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RELACIÓN, FOCUSING Y REVALORIZACIÓN PERSONAL

En busca de los tesoros que yacen en lo implícito

Por Luis Robles Campos. (*)


Octubre 2006.

CONTENIDOS:

• Introducción.
• Tipos de experiencias que pueden facilitar la relación y el focusing.
• Definición y descripción de la Experiencia de Revalorización Personal.
• Fundamento teórico de la Revalorización Personal.
• Ejemplos de Revalorización Personal.
• La ubicación espacial del “tesoro interno”.
• Relación y focusing.
• Sugerencias prácticas.
• Conclusiones finales.
• Bibliografía.

INTRODUCCIÓN

Es posible que por lo menos una vez a lo largo de nuestras existencias nos haya
tocado vivir situaciones adversas o dañinas que dejaron alguna huella oscura en
nuestro ser. Quizás nos haya tocado una familia constantemente sumergida en
conflictos, pasar por una relación sentimental enfermiza y tortuosa, tener la mala
suerte de haber sufrido una experiencia traumática de maltrato o abuso, o
sencillamente vivir una situación que para cualquier otro hubiese sido fácilmente
llevadera pero que para nosotros significó un dolor indescriptible, como un engaño, una
persona que dejó de hablarnos para siempre, una decepción, etc.

Este tipo de experiencias puede contribuir a que vayamos construyendo un


sentido negativo de nosotros mismos en el mundo. Quizás este sentido sea un
sentimiento de no ser queridos, de no tener importancia para otros, de no ser
atractivos, de no ser capaces, etc.; es decir, de no tener en alguna medida valor
como seres humanos; sentimiento que puede ser vivenciado de manera consciente o
implícita.

Por ejemplo, una persona que siempre había tenido confianza y seguridad en sí
misma, podría, después de haber experimentado continuas decepciones en sus
relaciones de pareja, empezar a sentir que algo en ella no anda bien, que quizás no es
digna de amor, que no sabe manejar las relaciones, que no tiene suerte, etc.,
sentimiento que puede influir en diversas dimensiones de su experiencia, impidiéndole
percibir cuando otra persona le está ofreciendo un cariño auténtico, haciéndole
pensar que no se puede confiar en nadie, e impulsándola a actuar de tal manera que
evita el contacto estrecho con los otros.

Este sentimiento de desvalorización personal, sin embargo, no es inamovible y


puede ser revertido a través de nuevas interacciones sanas y positivas, la psicoterapia
y especialmente a través de la práctica del Focusing. De alguna manera, he
encontrado, en mi breve pero reflexiva experiencia de escuchar y acompañar a otros

1
en sus procesos de crecimiento, que el Focusing puede contribuir sustancialmente a
facilitar experiencias que devuelven a la persona un sentimiento de auto-valoración. A
este tipo de vivencias le he llamado Revalorización Personal, y he notado que
implican mucho más que la simple aceptación e integración de aspectos que la persona
había rechazado previamente (“Ahora se que mi mal humor era una forma de no
quererme a mí mismo”, “Puedo ser imperfecto”, “He aprendido que no está mal sentir
miedo”, etc.), sino que consisten en el descubrimiento de valiosas potencialidades,
recursos y sentimientos que las personas vivencian con profunda emoción y alegría,
que les entrega la certeza de estar recuperando, ganando o aumentando su valía como
seres humanos, y que les configura un nuevo y más positivo sentido de si mismos en-
el-mundo.

TIPOS DE EXPERIENCIAS QUE PUEDEN FACILITAR LA RELACIÓN Y EL


FOCUSING.

Para facilitar el entendimiento de lo que aquí planteo como Revalorización


Personal, me he permitido realizar una sencilla (pero obviamente sintética)
clasificación del tipo de experiencias que pueden ser facilitadas por la interacción
interpersonal cotidiana, la psicoterapia y el Focusing, cuando producen movimiento
experiencial1. Esta clasificación atiende básicamente a la diferencia cualitativa que
existe entre estas distintas experiencias emocionales y apuntan más a las
características de su proceso que a los contenidos verbales de éstas. En todo caso,
más abajo presento una definición y una descripción precisa acerca de esta singular
experiencia terapéutica.

