciones estuviesen preparadas para recibir la
ciudadanía romana, otorgada a todos los habitantes libres del imperio mediante la
Constitución Antoniana, promulgada en el 212 por el emperador Caracalla.
En los municipios aparece el poder público dividido entre el pueblo, el senado y los
magistrados.
El pueblo actúa a través de los comicios. Ahí elige a los magistrados y a veces también
legisla.
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En el siglo II los magistrados son elegidos por la curia y los comicios desaparecen. El
senado —que aquí se llama curia— está formado por cien decuriones. Estos se eligen cada
cinco años por los magistrados supremos de ese año, que se llaman duoviri quinquenales,
encargados de redactar el álbum decuriorum. La curia es una asamblea deliberante con
facultades políticas; también está encargada de recaudar los impuestos.
En los municipios las magistraturas, al igual que en Roma, son anuales y colegiadas. Sus
titulares gozan de la intercessio o derecho a veto sobre las decisiones de su colega.
Los magistrados supremos son los duumviros. En el municipio están provistos de las
facultades que en Roma tienen los cónsules, pretores y censores. Forman parte del cursus
h&-norum superior. Por la importancia de sus atribuciones judiciales se les llama también
duoviri iure dicundo. En un grado inferior están los ediles encargados de la hacienda
municipal.
La crisis económica que sufrió Roma en el siglo III arruinó al municipio. El cargo de
decurión se transformó, de un honor, en un deber. Los decuriones respondían
personalmente del cobro de los impuestos, lo que les acarreó muchos problemas, porque la
mayoría no estaba en condiciones de pagar impuestos.
Para evitarse problemas, algunos individuos se hacen religiosos o, incluso, prefieren la
servidumbre. El poder central, entonces, hace de la curia un cuerpo cerrado y a las personas
que reúnen ciertos requisitos se les incorpora obligatoriamente a ella.
Las crecientes dificultades llevaron al poder central a reemplazar a los magistrados. Ya a
fines del siglo II, el encargado de supervigilar la hacienda es el curator reipublicae.
En el siglo IV se crea el defensor civitatis. Su misión es proteger al pueblo de la operación
tributaria ejercida por los curiales.
En los últimos tiempos del imperio encontramos la intervención ilimitada de un jefe militar
llamado comes civitatis.
Por último, a partir del Edicto de Milán, en 313, los obispos católicos tienen una enorme
influencia en la administra-
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directos conviene resaltar el stipendium, que lo pagan las ciudades provinciales, como se
vio. Hay también otros impuestos directos como los que gravan a la industria y al comercio.
Es el caso de la llamada collatio lustralis, una especie de patente que se paga cada cinco
años.
También hubo impuestos indirectos. Por ejemplo, el que grava en un cinco por ciento las
herencias y legados; el que se aplica a los esclavos manumitidos. El primero se llama
vicessima hereditatum y el segundo vicessima libertatis. Estos dos impuestos se destinaron
al mantenimiento del ejército al ser reorganizado por Augusto y al no contar con el botín de
guerra debido a su política defensiva.
Más adelante tuvieron también importancia los derechos de aduana, cobrados en dinero o
en especie.
La recaudación se hacía directamente, a través de los órganos del Estado, o indirectamente,
mediante el arriendo de la percepción. En este caso, el valor era una suma alzada y el
arrendatario era, en general, alguna empresa de publícanos.
2.2. LA ADMINISTRACIÓN MILITAR
Durante la república, el ejército está formado por ciudadanos romanos. Todos son varones y
tienen entre 17 y 46 años. El período de la conscripción duraba desde que el joven cumplía
los 17 años, prolongándose, ininterrumpidamente, hasta que llegaba a los 46. Hasta el siglo
I a.C. los únicos excluidos eran los no propietarios. Mario los incorporó para sus campañas
contra cimbrios y teutones. Este es el origen de un cuerpo militar profesional.
Con Augusto se crea el ejército permanente y pagado con un servicio de 25 años, pero con
buen trato.
Al terminar al servicio se obtiene la honesta missio: el soldado licenciado recibe cierta
cantidad de dinero, un terreno y se hace acreedor de ciertos honores.
La organización militar romana se basa en un sistema doble: el núcleo fundamental es la
legión. Está compuesta por cinco mil a seis mil soldados. Predomina en ella la infantería.
La forman sólo ciudadanos romanos. Por otro lado hay cuerpos auxiliares formados por
peregrinos. Los auxiliares se agregan a las legiones en un número de hombres igual al que
compone una de dichas legiones.
A fines del imperio se elude la conscripción militar, lo que será una de las causas de la
decadencia.
Al establecerse el limes, los ejércitos son colocados en las fronteras, dejándose
desguarnecido el interior del imperio. Se crean guardias de campesinos, los castellani.
Al comenzar a romperse el limes por el advenimiento de los bárbaros, se celebran pactos de
federación y pasan los bárbaros a defender las zonas limítrofes en contra de otros bárbaros.
La legión se quiebra como organización bélica en la batalla de Adrianópolis, frente a la
caballería germana. Esto da origen a grandes cuerpos de caballería romana.
Durante la república, recordemos que el mando del ejército lo tenían los cónsules. En el
imperio, en cambio, el emperador es el único jefe (maius) y el mando lo ejercen, como
representantes suyos, los legati Augusti.
Los gobernadores de provincias son, a la vez, generales y tienen una jerarquía de oficiales a
sus órdenes. En el bajo imperio, con las reformas de Diocleciano se separan los cargos
civiles de los cargos militares y se crean los cargos de los jefes de ejército, los magistri
militum. Al principio eran dos y llegan a ser ocho. Se mantienen luego de la división del
imperio. En el siglo V aparecen nuevos títulos en el ejército: el duque (dux), que es un
delegado con funciones exclusivamente militares; y el conde (comes), miembro de la
comitiva del emperador, a quien se le delega determinada función militar.
El ejército romano fue también factor de importante progreso. Los soldados construyeron la
maravillosa red de carreteras y los puentes proyectados por los ingenieros militares.
2.3. EL CULTO
El culto, en la religión romana, es un verdadero servicio público. Este principio se mantiene
a lo largo de toda la his-
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Manual de Derecho Romano. Historia externa de Roma
Manes son los antepasados que ayudan a entrar al cielo a los parientes que han fallecido.
Penates son dioses a los que se venera en una ceremonia que se efectúa una vez al año.
Todo esto va acompañado de largos ritos. Creen que el espíritu del fallecido se hará
maligno si no es objeto 1de ellos.
En los últimos cien años de la república, durante la época de las
conquistas, los ciudadanos sienten mayores necesidades religiosas y espirituales.
Comienzan a llegar religiones del Oriente, con teologías dogmáticas y morales, religiones
de salvación y misterio como por ejemplo el culto egipcio a Isis, el culto frigio, el judaismo
y el cristianismo.
El senado procura reaccionar prohibiendo los nuevos cultos y condenando a muerte a
quienes los practiquen. Es conocido lo que sucedió con el culto a Baco. Dio origen a una
verdadera masacre.
Las cosas cambian radicalmente en el siglo I. Los peligros que acechaban a los soldados en
las continuas campañas que realizaban indujeron a los romanos a aceptar religiones que
creían en otra vida: el culto frigio de Mitra, el judaismo, el culto egipcio de Isis, etc.
Augusto, luego de poner en marcha su política defensiva, se aboca a la cuestión religiosa y
trata de restituir la religión tradicional. Para ello crea el culto imperial en función del
Imperio, para facilitar su unidad. En las provincias se rindió culto al emperador vivo
juntamente con la diosa Roma. En la capital, en cambio, sólo pasaba a ser dios el
emperador muerto y siempre que fuese acreedor de la apoteosis.
Los representantes del culto imperial van a formar un colegio en cada una de las ciudades
del imperio. Sobre esa base se crearán las asambleas provinciales. Además de sus funciones
religiosas, tendrán otras de índole política.
En el siglo I surge una nueva religión como una herejía del judaismo. El cristianismo es
apostólico. Llega a todas las clases sociales y se presenta como más humano frente al
judaismo. Cincuenta años después de su aparición encontramos pequeños núcleos
cristianos. Su número aumentará después
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del incendio de Roma, ordenado por Nerón, pues el martirio significa ganar el cielo.
El cristianismo demora mucho en propagarse. Se extiende especialmente entre las clases
bajas, los esclavos y las mujeres. Llegó a dominar el Estado sólo después de trescientos
años.
El cristianismo fue muy perseguido, porque contrariaba a las demás religiones. Por otro
lado, se oponía a todo lo que aparecía como el ideal de los romanos en la tierra al predicar
que la verdadera vida estaba en el Más Allá. Otro hecho que influyó en contra del
cristianismo fue su rechazo a prestar los juramentos que se exigían frente a ciertas
actuaciones, especialmente de tipo procesal, y que eran exigidos por los emperadores
deificados: el divino Augusto, el divino Tiberio, el divino Claudio y otros. En un principio
juraron en falso. Más tarde, los propios obispos cristianos lo prohibieron, porque estimaron
que de este modo los fieles caían en apostasía. Al negarse a jurar, los cristianos se
convertían automáticamente en reos del delito de lesa majestad.
Constantino incorpora a los cristianos a la vida activa del Estado. Para luchar contra
Magencio, ordena a sus soldados poner en el escudo la cruz y las iniciales griegas de Cristo.
Constantino ganó la batalla y al año siguiente, en 313, se adopta el acuerdo de Milán. En
mérito del mismo, junto a la religión pagana se tolera, en idéntico plano, a la religión
cristiana.
Teodosio, en el 390, adopta el cristianismo como la religión oficial del imperio.
El emperador, en su calidad de pontífice máximo, interviene en todos los asuntos del
cristianismo. Incluso en materias de carácter dogmático, como sucede con Constantino en
el Concilio de Nicea. La Iglesia Católica tiene una división jerárquica desde sus inicios. La
preside el Papa, obispo de Roma, a quien corresponde exclusivamente la definición de los
dogmas. Un cuerpo colectivo formado por los obispos, el concilio, define cuestiones
religiosas o teológicas. Estos concilios pueden ser ecuménicos, nacionales o provinciales.
El clero lo forman sacerdotes jerarquizados en obispos, presbíteros, diáconos, subdiáconos,
ostiarios y otros.
LIBRO II
DEL ACTO JURÍDICO
106
107
1.2. Los hechos del hombre también pueden estar absolutamente desvinculados con el
derecho o estar relacionados con él.
Los hechos del hombre que no tienen relación con el derecho se llaman actos simples,
como caminar, respirar, reír y otros de la misma naturaleza.
Hay otros hechos del hombre, en cambio, que sí tienen relación con el derecho y se llaman
actos jurídicos. Así, celebrar un contrato.
La diferencia entre un hecho jurídico y un acto jurídico está en que si bien en ambos casos
se producen consecuencias que tienen relación con el derecho, el hecho jurídico es
producido por la naturaleza, en tanto que el acto jurídico tiene su origen en el hombre.
2. CONCEPTO DE ACTO JURÍDICO
Ciertos autores se refieren al acto jurídico como sinónimo de negocio jurídico. Emplean
ambos términos indistintamente. Para otros, en cambio, lo que diferencia el acto del
negocio jurídico es el mayor o menor poder de la voluntad en la eficacia concreta del caso
específico de que se trata. De esta manera, tanto en el acto jurídico como en el negocio
jurídico interviene la voluntad, pero mientras en el primero la voluntad actúa como un
elemento cuyos presupuestos, modos y consecuencias están previamente establecidos en el
derecho, en el segundo la voluntad juega más libremente, regulando las relaciones
económico-personales de las partes.
Veamos algunos ejemplos. El pago sería un acto jurídico —según esta doctrina que
distingue entre los actos y los negocios jurídicos—, por cuanto el que lo efectúa manifiesta
su voluntad. Sin embargo, ocurre que el derecho previamente le ha fjiado con precisión qué
debe pagar, a quién debe pagar, cuándo debe pagar, cómo debe pagar, etc. Aquí se aprecia
de qué modo el pego de la voluntad está completamente limitado por reglas objetivas. En
cambio el testamento, por
ejemplo, sería un negocio jurídico ya que si bien hay ciertas solemnidades obligatorias
acerca de cómo debe otorgarse un testamento para que sea válido, el testador de todos
modos puede libi emente instituir los herederos que quiera, desheredar a sus hijos, obligar a
los herederos a pagar ciertos legados, etc. Se puede apreciar aquí un juego mucho más libre
de la voluntad.
La distinción entre actos jurídicos y negocios jurídicos, que tanto ha ocupado a algunos
autores, nosotros no vamos a considerarla. Nos referiremos a los actos jurídicos en el
amplio sentido que vamos a dar a la expresión cuando los definamos.
Por de pronto, digamos que la palabra "acto" implica voluntad. No hay "acto" sin voluntad.
Ahora bien, es posible que la voluntad de una persona se manifieste con el propósito de
producir un determinado efecto jurídico o que se exprese sin esa finalidad. Así, el que
conviene con otro en una compraventa, está manifestando su voluntad con el propósito de
obligarse a entregar una cosa a cambio del precio que recibirá o, al revés, a entregar un
precio por la cosa que tendrá derecho a exigir que le entreguen porque la compró. Pero
también es posible que la voluntad se manifieste en un acto sin que la persona que lo realiza
tenga el propósito de producir un efecto jurídico. Por ejemplo, el que roba, mata, injuria a
otro o comete cualquier delito no cabe duda de que está realizando un acto y ese acto es
movido por la voluntad. Sin embargo, tampoco cabe duda de que su propósito no es
producir una consecuencia jurídica. El que lo realiza no tiene la intención de verse obligado
a pagar una indemnización de perjuicios ni a sufrir ninguna consecuencia jurídica. Los
efectos jurídicos que producirá ese acto no son más que el resultado necesario de haberlo
realizado.
Algunos autores hablan de actos jurídicos intencionales y no intencionales. Los primeros
serían aquellos en que el autor persigue que se produzca un efecto jurídico. Los no
intencionales producirían dicho efecto sin que lo persiga el autor. Nosotios, para
simplificar, nos vamos a limitar a llamar actos jurídicos solamente a los primeros.
108
Maximiano Errázuriz Eguiguren
De acuerdo a lo expuesto, podemos definir así el acto jurídico:
. Es la manifestación de la voluntad realizada con la intención de crear, de modificar o
extinguir un derecho.
De este concepto es posible desprender algunos elementos:
a) La voluntad debe manifestarse. Más adelante veremos
de qué manera es posible que se manifieste, pero lo importante
es que ello ocurra. Mientras la voluntad no se exteriorice, el
deseo queda en el fuero interno de la conciencia de la persona
y no produce ningún efecto.
b) La persona debe tener intención de producir un efecto
jurídico, esto es, de crear, modificar o extinguir un derecho. Si
cometió un delito, por ejemplo, ese acto producirá obligacio
nes, deberá indemnizar perjuicios, pero no será un acto jurí
dico porque en su realización faltó la intención de crear efectos
de derecho. Las consecuencias jurídicas que el acto tendrá no
fueron buscadas por el que lo ejecutó sino que se produjeron
a pesar del agente.
c) El objetivo del acto debe ser crear, modificar o extin
guir un derecho. Así, el pago es un acto jurídico porque
extingue la obligación del deudor, destruye el vínculo entre
acreedor y deudor. También es posible que el acto jurídico
peí siga modificar un derecho como, por ejemplo, acreedor y
deudor convienen en ampliar el plazo que este último tiene
para cumplir una obligación existente entre ambos. Y, por
último, el acto jurídico puede tener por objeto crear derechos
y obligaciones. En este caso se habla de contrato. Así, el con
trato puede definirse de la siguiente manera:
Contrato es una convención generadora de derechos y obligaciones. También puede decirse
que es el acto jurídico que crea obligaciones.
Es importante no confundir el acto jurídico con el contrato.
Todo contrato es un acto jurídico, pero no todo acto jurídico es contrato. Un acto jurídico
será contrato únicamente si crea obligaciones.
111
Manual de Derecho Romano. Del acto jurídico
el beneficio o utilidad de una de las partes, como el testamento o la donación.
Es a título oneroso el que tiene por objeto el beneficio de ambas partes, como la
compraventa o el arrendamiento.
Cuando hablamos de beneficio o utilidad, nos estamos refiriendo a los beneficios
patrimoniales, pecuniarios, económicos, en contraposición a los meramente espirituales o
morales. Así, por ejemplo, el que da (donación) una limosna de monto ínfimo, ciertamente
quedará mucho más contento que el que la recibe, pero el acto jurídico es a título gratuito,
porque persigue el beneficio pecuniario del que la recibe.
En síntesis, el acto jurídico a título gratuito persigue el enriquecimiento de una de las
partes, mientras la otra disminuye su patrimonio.
El acto jurídico a título oneroso produce enriquecimiento y empobrecimiento recíprocos.
Hay actos jurídicos en que la gratuidad es fundamental para la formación del negocio. Si
falta, el acto nace de una manera distinta a lo que las partes quisieron al expresar su
voluntad. Así, por ejemplo, el mandato, que consiste en encargar la gestión de uno o más
negocios a otro, es esencialmente gratuito. Si hay remuneración se convierte en otro
contrato: el arrendamiento de servicios. En cambio, el mutuo o préstamo de consumo, que
también es gratuito, sigue siendo mutuo aunque se estipulen intereses,
3.5. Desde el punto de vista de si existe o no una causa, pueden ser causales y abstractos.
En los primeros, la causa aparece como ineludiblemente unida a la existencia del acto
jurídico del contrato. Por ejemplo, la compraventa. La causa que mueve al vendedor a
entregar la cosa es el precio que percibirá y la causa que induce al comprador a pagar es la
cosa que le entregará el vendedor.
Los contratos abstractos es posible que tengan una causa, pero lo que obliga no es esa causa
sino la realización de ciertas solemnidades. Por ejemplo, el contrato de stipulatío. Veremos
en su oportunidad que requiere del pronunciamiento
112
113
que adquiere un número para un sorteo. Puede ganar o perder. Y en ambos casos no hay
proporción entre el costo y lo que recibe.
3.8. Según cómo obliguen, los actos jurídicos pueden ser de estricto derecho y de buena fe.
Los actos jurídicos de estricto derecho sólo obligan al tenor de lo pactado. Se interpretan
restrictivamente. Por ejemplo, si en virtud de un contrato de estricto derecho Marcelo se
obliga a entregar a Paulo un esclavo, cumplirá su obligación entregando un esclavo, no
importa en qué condiciones físicas esté. No importa que se encuentre enfermo, esté viejo e
incapacitado para trabajar. Cumplió su obligación de entregar un esclavo porque era de
estricto derecho.
Los actos jurídicos de buena je no sólo obligan al tenor de lo pactado sino a lo que una
persona, actuando de buena fe, haría en un caso semejante. En el ejemplo anterior, si el
contrato era de buena fe, deberá entregarse un esclavo sano y de regular calidad, apto para
el trabajo. Ni excelente ni cnfei-mo. Esa es la diferencia entre un acto jurídico de estricto
derecho y uno de buena fe. Veremos que, en los primeros tiempos de Roma, casi todos los
actos jurídicos fueron de estricto derecho. Esto se debió a. que eran muy solemnes y
formales. Lo que obligaba era la solemnidad, el pronunciamiento de palabras solemnes, la
realización de ciertos ritos. Eso era más importante que la voluntad o intención de las
partes.
4. ELEMENTOS DE LOS ACTOS JURÍDICOS
En todo acto jurídico hay elementos que son de su esencia; de su naturaleza, y otros que
pueden estar o no estar y que se conocen con el nombre de accidentales.
Daremos un breve concepto sobre cada uno de ellos, sin perjuicio de iniciar posteriormente
un análisis detallado de los mismos.
i»8
114
Ma«dimano Errázunz Eguiguren 4.1. ELEMENTOS DE LA ESENCIA
Son aquellos sin los cuales el acto jurídico no nace a la vida del derecho o degenera en otro
distinto. Así, por ejemplo, no puede faltar la voluntad. Si no hay voluntad no hay acto
jurídico. En cambio, si en una compraventa falta el precio, la compraventa degenera en otro
contrato como es el de donación.
