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Tesoro: ¡Fuego para hablar de Dios!

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¡Si hay algo que llama la atención de la gente y hace que preste atención y se fije en lo que
decimos o hacemos es el entusiasmo! La palabra entusiasmo viene de la palabra griega
«entheos», que significa «posesión divina». ¡Es decir, que entusiasmo significa literalmente «Dios
en nosotros»! ¡Por eso, la persona verdaderamente entusiasta es la que actúa y habla como si
estuviera poseída por Dios!
La Palabra de Dios nos dice: «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, ¡hazlo con todas tus
fuerzas!» (Eclesiastés 9:10) La Biblia nos dice también: «¡Nunca te falte entusiasmo, mantén tu
fervor espiritual sirviendo al Señor!» (Romanos 12:11) ¡El Señor espera de Sus hijos que sean
obreros ardientes y dispuestos de todo corazón, llenos de un deseo fogoso de agradarle y servirle!
¡Entusiásticamente!
No sólo eso: ¡Jesús dijo que los cristianos indiferentes, tibios y desganados le revuelven
literalmente el estómago! Les dice: «Conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras
una de las dos cosas, frío o caliente! ¡Pero como eres tibio, no eres caliente ni frío, te vomitaré de
Mi boca!» (Apocalipsis 3:15,16,19)
¡El Señor quiere y necesita seguidores fogosos, ardientes y entusiastas que le amen más que a
nada o a nadie en este mundo! ¡Discípulos decididos a seguir a Jesús con todas las consecuencias
porque saben que han encontrado la Verdad!
¡A todo fervoroso seguidor de Dios le debe impulsar la misma compasión apremiante que
motivó a los apóstoles, los mártires y prácticamente a todo gran hombre o mujer de Dios a lo largo
de la historia! ¡De hecho, es la misma motivación irresistible que debe motivar a todo hijo de Dios
en todo lo que hace, todo lo que diga y en todas las partes adonde vaya, y que el gran y fanático
apóstol Pablo resumió en las siguientes célebres palabras que han brotado resonando del corazón
de todo verdadero cristiano en toda buena obra que haya realizado, y por las que ciertamente está
dispuesto a dar la vida; «¡El Amor de Cristo me apremia!» (2a a los Corintios 5:14)
¡Independientemente de que te falten talentos, capacidades o dones naturales, si
verdaderamente le entregas tu corazón al Señor y dejas que El te inspire y dirija tu vida —
obedeciendo la Palabra de Dios y dejando que El viva en ti y por medio de ti para que en tu
corazón arda su Amor— El se podrá servir abundantemente de ti haciendo que seas una bendición
para muchos!
Esta es una decisión crucial que debe tomar todo cristiano: ¡entregarse y someterse
verdaderamente por entero al Señor y estar dispuesto a ser un siervo fogoso, entusiasta y
«ardiente» del Dios vivo! ¡O negarte al Señor, cejando en tus convicciones temeroso de apartarte
de lo establecido, de diferenciarte del resto del mundo escéptico para que los demás no te
desprecien ni consideren una especie de «fanático» o «extremista»! La Biblia dice: «¡Cada uno dé
como se proponga y decida en su corazón!» (2a a los Corintios 9:7)
El gran misionero pionero David Livingstone, cuando aún era joven, tuvo que afrontar esta
decisión, y anotó en su diario: «He descubierto que no tengo ningún talento intelectual
extraordinario. ¡Pero este día he decidido ser un cristiano fuera de lo corriente!» Se «propuso en su
corazón» entregarse de lleno al Señor, y decidió ser un entusiasta de la Verdad. ¡Y lo fue! ¡Llegó a
ser uno de los más grandes misioneros de todos los tiempos!
El célebre historiador Arnold Toynbee, dijo: «La apatía sólo se puede superar con el entusiasmo,
y el entusiasmo sólo se puede suscitar con dos cosas: primero, un ideal que tome por asalto la
imaginación; y segundo, un plan claro y comprensible para llevar dicho ideal a la práctica.»
¿Qué mayor ideal puede tener cualquiera que llevar la salvación eterna y la vida eterna en el
Cielo a un mundo perdido y agonizante que sucumbe sin ellas? ¿Y puede haber un «plan
comprensible» mejor para cualquiera que el que el propio Jesús dio a sus seguidores, «id por todo
el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura»? (Marcos 16:15) ¡Como cristianos, deberíamos
ser los hombres más entusiastas del mundo entero!