La clasificación la he dividido en 4 tipos de experiencias: 1) Experiencia de


Duelo, 2) Experiencia de Auto-Aceptación, 3) Experiencia de Revalorización Personal y,
4) Experiencia Espiritual.2, las cuales describo a continuación:

1. Experiencia de Duelo: La Experiencia de Duelo consiste, como su nombre lo


señala, en el encuentro o reconocimiento de sentimientos que resultan dolorosos o
tristes y que la persona no había podido integrar previamente.

Este tipo de experiencia surge cuando la empatía, partiendo desde los aspectos
experienciales que están en movimiento en la persona, empieza a ayudar a ésta a
descubrir matices emocionales nuevos o sentimientos distintos a los que ya conocía. En
este sentido, entenderemos que estos nuevos aspectos de la experiencia que resultan
tristes o penosos para la persona, implican un paso más allá de los sentimientos de
tristeza o dolor que ésta nos comunicaba inicialmente. Esto puede resultar difícil de
entender para algunas personas, pero no es lo mismo un dolor o una pena tensionante
e inmovilizante, o sea, detenida experiencialmente, que un dolor o una pena
completamente vivenciada y fluyente, o sea, con movimiento experiencial.

“Lo que siento (aquí en mi pecho) es como una llama... Se hace más
grande cuando no la quiero ver... (llorando) Ya se qué es... Es el fracaso.

1
En ningún caso planteo esto como una reducción de la amplitud y la complejidad de la
experiencia humana.
2
Existe un amplio espectro de experiencias vinculadas a la emergencia de la Espiritualidad,
desde la experiencia de “Despertar” a otras de tipo “Transpersonal”, las cuales han sido
clasificadas y descritas en la bibliografía especializada en el tema. Ya que el objetivo de este
ensayo es enfatizar solamente la Experiencia de Revalorización Personal, se ha desestimado la
inclusión y descripción de las distintas clases de experiencias espirituales.

2
No había querido ver que mi matrimonio fracasó... por eso la llama se hacia
tan grande...”

“Me siento muy solo desde hace tiempo, me da pena darme cuenta...”.

“Hay mucha rabia aquí... siento que no me merecía lo que me pasó”.

La diferencia entre la Experiencia de Duelo (descubrimiento e integración de


sentimientos tristes o dolorosos) y la queja inicial que la persona nos puede comunicar
en la terapia, es que esta última corresponde a una detención del proceso experiencial,
a la expresión de “símbolos muertos” (Riveros, 2000), o sea, a las auto-respuestas que
la persona se da a sí misma y que ya no le resultan útiles o de alivio. En cambio, la
Experiencia de Duelo, a pesar de resultar triste o dolorosa para el cliente, implica un
llevar adelante, siendo la entrada en escena de los “símbolos certeros” (Gendlin,
1964), o sea, de nuevas auto-respuestas que resultan en un alivio de la tensión que la
persona experimentaba inicialmente.

Este tipo de experiencia, obviamente no ocurre sólo al comienzo de la terapia,


sino que puede ocurrir varias veces a lo largo de ella. Sin embargo, resulta natural que
cuando el proceso terapéutico ha devenido exitoso, o de beneficio real para la persona,
no ocurra, debido a que la interacción ha dado paso a otro tipo de experiencias tanto o
más positivas que ésta, como las que presento a continuación.

2. Experiencia de Auto-Aceptación: La Auto-Aceptación consiste esencialmente en


una flexibilización de la percepción que la persona tiene de sí misma y ocurre
naturalmente tras varias Experiencias de Duelo.

“Me doy cuenta que no tengo porqué ser tan exigente conmigo misma”.

“Ahora me doy permiso para ser débil”.

“Siento que está bien si cometo errores y no trato de agradar a los demás”.

Como se puede apreciar en la Experiencia de Auto-Aceptación existe una


disminución sustancial o la retirada de la auto-crítica o la auto-exigencia del cliente (lo
que en la bibliografía clásica de psicología se ha llamado Superyó), por eso es
experimentada como si se estuviera “dejando de hacer un esfuerzo”, como diciendo:
“Está bien, esto es lo que soy y así me gusto”.