4.2. ELEMENTOS DE LA NATURALEZA
Sin aquellos que sin ser esenciales, se entienden incorporados a un acto jurídico, sin
necesidad de cláusulas especiales. Por ejemplo, la obligación del vendedor de responder al
comprador si éste es privado por sentencia judicial de la cosa comprada. Se llama
responsabilidad por evicción y se estudiará con la compraventa.
4.3. ELEMENTOS ACCIDENTALES
Son aquellos que las partes introducen a un acto jurídico mediante cláusulas especiales y
que están destinados a modificar sus efectos naturales en cuanto a su nacimiento, ejercicio
o extinción.
Los elementos accidentales se llaman también modalidades de los actos jurídicos y son la
condición, el plazo y el modo.
I. ELEMENTOS DE LA ESENCIA
Hemos dicho que los elementos de la esencia pueden clasificarse en dos categorías: a)
Aquellos que, de faltar, no hay acto jurídico alguno; y b) Los que si se omiten, el acto
jurídico se transforma en otro diferente. Los primeros son los requisitos de existencia y los
otros, requisitos de validez.
117
Manual de Derecho Romano Del acto jurídico
desea comprar al esclavo Primus y lo dice. Los problemas jurídicos se presentan cuando lo
que la persona dice no está de acueido con lo que piensa.
La situación planteada nos lleva al estudio de la voluntad real y de la voluntad declarada y
como consecuencia de ello nos leferimos a la simulación y, más adelante, al error.
La voluntad real es la voluntad interna, lo que el declarante quiso decir; la declarada es lo
que se dice efectivamente, lo que se oye. Si una y otra son distintas, es decir, si lo que se
dice no está de acuerdo con lo que se quiso decir, hay una equivocación. Cuando esta
equivocación es voluntaria hay mentira. Así, por ejemplo, si una persona que visita a un
recién nacido expresa su admiración por la belleza del niño, estará diciendo la verdad (es
decir, su voluntad declarada estará de acuerdo con su voluntad real) si este niño es
realmente hermoso, pero estará mintiendo o equivocado en caso contrario. Esta última
situación se presenta también cuando una persona emplea una palabra por otra. Estará
equivocada, errada, si lo hace inconscientemente, pero estará mintiendo si lo hace
conscientemente.
En resumen, la disconformidad entre la voluntad real (lo que se quiere decir) y la voluntad
declarada (lo que se dice) puede obedecer a una causa involuntaria, en cuyo caso se dice
que hay equivocación; o a un acto voluntario, en cuyo caso hay mentira, mala fe, intención
de engañar.
Cuando la disconformidad entre la voluntad real y la declarada es voluntaria y se refiere a
un contrato, se dice que estamos en presencia de la simulación de contratos. Simular un
contrato es, pues, celebrar un contrato (voluntad declarada), cuando en realidad no se quiere
celebrar ninguno o se quiere acordar otro distinto (voluntad real).
En el primer caso, es decir, cuando se celebra un contrato y en realidad no se quiere
celebrar ninguno, estamos en presencia de lo que se llama simulación absoluta; y en el
segundo, es decir, cuando se celebra un contrato y en realidad se quiere celebiar otro,
estamos en presencia de la simulación relativa.
118
Maximiano Errázuriz Eguiguren
Así, por ejemplo, hay simulación absoluta de contrato si una persona, para perjudicar a sus
acreedores, dona o vende sus bienes a un amigo (celebra un contrato), para que éste se los
restituya después que los acreedores desistan de sus acciones al no tener bienes sobre los
cuales hacerlas efectivas (no quiere celebrar ningún contrato).
Como vamos a estudiar más adelante, esta situación se soluciona mediante la acción
pauliana o revocatoria, que tenía por objeto revocar los actos o contratos celebrados por el
deudor en fraude de sus acreedores.
Y hay simulación relativa cuando para rebajar el monto de los impuestos que gravan a un
contrato se simula una donación acordando una compraventa en la que se estipula un precio
que en la práctica no se paga. La voluntad real (donación) es distinta a la declarada
(compraventa).
Como hemos dicho, Roma no elaboró una teoría del acto jurídico, lo que ha dificultado la
solución de los diversos problemas que pueden presentarse con motivo de la discordancia
entre la voluntad real y la voluntad declarada. Por lo pronto, para el primitivo derecho
quiritario, cuyo ordenamiento era inspirado en el formalismo, todos los negocios eran
solemnes de estricto derecho y, en consecuencia, para su interpretación había que estar a lo
que las partes expresaban, es decir, a la voluntad declarada, sin importar cuál era la
voluntad real. Como dijimos al referirnos a los actos jurídicos de estricto derecho, éstos se
interpretaban al "tenor de lo pactado" y no por la intención o voluntad real de los
contratantes.
El derecho posterior, en cambio, aceptó la doctrina de la voluntad real, pero reconociendo
una serie de excepciones en favor de la voluntad declarada, según la naturaleza del negocio
acordado.
Algunos autores sostienen que el derecho romano posterior se inclinó por la voluntad real
de los actos de adquisición, en el derecho de familia y en el sucesorio, y por la declarada,
en los actos onerosos y en los mercantiles.
120
Maximiano Errázuriz Eguiguren
Como requisito de existencia del acto jurídico, el objeto debe reunir ciertas condiciones:
1.2.1.
Debe existir o, al menos, esperarse que exista
A este propósito, hay que distinguir entre la cosa misma y la suerte.
Si se compra una cosa que existe al momento de celebrarse un contrato de compraventa,
por ejemplo, no hay problema. El requisito de que exista está cumplido. Pero también el
acto jurídico puede tener por objeto una cosa que no existe, pero se espera que exista. Es lo
que sucede cuando se compra "la próxima cosecha" de algún producto agrícola. En este
caso, el acto jurídico nacerá sólo si la cosa llega a existir. Si sobreviene una helada y quema
los árboles, no hay acto jurídico por falta de objeto. Si el dueño de la plantación ha
percibido una determinada suma de dinero a cuenta de la venta, deberá restituirla.
Pero también es posible que no se compre la cosa misma sino la suerte. Por ejemplo, una
persona le dice a un pescador "le pago cien sestercios por lo que pesque". Aunque regrese
sin nada, estará obligada a pagar porque no compró la cosa misma sino la suerte. El caso
más frecuente es la compra de un número en una rifa. Los que no obtienen el premio no
pueden alegar que les devuelvan lo pagado a pretexto de que en la compraventa que
efectuaron no hubo objeto. Sí lo hubo. Fue la suerte.
De acuerdo a lo anterior, si se compra la cosa misma habrá objeto sólo en la medida que la
cosa exista al momento de celebrarse el acto jurídico o, si se espera que exista, llegue a
existir. Si se compra la suerte, en cambio, siempre habrá objeto.
Para determinar si el negocio recayó sobre la cosa o la suerte había que ver cada caso. Pero
para que el acto jurídico no sea inexistente por falta de objeto deben reunirse otros
requisitos.
122
Maxirniano Erráziiriz Egiiiguren 1.3. CAUSA
1.3.1. Origen: La teoría de la causa en los contratos, tal
como se estudian hoy, es más moderna que romana. Como
hemos señalado, los jurisconsultos romanos eran, ante todo,
prácticos y se ocupaban más que de teorías, de la solución
de casos concretos.
1.3.2. Acepciones: La palabra causa es empleada por los
jurisconsultos romanos, en materia de obligaciones, en di
versos sentidos:
123
Manual de Deiecho Romano. Del acto jurídico
Es desde este punto de vista desde el cual los autores modernos distinguen los actos
causados, que tienen causa, de los abstractos, que carecen de ella. Para estudiar la causa,
distinguen los siguientes tipos de contratos:
— Los contratos bilaterales o sinalagmáticos: En ellos la
causa de la obligación contraída por cada una de las partes es
la obligación recíproca que contrae la otra.
Así, por ejemplo, en la compraventa, la causa del vendedor de entregar la cosa es la
obligación que contrae el comprador de pagar el precio.
— Los contratos reales: Estos contratos, como veremos
más adelante, se perfeccionan por la entrega de la cosa. Así,
por ejemplo, si Pedro le pide prestado a Juan un lápiz, el con
trato nace cuando Juan entrega el lápiz a Pedro.
En este tipo de contratos, la causa de la obligación del deudor radica en la entrega de la
cosa. En el ejemplo propuesto, la causa de la obligación de Pedro, de devolver el lápiz, es la
entrega previa que de él le hizo Juan. Diríamos, ¿por qué Pedro devuelve? Porque antes
había recibido el lápiz de Juan. Si nada recibió, nada debe, porque su obligación carece de
causa.
— Los contratos gratuitos: En éstos, la causa de la obli
gación es la mera liberalidad, elemento subjetivo, que se llama
animus donandi (deseo de donar a determinada persona).
En los contratos abstractos o no causados la obligación nace por el cumplimiento de la
formalidad especial de cada uno de ellos, sin que importe que tengan o carezcan de causa o
ella sea ilícita. Así, por ejemplo, si una persona se obliga por una stipulatio a devolver un
dinero no recibido, la obligación carece de causa. Sin embargo, el deudor debe pagar,
porque pronunció las palabras solemnes (spondere), que son suficientes y necesarias para el
nacimiento del acto. Pero aun en estos casos el pretor da medios de defensa al que se obligó
sin causa. El sistema que a continuación se reseña se aplica a todo tipo de actos, sean
causados o abstractos.
124
Maximiano Errázuriz Eguiguren
125
e) Condictio ex injusta causa: Tenía lugar cuando se exigía algo contrariando una regla de
derecho, como cuando el que pacta intereses usurarios pretende cobrarlos. Mediante esta
condictio el deudor puede negarse a pagar, siempre que pruebe que la causa de su
obligación es injusta.
1.4. SOLEMNIDAD EN LOS ACTOS SOLEMNES
El cumplimiento de ciertas formalidades para el nacimiento de determinados actos jurídicos
sólo se exigió en aquellos actos jurídicos llamados "solemnes". Sin embargo, como la
mayor parte lo eran en el primitivo derecho romano, casi todos requirieron de las más
variadas formalidades: pronunciamiento de palabras, la escritura, el cobre y la balanza,
además de cinco testigos, etc. Esto se explica porque, al comienzo, los intérpretes del
primitivo derecho eran los pontífices y para ellos el uso de formas rituales era muy familiar.
De ahí que fueran aplicando, por analogía con los viejos actos del ius civile, el uso de ritos
verbales acompañados de gestos rituales. Estos se realizaban a veces con la mano, como en
la mancipatio, según se verá; otras veces con una varita como en la manumición per
vindictam, que era una forma de liberar a los esclavos, o en la reivindicación. También se
utilizaba el sistema de testigos, que eran diez en la confarreatio y cinco en la mancipatio.
Veremos luego que la confarreatio era una ceremonia que se acompañaba al matrimonio
civil romano para que el marido adquiriese la manus o poder sobre la mujer. La mancipatio
era una forma de adquirir el dominio conforme al derecho civil romano.
Algunos actos tenían, como solemnidad, Ja obligación de celebrarse en presencia de un
pontífice. Así ocurría en el caso de la adrogatio, que debía tener lugar ante el pueblo
reunido en los comicios calados. La adrogación consistía en la adopción de un sui iuris,
esto es, de una persona que no está sometida al poder de otro.
En otras ocasiones, la solemnidad consistía en que el acto debía verificarse en presencia de
un magistrado, como la in
J26
127
ture cessio. Esta era una forma de adquirir el dominio de acuerdo al derecho civil romano.
El objetivo de exigir estas solemnidades era, además de la analogía señalada, dar una cierta
publicidad a los actos y facilitar más tarde la prueba.
Sin embargo, a medida que transcurrían los años, la tendencia fue ir eliminando las
solemnidades y los actos jurídicos fueron cada vez menos formales. Así, por ejemplo, la
manci-patio —modo solemne de transferir el dominio— fue reemplazada por la simple
traditio, que consistía en la entrega de la cosa. Los contratos verbales, aquellos que se
perfeccionaban por el pronunciamiento de palabras solemnes como la sponsio o la
stipulatio, fueron sustituidos por los contratos consensúales como la compraventa, o por los
reales, como el mutuo.
Mientras los actos jurídicos fueron solemnes, hubo cuatro clases de formalidades de que
pudieron estar revestidos.
1.4.1. Solemnidades de existencia
A ellas nos hemos referido en lo dicho hasta aquí sobre el requisito de la solemnidad en los
actos solemnes. Por eso no abundaremos en este punto. Baste resumir diciendo que son
aquellas formalidades sin las cuales el acto no nace a la vida del derecho. Así, por ejemplo,
las palabras solemnes en los contratos verbis o la escritura en los litteris.
1.4.2. Solemnidades habilitantes
Son aquellas que se exigen en razón de la incapacidad de la persona que va a celebrar el
acto jurídico. Tienen por objeto "habilitar" a un incapaz para actuar en la vida del derecho.
Así, por ejemplo, el menor de edad impúber, pero de más de siete años, que se va a obligar
en virtud de un contrato, requiere la presencia de su tutor, pues solo no puede actuar. En el
caso en referencia, el tutor actuará interponiendo su autoridad, complementando con su
presencia la relativa incapacidad del menor. Se dice que el tutor actúa mediante la
auctoritas
130
131
pore ú el esclavo Sempronio posee condiciones especiales, habilidades únicas y lo pretende
comprar una persona en atención a dichas cualidades, poniendo esta circunstancia en
conocimiento del vendedor, y éste entiende que sin embargo le está vendiendo Stíco.
Hemos puesto un ejemplo bastante extremo para aclarar que para que haya error in corpore
no basta confusión en el nombre de la cosa sino que debe haberla en la cosa misma. Mucho
más evidente sería el caso de que una persona entiende que está vendiendo una casa y el
comprador supone que está adquiriendo un predio agrícola. Aquí, el error in corpore es
mucho más evidente que en el caso anterior, pero en ambos no hay acto jurídico.
2.2.1.3. Error in substantia
Se refiere a la materia de que está hecho el objeto. Así, por ejemplo, pienso que estoy
comprando vino y en realidad es vinagre. Creo comprar una fuente de plata y sólo tiene un
recubrimiento de plata.
En estos casos, como se ve, el error no es sobre la cosa misma. Efectivamente quise
comprar esa botella y esa fuente. El error fue sobre la materia de que está hecha la cosa,
sobre la substancia de la cosa; creí que era vino y resultó ser vinagre; pensé que la fuente
era de plata y era plateada.
Para los romanos, la solución no fue fácil ni única. Así, en el caso del vino, Juliano
considera el acto jurídico nulo, Marcelo se inclina por la validez del acto y Ulpiano, en
cambio, también dice que el acto jurídico vale pero hace una distinción: si se compró vino y
el vino luego se avinagró, la compraventa es válida; en cambio, si se entregó directamente
vinagre, el acto es nulo.
Nosotros creemos que este error vicia el consentimiento únicamente en los actos jurídicos
de buena fe. Si el acto es de estricto derecho, vale de todos modos. A este respecto algunos
pretores, como Juliano y Ulpiano, estimaban que el error in substantia viciaba el
consentimiento en los actos jurídicos
de buena fe. En cambio Marcelo y Paulo creían que este error no producía vicio del
consentimiento ni siquiera en los de buena fe.
2.2.1.4. Error accidental
Es aquel que recae sobre cualidades accidentales de la cosa u objeto del contrato. Por
ejemplo, una persona compra un caballo. El color del caballo no interesa en principio, de
modo que no podría el comprador pretender la nulidad del acto jurídico porque le vendieron
un caballo de un color distinto del que quería. Sin embargo, habrá vicio del consen-.
timiento por error accidental si se cumplen dos requisitos: primero, que el accidente de la
cosa sea esencial para la persona; y segundo, que esa calidad de esencial sea conocida por
la otra parte. Por ejemplo, se compra el caballo para una empresa de pompas fúnebres.
Deberá ser negro. Si bien el color es un elemento accidental del objeto, en este caso se ha
transformado en esencial. Pero para que el comprador pueda alegar nulidad del contrato
invocando error accidental, debe probar que el caballo lo quería negro y que este hecho lo
puso oportunamente en conocimiento del vendedor.
En principio, sin embargo, el error accidental no vicia el consentimiento.
2.2.1.5. Error in persona
Es aquel que recae sobre la identidad del otro contratante. Tiene lugar cuando el acto
jurídico se realiza con una persona distinta de aquella con la cual se quería celebrar el
mismo.
Para que este error vicie el consentimiento, la consideración de la persona debe haber sido
esencial en la celebración del acto. En una compraventa, por ejemplo, el error en la persona
del otro contratante no producirá ningún efecto. Al comprador le da lo mismo quién sea el
vendedor, en la medida que la cosa comprada sea la misma. En cambio, hay actos jurídicos
en que la persona es esencial. Y para no ir a un
132
133
caso extremo, como sería el matrimonio, supongamos un mutuo. Una persona celebra un
contrato de mutuo de dinero con otra, sabiendo que es solvente, y ocurre que a quien le
prestó el dinero resultó ser una persona distinta de la que creía. Hay error in persona y el
consentimiento se vicia.
Aquí hay que distinguir, sin embargo, el error sobre el nombre de los errores sobre la
identidad y sobre las cualidades. En el primer caso el acto jurídico será válido, pues la sola
equivocación sobre el nombre no resulta esencial. En cambio, en los otros dos, el error
puede acarrear la nulidad.
Los actos jurídicos sobre los cuales recae el error de identidad y de cualidades que pueden
provocar la anulación de los mismos se llaman intuito personae. Son, por ejemplo, el
arrendamiento de obra, la sociedad, la donación, etc. Es decir, aquellos que se han realizado
teniendo como presupuesto esencial que la parte beneficiada o la otra parte es esa
determinada persona y no una distinta. Fuera de este supuesto, el error será intrascendente.
2.2.2. La fuerza
Puede definirse como el "conjunto de apremios físicos o morales que se ejercen sobre la
voluntad de una persona para que ésta dé su consentimiento a un determinado acto o
contrato".
De la definición se desprende que puede haber dos clases de coacción: una física, fuerza
absoluta, material, que priva a la persona de libertad y la reduce a un estado completamente
pasivo; y la otra moral, que consiste en amenazas dirigidas contra una persona al extremo
de hacerle creer que va a sobrevenirle un mal grave.
La primera es fuerza y la segunda, miedo.
La fuerza física no produce vicio del consentimiento porque, en realidad, no hay voluntad.
Mal puede estar viciada. Si a una persona, por ejemplo, le toman la mano y la hacen firmar,
hay un aparente consentimiento, pero en verdad no hay consentimiento.
En cuanto a la fuerza moral o miedo, para que produzca vicio del consentimiento y permita
anular el acto jurídico ha de reunir algunos requisitos:
2.2.2.1. Debe ser grave, esto es, capaz de producir un
justo temor en una persona sana, fuerte, normal. Si a una
persona, para que preste su consentimiento a un acto jurídico
se le amenaza con el secuestro de un ser querido y en esas
condiciones firma, no cabe duda de que el requisito de grave
se verifica y podrá alegar vicio del consentimiento para negarse
a cumplir la obligación del acto jurídico celebrado en esas
condiciones. En cambio, si se le amenaza con darle un empu
jón, no podrá exonerarse de cumplir su obligación preten
diendo ampararse en que hubo fuerza.
2.2.2.2. Debe ser actual e inminente, es decir, la ame
naza debe consistir en un daño inmediato a la persona. Si se
le amenaza para que firme con incendiarle su casa en veinte
años más, por ejemplo, no podrá alegar que se comprometió
apremiado por fuerza, pues, si bien ésta es grave, no es actual
ni inminente.
2.2.2.3. Debe ser injusta e ilegítima, esto es, no se pue
de amenazar a una persona con llevarla a los tribunales si no
cumple. La amenaza de la aplicación de la ley no es amenaza.
Si a una persona, para que pague una obligación que tiene y
que es válida, se le dice que si no paga se iniciará un juicio
en su contra y le van a embargar todos sus bienes, esa ame
naza es perfectamente lícita. Si la persona paga, no podrá
alegar devolución de lo pagado escudándose en que hubo
fuerza, pues, si bien ésta fue grave, actual e inminente, sin
embargo no fue ilegítima ni injusta.