El apóstol Pablo fue uno de los grandes entusiastas de Dios. Ya antes de su conversión, dio
grandes muestras de entusiasmo, aunque con un ideal y un plan erróneos, ya que era
fanáticamente anticristiano.
¡Pero en cuanto se convirtió, se volvió un fanático entusiasta del bando bueno! ¡Y casi sin ayuda
de nadie se ocupó de divulgar el cristianismo por todo el Imperio Romano! ¡Cuando otros vieron su
total dedicación y entusiasmo por el Señor, se llenaron también de fuego para predicar la Palabra
de Dios!
¡No había nada que pudiera apagar el entusiasmo de Pablo! El mismo dice: «Cinco veces he
recibido de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces me han azotado con varas, una vez
me han apedreado, tres veces he padecido naufragio, una noche y un día he pasado como
náufrago a la deriva en alta mar, y viajado constantemente. ¡En peligros de ríos, peligros de
ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en el mar, peligros en la
ciudad, peligros en el campo, peligros entre falsos hermanos! Me he esforzado y fatigado, he
pasado muchos desvelos, he pasado hambre, sed y escasez de comida; he tenido frío y he estado
desnudo.» (2a a los Corintios 11:24-27) ¿Dejó Pablo que dichas dificultades y obstáculos fueran un
impedimento para él? ¡Nada de eso! ¡Continuó sirviendo a Dios a pesar de las muchas penalidades
o dificultades con que se encontraba!
¡No hay nada que detenga al hombre que está lleno de entusiasmo y fuego ardiente para servir
a Dios! ¡Continuará pase lo que pase, porque sabe que está haciendo lo que debe, por una causa
justa y por Aquél que siempre tiene razón!
Entonces, ¿de dónde podemos sacar tanto entusiasmo e inspiración que nos llene la vida de
fuego y fervor por el Señor? ¡Del Espíritu Santo de Dios! La Biblia dice: «Nuestro Dios es fuego
consumidor» (Hebreos 12:29), y en repetidas ocasiones compara su Espíritu con un fuego o con
llamas de fuego. (Ver Hechos 2:3,4; Apocalipsis 4:5 y Mateo 3:11) ¡Así que, si quieres ser un
entusiasta del Señor lleno de su fogosa inspiración y ungimiento, no tienes más que orar pidiéndole
que te llene de poder con el poder de su Espíritu Santo! ¡Y lo hará! (Ver «El espíritu del Amor»,
página 281.)
Alguien le preguntó en cierta ocasión a un gran hombre de Dios cuál era el secreto de su éxito,
y éste le respondió: «¡Me lleno de fuego predicando y el mundo acude a verme arder!» ¡Pero si no
tienes fuego, si tu cristianismo es algo frío, como bloques de hielo sin vida, sin calor ni ardor, nunca
inspirarás a nadie a nada! El que no tiene fuego no puede calentar a los demás.
Eso es lo que pasa con la mayoría de las iglesias en la actualidad: en lo que se refiere a lo
material, lo tienen todo al parecer. ¡Pero han fracasado rotundamente, porque han perdido el
Espíritu! ¡Les falta el ungimiento, el poder, auténtica emoción, carisma místico capaz de conmover!
¡Se les ha extinguido el fuego y están muertos!
¿De qué sirve la caldera de la calefacción cuando se apaga el fuego? ¡Queda fría y oscura y no
sirve para nada. Tiene todo lo que necesita para funcionar; sólo le falta el fuego. En algunos
países, si la caldera está apagada, fría y oscura, toda la casa está helada. Y, lamentablemente, eso
es lo que ha sucedido con la mayoría de la iglesias. Sus pastores, predicadores, profetas y líderes
han perdido el fuego, no tienen ninguna emoción, ni espíritu, ni ungimiento ni poder. ¡Como se ha
apagado el fuego, toda la casa está helada, congelada y sin vida, en medio de formalismos que no
tienen el Espíritu! ¡Brrrr!