Lo que diferencia a este tipo de experiencia y la anteriormente citada es el


hecho que ésta no contiene emociones o sentimientos que resulten tristes o dolorosos;
ya que si lo pensamos bien, las Experiencias de Duelo también son de alguna forma
una flexibilización de la percepción que la persona tiene de sí misma.

Por otra parte, la diferencia entre la Auto-Aceptación y la experiencia de


Revalorización Personal, la cual se describe a continuación, es la intensidad y el
carácter transformador de esta última, lo cual explico ahora.

3. Experiencia de Revalorización Personal: Percibir que algo ha cambiado


sustancialmente en nosotros de un modo claramente positivo, sentir que hemos

3
recuperado aspectos de nuestro ser que creíamos enterrados e inaugurar un
sentimiento de mayor valía como seres humanos; eso es lo que yo llamo una
Experiencia de Revalorización Personal.

Este tipo de experiencia es sustancialmente distinta a una de Auto-Aceptación,


la cual consiste básicamente en la integración de aspectos que la persona había
rechazado previamente, ya que constituye el descubrimiento de una nueva y más
positiva forma de ser-en-el-mundo. Cuando la Experiencia de Revalorización Personal
tiene lugar, la persona la experimenta como intensa, singular, novedosa, y
transformadora, como si hubiese un “antes” y un “después” de ella. Al tener esta
experiencia se descubre “algo” que es sentido como un verdadero “tesoro interno”, lo
cual puede tener relación con aspectos como la creatividad, solidaridad, capacidad de
amar y perdonar, una agradable vivencia de la corporalidad o la sexualidad, una nueva
disposición para vivir mejor la vida, etc.:

“Tengo esto dentro de mi, es algo maravilloso... ¡Tengo todo eso bueno
dentro de mi!”.

“Siento un aire renovador, viene de muy al fondo de mi ser, me hace sentir


súper bien”.

“¡No se cómo explicártelo, pero esto me hace sentir como si fuese otra
persona... es mucha la felicidad!”

La Experiencia de Revalorización Personal puede ser facilitada por la interacción


terapéutica cuando ésta realmente ha tenido de base las actitudes esenciales del
cambio: Empatía, Congruencia y Aceptación Positiva Incondicional, y una profunda Fe
en los procesos de crecimiento humano; y su emergencia puede ser facilitada a través
del proceso de Focusing, ya que éste permite poner en contacto a la persona con su
fuente inagotable de sabiduría y bondad: Su cuerpo, su sensación sentida.

La diferencia entre la Experiencia de Revalorización Personal y otras de mayor


alcance emocional, como la que se citará a continuación, es que generalmente ésta
incluye solamente el encuentro de nuevos y más positivos significados acerca de uno
mismo y no tanto acerca de otros o de la vida en general. Por ejemplo, una Experiencia
Revalorizadora para una persona que sufrió maltrato físico en su infancia (suponiendo
que esto provocó severos daños en su auto-estima), podría ser sentir que sus heridas
han cicatrizado, que tiene muchas potencialidades y que es digna de cualquier amor;
pero no tanto, hallar nuevos y más positivos significados acerca de los seres humanos
o de la vida en todas sus formas y manifestaciones.

Para comprender más acerca de las implicancias de la Experiencia de


Revalorización Personal, se examinarán los postulados de la Teoría del Experiencing
que la sustentan (en el apartado siguiente), no sin antes haber descrito el último tipo
de experiencia que se incluye en está clasificación, la Experiencia Espiritual, lo cual nos
ayudará también a distinguir las características del proceso Personal de Revalorización.

4. Experiencia Espiritual: Para Elfie Hinterkopf (1998), autora especializada en la


integración de la espiritualidad en el ámbito de la psicoterapia, la experiencia espiritual
consiste en un proceso trascendental de crecimiento en que la persona está disponible
a aceptar más aspectos de sí misma, de los otros y de la vida en general, y que se
caracteriza por un profundo sentimiento de realización, dicha y paz, y de auténtico

4
interés hacia los otros seres humanos; pudiendo incluir o no experiencias
transpersonales, como por ejemplo, expansión de la conciencia, alteración de la
percepción del tiempo y el espacio, desarrollo de la intuición, sentimientos de conexión
cósmica, etc.