Una declaración de voluntad prestada por amenazas o por presión sobre el espíritu debe
anular el acto jurídico. El fundamento de esta nulidad no es la inexistencia de voluntad sino
el hecho de que la voluntad, que existe, ha sido alterada o viciada. Con la fuerza moral no
se destruye la voluntad de
134
135
querer. La libertad de alguna manera existe. El que quiere, quiere. Aunque haya sido
cohibido, quiere efectivamente. Pero esa libertad influida por la fuerza moral, por el miedo,
se encuentra alterada y la persona no tiene la independencia necesaria en sus
determinaciones. Por ello, el antiguo Derecho civil romano consideró válidos tales actos
jurídicos, pero el Derecho pretoriano u honorario modificó ese rigor. Para ello, el
demandado que celebró el acto movido por fuerza moral, amenazado, recibió del pretor una
excepción para evitar ser obligado a cumplir: la exceptio quod metus causa. Esta es,
traducida literalmente, la excepción que tiene por causa el miedo. Con esta excepción pudo
detener, paralizar la acción del demandante.
Además, el pretor le otorgó una acción contra el autor de las amenazas, la actio quod metus
causa. Con esta acción demandaba a quien lo había amenazado, evitando esperar que lo
demandaran para defenderse. Mediante la actio quod metus causa tomaba él la iniciativa.
Fuera de la actio y de la exceptio quod metus causa, la víctima de amenaza tuvo la actio in
rem scripta contra todo tercero que se hubiera aprovechado de la fuerza moral. La víctima
tenía en su contra facultad para exigir la devolución de lo que ese tercero hubiera recibido o
el cuadruplo de su valor.
Por último, también dispuso de la in integrum restitutio, para volver las cosas al estado
anterior.
2.2.3. El dolo
2.2.3.1. Concepto
El dolo puede ser considerado desde diversos puntos de vista: a) como delito, esto es, el
delito de dolo, propiamente tal, que se examinará al estudiar los delitos como fuente de las
obligaciones; b) como causal de inejecución de las obligaciones, es decir, una persona que
actúa premeditadamente, de tal manera que sus acciones le impiden cumplir una obligación
válidamente contraída; y c) como vicio del consentimiento.
El dolo, considerado como vicio del consentimiento, puede definirse como "aquella
maquinación fraudulenta que se ejerce sobre la voluntad de una persona para que preste su
consentimiento en la celebración de un determinado acto o contrato".
De acuerdo a la definición, el dolo consiste en el engaño, puesto que origina
voluntariamente un error mediante artificios o maquinaciones dirigidas a inducir una
declaración de voluntad constitutiva de un acto de derecho. El error causado por el dolo se
origina por deliberación reflexiva e intencional, utilizando una especie de artificio para
engañar a otro. En consecuencia, la voluntad declarada lo ha sido en razón de las aludidas
maquinaciones fraudulentas, sin que haya voluntad real. Por ejemplo, una persona
convence a otra de que le compre su predio agrícola induciéndola a comprarlo con el
pretexto de que tiene información fidedigna de que está por dictarse una ley que aprueba la
construcción de un camino que valorizará considerablemente la propiedad. El sujeto, que
no tenía ningún interés en el predio, decide adquirirlo a un alto precio por esa razón
descubriendo, posteriormente, que era falso.
Este dolo, llamado dolo malo para diferenciarlo del bueno —distinción que haremos más
adelante—, consistía en cualquiera alteración de la verdad hecha a propósito para que otro
ejecutara una acción que le era perjudicial y que de otro modo no hubiera ejecutado. Parece
lógico que, dado este concepto, el acto jurídico donde hubo dolo sea nulo por falta de
libertad en la voluntad, ya que una declaración de voluntad no puede ser válida si no ha
sido libre. Sin embargo, como al fin y al cabo la causa que podría determinar la nulidad del
acto donde existe dolo es una causa psicológica, el negocio así concluido, al igual que si
hubo fuerza moral, era válido de acuerdo al Derecho civil. Ya veremos, sin embargo, que el
pretor dio a la víctima del dolo ciertos mecanismos de defensa. Veremos primero las
distintas clases de dolo y luego dichos mecanismos.
136
Dolo incidental es aquel que induce a obligarse en forma más onerosa. En el mismo
ejemplo anterior, si el comprador estaba decidido a comprar ese predio y como
consecuencia del dolo pagó más, ese dolo tendrá el carácter de incidental.
El efecto de uno u otro dolo es completamente distinto, según se verá. A veces no resulta
fácil saber si se trata de dolo principal o incidental. Hay que examinar caso por caso.
2.2.3.2.4. Dolo, obra de una de las partes, o dolo, obra de un tercero
La maquinación fraudulenta en que consiste el dolo puede ser ejecutada por una de las
partes contratantes, o por un tercero que pretende aprovecharse del acto en su propio
beneficio.
Veremos cómo juegan los efectos del dolo, según sea principal o incidental, por un lado, y
según sea obra de una de las partes o de un tercero, por otro.
2.2.3.3. Efectos del dolo
Los efectos del dolo son distintos, según la persona se hubiera obligado exclusivamente en
razón del dolo de que fue víctima —dolo principal— o por el contrario, sin el dolo se
hubiese obligado de todos modos, pero de manera menos onerosa —dolo incidental—, esto
es, el acto jurídico le hubiera resultado menos gravoso.
El único dolo que produce vicio del consentimiento, esto es, que permite alegar nulidad del
acto jurídico, es el dolo principal y obra de una de las partes. Si el dolo es incidental sólo
dará derecho a exigir indemnización de perjuicios. Lo mismo ocurrirá si el dolo es
principal, pero obra de un tercero.
Sin embargo, para que se pueda alegar nulidad del acto jurídico en razón de dolo no basta
que sea principal, determinante o inductivo y obra de una de las partes. Es necesario,
además, que no haya dolo de ambas partes. No puede pedir nulidad del acto una parte por
dolo, si ella también ha incurrido en dolo.
138
139
No hay objeto lícito si el acto jurídico recae en un objeto que atenta contra la ley, la moral o
las buenas costumbres. De alguna manera nos referimos ya a esta materia al tratar sobre el
objeto, en general, como requisito de existencia de los actos jurídicos.
2.4. CAUSA LICITA
Aquí es necesario distinguir entre la causa del contrato y la causa de la obligación.
La causa del contrato es el motivo subjetivo, psicológico, personal que el contratante tuvo
en consideración para celebrar el acto jurídico.
La causa de la obligación, en cambio, es el motivo jurídico que induce a una persona a
obligarse. Así, en todo contrato de la misma naturaleza la causa de la obligación será
siempre idéntica. Por ejemplo, en una compraventa, la causa por la que el vendedor se
obliga a entregar la cosa que vende está en la obligación contraída por el comprador,
consistente en pagar el precio. En todos los contratos de compraventa será lo mismo. Por
eso, desde el punto de vista de la "causa de la obligación", nunca podrá haber causa ilícita.
En cambio, sí es posible que haya causa ilícita desde el punto de vista de la "causa del
contrato", pues los motivos psicológicos pueden ser muy variados.
2.5. CAPACIDAD JURÍDICA DE LAS PARTES
También se requiere capacidad para que el acto jurídico sea válido.
La capacidad puede definirse como "la aptitud legal de una persona para adquirir derechos,
para ejercerlos y para contraer obligaciones".
La capacidad puede ser de goce y de ejercicio.
2.5.1. La capacidad de goce consiste en la aptitud legal para adquirir derechos. Todos
tienen capacidad de goce.
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Basta ser persona para tener dicha capacidad. Así, por ejemplo, un recién nacido tiene plena
capacidad para recibir una herencia. Naturalmente, no podrá administrarla, pero puede
adquirirla.
2.5.2. La capacidad de ejercicio es la aptitud legal para ejercer derechos y contraer
obligaciones. Así, por ejemplo, en Roma era indispensable tener más de 25 años de edad,
ser ciudadano romano, sui iuris y no estar afecto a ninguna incapacidad de hecho.
Otro elemento de la naturaleza es aquel que permite dejar sin efecto el contrato si la otra
parte no cumple su obligación. Del mismo modo, también es elemento de la naturaleza la
responsabilidad del vendedor por los llamados vicios redhibí-torios o vicios ocultos que
tenga la cosa. Por ejemplo, se vende un caballo y poco después muere porque estaba
enfermo.
Por cierto, nada impide a las partes consignar de manera expresa cualquier elemento de la
naturaleza en el respectivo contrato.
Pueden definirse como aquellos que "sin ser esenciales, se entienden incorporados en un
acto juiídico sin necesidad de cláusulas especiales".
El caso más claio es lo que se conoce como la responsabilidad por evicción, que se
estudiará en detalle en la compraventa. Por ahora digamos que la evicción consiste en la
privación de la cosa comprada que sufre el comprador, por sentencia judicial, por un vicio
anterior a la venta. Imaginemos que una persona compra el esclavo Stico y luego aparece
un tercero que lo demanda, alegando que el compró primero a Stico y así lo demuestra.
Como resultado de la demanda de ese terceio, el comprador es privado de Stico. En tal caso
el vendedor deberá responderle restituyendo no sólo el precio recibido sino también
indemnizando los perjuicios sufridos. Esta obligación del vendedor, consistente en
responder al comprador de que pueda gozar de la posesión tranquila y pacífica de la cosa
comprada, la obligación de responderle si es privado de la cosa por sentencia judicial es un
elemento de la naturaleza de este acto jurídico llamado compraventa. No es necesario que
en el contrato se establezca de manera expresa que el vendedor responde de la evicción.
Dicha responsabilidad se considera incorporada a todo contrato de compraventa.
Pueden ser definidos como aquellos que "las partes agregan a un acto jurídico, mediante
cláusulas especiales, y que están destinados a modificar sus efectos naturales, ya sea en
cuanto a su nacimiento, ejercicio o extinción".
En efecto, si se celebra un contrato de compraventa, por ejemplo, lo normal será que en el
momento de convenirse en la cosa y en el precio se produzcan obligaciones para el
comprador —la de entregar el precio— y para el vendedor, la de entregar la cosa. Sin
embargo, nada impide que las partes agreguen al contrato una cláusula que diga, por
ejemplo, "esta venta queda sin efecto si aparece un mejor comprador dentro de seis meses".
Estaremos sujetando los efectos del contrato a que pueda llegar alguien, en ese período de
tiempo, que ofrezca un mejor precio. También se puede decir que "esta venta queda sin
efecto al cabo de dos años, comprometiéndose el vendedor a restituir el precio reajustado y
el comprador a devolver la cosa". Nos encontramos frente a una venta a plazo. E incluso
puede añadirse una cláusula modal, según se verá.
Los elementos accidentales se llaman también modalidades del acto jurídico y pueden ser:
la condición, el plazo y el modo.
La condición puede definí) se como "un acontecimiento
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
futuro e incierto del cual depende el nacimiento o la extinción de un derecho".
El plazo es el "acontecimiento futuro y cierto del cual depende el ejercicio o la extinción de
un derecho".
El modo es un "gravamen impuesto al beneficiario de una liberalidad".
1. LA CONDICIÓN 1.1. CONCEPTO
"Es el acontecimiento futuro e incierto del cual depende el nacimiento o la extinción de un
derecho".
Antes de analizar la definición, digamos que ahora la condición es concebida como un
acontecimiento futuro e incierto de cuya realización depende la eficacia del negocio
jurídico condicional. El derecho más antiguo y el clásico solamente conocen la condición
suspensiva, en la que el negocio jurídico produce sus efectos cuando el hecho en que
consiste la condición se cumple.
El acontecimiento debe ser futuro. Si es pasado o presente no hay condición. Así, por
ejemplo, si yo digo "le doy cien si llegó ayer una nave de Asia". En tal caso, sólo se pueden
dar dos hipótesis: primera, el acontecimiento en que consiste la condición no se cumplió,
esto es, ninguna nave llegó ayer de Asia, en cuyo caso el negocio jurídico carece de validez.
La otra alternativa es que, efectivamente, haya llegado ayer una nave de Asia. En tal
evento, el acto jurídico es puro y simple.
El acontecimiento debe, además, ser incierto. Si fuera cierto, entonces sería un plazo. Si
digo "le doy cien si muere Stico", en la práctica, aunque la proposición aparezca revestida
bajo la apariencia de una condición, en realidad es un plazo. Más lógico sería decir "le doy
cien cuando muera Stico". Es evidente que Stico alguna vez va a morir. Lo que no sabemos
es cuándo morirá.
En consecuencia, que sea incierto quiere decir que no se sepa si va a ocurrir.
145
Manual de Derecho Romano. Del acto jurídico
— Se dice que la condición está cumplida cuando el
acontecimiento en que consiste ha ocurrido.
En este caso, el acto jurídico adquiere plena eficacia, como si se tratara de un acto puro y
simple. La expectativa, el germen de derecho se ha transformado en un derecho exigible.
En doctrina se plantea el difícil problema de la retroacti-vidad de la condición. En otras
palabras, cumplido el hecho en que la condición consiste, ¿se retrotraen sus efectos al
momento inicial, en que se contrajo la obligación condicional o, por el contrario, los efectos
del acto jurídico rigen a partir de ese instante? Imaginemos la siguiente situación: "Le doy
el fundo Tusculano si llega una nave de Asia durante el año". Seis meses más tarde y antes
de que se cumpla el año, arriba una nave de Asia. ¿Se entiende que el fundo le corresponde
al acreedor desde que llegó la nave o desde que se convino la obligación? Si se estima que
desde que la obligación se contrajo, esto es, que la condición opera con efecto retroactivo,
quiere decir que la cosecha que yo haya podido realizar entre el momento de la celebración
del contrato y la llegada de la nave le pertenece al acreedor condicional.
No hubo unanimidad en la doctrina. Algunos sostuvieron la retroactividad de la condición y
otros se inclinaron por la negativa. En todo caso, si hubo retroactividad en los efectos, no
fue en la época clásica sino en la justinianea.
— Se dice que la condición está fallida cuando llega a ser
cierto que el hecho en que consiste no ocurrirá de ningún
modo. Por ejemplo, si venció el plazo sin que la nave llegara.
En tal evento, se extingue la expectativa y todo transcurre
como si jamás hubiese habido acto jurídico alguno.
Todo lo anterior, en relación a la condición suspensiva.
1.4. CONDICIÓN RESOLUTORIA
Se dice que la condición es resolutoria cuando el acontecimiento futuro e incierto en que
consiste produce la extinción del derecho.
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
Si el acto jurídico está sujeto a condición resolutoria, los efectos del acto comienzan a
producirse a partir de la celebración del mismo, pero sobre dicho acto pende su resolución.
La condición resolutoria tuvo su origen en los contratos de compraventa. Las partes
agregaban cláusulas que permitían al comprador dejar sin efecto el contrato si la mercadería
no le gustaba, dentro de cieito plazo.
Sin embargo, es necesario distinguir entre la condición meramente extintiva y la
resolutoria.
Hay condición meramente extintiva si yo digo: "Te presto mi casa hasta que llegue mi tía de
Asia". El cumplimiento de la condición produce el término del beneficio para el futuro,
pero no altera los efectos pasados.
En cambio, en la condición resolutoria —lo que ocurre en la venta al gusto, como en el
ejemplo de la compraventa señalado— el cumplimiento de la condición extingue la
situación desvaneciendo jurídicamente lo ya realizado.
Es decir, en ambos casos la situación beneficiosa nace inmediatamente, pero la llegada del
acontecimiento futuro e incierto produce distintos efectos.
La condición resolutoria también pudo encontrarse pendiente, cumplida y fallida.
Mientras está pendiente, el acto jurídico produce todos sus efectos como si fuera puro y
simple. Cuando el hecho en que consiste se cumple, el derecho se resuelve y extingue. Las
consecuencias dependerán de si se trata de una condición meramente extintiva o de una
condición resolutoria, según se vio. Y, por último, cuando la condición resolutoria está
fallida el derecho se consolida y el acto jurídico se transforma, definitivamente, en un acto
puro y simple. Por ejemplo, en el caso del comodato "hasta que llegue mi tía de Asia",
muere la tía. La condición habrá fallado y el derecho del comodatario se consolida.
La condición resolutoria pudo ser de tres clases:
147
Manual de Derecho Romano. Del acto jurídico
1.4.1. Condición resolutoria ordinaria
Es aquella que consiste en un hecho cualquiera, que no sea el incumplimiento de las
obligaciones contraídas. Por ejemplo, en un contrato de arrendamiento, la obligación del
arrendador es permitir el uso de la casa y la del arrendatario, pagar el canon de
arrendamiento. Esas son las obligaciones contraídas. La condición resolutoria ordinaria
consiste en el incumplimiento de otra obligación. En el caso propuesto, si lo arrendado es
un huerto y se le prohibe al arrendatario plantar limones, en esa prohibición consiste la
condición resolutoria ordinaria. Si se viola, se puede pedir la resolución del contrato.
1.4.2. Condición resolutoria tácita
Es la que va envuelta en todo contrato bilateral, de no cumplirse por una de las partes lo
pactado. En el ejemplo anterior, consiste en el no pago del canon de arrendamiento o en la
negativa del arrendador a permitir el uso de la casa.
La condición resolutoria tácita es un elemento de la naturaleza del acto jurídico, esto es, se
entiende incorporada al acto jurídico sin necesidad de cláusulas especiales.
En un contrato de compraventa, por ejemplo, en que la obligación del comprador es pagar
el precio y la del vendedor entregar la cosa, hay condición resolutoria tácita si el comprador
se niega a pagar el precio o el vendedor no entrega la cosa. En este caso, si alguno de los
contratantes no cumple su obligación y el otro sí la ha cumplido, el contratante diligente
puede exigir al negligente que cumpla, empleando todas las herramientas que le da el
derecho, o bien puede hacer efectiva la condición resolutoria tácita y pedir que se deje sin
efecto el contrato. En ambos casos puede exigir, además, indemnización de perjuicios.
1.4.3. Condición resolutoria de pacto comisorio
Consiste en la condición resolutoria tácita, expresada. Nada impide que las partes dejen
constancia por escrito de la
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condición resolutoria tácita. Cuando ello ocurre, estamos frente a un pacto comisorio.
b) La condición puede ser positiva o negativa.
La condición es positiva si el derecho pende de que suceda un acontecimiento futuro e
incierto. "Te daré cien si hoy viene una nave de Asia".
La condición es negativa si el derecho pende de que no suceda un acontecimiento futuro e
incierto. "Te daré cien si hoy no viene una nave de Asia".
c) La condición puede ser posible o imposible.
La condición es posible cuando se puede cumplir.
Es imposible cuando el acontecimiento en que consiste no se puede realizar debido a un
obstáculo o impedimento físico o jurídico.
Hay condición físicamente imposible si digo: "Te doy cien si tocas el cielo con las manos".
Es jurídicamente imposible si digo: "Te doy cien si vendes un templo a Ticio". Los templos
en Roma eran res sacra y, por tanto, estaban fuera del comercio humano.
¿Qué valor tenía un acto jurídico sujeto a una condición imposible? El que promete algo
bajo condición imposible, ¿estaba obligado a pagar?
Para resolver este problema, los romanos distinguieron entre los actos jurídicos entre vivos
y aquellos por causa de muerte. Los primeros, como hemos visto, son los que producen sus
efectos en vida de los otorgantes. Los actos jurídicos por causa de muerte son aquellos que,
para que produzcan alguno de sus efectos, es necesario que muera al menos uno de los
otorgantes.
Si la condición imposible se estableció en un acto jurídico entre vivos, el acto es nulo. Se
presumió que quien se obligó bajo condición imposible no tuvo el propósito serio ni la
intención de obligarse.
Si el acto jurídico era mortis causa, la condición imposible se tenía por no escrita y el acto
se consideraba como puro y simple. El fundamento del trato distinto que se dio a la con-
dición imposible en un caso y en otro fue de orden religioso. No tenía mayor importancia
declarar nulo el acto entre vivos sometido a condición imposible. En cambio, en el caso de
un testamento, por ejemplo, si éste era declarado nulo con el testamento caían también
todas las otras disposiciones allí establecidas. Los romanos procuraron siempre que las
personas murieran testadas, que se respetara su última voluntad.
d) La condición puede ser lícita o ilícita.
La condición es ilícita cuando el hecho en que consiste atenta contra la moral, el orden
público o las buenas costumbres. "Te daré cien si matas a Ticio".
La condición ilícita anula el acto jurídico, lo deja sin efecto.