Es como la anécdota que contó en una ocasión el célebre evangelizador Billy Sunday: Un
hombre conocido en su pueblo por ser ateo acudió corriendo a toda prisa a una iglesia que ardía,
ávido de ayudar a los demás a apagar las llamas. Un vecino que lo vio, exclamó asombrado:
«¡Esto es algo desconocido en usted! ¡Nunca le he visto ir a la iglesia!» Y el ateo le dijo: «¡Es que
hasta ahora nunca había visto fuego en una iglesia!» ¡Ja!
¡Si estás lleno de fuego, el mundo acudirá a verte arder! ¡Pero si estás muerto, frío y sin vida,
jamás atraerás a nadie a tu mensaje sobre el Señor y su Amor! ¡Si te falta entusiasmo, si no tienes
fuego, da igual lo «bien» que sepas testificar o cuántos versículos de la Biblia sepas citar. ¡Si no
tienes fuego, no será sino un montón de hielo frío y sin vida, una serie de datos sin calor ni ardor!
Jamás le contagiarás a nadie tu fuego. Sólo conseguirás confundir y apagar a la gente.
Reconozcámoslo: ¿cuál es nuestra misión como cristianos? ¡Testificar el Amor y la Verdad del
Señor a los demás! ¡Y si quieres testificar en forma efectiva tienes que prenderte, dejar «brillar tu
luz delante de los hombres!» (Mateo 5:16) ¡Tienes que estar vivo, poner todo tu corazón y
entusiasmo si quieres mostrarles a los demás que lo que tú tienes con Jesús es mejor que lo que
ellos tienen sin El! ¡Aunque sólo estés testificando a una persona, tienes un público, tienes que
estar vivo y lleno de fuego, y será mejor que lo aproveches o no vas a causar mucha impresión!
¡La gente juzga al Señor por lo que ve y oye en tu forma de testificarle! Claro que testificar no es
«actuar», hacer una actuación ni fingir. ¡Cuando testificas, estás representando y tratando de
mostrar la Verdad a los demás! ¡Pero si simplemente te pones a hablar de teología y perorar sobre
la Biblia citando versículos como hacen muchos de la iglesia —bla, bla, bla como si fueran palabras
sin sentido o un poemita aprendido en la escuela— de esa manera jamás ganarás a nadie!
¡Mientras que si haces todo lo posible por infundirle emoción, efecto, dinamismo, fuego y
convicción a lo que dices para que realmente sea efectivo, obtendrás resultados!
¡Las palabras de los escribas y fariseos eran muy cultas, pero secas y muertas y sólo eran
causa de muerte! ¿Por qué? Porque únicamente decían lo que les salía de la cabeza. ¡Pero Jesús
hablaba lo que tenía en el corazón, lo que daba el Espíritu, y eso daba vida y conmovía a los
oyentes, El no intentaba complacerles los oídos, sino que les llegaba al corazón! Decía: «¡Las
Palabras que Yo os digo son Espíritu y son vida!» (Juan 6:63) ¡Ahí está la diferencia!
¡No puedes prender un fuego en el corazón de otro hasta que esté ardiendo en el tuyo! ¡Así
que, por el amor de Dios y por el de los demás, pídele al Señor que te llene el corazón de fuego
mediante el poder de Su Espíritu Santo, que te llene de Su Amor, el cual te apremiará a transmitir
ferviente, sincera y ardorosamente ese Amor a los demás!
William Booth, el valeroso testificador y ganador de almas que fundó el Ejército de Salvación,
dijo: «¡Si no hago mi trabajo de salvar las almas de los hombres con brío y entusiasmo casi al
punto de la locura, nadie se fijará en mí, y mucho menos creerá lo que digo ni sacará provecho
eterno de ello!» ¡Sabía que el mundo había visto bastantes supuestos cristianos tibios, fríos y faltos
de sinceridad, y que la única manera de inspirar y atraer a los demás a su mensaje sobre el Señor
era mostrarles la Vida y la Luz de Dios llenándose de fuego y «haciendo brillar su luz»!
Era evidente que el presidente Abraham Lincoln de los EE.UU. estaba hastiado de cristianos
tibios cuando exclamó: «No me gustan los sermones cuidadosamente preparados. ¡Cuando oigo
predicar a un hombre, me gusta verlo actuar como si estuviera defendiéndose de las abejas!» ¡Ja!