Según mi propia vivencia3, una Experiencia Espiritual constituye en sí misma


una Experiencia de Revalorización Personal, pero a un nivel considerablemente
superior, o bien, puede entenderse como la sucesión e interrelación de una serie de
experiencias revalorizadoras, las cuales contribuyen a experienciar nuevos y más
positivos significados acerca de uno mismo, de los otros y de la vida. Con la
Experiencia Espiritual se tiene la impresión de estar “recién” despertando a la vida,
como si uno ingresara a un mundo con mucho más sentido y trascendencia.

A diferencia de las anteriores, la experiencia espiritual es tan potente y


compleja que difícilmente se podría ejemplificar a través de contenidos lingüísticos
breves y se necesitaría de otro ensayo aparte para poder introducirla, explicarla y
reflexionarla; por lo cual he decidido no incluir aquí citas que intenten describirla.

Resumen de la tipología de experiencias.

Si pudiera resumir y simplificar lo que implican los cuatro tipos de experiencias


que he planteado aquí, lo haría de la siguiente manera:

1. Experiencia de Duelo = Encontrar alivio, recuperar el movimiento.


2. Experiencia de Auto-Aceptación = Dejar de hacer un esfuerzo agotador,
acoger con cariño lo que somos en determinado momento.
3. Experiencia de Revalorización Personal = Vivenciar lo nuevo, descubrir un
tesoro interno, encontrar algo radicalmente positivo dentro de nosotros mismos.
4. Experiencia Espiritual = Despertar a una nueva vida, probar el sabor de lo
trascendente.

Otras Consideraciones.

Es importante destacar que esta clasificación de experiencias no constituye


necesariamente una serie de etapas que se suceden de forma gradual, ya que es
perfectamente posible que una persona pase de una Experiencia de Duelo a una
experiencia de Revalorización Personal o a una incluso mayor. Por ejemplo, se conocen
casos de personas que presentan un despertar espiritual tras un accidente,
enfermedad o una operación quirúrgica. (Grof, ---)

3
A finales del año 2004, tuve la suerte de vivir una experiencia de este tipo, la cual comparto en
un ensayo titulado “Una Experiencia de Despertar Espiritual” (En proceso de elaboración).

5
Otra consideración importante es que, estas experiencias no constituyen en
ningún caso sucesos aislados, sino procesos que se hayan entrelazados y en
movimiento y que son distinguibles debido a la ocurrencia de un suceso gatillante que
tiene lugar en la relación terapeuta-cliente y que va más allá de lo apreciable en la
interacción. Podemos distinguir claramente cuando una persona está teniendo una
Experiencia de Duelo o una Experiencia Revalorizadora atendiendo los indicadores
experienciales que cite en la clasificación que propuse.

Finalmente un punto importantísimo de subrayar respecto de estas experiencias


es que no les ocurren a las personas aisladamente, sino al estar en interacción con un
OTRO en-el-mundo.

DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA DE REVALORIZACIÓN


PERSONAL.

Definición:

La Experiencia de Revalorización Personal (ERP) es un evento psicoterapéutico


específico en que el cliente se pone en contacto con un aspecto personal que nunca
antes había vivenciado de modo alguno, el cual tiene un carácter impactantemente
positivo, y que le configura un nuevo y más adaptativo sentido de si mismo en el
mundo. Como su nombre lo dice, la ERP aumenta la valoración que la persona tiene de
si misma, de manera clara y precisa.

Descripción:

1. La ERP generalmente parte en un proceso de un significado sentido con


poca claridad conceptual; por lo tanto, su despliegue puede ser facilitado con
la técnica de Focusing. La persona empieza experimentando algo que siente
corporalmente como positivo, pero que al comienzo no logra precisar
simbólicamente.

2. No se trata sencillamente de la integración de aspectos o asuntos


inconclusos que no habían sido vivenciados plenamente, o de la
reducción o eliminación de la autocrítica, sino que implica la vivencia del
algo totalmente nuevo, el descubrimiento de un “tesoro interno”.

