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Presentación
• Finalidad del Libro Blanco
• El fenómeno metropolitano
• Cuestiones en debate
• ¿Centralidad, policentrismo o pauta lineal?
• Abordaje
• Contenidos
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Libro Blanco1 es una denominación adoptada de modo cada vez más frecuente para
identificar una publicación que reúne y sistematiza el conocimiento significativo sobre
determinado tema. En este caso, sobre un territorio en el que habitan casi dos terceras
partes de los uruguayos: el Área Metropolitana (AM).
Es una línea de base para un proceso que deberá continuar en otras instancias, ya en
términos de pensar y planificar el futuro.
El objetivo central es poner al alcance de todos una serie de datos, información y opinio-
nes significativas, recogidas a través de investigaciones, entrevistas, talleres y aportes de
actores calificados, para contribuir a un debate necesario, en la medida en que se asume
que el territorio es una construcción social.
Como punto de partida, es interesante poner sobre el tapete las principales interrogantes
que orientaron el trabajo. A saber: ¿es “Área Metropolitana de Montevideo” o la ciu-
dad de Montevideo es una pieza más del Área Metropolitana?; ¿tiene límites precisos
o es un territorio difuso y cambiante?; ¿cómo juegan allí lo local, la descentralización, la
participación?; ¿hay escalas territoriales intermedias?; ¿cómo es la relación del Área Me-
tropolitana con el territorio nacional?; ¿cómo se articula el fenómeno metropolitano con las
metrópolis vecinas?; ¿es un territorio radial o tiende a ser lineal?; ¿cuál es la composición
social del Área Metropolitana?; ¿hay conciencia metropolitana en sus habitantes?; ¿cómo
la sienten quienes viven en el Área Metropolitana?; ¿cómo es la estructura productiva del
Área Metropolitana?; ¿es un territorio competitivo en la escala global?; ¿hay una insti-
tucionalidad metropolitana?; ¿existen uno o muchos paisajes metropolitanos?; ¿hay una
construcción planificada del futuro metropolitano?; ¿el Área Metropolitana crece y se ex-
pande o, por el contrario, se retrae?; ¿es un territorio unicéntrico o tiende al policentrismo?;
¿el tema metropolitano está en la agenda política?; ¿hay voluntad política de considerar
al Área Metropolitana como tal?; ¿es éste un tema relevante para los uruguayos?; ¿hay un
proyecto metropolitano?; ¿cómo será el Área Metropolitana en el año 2040?
Como podrá apreciar el lector en las próximas páginas, muchas de las interrogantes han
sido contestadas y otras sólo han servido para abrir nuevas preguntas. De todas maneras,
puede decirse que el presente trabajo es un avance, un material que no existía y que
brinda información para el análisis, elementos para pensar el presente y, sobre todo, el
futuro.
El fenómeno metropolitano
¿Cuáles han sido los actores principales en la construcción del territorio metropolitano?
El mercado inmobiliario, la crisis y sus desplazamientos demográficos, la fragmenta-
ción social, la clase media con ilusiones (por la costa), las restricciones normativas de
Montevideo.
Cuando Ghiggia convirtió el gol del triunfo en Maracaná3 y Uruguay explotó en un grito-
país, Pando, La Paz, Santa Lucía y tantos pueblos y ciudades cercanas a Montevideo
tenían vida propia. Sus habitantes, salvo excepciones, vivían y trabajaban en la localidad
o en su entorno. Como la televisión no existía, la radio, la ONDA4 y el “motocar” eran los
encargados de indicar –junto con los maestros– que hacia el sur estaba la capital: la gran
ciudad, el Sorocabana, el presidente, el puerto y el estadio Centenario, desde donde don
Carlos Solé5 construía la imaginación de los escuchas.
Hacia el norte estaba “el interior”, adonde se viajaba en Semana de Turismo, de visita o
a cazar mulitas y perdices; un territorio muchas veces dibujado en el imaginario colectivo
por los relatores de la Vuelta Ciclista del Uruguay y las Mil Millas Orientales. Eran otros
tiempos y el mundo era más pequeño, lo local predominaba sobre lo global.
Las Piedras era más chica y distinta; la Ciudad de la Costa no figuraba como tal y por
allí había unas pocas casas; Santa Lucía y Pando eran importantes pero autónomas y
distantes. Ni hablar de Paso Carrasco, Colonia Nicolich, Empalme Olmos o Ciudad del
Plata (históricamente conocida como Rincón de Bolsa). Por entonces ni se hablaba de Área
Metropolitana.
2 Esto empieza a modificarse a partir del 30 de julio del 2005, cuando se firma el acuerdo entre los tres
intendentes.