¡Claro que no sólo debemos ser entusiastas en nuestra predicación y cuando les ofrecemos el
Evangelio a los demás, sino en todo lo que hacemos! «¡Todo lo que te venga a la mano para hacer,
hazlo con todas tus fuerzas!» (Eclesiastés 9:10) ¡La Biblia nos dice que toda tarea que se nos
presente la hagamos de todo corazón, como para el Señor y no para los hombres! (Efesios 6:5,6)
¡Cualquier cosa que hagas, hasta las tareas más humildes, la puedes hacer con alegría, lleno de
vida y entusiasmo! Como dice un himno espiritual negro: «¡Todo lo que te venga, con ilusión lo has
de hacer, con ese algo especial que te hará vencer! ¡Pelar papas, lavar ropa, limpiar al bebé,
necesitas ese algo que te hará vencer!» ¡Si oras, recurres al Señor y le pides a El que te inspire, y
haces las cosas como para El, El te dará esa chispa divina de ungimiento, que hará que toda tarea
resulte maravillosa y le dará entusiasmo, atractivo, vida, belleza y alegría!
¡De modo que si quieres ser entusiasta, lo primero que tienes que hacer es orar pidiéndole al
Señor que te llene y te inspire con Su Espíritu! ¡Y entonces tendrás que hacer tu parte después de
orar y emprender tus tareas de todo corazón, tanto si te sientes inspirado como si no! ¡Los grandes
compositores y artistas de la historia no siempre se sentaban a escribir música porque se sintieran
inspirados, sino que recibían su inspiración mientras trabajaban. La historia demuestra que
Beethoven, Bach, Mozart y otros emprendían la tarea que tenían entre manos con la misma
regularidad con que un contable o un oficinista hace sus cuentas todos los días. No perdían el
tiempo esperando que les llegara la inspiración, ¡pero cuando ponían manos a la obra, les venía la
inspiración!
¡Se ha dicho que el triunfo se compone de un 10% de probar y un 90% de empujar! ¡O sea, que
tú tienes que hacer tu parte! ¡Muchos cristianos se quedan cruzados de brazos esperando que
Dios lo haga todo por ellos, pero generalmente el Señor nos exige a nosotros que obedezcamos y
hagamos lo que sabemos que El quiere que hagamos primero, y entonces, El nos dará el
ungimiento y la inspiración! Lo mismo que los leprosos que curó Jesús en la Biblia; antes de
curarlos les ordenó que fueran a presentarse al sacerdote, ¡y dice la Biblia que mientras iban
fueron limpiados! (Lucas 17:14) ¡Tuvieron que ir y dar el primer paso, y entonces Dios obró el
milagro!
De modo que aunque no siempre estés totalmente seguro de qué es lo que tienes que hacer o
incluso de cómo lo tienes que hacer, ora, reconoce al Señor y haz luego lo mejor que puedas por
obedecer lo que sí sabes que es su voluntad. ¡Ponte a hacer lo que crees que El quiere que hagas
y El te guiará! ¡El barco tiene que estar en marcha primero para que pueda funcionar el timón!
A veces es como representar un papel en el teatro. ¡Pero si sabes que Dios quiere que hagas
una cosa o que seas de cierta manera, y «representas» ese papel con mucha emoción y
convicción, entonces el Señor te puede inspirar y puedes convertirte realmente en lo que estás
representando, en esa creación de Dios! ¡Pero el primer paso tienes que darlo tú!
¿Eres tú entusiasta? Tu trabajo, testificación, forma de cantar o lo que sea, ¿tienen el poder y el
fuego de Dios? ¡Si no, son obras muertas? ¡Y tampoco infundirán fuego a nadie! ¡Que Dios te
ayude a tener el fogoso poder del Espíritu de Dios en todo lo que hagas! ¿Amén?
¡Entusiasmémonos con el fuego de Dios orando ferviente y fielmente, leyendo ávidamente su
Palabra y dejando que su Verdad y su Espíritu nos inspiren, haciéndonos comprender las cosas tan
grandes que Dios quiere hacer por medio de nosotros y con nosotros! ¡Y luego hagamos nuestra
parte poniendo todo el corazón en cualquier tarea que podamos hacer por Jesús y por los demás!
¡Vamos! ¡Incendiemos el mundo con el fuego de Dios e iluminemos los corazones de los
hombres en todas partes para que se arrepientan! «¡Esta pequeña luz, yo la haré brillar!» ¿Y tú?
¡Llénate de fuego hoy mismo por Dios! ¡Mañana podría ser tarde!

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