3. Pone en marcha aspectos emergentes del si mismo, que no habían sido


vivenciados anteriormente por el cliente. La persona describe que “nunca se
había dado cuenta” de ese aspecto valioso de si misma, o que se está “re-
contactando” con un aspecto por largo tiempo perdido o herido, por ejemplo: su
ternura.

4. Los aspectos simbolizados son característicamente positivos, de valor


humano, que entregan fuerza o espiritualidad, etc. Por ejemplo la persona
pueden sentir que desde si emerge una gran capacidad de amar, la sabiduría de
un ser querido fallecido, un aire renovador que transforma su forma de ser, etc.

5. Configura una nueva y más positiva forma de ser-en-el-mundo. La


persona advierte que esta experiencia cambia sustancialmente el modo en que
se percibía y se experimentaba a si misma, lo cual le da una nueva perspectiva

6
de su persona en relación a los otros y al mundo. El cliente siente con claridad
que algo ha cambiado definitivamente, como si hubiese un “antes” y un
“después” de esta experiencia.

6. Se experimenta una emoción intensa, singular, novedosa y


transformadora: La persona reconoce la experiencia como altamente
significativa y distinta de otras experiencias terapéuticas positivas, y se
sorprende con ella porque implica una manera nunca antes imaginada de
sentirse a si misma.

7. Corresponde a la completación de un proceso experiencial mayor. Por


ejemplo, una persona puede iniciar la terapia diciendo: “Siento que me falta
algo”, “Siento que perdí una parte de mi”, o “Una parte de mi está dañada”; y
luego tener una serie de sesiones exitosas con muy buenos focusings, y en
algún otro momento de la terapia tiene la ERP y siente claramente que
descubre lo que le hacía falta, que sana aquello de si misma que estaba dañado
y que recupera lo que había perdido. Esta completación experiencial no
corresponde a los pequeños procesos que se dan en cada sesión, sino a un
proceso de mayor alcance y trascendencia.

8. La experiencia se siente concretamente como emergiendo desde el


fondo del cuerpo vivido: La persona siente claramente que está en contacto
con un lugar muy profundo de su sentir, de su cuerpo o de su alma. No se trata
de la clásica sensación sentida que se percibe más externamente, sino que se
siente corporalmente viniendo desde lo profundo. Claramente, este es uno de
los aspectos que distinguen a esta experiencia de otros eventos
psicoterapéuticos positivos.

9. La persona puede señalar también a través del lenguaje no verbal (con


sus manos) que la experiencia viene desde muy al fondo de su cuerpo.
Generalmente, cuando la gente toca una sensación sentida clásica, lo hace con
la mano extendía, pero en la ERP las personas pueden colocar su mano como
apuntando a un algo que es sentido más profundamente.

LENGUAJE NO VERBAL PARA UNA SENSACIÓN SENTIDA CLÁSICA.

LENGUAJE NO VERBAL PARA UNA SENSACIÓN SENTIDA MÁS ENRAIZADA, EMERGENTE O PROFUNDA.

10. Otro rasgo distintivo de la ERP es que los aspectos simbolizados tienen un
carácter infinito, intocable, inagotable, o permanentemente protector.
Por ejemplo, la persona comenta: “Esta capacidad de perdonar está en un lugar
de mi donde nadie puede llegar y dañarla”. O bien, decir: “Siento que tengo un

7
amor infinito, del porte del universo”. O: “Es un aire renovador, viene desde una
fuente inagotable”. Este aspecto de la experiencia, seguramente está vinculado
con el indicador anterior, en que la experiencia se siente como viniendo desde el
fondo del cuerpo sentido.

11. Incluye una expansión del espacio corporal interno: La persona siente
que la sensación que era inicialmente vaga, difusa y pequeña se amplia
considerablemente una vez que su significado sentido ha sido develado.

12. Puede estar acompañada de experiencias de expansión corporal.


Algunas veces, las personas comentan que cuando tienen esta experiencia
sienten el cuerpo más grande de lo que realmente es. O sienten que éste se
amplia más allá de su límites físicos.

13. Al vivir esta experiencia, la persona puede pasar de estar con los ojos cerrados
(atendiendo el significado sentido), a tenerlos abiertos (una vez que empieza a
simbolizar el sentir), pero aún atendiendo la aparición de un “algo
interno”. La expresión que se configura en la cara es la típica de la sorpresa,
de estar presenciando algo nunca antes visto. Si la persona continua con los
ojos cerrados en todo momento, su expresión puede configurar una expresión
de paz o alegría incipiente.