3 Mediante ese gol Uruguay gana la final del Campeonato Mundial de Fútbol a Brasil, en ese mítico
estadio de Río de Janeiro (16 de julio de 1950).
4 ONDA S.A. (Organización Nacional de Autobuses), empresa monopólica de transporte interdepartamental
de mediana y larga distancia.
5 El más famoso de los relatores deportivos que tuvo el país.
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En 2040 este presente será pasado, será historia y nuevamente podrá analizarse qué
se ha hecho para que ese trayecto sea una buena historia. Al menos una historia donde
los protagonistas hayan actuado con inteligencia, estrategias, planes y políticas públicas,
para incidir en la construcción del territorio más relevante del Uruguay.
Si se eleva la mirada a lo que ocurre en el mundo, surge que el tema de las áreas me-
tropolitanas está estrechamente ligado al fenómeno de urbanización generado especial-
mente a partir de la Revolución Industrial. Aunque al parecer, el concepto como tal surge
en EEUU a mediados del siglo XIX y llega al Uruguay ya muy avanzado el siglo XX6.
Desde entonces, y en mayor o menor medida, todas las definiciones y enfoques que se han
utilizado para analizar este fenómeno recurren a cinco factores determinantes:
• la relación domicilio-trabajo,
• el uso de los servicios,
• la contigüidad territorial,
• el transporte y las comunicaciones (movilidad) y
• los aspectos político-administrativos.
El primer componente tiene que ver con la relación capital-trabajo, que vincula los fac-
tores más relevantes de la producción. Las oportunidades de empleo inciden fuertemente
en el establecimiento de las interrelaciones dentro de un área metropolitana.
La contigüidad tiene que ver con el mercado de tierras y las oportunidades de radicación
que éste ofrece a la población en las cercanías de los grandes centros urbanos.
6 El concepto de área es utilizado oficialmente en el Censo de 1910 como “Zona Metropolitana”, para
identificar las ciudades centrales de más de 200.000 habitantes y con un radio mayor de 10 millas. A partir de
esa aparición las definiciones se modifican de manera sucesiva, y ya en 1960 las oficinas de estadísticas de todo
el país y la propia Oficina de Presupuesto establecen que “el concepto de Área Metropolitana es el de una unidad
integrada económica y socialmente con un núcleo de población reconocido”, tomando como dato central para esa
integración económica la relación entre lugar de residencia y lugar de trabajo.
7 Últimamente se agregan los impactos de las grandes superficies comerciales (shoppings).
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El juego dinámico y cambiante de esos factores, donde por momentos unos inciden de
manera más contundente que los demás, se traduce sobre el territorio como una compleja
construcción social.
En momentos de crisis económica, con cascadas de empobrecimiento, es frecuente que
ésta se manifieste en procesos migratorios internos, generando dinámicas habitacionales
con repercusiones en el mercado de tierras (nuevos fraccionamientos en la periferia, por
ejemplo).
En situaciones inversas, donde la producción se reactiva y se generan nuevos flujos de
inversiones, la ecuación capital-trabajo orienta la radicación hacia sitios donde la locali-
zación responde a otros factores: acceso a las materias primas, servicios, mercados con-
sumidores, innovación, incentivos fiscales y recursos humanos (en los cuales la calificación
es cada vez más importante).
En todos los casos, las posibilidades de movilidad de que dispone la población son un
factor clave en la constitución de áreas metropolitanas. Sin transporte las interrelaciones
entre vivienda, lugar de trabajo, estudio, consumo, esparcimiento, etcétera, resultan limi-
tantes. Los medios de comunicación y la información juegan también un rol de importancia
creciente, dado que contribuyen a la conformación cultural y generan, por lo tanto, víncu-
los muy profundos y variados.
8 En este caso la dimensión institucional ha tenido una incidencia importante, dado que durante muchos
años la administración de Montevideo fue de signo contrario a la de Canelones, San José y a la del propio gobierno
nacional. Esto trajo las consiguientes dificultades, como se detalla en el capítulo 6.
9 A través de la figura del profesor Carlos Gómez Gavazzo.
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privados como el CIESU10 hicieron importantes aportes. En ese sentido, hay que destacar
los aportes de Lombardi y Bervejillo11, Thomas Sprechmann y Diego Capandeguy, Pablo
Ligrone, Danilo Veiga, Ana Laura Rivoir y Carlos Altezor, entre otros.
La primera evidencia que surge de los trabajos es que no hay coincidencia en cuanto a
límites y denominaciones. Como podrá apreciarse en los capítulos siguientes, hay distintos
abordajes y visiones, que aquí se presentan como tales a los efectos de que el lector tenga
a su alcance los diversos matices e interpretaciones. En algunos casos se trata de termino-
logías diferentes; en otros, las diferencias están relacionadas con límites y escalas.