Los romanos establecieron una casuística interesante en esta materia. Así, si se decía: "Te
prometo cien si no matas a Ticio", el acto jurídico era nulo, porque no debía pagarse para
permanecer honesto. En cambio, admitían el caso siguiente: Una mujer que al casarse le
plantea al marido, "¿me prometes cien si no abandonas tu costumbre de tener concubina?"
Esta condición la estimaban válida, porque aquí el beneficio no es para el que se debe
abstener del hecho inmoral. También admitían esta otra condición: "Te daré cien si impides
que Ticio mate a Sempronio", por cuanto se trataba de un hecho que podía sucederle a un
tercero.
e) La condición puede ser potestativa, casual o mixta.
Condición potestativa es aquella que depende de un hecho
voluntario del deudor o del acreedor o de la mera voluntad de cualquiera de ellos.
Condición casual es aquella que depende de un evento de la naturaleza o de la acción de un
tercero. Por ejemplo, "te daré cien si llueve" o "... si Marcelo va a Alejandría".
Condición miocta es aquella que depende, en parte, de un evento natural o de un tercero, y
en paite de la actividad requerida del interesado. Son en parte potestativas y en parte
casuales. Ya veremos un ejemplo.
150.
Maximiano Errázuriz Eguiguren
La condición potestativa puede ser simplemente potestativa o meramente potestativa.
Es simplemente potestativa si depende de un hecho voluntario del acreedor o del deudor. El
hecho dependerá del acreedor si digo: "Le doy cien si usted va a Alejandría mañana". Y
dependerá del deudor si digo: "Le doy cien si yo voy a Alejandría mañana".
La condición simplemente potestativa vale siempre, consista en un hecho voluntario del
acreedor o del deudor.
Es meramente potestativa si depende de la "mera" voluntad del acreedor o del deudor. Así,
depende de la mera voluntad del acreedor si digo: "Le doy cien si usted quiere". Esta
condición es válida. Depende de la mera voluntad del deudor; en cambio, si digo: "Le doy
cien si yo quiero", no vale. El acto jurídico se mira como nulo. El derecho no puede admitir
una condición que dependa, no ya de un hecho voluntario del deudor, sino de la mera
voluntad del deudor.
La condición casual es aquella, como se dijo, que depende de un evento de la naturaleza o
de la acción de un tercero. Dependerá de la naturaleza si digo: "Le doy el esclavo Stico si
llueve en el curso de esta semana". Dependerá de un tercero si digo: "Le doy el esclavo
Stipo si Sempronio me regala un esclavo este año".
La condición mixta es aquella, en parte potestativa y en parte casual. En otras palabras, la
condición es mixta si el hecho en que consiste depende en parte de la naturaleza o de un
tercero y en parte de la voluntad del otro. Por ejemplo: "Te daré mil ases si te casas con
Cleopatra". La condición es mixta porque en parte es potestativa —depende de la voluntar
del otro de casarse con Cleopatra— y en parte es casual —porque también depende de la
acción de un tercero, de Cleopatra, que quiera casarse con el acreedor—, por lo que la
condición es mixta.
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Manual de Derecho Romano. Del acto jurídico 2. EL PLAZO
Es el acontecimiento futuro y cierto del cual depende el ejercicio o la extinción de un
derecho.
El plazo y la condición tienen en común el tratarse de acontecimientos futuros, pero se
diferencian en que el acontecimiento futuro en la condición es incierto, y en el plazo es
cierto e inevitable. Además se diferencian en que los efectos nacidos de una condición
pueden obrar retroactivamente; en cambio en el plazo se producen sin retroactividad.
Como se desprende de la definición que hemos dado, el plazo puede retardar la exigibilidad
de un derecho, o bien, extinguir un derecho. El plazo puede estar referido al comienzo o al
fin de la relación jurídica. Cuando del plazo pende la exigibilidad del derecho, se dice que
el plazo es suspensivo; en cambio, si de su transcurso depende la extinción de un derecho,
es extintivo. También ambas denominaciones se conocen como plazo inicial y plazo final.
Lo normal es que los actos jurídicos que no pueden estar sujetos a condición —como el
matrimonio, por ejemplo—, tampoco admiten plazo. Salvo en aquellos casos en que, por la
naturaleza de la prestación, ésta no pueda cumplirse en un momento determinado.
Si bien el plazo suspensivo o inicial detiene el ejercicio de un derecho, no detiene la
adquisición del mismo. El derecho se entiende ya incorporado a nuestro patrimonio. Por tal
motivo, en ese caso se pueden ejecutar los actos de seguridad destinados a afianzar el
derecho.
Si el plazo es extintivo o final, produce la caducidad de la relación que se creó,
extinguiéndose todos los derechos que integran su contenido.
En otras palabras, el plazo inicial suspende los efectos jurídicos, pero no la existencia del
derecho. Vencido el plazo, el derecho puede reclamarse sin que tenga efecto retroactivo. En
cambio, cuando el plazo es final o extintivo, al vencerse se extinguen también los derechos
que pendían de su cumplimiento.
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Sin embargo, a pesar de que el plazo es un acontecimiento futuro y cierto, se puede admitir
una cierta incertidumbre en él. Sobre esa base, los romanos analizaron los siguientes
supuestos:
2.1. Dies certus an certus quando (se sabe con certeza
qué sucederá y cuándo sucederá): "Te daré cien para las ca
lendas del mes de marzo".
2.2. Dies certus an incertus quando (se sabe con certe
za qué ocurrirá, pero no se sabe cuándo): "Te daré cien el
día que muera Tirio".
2.3. Dies incertus an certus quando (no se tiene certe
za si ocurrirá; pero de ocurrir, se sabe cuándo ocurrirá): "Te
daré cien cuando cumplas 20 años".
2.4. Dies incertus an incertus quando (no se tiene cer
teza si ocurrirá y tampoco la hay sobre cuándo ocurrirá):
"Te daré cien el día que se case Tirio".
Los dos últimos casos han sido considerados por algunos como condiciones disfrazadas,
por lo que estrictamente hablando no serían plazos. Creemos, sin embargo, que se puede
dar una cierta tonalidad —muy pequeña, por tratarse de casos límites— de diferenciación.
Así, por ejemplo, una cosa es decir: "Te daré cien si viene una nave de Asia" —aquí la
obligación queda supeditada a que llegue una nave de Asia— y otra distinta es decir, por
ejemplo, a propósito de una compraventa: "Mira, ahoia no tengo el dinero necesario para
pagarte el precio, pero te lo daré cuando llegue mi amigo, que viene en la nave que procede
de Asia". En este último caso, lo que se quiere obtener es meramente un retraso o demora
en la obligación de pagar, pero de tal manera que si el hecho no ocurre, el precio queda
igualmente debido.
Ampliando más los especiales efectos del plazo, puede decirse que en materia de
obligaciones el plazo cierto no suspendía la existencia del derecho, sino su exigibilidad. La
duda
existía, desde luego, pero sólo podía exigirse su cumplimiento cuando el plazo hubiese
vencido, y por ello, y mientras tanto, se decía que cedía el día, pero que no venía aún,
resultando que lo que se hubiese pagado por error antes de cumplirse el plazo no podía
reclamarse como indebido; pero si el acreedor intentaba su acción, incurría en las penas de
la plus petitio.
Cuando se había puesto un plazo ad quando, su efecto consistía en que por derecho estricto
la obligación era perpetua, porque todo vínculo de derecho subsistía por su naturaleza hasta
que interviniese algún acto o acontecimiento jurídicamente reconocido que lo hiciera cesar.
Pero como esta consecuencia del derecho sería inocua, los pretores concedían en este caso
una excepción para rechazar la acción del acreedor, aparte, además, de que este principio de
rigor fue muy modificado por el Derecho nuevo.
Por lo demás, hay actos jurídicos que no toleran condición y tampoco plazo: la mancipatio,
la acceptilatio, la aditio here-ditatis y la datio cognitoris.
Un aspecto interesante, en materia de plazo, es el tiempo. Y lo es no sólo en cuanto por él
se adquieren ciertas cosas a través de la usucapió y se extinguen las acciones que conceden
las leyes por su falta de ejercicio dentro de ciertos plazos, prescripción de acciones, sino
también porque el tiempo es preciso determinarlo señalando períodos del mismo.
Para contar los mencionados períodos de tiempo, el derecho romano hablaba de una
computación natural, computatio naturalis, en la que, apreciando el momento de iniciación
y el último o final con exacta precisión, se computaba el tiempo de momento a momento y
otra computación civil, coputatio civilis, en la que se contaba por días, por ser el día la
unidad indivisible e ínfima y a veces, según las fuentes, el tiempo civil se tenía por
completo desde el momento en que había principiado el último día del plazo. Así se
contaron y computaban la edad para el testamento, para las manumisiones de la ley Aelia
Sentía y los plazos para adquirir por usucapió.
Asimismo, el tiempo, en cuanto se refería a la época en que principiaban a correr los plazos
o términos señalados con
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una finalidad jurídica, podía ser continuo y útil y dar lugar a una computación continua o
útil.
En el tiempo continuo el plazo se contaba desde el momento en que sucediera un
acontecimiento, aunque la persona interesada no tuviese conocimiento de él. En el útil no se
principiaba a contar hasta que aquélla tuviese este conocimiento. En cuanto a la duración,
se decía tiempo continuo el que, una vez principiado, corría sin interrupción. Entraban
todos los días, sin distinguir los fautos o nefastos. Y tiempo útil era aquel en que sólo se
contaban los días aptos para las actuaciones judiciales y, por tanto, no figuraban en el
mismo los días prohibidos para realizar el acto a que el plazo se refiere, llamados días
inhábiles.
Normalmente juega un papel principal en las relaciones de derecho el tiempo continuo y
sólo en plazos cortos, no menores de un año, tiene aplicación el tiempo útil.
También se tuvo en cuenta la imposibilidad de determinarse el tiempo de duración de una
situación jurídica determinada, y en orden a los efectos de la misma, se admitía proteger
tales situaciones como si de manera legítima hubiesen surgido.
¿Se podía renunciar al plazo?
Depende en favor de quién esté establecido. Si beneficia sólo al deudor: "Le doy el esclavo
Stico la próxima semana", no hay problemas en renunciar a él y entregar el esclavo antes.
Pero si beneficia a ambos, como en un mutuo a interés, sólo puede renunciarse por mutuo
acuerdo.
3. EL MODO
Puede definirse como "un gravamen impuesto al beneficiario de una liberalidad". Es una
cláusula agregada a los actos de liberalidad —legados, donaciones, instituciones de
herederos—, por medio de la cual se impone al destinatario del beneficio gratuito un
comportamiento determinado. Un ejemplo sería éste, a propósito de una institución de
heredero: "Que
sea Ticio mi heredero. Pero que en el fundo que recibirá levante un monumento funerario a
mi memoria".
No debe confundirse el modo con la condición. En este caso sería una condición
potestativa: que sea mi heredero si me levanta un monumento funerario. En efecto, en la
condición, la eficacia del acto jurídico se suspende hasta que ocurra el hecho en que
consiste. En cambio en el modo, la disposición de la institución de heredero es de efecto
inmediato.
El problema que se presenta es saber cómo se puede exigir el cumplimiento del modo. En
esto, el derecho romano se movió muy cautamente, teniendo en cuenta las características de
cada acto jurídico. Hay que distinguir:
a) Cuando se trata de un legado sub modo, puede ocu
rrir que el legatario pretenda judicialmente obtener la cosa.
En este caso, a instancias del heredero el pretor podía negár
sela hasta tanto no diera garantías suficientes (cautiones) que
afianzaran el cumplimiento posterior del encargo. Luego, en
el derecho imperial, para el supuesto de que el modo bene
ficiara a un persona concreta, se lo juzgaba como si fuera un
fideicomiso, de tal modo que el beneficiario gozaba de las
medidas extraordinarias concedidas para el cumplimiento de
este tipo de negocio.
b) Cuando se trataba de una institución de heredero,
podía ocurrir que fuera un solo y único heredero. En este
caso, el testador podía haber establecido una sanción de des
heredación si no cumplía el modo. También se admitió que
cuando beneficiaba a una entidad religiosa (collegium) o, en
general, a un interés público, el magistrado podía imponer
una multa al heredero que no cumplía el encargo. A su vez,
podía ocurrir que juntamente con el heredero instituido sub
modo existieran otros herederos. En este caso, si no cumplía
el modo, los demás, antes de la partición de la herencia, po
dían exigirle garantías (cautiones).
c) Por último, cuando se trataba de una donación, el
donante podía acompañar el traspaso del dominio —mancipa-
156
Maximiano Errázuriz Eguiguren
tio— con un pacto de fiducia, por el cual el beneficiado se obligaba por su fides a cumplir
la modalidad. Si no lo hacía, el donante tenía un actio fiduciae para asegurar el
cumplimiento. Igualmente lo podía hacer realizando una stipulatio. Luego, en el derecho
posterior, se le admitieron al donante dos acciones: la condictio causa data causa non
secuta, para recuperar la cosa donada, y la actio prescriptis verbis, si pretendía el
cumplimiento del encargo o modo, para obligar al donatario a cumplir.
Capítulo Segundo
LA REPRESENTACIÓN EN LOS ACTOS JURÍDICOS
1. ANTECEDENTES GENERALES
Lo normal es que la voluntad sea manifestada por la persona respecto de la cual se quieren
producir los efectos del acto jurídico. Sin embargo, hay casos en los cuales esa
manifestación de la voluntad la realiza una persona distinta. Nos encontramos, entonces,
ante lo que se denomina representación.
La representación puede definirse diciendo que consiste en que "los efectos de un acto
jurídico se radican en una persona distinta de quien lo celebra".
Es necesario, sin embargo, hacer una aclaración previa, pues la representación puede
revestir dos formas absolutamente diversas:
a) El repiesentante puede actuar en nombre y por cuenta del representado. En tal evento, los
efectos del acto jurídico así realizado se radican en la persona del representado. Estamos
frente a lo que se llama representación directa. Por ejemplo, Mario, en representación de
Marcelo, compra un fundo a César. Los efectos de la venta se radican en Marcelo. Del
mismo modo, Mario celebra con César un contrato de mutuo o préstamo de consumo
(puede tratarse de un préstamo de dinero, por ejemplo), en representación de Marcelo. De
acuerdo con la hipótesis que nos hemos planteado, Marcelo será directamente el acreedor o
el deudor.
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b) El representante puede actuar por el representado, pero a nombre propio, en el sentido de
que los efectos del acto jurídico se producen en la persona del representante. En este caso
se llama representación indirecta.
Por ejemplo: Mario compra a César un predio de su propiedad por cuenta de Marcelo. La
adquisición del predio seiá para Mario, quien luego deberá transferir los efectos del referido
acto jurídico a Marcelo. Lo mismo ocurre en este otro ejemplo: Mario celebra con César un
contrato de mutuo, por cuenta de Marcelo. El que queda como acreedor o deudor es Mario
quien, de acuerdo con la relación interna entre representante y representado, deberá
transferir los efectos del acto jurídico a Marcelo. Este tendrá acción para exigirle la entrega
de lo que recibió en mutuo.
Como se desprende de lo dicho, la definición que hemos dado corresponde a la
representación directa. Pero esta forma de representación directa es relativamente moderna.
Los romanos emplearon la forma de representación indirecta. La idea de que los efectos de
un acto jurídico se radiquen en otra persona independiente y distinta de la que participó en
su celebración, presupone una muy desarrollada capacidad de abstracción. Esta auténtica
representación reviste su forma actual a partir de la dogmática del siglo XIX. Los derechos
antiguos, entre ellos el romano, para hacer posible la actuación jurídica de una persona por
otra se sirvieron de medios distintos, especialmente de órganos dependientes, esto es, de la
representación mediata o indirecta y de la fiducia. Los romanos, solamente dentro de
estrechos límites admiten en su Derecho privado la actuación jurídica de una persona por
otra.
2. ÓRGANOS
La actuación a través de órganos dependientes es conocida en el derecho romano desde
antiguo, pero ocupa en el derecho privado un reducido espacio. Sirve de fundamento a esta
concepción la idea de que quien para actuar jurídicamente
se siive de una persona que de él depende, procede de modo semejante al hombre que se
sirve de sus miembros coiporales. El órgano es un "instrumento animado", un "biazo
prolongado". Los romanos consideran también órgano al que, hallándose en situación de
dependencia, está facultado para adoptar una decisión de manera más o menos autónoma.
Fuera del campo del derecho privado, la actuación de una persona por otra se halla muy
extendida: el Estado romano actúa por medio de un magistrado; las divinidades, en ciertos
casos, actúan por sus sacerdotes.
Para actuar mediante órganos en derecho privado, hay que distinguir entre la adquisición de
derechos y la asunción de obligaciones paia otro o a cargo de otro. Los negocios
dispositivos con efecto para otro no se rigen por la doctrina del órgano:
1. a) Los derechos pueden adquirirse en Roma mediante los propios hijos de familia y los
esclavos, pero no por personas libres ni extrañas a la casa. Los hijos de familia— entre los
que se incluye a la mujer, en la misma categoría, en el caso de los matrimonios celebrados
cum manus—, carecen de capacidad patrimonial. No pueden, en consecuencia, tener un
patrimonio propio. Sólo tiene capacidad patrimonial quien detenta el poder familiar, el
paterfamilias. Lo que adquieren los hijos o los esclavos —como se verá al estudiar Las
Personas—, ingresa necesariamente al patrimonio del padre. Que los hijos y esclavos
actúen o no en nombre del padre es indiferente. También lo es que el padre tenga o no
noticia de su actuación y desee o no desee esta actuación.
b) La adquisición de derechos por medio de una persona libre, que no guarda relación de
dependencia con el representado, se halla por lo general excluida. El derecho clásico
conoce una excepción, en cuanto que el administrador libre de un patrimonio (procurator) y
probablemente también el tutor, pueden adquirir la posesión y con la traditio la propiedad,
en favor de su representado, como consta en Gayo
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LIBRO III
DE LAS PERSONAS
1. CAPACIDAD JURÍDICA
Es sujeto de derechos todo ser al que la ley reconoce aptitud para adquirir derechos y
contraer obligaciones.
De aquí se desprende que para ser sujeto de derechos es necesario que el ordenamiento
jurídico le reconozca capacidad jurídica. En caso contrario podrá ser persona (como el
esclavo), pero no sujeto de derechos. En consecuencia, la capacidad jurídica debe
entenderse como aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones, lo que no
caracteriza a la "persona" sino al "sujeto de derechos".
Hay "personas" que no son sujetos de derechos, como el esclavo; también hay "sujetos de
derechos" que no son personas, como las corporaciones y fundaciones. Ambas pueden
actuar, adquirir derechos y contraer obligaciones, pero no eran personas en Roma. (Hoy se
les denomina "personas jurídicas", en contraposición a las "personas físicas".)
Cuando decimos hoy, por ejemplo, que la Municipalidad de tal parte es dueña de ciertos
bienes, afirmamos que ese municipio es sujeto de derecho. Con ello señalamos que puede
adquirir derechos y contraer obligaciones. En definitiva, ese municipio es persona, si bien
no es individuo humano.
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Maximiano Errázuriz Eguiguren
derechos que confería Roma a sus ciudadanos. Entre otros, en el orden político los de elegir
y ser elegido (ius suffragium y ius honorum); en el orden civil, el derecho de contraer justa
nupcia o matrimonio conforme al derecho civil romano (ius connubii) y de celebrar actos
que permitieran transferir la propiedad romana (ius commercii).
2.3. ESTADO DE FAMILIA
Es la situación en que un hombre libre y ciudadano romano puede hallarse en relación a una
determinada familia. Así, un hombre libre y ciudadano puede estar sujeto a la potestad de
otra persona (el paterf amilias) dentro de su familia, quedando como "alieni iuris". También
puede no estarlo y ser "sui iuris". Sólo este último tiene plena capacidad jurídica.
Por las consideraciones expuestas hemos dicho que para poseer plena capacidad jurídica se
requiere ser libre, ciudadano romano y sui iuris, además de no existir ninguna circunstancia
de hecho (edad, sexo, salud mental) que limite las posibilidades de actuar en la vida del
derecho.
El "alieni iuris" tiene una cierta capacidad, pero no plena.
Más adelante estudiaremos con más detalle cada uno de los tres estados.