¿Cómo juega hoy esa dualidad uruguaya dentro del territorio metropolitano?
¿Cómo debería jugar en el futuro?
La primera interrogante puede brindar algunas claves para la segunda, para mirar y
ordenar el territorio total desde otra perspectiva y no sólo desde el centro a la periferia,
como ha ocurrido históricamente. De no ocurrir esto, la agudización de las tensiones –en
algunos casos muy cercana– puede tener consecuencias inesperadas.
Es evidente que buena parte del territorio metropolitano no participa de los beneficios
propios de una “región ganadora”. Por el contrario, en su propio seno existen áreas más
que perdedoras: ciudades, barrios y asentamientos que en muchos casos están, al menos
parcialmente, fuera del partido, en condiciones tales de marginalidad o periferia que
le asignan al Área Metropolitana la condición de territorio fragmentado y heterogéneo,
Cuestiones en debate
Sin dudas, la ciudad de Montevideo es –por ser la capital, por reunir casi la mitad de los
habitantes del país, por tener el puerto y por muchas cosas más– la pieza principal del
Área Metropolitana. Pero también es cierto que están los territorios y las ciudades circun-
dantes, donde surgen y se afianzan nuevas centralidades, en algunos casos a expensas
de la propia ciudad. Por otro lado, hay una ruralidad –tanto dentro del departamento
de Montevideo como en los departamentos vecinos– que por silenciosa no deja de ser
importante cuando del territorio se trata.
cual el territorio metropolitano pasa de ser unicéntrico y radial a adoptar pautas lineales
y costeras. Es lo que Lombardi y Bervejillo denominaron la Región del Sur (“de la pauta
radial a la pauta lineal”13) y, más recientemente, en esa misma dirección, Sprechmann y
Capandeguy han denominado “Ciudad Celeste”14.
Este libro trasunta esa diversidad. Por decisión política, el Programa Área Metropolitana
comprende la totalidad de los departamentos de Canelones, San José y Montevideo,
aunque Florida y Maldonado participan también en muchas de las actividades. Dicha
delimitación fue la que se manejó a los efectos de tomar bases estadísticas en los aspectos
económico-productivos e institucionales. En el caso de la temática social, en cambio, se
incorporó la información desagregada y actualizada en la delimitación realizada por el
INE para su última encuesta de hogares (2006), cuyo alcance territorial es menor. En los
aspectos territoriales-ambientales se aplicaron criterios más elásticos en cuanto a escalas
y tipos de agrupamientos, bajo la denominación de “territorio metropolitano”.
Frente a todos esos matices, y a los efectos de este Libro Blanco, cabían dos alternativas:
adoptar una definición única o habilitar la manifestación de las existentes como aporte
al debate que quiere generarse. Claramente se optó por el segundo escenario, aunque
debe señalarse que, tanto en la literatura disponible como en el imaginario popular,
predomina la idea de Área Metropolitana.
Cada vez más, se afianza la idea de que existen distintas centralidades que interactúan
en red dentro de lo que hoy se denomina Área Metropolitana. Y aparecen visiones mucho
más amplias, como la que alude a la “pauta lineal costera”, a la que se ha hecho referen-
cia. Esta interrogante queda planteada desde el inicio y el lector podrá indagar, con el
transcurrir del texto, la pertinencia de cada una de estas miradas.
Abordaje
Desde el comienzo, este libro fue concebido como producto de un equipo multidisciplinario
articulado en torno a cierto enfoque metodológico unificador. Para ello se convocó a cinco
equipos de trabajo responsables de las tareas que se detallan más adelante, equipos
académicos, con bases de conformación en distintos ámbitos de la Universidad de la
República.
Por otro lado, en el capítulo dos se incorporó, bajo el nombre de “Distintas Miradas”, una
serie de miradas diversas que existen sobre el tema, en un amplio espectro que recoge la
visión de los más diversos actores: intendentes, diputados, ediles, secretarios de Junta Lo-
cal y expertos en distintas disciplinas, pero también habitantes metropolitanos de diversa
naturaleza –cartoneros, médicos, choferes del trasporte interdepartamental, estudiantes,
desarrollo
social trabajadores en general.
desarroll o
Sin dudas, el tema es complejo y la tarea de síntesis lo dificulta aún más. Pero el gran
desarrollo
urbano- desarrollo económico- desafío del equipo de trabajo ha sido el logro de un material accesible. Para ello se ha
territorial- sustentable p ro d u c t i vo
ambiental recurrido a la visión de “alta simplicidad”15, que supone ir a la esencia, a las cuestiones
más significativas, sin perder la mirada de conjunto. Con esa intención se utiliza la me-
táfora del “rombo de la sustentabilidad”, cuyos vértices se asimilan a los cuatro grandes
desarrollo
institucional componentes que definen las relaciones de los seres humanos entre sí y con el territorio: lo
(gobernabilidad) social, lo económico-productivo, lo institucional y lo urbano-territorial-ambiental.