3. REQUISITOS DE EXISTENCIA DE LAS PERSONAS
Conforme a la definición de Gayo, persona es todo ser humano, sea libre o esclavo.
Para que un ser humano se considerase persona en el derecho romano era indispensable que
se cumplieran tres requisitos: 1? haber nacido; 29 haber nacido vivo; 3? tener forma
humana, y 4*? ser capaz de seguir viviendo (ser viable).
169
Manual de Derecho Romano. De las personas 3.1. HABER NACIDO
Para que se entienda cumplido este requisito era indispensable la separación completa de la
criatura respecto de su madre.
El feto que estaba en el claustro materno formaba parte de la madre.
"Porque lo que está en el vientre, antes de que nazca, es parte de la madre o de sus
entrañas" (Ulpiano, D. 25.4.1.1.).
"Porque lo que aún no ha nacido, no se dice que ya es hombre" (Papiniano, D. 35.2.9.1.).
3.2. HABER NACIDO VIVO
Si la criatura no nace viva, carece de personalidad. La criatura que muere en el vientre
materno o que perece antes de estar completamente separada de su madre, o que no haya
sobrevivido a la separación de su madre un momento siquiera, se reputa no haber existido
jamás.
En cuanto a la prueba de la vida del nacido, basta con moverse según los sabinianos, o dar
el primer grito según los proculeyanos. Justiniano se inclinó por la opinión de los
sabinianos.
"Los que nacieron muertos, parece que no nacieron, ni fueron procreados" (Paulo, D.
50.16.129).
"Aunque el nacido hubiere fallecido inmediatamente..." (Diocleciano y Maximiano, 294-
305 d.C).
"Si perfectamente nació vivo, aunque haya muerto inmediatamente después ..." (Justiniano,
539 d.C.).
3.3. TENER FORMA HUMANA
Esto excluía a los seres que pudieran semejarse a los mitológicos, en los que creían los
antiguos.
"No son libres los que fuera de lo acostumbrado nacen sin figura humana, v.gr. si una mujer
pare una cosa monstruosa o
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171
prodigiosa. Pero el parto que amplió los... (ininteligible en el texto) de los miembros
humanos, en parte parece perfecto y, por lo mismo, se debe contar entre los libres" (D.
1.5.8.11). No hay reglas precisas sobre la monstruosidad. No era tal, por ejemplo, poseer
seis dedos en una mano. Paulo estima que la paite principal del cuerpo humano es la
cabeza, "de donde algunos han deducido que la monstruosidad debía presentarse en esa
parte del cuerpo" (D. 11.7.44. Pr.).
3.4. QUE EL PARTO FUERA VIABLE
Esto significa que el feto debe haber tenido un desarrollo tal en el vientre materno, que le
permita seguir viviendo después de la separación.
"Está recibido por la autoridad del doctosísimo Hipócrates, que el parto es perfecto a los
siete meses" (Paulo, D. 1.5.12).
No se formaba la personalidad si el parto era un aborto.
Gayo establece que si la viuda que esperaba un hijo de su marido que fue muerto, aborta, la
herencia pasa a los herederos testamentarios. Es decir, como se consideraba que el hijo no
había nacido, sucedían a su padre los herederos llamados en el testamento, el que no habría
sido válido de haber nacido el hijo de una manera normal.
4. DERECHOS DEL QUE ESTA POR NACER
El momento de la concepción de un ser humano fue de enorme importancia en el derecho
romano. En efecto, sirvió para determinar, en algunos casos, si el hijo nacía libre o esclavo
y, por otro lado, se establecieron ciertos derechos en favor de esas "futuras personas".
En cuanto a la determinación de su estado, el derecho romano estableció una regla
fundamental: el hijo concebido en justa nupcia (matrimonio conforme al derecho civil
romano) sigue la suerte del padre al momento de la concepción; el concebido fuera de justa
nupcia sigue la condición de la madre
en el momento del parto: si la madre es libre, el hijo nace libre; si es esclava, nace esclavo.
Más adelante examinaremos en profundidad este problema. También veremos cómo los
romanos establecieron el período en que pudo haberse producido la concepción.
En cuanto a los derechos establecidos en favor del que está por nacer, se reconocieron
derechos hereditarios al hijo postumo, esto es, al concebido pero no nacido al morir el
padre. Para justificar jurídicamente el reconocimiento de derechos al que está por nacer, los
romanos recurrieron a una ficción: estos derechos estaban sujetos a la condición suspensiva
de que naciera la criatura, cumpliéndose todos los requisitos examinados en el número
anterior y pudiera llegar a tener la calidad de persona. Ahora bien, si nacía, los romanos
presumieron que esos derechos —en suspenso hasta el momento del nacimiento— le
habían pertenecido siempre; si no nacía, la condición suspensiva se consideraba fallida y
era como si esos derechos nunca hubieran existido.
La protección de los derechos eventuales del que está por nacer tiene una explicación:
evitar que, por falta de protección, esos bienes se enajenaran antes de nacer la criatura.
Los principales derechos del que está por nacer son los siguientes:
a) El concebido puede ser instituido heredero o lega
tario, en cuyo caso los derechos hereditarios deferidos perma
necerán en suspenso hasta el nacimiento.
"Los antiguos miraron a los que aún estaban en el vientre de tal modo que les conservaban
íntegros sus derechos hasta el tiempo de nacer, como ocurre en el derecho de las herencias"
(Paulo, D. 5.4.3).
b) Se puede designar un curador de sus derechos even
tuales.
c) Estaba prohibido el aborto.
d) La madre viuda encinta de un hijo postumo podía
pedir alimentos con cargo a la porción hereditaria que haya
de corresponder a su hijo y, en garantía de ese derecho, podía
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173
Hay capitis deminutio máxima cuando la persona cae en esclavitud. Pierde todos sus
derechos y sus bienes —lo mismo que su persona— pasan a poder del amo. Se terminan
sus derechos civiles y políticos y se transforma, de un "sujeto de derechos" en un "objeto de
derechos".
Hay capitis deminutio media cuando la persona deja de pertenecer a la ciudad de Roma,
pero continúa siendo libre. Así, por ejemplo, si un ciudadano romano se traslada a vivir a
otra ciudad o es deportado fuera de Roma. En tal caso pasará a tener los derechos de la
nueva comunidad a la que se traslade.
Hay capitis deminutio mínima cuando se altera el estado de familia. Esta capitis deminutio
puede significar un aumento de la capacidad, como ocurre si un alieni iuris se hace sui iuris
porque se emancipa de la familia en que estaba; o una disminución de la capacidad, como
sucede si un sui iuris se hace alieni iuris. Esto puede ocurrir con la mujer sui iuris que se
casa "cum manus" e ingresa a la familia del marido. Como la mujer era capaz de hecho
pero el ordenamiento jurídico la privaba de capacidad jurídica, para protegerla estaba
sometida a la tutela perpetua, esto es, por toda la vida. En efecto, si era alieni iuris, tenían
potestad sobre ella su padre, abuelo o marido. Si era sui iuris necesitaba que se nombrara un
tutor. El tutor permanecía en el cargo hasta que contrajera matrimonio cum manus e
ingresara a la familia del marido. En tal caso pasaba de sui iuris a alieni iuris.
Había otras circunstancias que disminuían la capacidad, como la infamia o la inestabilidad
que, para un curso básico de derecho romano, no interesa analizar.
5.1. CIRCUNSTANCIAS QUE INFLUYEN EN LA CAPACIDAD DE HECHO O DE
OBRAR
Ellas son: edad, sexo, demencia y prodigalidad.
Una persona libre, ciudadano romano y sui iuris, con plena capacidad jurídica, podía, sin
embargo, por razones de hecho encontrarse impedida para actuar en la vida del derecho. Así
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celebrar actos jurídicos que lo obliguen ya no es sólo su tutor el que actúa, como en el caso
de los infantes, sino que participa personalmente el impúber mayor de siete años ayudado
por su tutor.
A diferencia del caso anterior, los efectos de estos actos se radican en el pupilo, puesto que
él también participó en el acto. El tutor se limitó a completarle la falta de capacidad, pero el
acto lo celebró el pupilo.
5.1.1.3. Púberes: Durante un tiempo se les permitió
actuar solos, sin tutor, pero más tarde se estableció la necesidad
de designarles un curador por menor de edad (cura minorum)
hasta que llegasen a los 25 años, que era en Roma la mayoría
de edad.
La medida se adoptó como una manera de proteger al inexperto en negocios jurídicos en
razón de su edad.
5.1.1.4. Mayoría de edad: Se alcanzaba a los 25 años,
pero se permitió que el hombre a los 20 años y la mujer a los
18 (cuando dejó de estar sometida a tutela perpetua) pudieran
solicitar al emperador la venia de edad para actuar solos, an
tes de llegar a los 25 años.
5.2. SEXO
La posición jurídica de la mujer es muy inferior a la del hombre. No sólo carece de
capacidad para participar en las tareas políticas, sino que sufre graves limitaciones dentro
de la esfera privada. En efecto, no puede ejercer la patria potestad ni tampoco puede —
salvo particulares excepciones de la época justinianea— ser tutora de impúberes y adoptar
hijos. Igualmente, le está prohibido intervenir como testigo en un testamento, figurar en
juicio por otros —postulare pro alus—, entablar una acusación pública y contraer
obligaciones en favor de terceros —intercederé pro aliis—, en los términos del
Senadoconsulto Veleyano, del año 46 a.C. Una lex Voconia, del 169 a.C, limitó su
capacidad para Auceder por testamento
176
177
que ambas murieron al mismo tiempo. En esta consideración no debe verse una presunción
de conmoriencia, sino el resultado de no poder probar cuál de las dos personas premurió a
la otra. El derecho justinianeo se aparta del criterio de la contemporaneidad, pues establece
una presunción de premorien-cia para un caso particular. Si en un mismo siniestro perecen
padre e hijo, se presume que premuere el hijo si es impúber y, si es púber, se presume que
premuere el padre. Por lo demás, semejante presunción se basa en la distinta resistencia
física.
La institución de "presunción de muerte por desaparecimiento" o "ausencia" es extraña al
derecho romano. Sus primeras bases fueron sentadas por la práctica medieval, que
consideró como término ordinario de vida la edad de setenta años. Según dicha práctica, se
presume muerto al ausente de quien no se sabe que viva cuando, de haber vivido, hubiese
llegado a los setenta años. Si el ausente tuviera tal edad cuando se marchó, se le da por
muerto cinco años después de su desaparecimiento.
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Se ha creído ver en la esclavitud romana la fuente de los peores abusos y de las más atroces
torturas. Ello no fue así. Muchos esclavos eran escribanos, estaban colocados por sus amos
al frente de sus negocios, recibían cierta cantidad de dinero llamado "peculio" y hasta se
desempeñaban como médicos o enfermeros. Los que sufrían más eran quienes trabajaban
en el campo, lejos de la vista del amo y a cargo a veces de administradores despóticos y
crueles. Fue tan grande la preocupación de algunos amos por sus esclavos que comenzaron
a liberarlos (manumitirlos) en forma generalizada. Llegó un momento en que se hizo
necesario dictar leyes que limitaran el número de esclavos que podía manumitirse. Roma
quedaba expuesta a carecer de mano de obra, y el desprenderse de estos bienes empobrecía
a los herederos del amo.
Kunkel dice que la esclavitud desempeñó en la época primitiva romana un modesto papel,
"no comparable con las circunstancias de la república tardía y del imperio; el siervo comía
con su amo en la misma mesa y del mismo pan y estaba protegido, en caso de lesiones
corporales, con la mitad de la composición de un hombre libre (XII Tablas, VIH, 3); una
vez manumitido, tenía la obligación de permanecer fiel a su antiguo amo, como si fuera un
cliente, y, a diferencia de épocas posteriores, primitivamente no adquiría la ciudadanía"
(Historia del Derecho Romano, pág. 15).
1. CAUSAS DE LA ESCLAVITUD
Los esclavos "nacen o se hacen". Hay dos maneras de ser esclavo: por nacimiento o por un
hecho posterior al nacimiento. En cuanto a este último modo de caer en esclavitud, hay a su
vez dos posibilidades: o se cae en esclavitud según el derecho de gentes, esto es, conforme
a aquel derecho común a todos los pueblos; o bien, según el derecho civil romano, esto es,
por causas contempladas en el ordenamiento jurídico de la ciudad de Roma.
Por tratarse la esclavitud de una institución que no duró
183
reducirse hasta seis, como mínimo, pero en caso alguno puede prolongarse más allá de esos
diez meses (300 días) ni más acá de los seis meses (180 días);
Tercera, que el único modo de contabilizar el tiempo era partiendo del hecho conocido —el
nacimiento, el parto— hacia atrás para llegar al período comprendido entre los 180 y los
300 días. En esa época fatalmente debió haberse producido la concepción.
Fue así como elaboraron la siguiente regla: "Se presume concebida en justa nupcia (sin que
pueda probarse lo contrario) a la criatura que nace DESPUÉS de 180 días de celebrado el
matrimonio y HASTA los 300 días después de disuelto".
celebración
300 días
180 días disolución
si nace en este período se presume concebido en justa nupcia de los padres.
Así, el hijo CONCEBIDO en justa nupcia seguía la condición del padre en el momento de
la concepción. Es importante dejar en claro que lo fundamental es que haya sido
CONCEBIDO en justa nupcia. Puede ocurrir que el hijo nazca en justa nupcia y, sin
embargo, no haya sido concebido en ella como ocurriría, por ejemplo, con el que naciera al
día siguiente de celebrado el matrimonio de los padres. Es evidente que fue concebido antes
de la justa nupcia y seguirá, en consecuencia, la condición de la madre en el momento del
parto. En este caso será libre, puesto que la madre lo era desde el momento que el día
anterior pudo contraer justa nupcia.
Más tarde se admitió que el hijo concebido fuera de justa nupcia pudiera nacer libre si la
madre lo había sido un instante siquiera durante la gestación, aunque fuese esclava al
momento del parto.
Además del nacimiento había otras causas de esclavitud. Unas comunes a todos los pueblos
y llamadas del "derecho
de gentes" y otras propias de los ciudadanos romanos, llamadas del "derecho civil romano".
La fuente de esclavitud más importante y común en Roma del derecho de gentes fue la
prisión de guerra. El que caía prisionero en una guerra, ya fuese de un pueblo extranjero o
aun de un soldado de otra ciudad, se hacía esclavo. Sin embargo, como los romanos
reconocían ciertos derechos civiles y políticos a sus ciudadanos libres, para evitar la pérdida
definitiva y absoluta de estos derechos a los ciudadanos romanos que caían en esclavitud
recurrieron a una ficción legal: el ciudadano romano que cae esclavo y más tarde recupera
su libertad, recupera también todos sus derechos como si nunca los hubiese perdido. Esta
ficción se llamó "potliminii"'. Sólo aquellas situaciones jurídicas de hecho (como la
posesión, por ejemplo) no volvían al estado anterior sino que, para recuperar la posesión,
era indispensable volver a tomar posesión de la cosa.
Podemos definir el "ius postliminii" como la ficción legal por la que el ciudadano romano
que cae en esclavitud y recupera su libertad recupera también todos sus derechos civiles y
políticos, como si siempre hubiese sido libre. Sólo las situaciones de hecho no se recuperan.
Las fuentes de la esclavitud que contempló el derecho civil romano fueron, entre otras, las
siguientes:
a) El que no paga oportunamente sus impuestos;
b) El militar que deserta;
c) El hijo de familia vendido fuera de Roma por el "pater-
familias" en virtud de su "patria potestas" (que le daba
poder sobre él);
d) El que no acude al llamado del censor para incorporarse
al censo;
e) El ladrón sorprendido in fraganti y vendido a otro pueblo
por la víctima del hurto;
f) El condenado a muerte o a trabajos forzados en las minas;
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II i
g)' La mujer libre que mantiene relaciones sexuales con esclavo ajeno, sabiendo que lo es,
se hace esclava del dueño de éste.
2. SITUACIÓN SOCIAL Y JURÍDICA DE LOS ESCLAVOS
En cuanto a la SITUACIÓN SOCIAL de los esclavos, ya se anticipó que muchas veces
éstos realizaban tareas cerca de sus amos, tales como copistas, pedagogos, pintores,
músicos y otras. Especialmente entre los esclavos que vivían en la ciudad, la relación con
sus amos fue casi siempre cordial y, por qué no decirlo, hasta amistosa. Se cuenta que en
oportunidades los esclavos desfilaban frente a la cama de sus amos para desearles las
buenas noches. La situación de los que estaban en el campo, en cambio, lejos del amo y
entregados a la administración de un mayordomo o capataz salvaje y rudo, no fue siempre
la mejor. Por último, los esclavos del Estado eran obligados en ciertas oportunidades a
luchar con gladiadores en el circo romano, pero los abusos de esta naturaleza fueron cada
vez menores. Los emperadores cristianos contribuyeron eficazmente a mitigarlos,
inspirándose, sin duda, en la sentencia de San Pablo en su Epístola a los Gálatas: "Frente a
Dios no hay difeiencia entre judíos y griegos, entre esclavos y libres; todos sois uno en
Cristo".
En cuanto a la situación jurídica de los esclavos, éstos carecen de capacidad jurídica, pero
se les reconoce una cierta capacidad de obrar.
Los principales caracteres de la condición jurídica de los esclavos son los siguientes:
a) El esclavo es una cosa mancipi. Forma parte del patrimonio de su amo, quien puede
celebrar en relación a él toda clase de actos y contratos: puede venderlo, cederlo,
enajenarlo, arrendarlo, transmitirlo por causa de muerte, etc. Si lo abandona se transforma
en una res derelictae y cualquiera puede hacerse dueño de él por ocupación. Esto significa
que el aban-
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Mamial de Derecho Romano. De las personas
nan las obligaciones contractuales, pero están modificadas en una parte de sus fórmulas.
Veremos cuándo se empleaba cada una de estas acciones y qué efectos producían.
3.1. ACCIÓN QUOD JUSSU
Esta acción puede entablarse por el tercero cuando el esclavo contrató con expresa
autorización de su amo. En este caso, el pretor consideró al amo como si él
hubiese"~contratado con el tercero. El tercero tiene contra el amo la acción quod jussu. Es
una acción perpetua y se deduce in sólidum, por el total de la deuda.
3.2. ACCIÓN EXERCITORIA Y ACCIÓN INSTITORIA
Estas dos acciones tienen el mismo fundamento que la acción quod jussu. Era frecuente que
el amo pusiera a un esclavo frente a un negocio, a una actividad comercial, autorizándolo
de manera general para efectuar todos los actos relativos a dicho negocio. En tal caso, los
terceros que contrataran con el esclavo se consideraban como si hubieran contratado
directamente con el amo. El pretor les dio contra el amo la acción exercitoria o la acción
institoria, pero sólo en el límite de las operaciones comerciales que el amo había
autorizado.
La acción exercitoria procedía cuando el amo, desempeñando la función de armador
exercitor, había puesto al esclavo a la cabeza de un navio para un comercio marítimo.
La acción institoria tenía lugar cuando el amo había puesto al esclavo como institor, en un
comercio en tierra (Gayo, IV, 71).
Ambas acciones tienen la calidad de perpetuas. Se conceden in solidum, por la totalidad de
la deuda. El pretor también las otorgaba cuando el esclavo era ajeno, no pertenecía al
mismo amo dueño del negocio o incluso si se trataba de un hombre libre. Cuando se trataba
de un hombre libre el
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Maximiano Errázunz Eguiguren
189
tercero podía elegir: la acción adjectitia quálitatis contra el amo, o bien deducir una acción
directa contra ese hombre libre puesto a la cabeza de los negocios de un tercero. Siendo
capaz, se obligaba él mismo.
Por extensión se asemejó al institor el mandatario encargado de una operación no comercial
y se permitió a los terceros, con los cuales había contratado, para ejercitar contra el
mandante una acción quctsi institoria o institoria utilis.
3.3. ACCIÓN TRIBUTORIA
Es otra acción que se concede, relativa a operaciones comerciales.
Es necesario suponer que el esclavo, habiendo recibido de su amo un peculio, lo emplea en
su totalidad o en parte en realizar actividades comerciales a sabiendas del amo, que no se
opone a ello.
En tal caso, la parte del peculio que dedica al comercio es la prenda de los terceros que han
contratado con el esclavo con motivo de su comercio. Cuando no son pagados, pueden
dirigirse al amo para que haga entre ellos el reparto proporcional a sus créditos. Si él es el
mismo acreedor natural del esclavo, debe aparecer en el reparto con el mismo título que los
demás y sin ningún privilegio sobre ellos.
El acreedor que se queja de que el amo no le ha atribuido por dolo toda la parte que le
correspondía, puede perseguirlo a través de la acción tributoria. Esta acción es perpetua. No
se concede in solidum sino únicamente en el límite del dividendo que debía recibir el
demandante. Contra el heredero, del amo no se da más que hasta el monto de su
enriquecimiento.
3.4 ACCIÓN DE PECULIO Y ACCIÓN DE IN REM VERSO
Mientras las acciones anteriores sólo se dan en casos especiales, las acciones de peculio y
de in rem verso son generales. El amo que confía un peculio a su esclavo conserva su
propiedad, pero lo autoriza para realizar todos los actos
necesarios para que pueda administrar este peculio, como si se tratara de un patrimonio que
le perteneciera en propiedad. Los terceros que contraten con el esclavo debían considerar
este peculio como la prenda de sus créditos. En consecuencia, el pretor les permite actuar
contra el amo propietario de los bienes que componen el peculio, pero sólo hasta el monto
de este peculio y del provecho que, además, haya podido obtener de la operación. Ese fue el
objeto de la acción de peculio.
Esta acción comprende la acción in rem verso. La fórmula contiene una doble condemnatio.
En consecuencia, el acreedor que deduce la acción de peculio puede obtener condena:
primero, en la medida del enriquecimiento experimentado por el amo; y segundo, si no está
aún desinteresado, en la medida del peculio entero. El juez tiene, por tanto, una doble
misión: estimar el enriquecimiento del amo y evaluar el peculio. Para obtener el valor del
peculio debe deducir todo lo que se le debe naturalmente al amo y a las personas colocadas
bajo su potestad. El amo tiene, así, un privilegio y tiene prioridad sobre los demás
acreedores.
La acción de peculio no es perpetua. Se da mientras haya un peculio. Cuando el esclavo
muere o es liberado, puede aún ser ejercitada contra el amo durante el plazo de un año útil.
Los terceros también podían a veces obrar solamente in rem verso. La acción así restiingida
era perpetua. Era útil al acreedor cuando ya no podía obrar mediante la acción de peculio,
bien porque el amo había retirado ya el peculio sin fraude, o bien porque había expirado el
año útil. Permitía perseguir al amo y hacerle condenar hasta la concurrencia del beneficio
que había obtenido de la operación.
Si el acreedor disponía de más de una de las acciones enunciadas, no podía deducir más que
una: la más ventajosa. El elegía.
4. LA MANUMISIÓN
El poder que el "paterfamilias" ejerce sobre sus hijos se llama "patria potestas".
190
Maxinriano Errazuriz Eguiguren
El poder que el amo ejerce sobre el esclavo se llama "potestad dominical".
El poder del marido sobre la mujer casada cum manus se llamó potestad de la manus y el de
un tercero sobre un hijo ajeno entregado a él a cambio de un precio se conoció como
potestad del müncipium. '<¿re «*»>*• r*-*-*. ^ u4;,í ^,¿ f
La diferencia entre las dos primeras potestas radica en
que mientras la patria potestas termina con la muerte del
pater, pues los alieni iuris se hacen sui taró, en el caso de la
potestad dominical no sucede lo mismo. En efecto, muerto el
amo sus esclavos no recuperan la libertad sino que pasan jun
tamente con los demás bienes a sus herederos. %
Esto significa que para que se extinga la esclavitud era necesario un acto voluntario del
amo; era indispensable que el amo expresara su voluntad de hacerlo libre (salvo casos
excepcionales en que el Estado lo declarase libre).
Conforme a lo expresado, podemos definir la manumisión como el acto por el cual un amo
manifiesta su voluntad de hacer libre al esclavo.
Hubo varias formas de manumitir esclavos, según las épocas. Describiremos brevemente
cada una de ellas sin detallar épocas ni circunstancias precisas del procedimiento empleado
en cada caso.
4.1. FORMAS DE MANUMISIÓN
Hubo modos solemnes y modos no solemnes de manumisión.
El esclavo manumitido solemnemente se hacía libre y además ciudadano romano. Si el amo
daba la libertad al esclavo empleando cualquier modo no solemne, el esclavo adquiría su
libertad sólo de hecho. Desde el punto de vista estrictamente jurídico, continuaba corno
esclavo y el amo podía, en cualquier momento, poner término a su libertad.
Son modos solemnes la vindicta, el censo y el testamento.
191
Manual de Derecho Romano. De las personas 4.1.1. Per vindicta
Consiste en un proceso ficticio en que comparecen ante el magistrado el esclavo, su amo y
un tercero con el que el amo se ha puesto de acuerdo previamente. El tercero toca con una
varita (vindicta) al esclavo diciendo que es libre. El amo no se opone y, frente al silencio
del amo, el magistrado lo declara efectivamente libre.
4.1.2. Per censu
Consiste en que, con autorización del amo, el esclavo es inscrito en los registros del censo.
Como los esclavos no se registraban en el censo, el hecho de que un amo lo admitiera
respecto de un esclavo era una manifestación tácita de su voluntad de liberarlo.
Este procedimiento no era de ordinaria ocurrencia porque sólo podía practicarse una vez
cada cinco años, que era la periodicidad del censo.
4.1.3. Per testamento
Consiste en que un amo deja en libertad a uno o varios esclavos en su testamento. Por cierto
que dicha disposición testamentaria sólo producirá efecto una vez muerto el amo y siempre
que no haya cambiado su testamento. Mientras no fallezca el amo éste podía cambiar su
testamento cuantas veces quisiera.
La manumisión testamentaria podía ser de diversas clases. Sólo interesa destacar que si es
condicional ("hago libre al esclavo Stico siempre que cuando yo muera tenga más de 50
años o cuando los cumpla, si no los tiene"), en tal caso el esclavo sólo alcanzará su libertad
una vez cumplida la condición.
Son modos no solemnes de manumisión: inter amicos, per epistolatn y per mensam.
El estado de ciudadanía puede definirse como la posición jurídica que ocupa un hombre
dentro de la civítas. Según esto, habría que distinguir entre ciudadanos romanos, latinos y
peregrinos.
El derecho antiguo tiene un carácter esencialmente nacionalista: sólo pueden invocarlo los
ciudadanos de la propia ciudad. En Roma, los derechos reconocidos por su legislación sólo
podían ser invocados por los ciudadanos romanos, que se llamaban civis o quintes. Los no
civis o extranjeros (peregrinos) tenían los derechos que les reconocían sus propias leyes,
aquellas de la ciudad a que pertenecieran, pero no podían invocar en su beneficio los
derechos reconocidos por la ley romana a sus ciudadanos.
En la República, cuando Roma entra en constante relación con otros pueblos, se reconoce
un derecho aplicable a todas las personas, consagrado en todas las legislaciones: el derecho
de gentes o ius gentium.
Los ciudadanos romanos pueden ser ingenuos o libertos, según hayan sido siempre libres o
hayan obtenido su libertad luego de ser esclavos.
Los no ciudadanos, a su vez, pueden ser "latinos" —posición intermedia entre los
ciudadanos y los peregrinos (o extranjeros, sinónimo al comienzo— o bien simplemente
"peregrinos".
Aun los "latinos" se clasifican en veteres, coloniarii y junianos.
\
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La manera que Roma tenía de hacer ciudadanos a estas diversas clases de latinos era
concediéndoles los derechos civiles y políticos que no poseían.
1.2.3. Los peregrinos
En la primera época se llamó peregrinos a los extranjeros, a los que estaban más allá de los
límites del imperio romano. Más tarde se llamó peregrinos a todos los habitantes de las
comunidades que habían sido sometidas por Roma, pero cuyos habitantes no eran
ciudadanos romanos. Es decir, no eran ni ciudadanos ni latinos sino que estaban más abajo
sin llegar, tampoco, a ser bárbaros o extranjeros.
Hubo dos clases de peregrinos, los peregrinos comunes y los llamados dedicticios.
Los peregrinos comunes eran los habitantes de una comunidad organizada, con sus propias
leyes y a la que Roma respetó para formar con dichas comunidades una federación. Estas
comunidades, por concesión graciosa de Roma, conservaron sus costumbres y sus leyes.
Los peregrinos dedicticios son aquellos que "habiendo alguna vez aceptado tomar las armas
contra el pueblo romano, fueron vencidos y se rindieron a discreción" (Gayo, 1, 14).
Los dedicticios no pertenecían a ninguna comunidad colectiva organizada a la llegada de
los romanos o si existió fue disuelta con la conquista. A estos peregrinos se les aplica el
"derecho de gentes" ("ius gentium"), verdadero derecho internacional de la época que regía
tanto a los ciudadanos romanos como a los que no lo eran.
Los peregrinos comunes y los dedicticios podían adquirir la ciudadanía romana sólo por
concesión especial de Roma. Normalmente, Roma otorgaba la ciudadanía como premio por
servicios distinguidos.
La concesión de la ciudadanía podía hacerse por decisión de los comicios, por decreto de
los magistrados republicanos o por la soberana voluntad del emperador, como ocurrió en
203
Manual de Derecho Romano. De las personas Respuestas al cuestionario:
1. Será latino si nació de madre latina y ciudadano romano
si nació de madre ciudadana romana porque el padre
carece del "ius connubium", y por tanto, el hijo sigue la
condición de la madre en el momento del parto.
2. Hay que distinguir. Los latinos "veteres" poseían el "ius
connubium" de modo que, previamente, deberá averi
guarse si ese latino había contraído justa nuptiae o no.
En caso afirmativo, el hijo será latino. En caso negativo,
el hijo seguirá la suerte de la madre en el momento del
parto: si es latina, será también latino; si es ciudadana
romana será ciudadano romano.
3. Su descendencia será extranjera si su madre no tiene el
connubium porque, al no estar los padres unidos en justa
nuptiae, la descendencia sigue la condición de la madre
al momento del parto. En este caso, la descendencia será
extranjera.
4. Su descendencia tendrá la ciudadanía romana si no hay
justa nuptiae de los padres, pues sigue la condición de la
madre al momento del parto. En este caso, ciudadana
romana. En cambio, si el padre tenía el connubium y ha
contraído justa nuptiae, el hijo seguirá la condición del
• padre al momento de la concepción: será extranjero.
5. El hijo es extranjero porque sigue la condición de la
madre al momento del parto.
6. Nace esclavo porque sigue la condición de la madre al
momento del parto, considerando que ella no pudo haber
contraído justa nuptiae.
7. Nace libre porque sigue la condición de la madre al
momento del parto.
8. El hijo es ciudadano romano, como lo es su madre. Ello,
porque el estado de los hijos concebidos ilegítimamente
1. ANTECEDENTES GENERALES
Desde el punto de vista del estado de familia, las personas podían ser sui iuris o alieni iuris.
Es sui iuris el que no está sujeto a la potestad de nadie. Así, por ejemplo, es sui iuris el que
se emancipó o aquel que estaba sujeto a la patria potestad de una persona que falleció sin
que entre él y quien falleció hubiese nadie. Verbigracia, un hombre está sujeto a la potestad
de su padre y éste fallece. Ese hombre se hará sui iuris. Si, en cambio, estaba sujeto a la
potestad de su abuelo, estando vivo su padre, al morir su abuelo no se hará sui iuris porque
continuará ahora bajo el poder de su propio padre.
Es alieni iuris el que está sometido al poder de otra persona. Los hijos, por ejemplo, son
alieni iuris mientras no se han emancipado (en el caso de los varones). En el caso de las
mujeres, como durante muchos años estuvieron consideradas como incapaces, mientras
estaban solteras eran alieni iuris porque dependían de su padre; cuando se casaban cum
manus eran alieni iuris porque dependían del marido. Si moría su pater en el primer caso, o
su marido en el segundo, se hacían sui iuris, pero, atendida su incapacidad permanente, era
necesario nombrarles un tutor. No perdían su calidad de sui iuris, pero quedaban sujetas a
tutela que, durante varios años de la historia de Roma, fue perpetua.
206
207
En síntesis, sui iuris es el que no depende de nadie y alieni iuris es el que está sometido a la
potestad de otro.
2. CONCEPTO DE FAMILIA
Si bien hemos distinguido, respecto de la familia, a los alieni iuris de los sui iuris, es
indispensable aclarar que el concepto que los romanos tenían de familia fue, en un
comienzo y por espacio de muchos años, completamente distinto a lo que para nosotros es
una familia.
En el mundo romano, tan vinculado a la religión, la idea de familia no podía ser ajena a la
religión,
Para los romanos hubo dos conceptos de familia: uno, basado en el sometimiento a un
mismo paterfamilias y que reunía en su seno a todos los que rendían culto a unos mismos
dioses o antepasados que, en general, fueron comunes. El otro, fundado en los lazos de la
sangre. La primera fue la familia agnaticia, de gran importancia por espacio de siglos. La
segunda dio origen al parentesco por cognación y constituyó la familia cognaticia.
A medida que la sociedad fue evolucionando y la religión fue postergando su influencia en
lo jurídico y en lo social, la cognación fue desplazando a la agnación.
Confirmando la importancia de la familia agnaticia, Fustel de Coulanges dice, en La
Ciudad Antigua, que, en definitiva, lo que une a los miembros de la familia antigua es algo
más poderoso que el nacimiento, que el sentimiento, que la fuerza física: es la religión del
hogar y de los antepasados. Ella hace que la familia forme un cuerpo en esta vida y en la
otra. La familia es una asociación religiosa más que una asociación natural. Después
veremos que la mujer no formará verdaderamente parte de la familia hasta que la ceremonia
sagrada del matrimonio la haya iniciado en el culto; que el hijo tampoco figurará si ha
renunciado al culto o se ha emancipado; que el adoptado será en cambio un verdadero hijo
porque si bien no tiene el vínculo de sangre, poseerá algo mejor: la comunidad de culto; en
fin, que el parentesco y el derecho de herencia
209
Manual de Derecho Romano. De las personas
El parentesco puede definirse como el vínculo de familia
■ que existe entre dos personas. Este vínculo puede estar basado
en la sangre, y será entonces parentesco por cognación, o en el
concepto de familia agnaticia, ya examinado, será parentesco
por agnación.
Al parentesco por cognación se le llamó también de sangre o natural.
Hubo también otros parentescos, como el de afinidad y el de gentilidad. Los analizaremos
en orden.
4.1. PARENTESCO CIVIL, AGNATICIO O POR AGNACIÓN
Eran parientes agnados los que estaban bajo la potestad del mismo pater.
El parentesco por agnación "es la comunidad de unos mismos dioses domésticos", dice
Platón. Y complementa Fustel de Coulanges cuando dice que al querer Demóstenes
demostrar que dos hombres son parientes, muestra que practican el mismo culto y ofrecen
la comida fúnebre en la misma tumba.
Era la religión doméstica lo que determinaba el parentesco por agnación. Dos hombres
podían llamarse parientes cuando tenían los mismos dioses, el mismo hogar, la misma
comida fúnebre.
El culto de los muertos se dedicaba únicamente a los ascendientes en línea masculina. En
consecuencia, no se podía ser pariente por parte de las mujeres.
Durante la vigencia de la ley de las XII Tablas se conoció únicamente el parentesco por
agnación. Pero a medida que la antigua religión se fue debilitando, habló la voz de la sangre
y fue primando el parentesco por cognación.
Al estudiar en detalle la familia agnaticia romana, veremos quiénes formaban parte de ella;
cómo se ingresaba y cómo se salía.
210
211
grado, y luego se desciende de dicho tronco hasta el otro hermano, segundo grado.
4.3. PARENTESCO POR AFINIDAD
Es el parentesco que existe entre un cónyuge y los parientes consanguíneos del otro.
Marido y mujer no son parientes entre sí, pero sin embargo cada uno de ellos es pariente
por afinidad de los consanguíneos del otro.
4.4. PARENTESCO POR GENTILIDAD
Son parientes por gentilidad los que pertenecen a una misma gens.
No es fácil explicar qué era la gens romana. Desde luego, las noticias que se tienen
corresponden a una gens muy modificada por el tiempo. De la primitiva gens nada se sabe.
Para algunos, la gens no es otra cosa que una similitud de nombre.
Para otros, la gens sería una especie de parentesco artificial, una asociación política de
varias familias, en su origen extrañas unas a otras; en lugar del lazo de la sangre, la ciudad
habría establecido entre ellas una unión ficticia y un parentesco convencional.
Pero entonces surge la primera objeción: si la gens es sólo una asociación ficticia, ¿cómo se
explica que sus miembros tengan derecho a heredarse mutuamente?, ¿por qué el gentil es
preferido al cognado?
A juicio de Fustel de Coulanges, "la característica más importante y mejor comprobada de
la gens es que tiene un culto propio" (La Ciudad Antigua). Lo mismo que la familia, tiene
también su propio culto. El dios que cada gens adora siempre es un antepasado divinizado.
Sea como fuere, los miembros de una misma gens eran considerados parientes por
gentilidad.
Corresponde ahora hacer un análisis más en detalle de la familia agnaticia romana: quiénes
la integran, cómo se ingresa
213
Manual de Derecho Romano. De las personas
Siempre, hasta su muerte serían parientes cognados porque los lazos de sangre no se
destruyen jamás. Sin embargo, dejarán la familia agnaticia desde que se emancipen o, en el
caso de las mujeres, desde que contraigan justa nupcia cum manus.
La emancipación se estudiará al analizar cómo se salía de la familia agnaticia.
Dice Justiniano:
"Así, pues, el que nace de ti y de tu esposa se halla bajo tu potestad. También el que nace de
tu hijo y de su esposa, es decir, tu nieto o tu nieta y de la misma manera tu bisnieto o tu
bisnieta y así los demás. Mas el que nace de tu hija no se halla bajo tu potestad sino bajo la
de su padre" (Inst, I. IX, 3).
Al estudiar la justa nupcia veremos que uno de sus efectos más importantes es la filiación
legítima, esto es, el hijo concebido en justa nupcia adquiere la calidad de hijo legítimo.
5.2. LOS DESCENDIENTES POR VIA DE VARÓN
Dice Fustel de Coulanges que "el culto de los muertos se dedicaba únicamente a los
ascendientes en línea masculina, por lo que no se podía ser pariente por parte de las
mujeres" (La Ciudad Antigua, pág. 70).
"En efecto, los hijos de los hijos varones y los hijos varones de éstos continúan nuestro
culto; en cambio las hijas, cuando se casan, comienzan a rendir culto a los dioses y
antepasados de su marido".
223
Manual de Derecho Romano. De las personas
deseaba contraer matrimonio, era indispensable el consentimiento del abuelo por ser el jefe
de familia y, además, el del padre porque, al recaer en el futuro sobre él la jefatura de la
familia, no era posible colocar bajo su potestad y contra su consentimiento a los
descendientes de su hijo. Sin embargo, si se trataba de una hija que deseaba contraer
matrimonio y el jefe de familia era su abuelo, sólo necesitaba el consentimiento de éste y
no del padre, porque sus hijos no ingresarán a la familia civil de su padre sino que a la de su
marido.
7.3. IMPEDIMENTOS
Aunque los contrayentes cumplieran con todos los requisitos examinados, podían ocurrir
determinadas circunstancias que les impidieran contraer matrimonio. Los impedimentos
pueden ser absolutos (cuando nos impiden casarnos con cualquiera persona del otro sexo,
por ejemplo, por estar ya casado, pues en Roma el matrimonio era monogámico; o por
haber celebrado voto de castidad, como las vestales) y relativos (cuando nos impiden
casarnos con una o varias personas del otro sexo, por ejemplo, por parentesco).
7.3.1. Impedimento por matrimonio precedente
En Roma el matrimonio fue siempre monogámico, de modo que la persona casada no podía
contraer nuevo matrimonio estando vigente el anterior.
7.3.2. Impedimento por parentesco
En línea recta el matrimonio está prohibido en cualquier grado, hasta el infinito.