Es un recurso para mirar e interpretar la realidad desde las partes sin perder de vista el
todo. El libro pone el foco sobre un territorio pero muy especialmente sobre todo lo que
allí ocurre, en una red de complejas interrelaciones.
Algunos de esos componentes, que en muchos casos funcionan como verdaderos sistemas,
resultan más visibles, tangibles y cuantificables que otros. La cantidad de habitantes, la
15 “La alta simplicidad no debiera confundirse con simpleza o banalización. Es una traducción de la realidad
(que siempre, de una manera u otra, hacemos a través de nuestros sentidos) que pasa por la alta complejidad hasta
encontrar una síntesis que permita que determinado concepto pueda ser socializado, comprendido e incorporado
más allá de la conversación académica o científica y de esa manera ser parte del diálogo entre la diversidad de
actores.” Martínez Guarino, Ramón: Gestión del territorio y del desarrollo urbano-“Alta simplicidad”. Facultad de
Arquitectura, UdelaR/IMM-Fundación 2020. Montevideo, 2005.
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pobreza, la inseguridad, el PIB, por ejemplo, son indicadores que aparecen frecuente-
mente en los titulares de los diarios. Los indicadores del sistema institucional (normas,
costumbres y reglas de juego), en cambio, difícilmente se manifiesten como tales. Son
como el sistema nervioso: tiene poco volumen y baja densidad corpórea dentro de la
anatomía humana pero es desde allí que se toman las decisiones y se emiten los impulsos
para que los músculos, el sistema óseo, el sanguíneo, etcétera, generen sus actividades.
Las debilidades institucionales son como las debilidades del sistema nervioso y es desde
allí que muchas de las crisis pueden interpretarse, aunque éstas se manifiesten con más
elocuencia en lo económico y en lo social.
Algo similar ocurre con el componente territorial: se lo puede interpretar como un soporte
pasivo de las actividades de hombres y mujeres o como una construcción social cuyo
ordenamiento y uso racional es un aspecto importante de la sustentabilidad de un país o
una región.
Es evidente que los aspectos sociales, económicos y políticos (esquema clásico del discur-
so16) son los que generalmente acaparan la mayor atención. Los problemas territoriales e
institucionales (interpretados en un sentido más amplio que el que tiene el sistema político
propiamente dicho) quedan en la letra chica, aunque cuando de sustentabilidad se trata
en muchos casos son estos últimos los que pueden dar explicaciones y salidas.
Contenidos
Para facilitar el andar del lector por un libro que abarca variedad de temas y muchos autores,
lo que corre el riesgo de transformarse en una tarea abrumadora, se describe brevemente sus
contenidos:
El capítulo uno –desarrollado por Carlos Baldoira y Carlos Altezor– da una ubicación histórica
en “alta simplicidad” y en el reducido espacio disponible, para abordar un aspecto sobre el cual
habría mucho para decir. Es una breve “película” necesaria para llegar a las fotos del presente.
El capítulo dos es el de las “distintas miradas”, que cuenta con la valiosa colaboración de cada
uno de los participantes. Hay también un trabajo periodístico llevado a cabo por Natalia Uval y
los resultados del taller realizado con ediles departamentales.
El Libro Blanco del Área Metropolitana toma el rombo de la sustentabilidad como matriz orde-
nadora bajo el criterio claramente comprensible de la alta simplicidad. Cada uno de los vértices
tiene su especificidad y se aborda en capítulos separados.
En el capítulo siete el coordinador general del Programa Agenda Metropolitana, Dr. Gonzalo
Carámbula, plantea una serie de reflexiones sobre esta nueva modalidad de trabajo y sintetiza
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Finalmente, el capítulo ocho pone sobre el tapete algunas conjeturas para un futuro
debate –a esta altura, ineludible– sobre un posible plan estratégico o al menos sobre
grandes directrices ordenadoras del área. Un área que, de todas maneras, con o sin
plan, con o sin directrices, seguirá siendo el territorio más relevante del Uruguay. Eso sí:
los costos de la improvisación y la espontaneidad siempre serán mayores, como ya ha
quedado demostrado.
Alberto Moncada