Dice Justiniano que "no nos es lícito casarnos con cualquier mujer, pues debemos
abstenernos de contraer ciertas nupcias. Están éstas prohibidas entre las personas que entre
■sí se hallan colocadas en la categoría de ascendiente y descendiente; como, por ejemplo,
el padre y la hija, el abuelo y la
225
Manual de Derecho Romano. De las personas
7.3.3. Impedimento por causas de honestidad pública o por motivos políticos o civiles
Se prohibió el matrimonio entre los senadores y mujeres "abyectas" (actrices, prostitutas,
etc.); entre el raptor y la víctima; entre el tutor, y su pater y sus descendientes con la pupila
antes de rendir cuentas; entre padrino y ahijada, etc.
7.4. NUEVO MATRIMONIO
Al estudiar el período de la gestación para determinar si el hijo fue o no concebido dentro
del matrimonio, dijimos que la concepción se presumía que duraba no menos de 180 días ni
más de 300. Conforme a lo anterior, se presumía concebido dentro del matrimonio y, por
tanto, legítimo, a quien naciera hasta 300 días después de disuelto, por ejemplo, por muerte
del marido o divorcio. Precisamente para evitar confusión sobre la paternidad de ese hijo
que nace una vez disuelto el matrimonio, la mujer no puede casarse hasta después de
transcurridos diez meses desde la muerte de su marido. "La que se casaba antes, sacrificaba
una vaca preñada por ley de Numa", dice Plutarco en sus Vidas Paralelas.
Se amplió a un año en caso de divorcio. Todo esto, para evitar la turbatio sanguinis o
confusión de sangre de los hijos por nacer.
7.5. EFECTOS DEL MATRIMONIO
El matrimonio celebrado conforme a las normas del derecho civil romano, esto es,
cumpliéndose los requisitos y sin los impedimentos señalados, produce efectos tanto
respecto de los propios contrayentes cuanto respecto de los hijos.
En cuanto a los efectos en los contrayentes, hay consecuencias que se radican en la persona
de los cónyuges y otras en sus bienes. Los efectos en la persona de los contrayentes se
refieren a un eventual cambio en la mujer, según la justa
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Manual de Derecho Romano. De las personas
— La mujer participa de la condición social del marido (res
pecto de los honores, dignidades, etc.).
— El marido debe protección a la mujer;
— La mujer debe obediencia al marido;
— La mujer toma el domicilio del marido;
— El marido debe proveer a los gastos de la mujer.
7.5.1.1.2. Cambio en la condición de la mujer
Para establecer en qué medida ese cambio se produce, es necesario previamente distinguir
si el matrimonio fue "cum manus" o "sine manus".
Matrimonio "cum manus"
— La mujer sale de su familia civil e ingresa en. la de su
marido;
— El marido adquiere sobre la mujer la misma potestad de
un padre sobre una hija. Pero si el marido es "alieni iuris",
dicha potestad se ejerce por el padre del marido o por el
jefe de familia;
— En consecuencia, la situación de la mujer es igual a la de
una hija bajo potestad paterna si el marido es sui iuris y
a la de una nieta, si el marido es alieni iuris.
Matrimonio "sine manus"
— El matrimonio no modifica por sí solo la condición de la
mujer;
— En consecuencia, cuando es sine manus la mujer conserva
la misma calidad que tenía antes del matrimonio, tanto
cuando es sui iuris como cuando está sometida a la auto
ridad de su jefe de familia.
7.5.1.2. Efectos del matrimonio en los bienes de los contrayentes
7.5.1.2.1. Matrimonio cum manus
— Los bienes que tiene la mujer al momento de contraer
matrimonio o que adquiere durante el matrimonio, pasan
a engrosar el patrimonio del marido;
228
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Ahora correspondería estudiar, conforme al esquema, los efectos del matrimonio en cuanto
a los hijos. Sin embargo, antes veremos una materia muy relacionada con los efectos de la
justa nupcia en los bienes de los contrayentes. Se trata de los regímenes patrimoniales.
Regímenes patrimoniales
Pueden definirse como los estatutos jurídicos que regulan los intereses pecuniarios de los
cónyuges. El más importante fue el llamado régimen dotal.
La dote
Es el conjunto de bienes que el marido recibe de la mujer o de otra persona en su nombre,
para ayudarle a soportar las cargas del matrimonio.
La dote existió desde muy antiguo. Los romanos1 la justificaron por varias razones. En el
matrimonio, la mujer participaba del rango de su marido en la sociedad. Parecía justo que
también contribuyera a los gastos de la casa. Además, la educación y mantención de los
hijos no podía quedar exclusivamente a cargo del marido. La madre también debía
contribuir. Por último, no olvidemos que los hijos extraños a la familia civil de la madre
heredaban sólo al padre. En consecuencia, era útil que los bienes de la familia materna
vinieran a aumentar la herencia que esos hijos recogerían.
No había problema cuando la mujer era sui iuris y tenía patrimonio piopio: si se casaba cum
manus, sus bienes ingresaban al patrimonio del marido y formaban una especie de dote, en
sentido amplio. Pero la situación era distinta cuando la mujer era alieni iuris pues, en tal
caso, no tenía fortuna personal. Lo mismo ocurría si la mujer, siendo sui iuris, no se casaba
cum manus. En estos dos últimos casos el jefe de la familia de la mujer —si ella era alieni
iuris— o la mujer misma, si era sui iuris, transfería al marido la propiedad de ciertos bienes.
Era la dote propiamente tal. Estos bienes dótales los adquiría el marido definitivamente. A
su muerte, engrosaban el patrimonio del padre que se transmitía a los hijos. Pero si la
230
231
mujer era sui iuris y el matrimonio se celebró sine manus, ella conservaba el dominio de los
bienes no comprendidos en la dote. Este régimen matrimonial reemplazó completamente,
bajo el Imperio, a la manus, que cayó en desuso.
A mediados del siglo VI de Roma las costumbres cambiaron y también cambió el sistema
de la dote. El divorcio comenzó a hacerse frecuente. Entonces, a fin de evitar que el marido
se quedara con la dote y la mujer no pudiera subsistir sola, se estableció que en caso de
divorcio el marido devolvería una parte o el total de la dote a su mujer.
Más adelante, la mujer tuvo una acción si producido el divorcio el marido se negaba a
devolverle la dote. Fue la actio rei uxoriae. La deducía la mujer contra su ex marido. Este
podía ser condenado a devolver el total de la dote recibida o una parte, pero en ningún caso
más de lo que recibió.
En la época de Augusto la dote ya no es adquirida por el marido de una manera definitiva y
perpetua. Su papel termina cuando el matrimonio se disuelve en vida de la mujer y su
constitución misma implica la obligación de restituir.
Características
De lo dicho se desprenden las siguientes características:
a) La dote sólo tiene lugar en el matrimonio sine ma
nus, por cuanto en el cum manus todos los bienes de la mujer
pasaban al marido;
b) La mujer sui iuris conserva la propiedad de sus bie
nes no comprendidos en la dote. Estos bienes se llaman para
fernales.
c) El referido régimen patrimonial sustituyó completa
mente a la manus en la época imperial, la que cayó en desuso.
Constitución de la dote
a) Quién puede constituirla
La dote puede ser constituida por la mujer misma, o por uno de sus ascendientes, o por un
tercero. Si es dada por el
padre o por un ascendiente paterno, aun a una hija emancipada, toma el nombre de dote
profecticia. En los demás casos se llama adventicia. A partir de Caracalla, la constitución de
la dote se convirtió, para los ascendientes de la hija sui iuris o bajo potestad, en una
verdadera obligación sancionada por el derecho civil.
b) Cómo se constituye.
Se puede constituir por un acto entre vivos o por causa de muerte.
— Por acto entre vivos, en la época imperial se constituyó
por un simple pacto. Digamos, de paso, que el pacto era un
acuerdo de voluntades sin las consecuencias jurídicas de un
contrato porque sólo algunos pactos daban acción para exigir
su cumplimiento. En la época del derecho clásico, para que el
pacto de dote tuviera fuerza obligatoria era necesario recurrir
a la datio dotis, a la piomitio dotis o a la dictio dotis. La pri
mera forma es la simple entrega de los bienes dótales al marido,
quien se hacía propietario de ellos. Por los otros dos modos
no había entrega de bienes dótales al marido, sino que éste
.se hacía acreedor del constituyente de la dote para exigirle
dicha entrega.
— Por causa de muerte, la dote se constituía a través de
un legado hecho a la mujer o al marido para que fuese desti
nado a la dote.
Clasificación de la dote
— Desde el punto de vista de quién constituye la dote,
como se dijo, ésta puede ser profecticia o adventicia.
Dote profecticia: es la que constituye el padre o un ascendiente paterno de la mujer;
Dote adventicia: es la que constituye la mujer misma u otra persona que no sea el padre o
un ascendiente paterno de la mujer.
Desde el punto de vista de la obligatoriedad de constituir la dote, ésta puede ser necesaria o
voluntaria.
232
Maximiano Errázuriz Eguiguren
Dote necesaria: era la constituida por quien estaba obligado a dotar. Estaban obligados a
dotar el padre y el abuelo paterno de la mujer, en caso de que ésta careciera de bienes
propios.
Dote voluntaria: era la constituida por quien no estaba obligado a dotar.
Restitución de la dote
a) Si el matrimonio terminaba por muerte de la mujer, lo
normal era que el marido conservara la dote.
Sin embargo, la regla anterior podía alterarse si la dote era adventicia, por cuanto el
constituyente podía reclamar la devolución de los bienes. Si era profecticia, el pater que
constituyó la dote podía ejercitar la actio rei uxoriae si sobrevivía a la mujer. Si había
muerto antes, la dote quedaba definitivamente para el marido.
b) Si el matrimonio terminaba por muerte del marido o por
divorcio la mujer tenía la actio rei uxoriae.
Con todo, el marido tenía derecho a devolver la dote con algunos beneficios: gozaba del
beneficio de competencia para no ser obligado a pagar más de lo que buenamente pudiera,
conservando lo necesario para una modesta subsistencia de acuerdo a su rango y condición;
gozaba del derecho a conservar una parte de la dote si el divorcio se produjo por culpa de la
mujer o adulterio de ella; podía retener una parte por cada hijo, etc.
Justiniano introdujo algunas modificaciones suprimiendo la actio rei uxoriae para que el
constituyente pudiera recuperar la dote y otorgó, en su lugar, una actio ex stipulatio, aun
cuando en la constitución de la dote no hubiese mediado ninguna stipulatio. Más tarde, esta
acción se llamó actio dotis.
7.5.2. Efectos del matrimonio respecto de los hijos
El matrimonio produce dos efectos fundamentales respecto de los hijos: la filiación legítima
y la patria potestad.
233
Manual de Derecho Romano. De las personas A. FILIACIÓN LEGÍTIMA
Se llama filiación legítima al vínculo de familia que une a un hijo concebido en justa nupcia
de sus padres, con ellos.
Los hijos concebidos en justa nupcia son legítimos. Están bajo la potestad de su padre o del
abuelo paterno y, en este último caso, el padre es alieni iuris. Forman parte de la familia
civil del padre, como agnados, y toman también su nombre y condición social. En cambio,
entre los hijos y su madre sólo hay parentesco de sangre, natural o de cognación en primer
grado. Únicamente la manus podría modificar esta situación, quedando, en tal caso, los
hijos como agnados de su madre y en el segundo grado, in manus.
Los requisitos para que hubiera filiación legítima eran:
a) Justa nupcia de los padres;
b) Concepción del hijo dentro del matrimonio;
c) Maternidad de la madre;
d) Paternidad del padre.
234
235
236
trario, están sujetos a dicha potestad los hijos adoptivos a pesar de no haber sido concebidos
carnalmente por el pater;
c) Además de los hijos legítimos y adoptivos, están su
jetos a patria potestad los hijos legitimados. La legitimación es
un acto por medio del cual se supone que los hijos naturales
—concebidos en concubinato y, en consecuencia, nacidos sui
iuris— nacieron en justa nupcia y se someten a patria potestad;
d) Jurídicamente, la patria potestad era un vínculo tanto
o más poderoso entre padre e hijo que la potestad dominical
del amo sobre el esclavo;
e) El efecto más importante era que todo cuanto ad
quiría el hijo libre era para el pater.
3) Derechos del pater sobre los bienes de los hijos: los peculios
Vimos que sólo los paterfamilias o sui iuris tenían plena capacidad jurídica. Sin embargo,
los hijos libres, aun cuando incapaces de derecho —al igual que los esclavos si no tienen
impedimentos como la edad o la salud mental—, tienen capacidad de hecho. Es así como el
hijo puede realizar ciertos actos que le permitan adquirir bienes, los que pasan, ipso jacto o
de pleno derecho, al padre. Este sin embargo no resultaba obligado por las deudas que
contrajeran las personas sometidas a su potestad.
Este principio, que excluía a los hijos de familia ("filiifa-milias") de toda capacidad
patrimonial, comenzó a modificarse en virtud de la teoría de los peculios.
Los peculios
Se llama peculio a la pequeña suma de dinero o de bienes que el pater da al hijo (e incluso
al esclavo) para que la administre libremente.
Los peculios fueion de diversas clases, según su origen:
a) Peculio profecticio: Es el concedido directamente por el pater al hijo o a un esclavo,
pero que sigue perteneciendo
238
239
ciudadano romano y sui iuris. Respecto de la libertad, la estudiamos desde el punto de vista
de la esclavitud; respecto de la ciudadanía, vimos quiénes eran ciudadanos romanos y sus
derechos; respecto de los sui iuris, examinamos en detalle el estado de familia y la familia
romana. Ahora nos abocaremos a estudiar a los incapacitados de hecho.
7.6. DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO
El matrimonio podía disolverse en Roma por las siguientes causas:
— Muerte natural;
— Pérdida de la capacidad matrimonial;
— Impedimento sobreviniente; y
— Divorcio
7.6.1. Muerte
La muerte natural no reviste ningún problema, pero la larga ausencia se equipara a la
muerte cuando no hay noticias del desaparecido durante mucho tiempo. En tal caso se
considera disuelto el matrimonio porque no existe su fundamento esencial, que es la
comunidad de vida.
7.6.2. Pérdida de la capacidad matrimonial
La justa nuptiae supone capacidad jurídica, de modo que la pérdida de la libertad disuelve
el vínculo por el cautiverio. En este caso, el ius postliminii no tiene efecto y si el cautivo
regresa deberá volver a casarse. Justiniano prohibió al cónyuge libre casarse hasta pasados
cinco años.
La capitis deminutio media también afecta el vínculo matrimonial, ya que es propio de los
ciudadanos romanos o de quienes tengan el ius connubium. Es así como la deportación
provoca la disolución del matrimonio hasta que Justiniano, por influencia del cristianismo,
privó a la deportación de
este especial efecto. Si marido y mujer caen prisioneros juntos, los hijos nacidos en prisión
se consideran legítimos cuando los cónyuges recuperan su libertad.
7.6.3. Impedimento sobreviniente
En este caso, el vínculo termina por una causa posterior a la celebración de la justa nuptiae.
Así, por ejemplo, el incesto que se produce cuando el suegro adopta como hijo al yerno,
que pasa a ser el agnado en segundo grado de su esposa. Para evitar esta situación, el padre
previamente daba a su hija en adopción.
7.6.4. Divorcio
El divorcio (divortium o repudium) se produce como el efecto de la cesación de la affectio
maritalis en uno o en ambos cónyuges. El matrimonio se termina debido a que el
consentimiento debe ser continuado para mantener vigente y válido el vínculo matrimonial.
Esta concepción de un matrimonio sustentado en el mutuo y peimanente acuerdo rigió
desde el derecho romano arcaico, que lo entendía como "una institución esencialmente
disoluble" (Cod. 8, 38.22). Consecuentemente, nadie podía casarse obligándose por una
convención a no divorciarse o imponer penas a quien lo solicitara.
En la época clásica, el divorcio tiene lugar por un convenio informal o la declaiación de
uno de los esposos. Basta un aviso comunicado de palabra o por escrito. La Lex lulia de
Adulteriis establece que el lepudio debe notificarse por medio de un liberto ante siete
testigos para no incurrir en ciertas penas. No obstante, la declaración no formal basta para
disolver el vínculo.
En la época postclásica se usa un escrito para formalizar el divorcio, costumbre que fue
recogida por una ley. Justiniano mantiene este criterio permitiendo la declaración ante siete
testigos que había sancionado la Lex lulia porque, al parecer, quiso hacer obligatoria esta
solemnidad.
240
241
En los inicios de Roma, pese a la facilidad que dan la ley y la costumbre, los divorcios
fueron poco frecuentes y reprobados si no tenían una causa justa. La mujer, por su estado
de dependencia proveniente de la manus, no podía divorciarse. Sin embargo, al decaer el
matrimonio cum manus a fines de la República, se producen una relajación de las
costumbres y el auge del divorcio.
La llegada del cristianismo provoca una legislación contraria al divorcio. Se distingue entre
el divorcio que se produce de común acuerdo de aquel que surge por la voluntad de uno
solo de los cónyuges. Se permite el divorcio nacido del consenso y se castiga el provocado
por la declaración unilateral de voluntad de uno de los cónyuges, a menos de que exista una
causa justa. El derecho justinianeo regló numerosas limitaciones al divorcio y lo clasificó
en:
— Divorcio por mutuo consentimiento;
— Divorcio o repudio unilateral por culpa del otro cónyuge
(habiendo causa justa);
— Divorcio unilateral sin justa causa (sine causa);
— Divorcio bona gratia.
la dote o donación nupcial; pérdida de la cuarta parte de los bienes, en caso de no haber
dote o donación. El vínculo, de todos modos se extingue.
— Divorcio bona gratia. Es aquel que se produce sin culpa
imputable a ninguno de los cónyuges. Así, el que hace votos
de castidad, en caso de impotencia, por cautiverio, etc.
7.6.5. Legislación matrimonial con Augusto
Como ya se ha señalado, la expansión del Imperio trajo enormes riquezas a Roma y puso en
contacto a su austero pueblo con otros pueblos que tenían diferentes costumbres.
Rápidamente se produjo en Roma la corrupción, lo que determinó que Augusto dictara la
Lex lulia de Maritandis Ordini-bus en el año 18 a.C. y la Lex Papia Poppaea, en el 9 a.C..,
leyes que la jurisprudencia fundió en una sola con el nombre de Lex lulia et Papia Poppaea.
Esta ley sanciona a los varones solteros entre los veinticinco y los sesenta años y a las
mujeres, en la misma situación, entre los veinte y los cincuenta. También castigó a los
casados sin hijos. Mientras tanto, por otro lado, premia a los jefes de familia con hijos
otorgándoles cargos públicos. Los solteros no adquieren bienes como herederos
testamentarios y los casados sin hijos sólo reciben la mitad de la herencia. La parte de la
herencia que no reciben los herederos se llama vacante (caducae) y pasa a otros herederos
con hijos o al Fisco.
Estas sanciones decaen con la llegada de los emperadores cristianos y son abolidas
finalmente por Justiniano.
También la Lex lulia et Papia Poppaea concede el ius liberorum a la mujer ingenua con tres
hijos y a la liberta con cuatro, derecho que la exime de la tutela perpetua.
7.7. OTRAS FORMAS DE UNIONES LICITAS
— Concubinato;
— Matrimonio sine connubii;
— Contubernio.
242
243
7.7.1. Concubinato
El concubinato era la unión de orden inferior de un hombre y una mujer, pero más duradera
que una relación pasajera, que se consideraba ilícita.
Esta especie de matrimonio era frecuente en Roma por las desigualdades sociales.
Augusto sanciona las uniones de hecho como stuprum en la Lex Iulia de Adulteriis, pero
hace una excepción en favor de las relaciones permanentes, que llama concubinato, y que
reciben un reconocimiento legal:
a) Requisitos del concubinato: Para que el concubi
nato tuviera la calidad de tal y fuese lícito era necesario que
se reunieran los siguientes requisitos: pubertad de ambas par
tes; que los concubinos no estuviesen ligados por el parentesco
que señala la ley; no debía haber más de una concubina; el
que tenía concubina no podía tener mujer legítima.
Para vivir en concubinato no se requería el consentimiento del jefe de la familia.
b) Efectos: Durante la época arcaica de Roma el con
cubinato no produce efectos civiles, por tanto la mujer no es
elevada a la condición social del marido; además, los hijos
son cognados de la madre y de los parientes de ésta. No están
sometidos al pater porque nacen sui iuris. Sin embargo, a partir
del Bajo Imperio y desde Constantino, se reconoce entre ellos
y el padre el vínculo de sangre y, de ser hijos spurii, pasan a
ser denominados liberii naturalis. Posteriormente ya pudieron
ser legitimados por justa nupcia de sus padres y este criterio
es recogido por Justiniano como "legitimación por matrimonio
subsiguiente".
7.7.2. Matrimonio sine connubii
Es aquel que se realiza entre personas que no gozan ambas o una del ius connubii. Así, un
romano con una peregrina. Esta unión, aunque válida, no produce los efectos propios de la
justa nupcia.
a) Efectos: Los hijos son cognados de la madre; nacen sui iuris y casi siempre peregrinos,
porque el hijo sigue la condición de la madre en el momento del parto por los efectos de la
Lex Mincia, pero un senadoconsulto, de los tiempos de Adriano, decidió que esta ley no se
aplicaba al hijo de romana y latino, de modo que éste nacía ciudadano.
A partir del año 212 este tipo de uniones se hace muy escaso.
Después de Justiniano se termina la categoría de latinos junianos y el matrimonio sine
connubii sólo procede para condenados a penas privativas de la ciudadanía.
7.7.3. Contubernio
Es la unión entre un esclavo y una persona libíe o bien entre dos esclavos. Se trata de un
simple hecho que no produce efectos civiles porque no se reconoce parentesco entre
esclavos hasta los inicios del Imperio. A partir de entonces se admite que exista una especie
de parentesco, la cognatio servilis, entre padre y madre; entre hijos y hermanos. El objeto
era evitar que una vez manumitido el esclavo pudiera celebrar un matrimonio contrario a la
moral.
Ya se dijo algo sobre el contubernio al examinar la esclavitud, por lo que no ahondaremos
en esta institución.
Vimos que aun cuando una persona tuviera plena capacidad jurídica por ser libre,
ciudadano romano y sui inris, ciertas circunstancias de hecho podían impedirle actuar en la
vida del derecho tales como la edad, el sexo, enfermedad mental, prodigalidad u otras.
Para sustituir esta incapacidad de hecho los romanos crearon dos instituciones: la tutela,
para los impúberes y las mujeres; y la cúratela, para los demás casos.
1. CONCEPTO DE TUTELAS Y CÚRATELAS
"Son cargas impuestas a ciertas personas en beneficio de otras que no pueden administrar
libremente lo suyo y que no están sometidas a patria potestad ni ala potestad de la manus,
en el caso de las mujeres".
Las principales características de las tutelas y cúratelas son éstas:
1.1.
SON CARGAS
A diferencia de los cargos, que importan honores, privilegios, beneficios, las cargas
importan obligaciones y deberes. El ser designado tutor o curador no significa ningún
beneficio para la persona a quien se confiere la tutela o cúratela. Por el contrario, se le
asigna una responsabilidad y, como veremos,
248
249
aytoridad. En tal caso, sólo se completaba la incapacidad relativa del pupilo y los efectos
del acto jurídico se radicaban en el mismo pupilo. Naturalmente que para ello era
indispensable que éste actuara, que pudiera darse cuenta de lo que hacía, caso en el que, por
cierto, no estaban los infantes (menores de 7 años) ni los dementes. Si el pupilo era
absolutamente incapaz, el tutor o curador actuaba mediante la llamada nego-tiorum gestio o
gestión de negocios. El pupilo no participaba para nada y los efectos del acto jurídico se
radicaban en quien lo celebró, esto es, en el tutor o curador quien, posteriormente, tendría
que transferirlos a su pupilo, una vez que el pupilo fuera al menos relativamente capaz.
3.3. DESPUÉS DEL CARGO
La principal obligación del tutor, terminada la tutela, es rendir cuenta:
a) El tutor debe restituir al pupilo su patrimonio intacto,
conforme al inventario que hizo al asumir la tutela. Debe
devolverle todos los bienes que adquirió y las sumas que haya
cobrado para él, como administrador. En fin, debe indemni
zarle por el perjuicio que haya podido causarle una mala
administración, por todas las faltas que, seguramente, un buen
padre de familia no hubiese cometido.
Las obligaciones del tutor están sancionadas por la actio tutelae directa, que puede ejercer
el pupilo o sus herederos.
b) El pupilo debe indemnizar al tutor por todos los
gastos hechos, descargándolo también de las obligaciones con
traídas en interés del pupilo. Puede ser obligado a ello me
diante la actio tutelae contraria.
4. REMOCIÓN DEL TUTOR
La ley de las XII Tablas, en interés de los pupilos, estableció dos medidas muy eficaces:
250
251
1 estaban incapacitadas para ser tutores o curadores. Entre las excusas estaban tener más de
65 años; ser tutor o curador de tres o más pupilos, etc. Entre las incapacidades: quien era
acreedor o deudor del pupilo; quien tenía enemistad con el pupilo, etc. Excusas e
incapacidades liberaban a los llamados a desempeñar una tutela o cúratela de la obligación
de asumir el cargo.
6. DIFERENCIA ENTRE LA TUTELA DEL IMPÚBER Y LA DE LA MUJER
La única diferencia entre ambas tutelas está en que mientras respecto del impúber infante el
tutor actuará siempre mediante la negotiorum gestio, puesto que el menor de siete años no
está en condiciones de dar cuenta de lo que hace y, por tanto, no participará en la
celebración de los actos jurídicos, respecto de la mujer —y naturalmente, salvo que sea
impúber infante—, el tutor actuará a través de la auctoritas interposissio, completando la
incapacidad relativa de la mujer. Ella también actuará y el acto jurídico radicará sus efectos
en la mujer.
7. CÚRATELAS
Es válido respecto de ellas todo lo dicho en cuanto a concepto, designación, obligaciones,
excusas e incapacidades que acabamos de ver. Examinaremos las cúratelas del loco furioso,
del pródigo y del menor de 25 años (y mayor de 14 años).
7.1. CÚRATELA DEL FURIOSO
La cúratela se producía ipso iure al ocurrir el desequilibrio mental. En consecuencia, las
actuaciones del pupilo durante los intervalos lúcidos se consideraban válidas. La lucidez no
se estimaba, como hoy, parte de la enfermedad.
Por cierto que cuando actuaba el curador lo hacía mediante la negotiorum gestio.
7.2. CÚRATELA DEL PRODIGO
Pródigo es el que dilapida sus bienes. La prodigalidad debe ser declarada por el magistrado.
Se permitió al pródigo celebrar actos jurídicos que significaran un aumento de su
patrimonio (como aceptar una donación), pero no testar.
El curador actúa empleando la auctorites. Es el pródigo quien realiza los actos jurídicos,
acompañado del curador.
7.3. CÚRATELA DEL MENOR DE 25 AÑOS
El menor impúber estaba sujeto a tutela. El menor de 25 años, púber, estaba sujeto a
cúratela.
El abuso cometido con frecuencia con los menores de edad en razón de su inexperiencia en
los negocios obligó al pretor a concederles la in integrum restitutio o acción de restitución
por entero para permitiiles volver las cosas al estado anterior si celebraban un mal negocio.
Por cierto que nadie quiso comerciar con los menores para no verse expuesto a esta acción.
Fue así como se les proporcionó un curador, a manera de auctoritas, para que diera su
consentimiento en cada acto jurídico. Marco Aurelio permitió un curador permanente y, por
último, más adelante se autorizó la venia de edad, consistente en facultar la actuación sin
necesidad de un curador. La venia de edad pudieron solicitarla los varones a los 20 años y
las mujeres a los 18 años de edad.
Examinada ya la capacidad jurídica de las personas y cómo se suplía su incapacidad de
hecho, a través de tutelas y cúratelas, para terminar las personas físicas corresponde
examinar ahora dos instituciones: el patronato y el colonato. Luego, comenzaremos el
estudio de las personas jurídicas, si bien en Roma nunca tuvieron este nombre.
254
Maximiano Errázuriz Eguiguren 2. DURACIÓN
Hay que distinguir. En cuanto al patrono, no sólo subsisten sus derechos y obligaciones
durante toda su vida sino, aun, se transmiten a sus herederos legítimos; es decir, a quienes
son llamados por ley a la sucesión.
En cuanto al liberto, sus obligaciones y derechos subsisten de por vida, pero no se
transmiten a sus herederos porque sus hijos ya nacen ingenuos.
Capítulo Séptimo EL COLONATO
1. CONCEPTO
En la época antigua, fue colono toda persona que cultivaba terrenos de propiedad de un
tercero, a cualquier título.
En el bajo imperio, fue el hombre libre que pagaba una renta por explotar un terreno ajeno
en situación de dependencia permanente y hereditaria con la tierra.
2. FUENTES DEL COLONATO 2.1. POR NACIMIENTO
El hijo de colono nacía colono, cualquiera fuese la condición del progenitor.
2.2. POR VOLUNTAD DEL COLONO
El estado de extrema pobreza de un hombre podía inducirlo a convenir con el dueño de la
tierra la explotación de ésta, pagando un canon y quedando definitivamente arraigado a la
tierra.
2.3. POR MATRIMONIO
La persona libre que se casa con un colono se hace colono. La regla es idéntica, sea hombre
o mujer el que contraiga matrimonio. En otras palabras, se adquiere la condición peor.
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260
Maximiano Errázuriz Eguiguren
no le otorga la capacidad jurídica para actuar judicial o extra-judicialmente sino que,
cumplidos los requisitos, se limita a constatar que se cumplieron y a reconocerle capacidad
jurídica a este ente llamado corporación.
3.3. LA "LEX IULIA DE COLLEGIIS"
Alrededor del siglo I a.C. las corporaciones comenzaron a actuar en la vida política de
Roma, ocultándose en ellas los peores elementos de la ciudad. Se llegó a los peores
extremos de corrupción electoral hasta que Julio César establece severas sanciones contra
quienes violaren las leyes electorales. Esta sanción fue renovada por Augusto en el año 7
d.C. a través de la Lex lulia de Collegiis.
La mencionada ley disolvió todas las corporaciones existentes, salvo las de carácter
religioso, estableciendo en lo sucesivo que toda nueva corporación necesitaría ser
autorizada por el Estado.
3.4. "COLLEGIA FUNERATICIA"
La autorización del Estado para formar "asociaciones" o "corporaciones" no tenía por qué
ser particular para cada caso determinado. Era posible otorgar autorizaciones generales a
determinado tipo de asociaciones, las que se dieron especialmente a las que tenían fines
loables, como los Collegia Funeraticia. Estos eran equivalentes a nuestras sociedades de
socorros mutuos. Se reunía un grupo de personas que hacían aportes para tener honras
fúnebres honorables y ser enterradas conforme al ritualismo familiar y de la época.
3.5. CARACTERES DE LA CORPORACIÓN
Las corporaciones se clasifican en públicas y privadas. Son públicas el poptdus romanus,
los municipios y con-
261
Manual de Derecho Romano. De Jas personas
cejos municipales, las colonias, etc. No las estudiaremos, por corresponder su estudio al
derecho público. Baste señalar que se trata de asociaciones necesarias de personas, a
diferencia de las corporaciones privadas, que son voluntarias.
Son privadas las asociaciones de carácter profesional o los gremios.
Las corporaciones privadas necesitaron para existir de cuatro requisitos como se vio
anteriormente:
3.5.1. Tres personas, a lo menos, para su constitución,
aunque después permanezca sólo una;
3.5.2. Un fin lícito;
3.5.3. Un estatuto que contemple ingreso y retiro de los
miembros, sus aportes, etc.; y
3.5.4. Autorización del Estado, a partir de la Lex lidia de
Collegiis. Quedaron exentas de esta autorización aquellas cor
poraciones que, por su naturaleza, tenían un permiso de carác
ter general para funcionar, como ocurría, por ejemplo, con los
Collegia Funeraticia.
3.6. EXTINCIÓN DE LA CORPORACIÓN
Las corporaciones, creadas por hombres e integradas por ellos, tienen una existencia que no
es indefinida. En efecto, en los estatutos puede contemplarse la finalidad para la que fueron
creadas y, si ésta es transitoria, cumplida terminará también su vida la corporación. Así, es
posible que se cree una asociación para combatir una epidemia y, extinguida, terminará
también la vida de la asociación por haber cumplido su objetivo.
Fuera de esta hipótesis, las causales de extinción de una corporación son:
262 Maximiano Errázuriz Eguiguren
3.6.1. Por la salida de todos sus miembros
Ya vimos que bastaba la permanencia de uno de sus fundadores para que la corporación
subsistiera. Si ni siquiera uno continúa, la corporación desaparece.
3.6.2. Por disolución voluntaria
Tiene lugar cuando los miembros deciden disolver la corporación por la mayoría de votos
que establezcan los estatutos. Si nada dicen se entiende que basta la mitad más uno de sus
miembros.
3.6.3. Por vencimiento del plazo
Es posible constituir una corporación por un período determinado de tiempo. Vencido,
naturalmente que la asociación deja de existir.
3.6.4. Por voluntad del Estado
Cuando el Estado consideraba que una corporación era contraria al interés público la
extinguía, como ocurrió con la citada Lex lulia de Augusto.
En lo que se refiere al destino de los bienes, éstos se distribuían en la forma que
establecieran los estatutos. Si nada se había previsto, las fuentes romanas no indican qué
ocurría con ellos. Para algunos estudiosos, los bienes aportados por los miembros de la
corporación debían volver a sus aportantes ya que, si ésta era la suerte que seguían los
bienes de las asociaciones declaradas ilícitas, con mayor razón se debía emplear el mismo
predicamento respecto de las ilícitas. Discrepamos de esta teoría, por cuanto, en el caso de
las asociaciones ilícitas, debía entenderse que los bienes nunca habían salido del patrimonio
de sus aportantes. En el caso de las lícitas, en cambio, los bienes habían dejado de
pertenecer a sus aportantes para pasar al patrimonio de la corporación. Es por eso que nos
inclinamos a considerar la teoría de que, si los
263
Manual de Derecho Romano De las personas
estatutos nada dicen sobre la suerte de los bienes de asociaciones lícitas, éstos deben
distribuirse entre los asociados a prorrata de su trabajo y aportes, sin consideración a las
personas que aportaron tales o cuales bienes.
4. COLEGIOS ILÍCITOS
Vimos que la Lex lulia de Collegiis exigió autorización especial a las corporaciones para
permitirles su funcionamiento. En general, la autoridad era reacia a conceder estas
autorizaciones, porque temía que al final la asociación terminara por convertirse en un club
político. A este propósito, se cuenta el caso notable de la petición de Plinio a Trajano
solicitándole autorización para formar el cuerpo de bomberos en Nicomedia, donde había
estallado un voraz incendio. Trajano se negó por el temor expuesto.
Pues bien, el colegio o asociación no autorizada se convertía en un "colegio ilícito" y la
autoridad podía ordenar su disolución en cualquier momento.
5. ASOCIACIÓN Y SOCIEDAD
La "corporación" o "asociación" era absolutamente distinta en Roma a la "sociedad". Eran
dos formas jurídicas diferentes que no deben confundirse.
5.1. La corporación, según vimos, es un ente distinto de
cada una de las personas que la componen. Es una "persona
jurídica" si ha sido reconocida por la autoridad y en esos tér
minos opera frente a terceros. En la sociedad, en cambio,
.sólo hay relaciones entre los socios, pero que no trascienden a
terceros;
5.2. Los bienes de la corporación pertenecen a ella, en
tanto que los de la sociedad pertenecen a los mismos socios,
que son copropietarios;
264
Maximiano Errázuriz Eguiguren
5.3. Los acreedores de la corporación sólo pueden cobrar .sus créditos contra ella, en
cambio los de la sociedad únicamente contra los socios.
6. PERSONAS JURÍDICAS SUI GENERIS
Además de los municipios y corporaciones que vimos ya y de las fundaciones, que veremos
más adelante, conviene detenerse un momento en dos instituciones muy especiales que
fueron consideradas personas jurídicas, si bien por sus características particulares se
diferenciaron mucho de las ya estudiadas. Estas fueron el "fisco" y la "herencia yacente".
6.1. EL FISCO
El fisco fue en Roma el patrimonio de Roma, que administra el Emperador. Este patrimonio
gozaba de una situación de privilegio respecto del patrimonio de cualquier particular:
6.1.1. Si dicho patrimonio se transfería por el Estado a
una tercera persona, la enajenación era válida y el tercero ad
quiría el dominio de esos bienes aunque el Estado fuese dueño
de los mismos. Es cierto que el verdadero propietario podía
reclamar, pero tendrá derecho únicamente a una indemniza
ción por el Estado, no a la restitución de los bienes;
6.1.2. La usucapión, modo de adquirir el dominio de las
cosas ajenas por haberlas poseído durante cierto tiempo y con
curriendo los demás requisitos legales, no tiene lugar respecto
de los bienes del fisco y, en consecuencia, el tercero jamás se
hará dueño de los bienes del fisco por usucapión.
Estos eran algunos de los beneficios de que gozaba el fisco en Roma,
265
Manual de Derecho Romano. De las personas
6.2. LA HERENCIA YACENTE
Cuando una persona moría todos sus bienes, deudas y créditos formaban un patrimonio que
no siempre pasaba de inmediato a un heredero. En ese período, este patrimonio se llamaba
"herencia yacente". Podía ocurrir, incluso, que transcurriera un tiempo considerable entre el
momento de la muerte del causante y la aceptación de la herencia. Surgió así la
interrogante: ¿a quién pertenecen esos bienes durante aquel período intermedio? Cuatro
soluciones posibles se plantearon: 1. A nadie; 2. Al causante; 3. Al heredero; 4. Tiene
personalidad propia. ¿Qué importancia tienen el problema y la solución que se le dé? En
algunos casos, mucha. En otros puede no ser tan grande.
6.2.1. La herencia yacente no pertenece a nadie
Si establecemos la teoría de que el matrimonio de una persona difunta, hasta el momento de
ser aceptado por el heredero, es res nullius, no tiene dueño, significa que aceptamos que
cualquiera puede apropiárselo por el modo de adquirir llamado "ocupación". En efecto, si
esas cosas no tienen dueño porque quien fue su propietario murió, y quien la va a adquirir
aún no ha aceptado la herencia, ¿cómo impedir que cualquiera se apodere de aquellos
bienes? Y si los adquiere un tercero, ¿qué ocurrirá cuando la persona llamada a aceptar o
rechazar la herencia, la acepte? Significaría que no puede ni podrá jamás recibir los bienes
puesto que su dueño ya no es el causante sino otra persona, que los adquirió por ocupación.
6.2.2. La herencia yacente pertenece al causante
Otra posibilidad es establecer que los bienes de un difunto tienen dueño, aun antes de ser
aceptados por el heredero. Su propietario será el propio causante. Pero entonces, ¿cómo un
muerto, un ser que no existe, que no es capaz de expresar su voluntad, de realizar ninguno
de los actos de uso, goce o dis-
266
267
nado por el fundador. Era normal en Roma que una persona muriese y destinara una parte
de sus bienes a un fin religioso, de beneficencia, etc. En tales casos ese patrimonio adquiría
vida propia y debía destinarse al fin que le había dado el testador.
Hubo casos, sin embargo, en que la persona difunta donaba sus bienes a un municipio o
colegio para que ese colegio o municipio destinara los bienes al fin deseado por el testador.
En estos casos no puede hablarse de fundación. Hay simplemente una asignación modal,
una donación sujeta a modalidad. En esta forma, si el testador donaba sus bienes a un
municipio para que éste los repartiera entre los pobres, no hay fundación porque será el
municipio quien distribuirá los bienes. Si en cambio el testador dice: "Dejo mis bienes para
ser repartidos entre los pobres", quien haga la distribución no será propieta-tario sino
simple administrador de ellos.
7. LAS FUNDACIONES
Pueden definirse como "patrimonios destinados a un fin determinado". Como se aprecia,
hay una diferencia sustancial entre la "corporación" y la "fundación". Mientras la primera
estaba formada por un grupo de personas que se reunían para lograr un fin dado, en el caso
de la "fundación" es el patrimonio el que se personifica. Normalmente, este fin será
determi-
BIBLIOGRAFÍA
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