14. La ERP puede desplegarse en cualquier momento de la terapia, incluso


en la primera sesión. Yo la he visto en la primera, segunda, tercera, en la
décima sesión, etc. Pero curiosamente, nunca la he visto 2 veces en la misma
terapia.

15. Incluye nuevos y más adaptativos significados acerca de uno mismo, y


no necesariamente acerca de los otros o de la vida en general. El
descubrimiento de significados positivos se centra en la persona misma y puede
no extenderse a otros. Incluso, puede estar seguida de sentimientos
incomprensión hacia los otros o hacia situaciones.

16. Produce cambios en los sentidos de la percepción: Principalmente en la


audición, ya que mientas se experimenta una ERP los sonidos tienden a
percibirse más suaves o menos perturbadores. También es posible que la
persona empiece a ver de una manera distinta, como si la tranquilidad interior
se extendiera hacia los objetos observados. Algunas veces son los mismos
clientes los que mencionan estos cambios, pero también puede ser el terapeuta
quien invite al cliente a distinguir estos fenómenos como una forma de
enriquecer la experiencia vivida.

17. El despliegue adecuado de la ERP puede verse interrumpido por la


aparición de la crítica interna, por lo tanto hay que tener el conocimiento
básico de cómo trabajar con tales procesos auto-interruptores.

18. En cuanto al tipo de interacción que facilita la emergencia de la ERP, se


caracteriza por un mayor sumergimiento en el aquí y el ahora, tanto por
parte del terapeuta como del cliente.

8
FUNDAMENTO TEÓRICO DE LA REVALORIZACIÓN PERSONAL.

En la filosofía fenomenológica-existencialista de mediados del siglo pasado se


estaba reflexionando acerca del cuerpo más allá de las definiciones reduccioncitas de la
biología que lo consideraban como una maquina pasiva que respondía ciegamente a los
estímulos de la naturaleza y las interacciones que le eran impuestas. Más tarde,
alrededor de 1960, Eugene Gendlin, también filosofo, y padre de la Psicoterapia
Experiencial, tomando como base esta filosofía, empezó a reflexionar y definir un
cuerpo mucho más complejo y sabio que cualquiera que se hubiera definido
previamente (por lo menos en occidente); se trata de un “cuerpo situacional” capaz
de sentir, implicar, significar y proyectar las complejas situaciones que vivimos en el
mundo y con los otros de un modo directo, y que además constituye un “proceso
auto-organizador”; que es capaz de desarrollar nuevas y más adaptativas formas de
vivir a partir de su capacidad innata de sentirse a sí mismo en su interacción; siendo
tal capacidad o sabiduría una función pre-lógica y pre-conceptual, o sea, algo propio de
los seres vivos en general, que no depende de la percepción y ni de la capacidad
humana de hablar.

Para explicar lo anteriormente planteado, Gendlin (1993) propone que


“tenemos cuerpos como los de las plantas”. Una planta, al igual que cualquier ser
vivo, es una complejidad de procesos en interacción con el ambiente. ¿Qué hace la
planta que le permite llevar su vida adelante y desarrollar sus mejores opciones
considerando las características de su ambiente? La planta se siente así misma.

Una planta no tiene los cinco sentido que se vinculan a la percepción, no


desarrolla ningún proceso asociado a la lógica, porque obviamente no piensa ni habla.
Sin embargo, por su capacidad de sentirse a si misma, la planta puede conocer
inmediatamente si le hacen falta minerales y por consiguiente sus raíces tienden a
alargarse. Del mismo modo, si en su cuerpo siente que hace falta la energía del sol, la
planta tiende a mover o extender sus ramas y sus hojas en dirección a él.

Esta capacidad auto-organizadora de la planta le permite encontrar nuevas y


más adaptativas formas de vivir en interacción con su medio. Podemos decir que esa
capacidad de proyectarse en su situación concreta de vida está implícita en su propia
existencia (en su cuerpo), sin considerar éste como una entidad separada del mundo,
sino que en estrecha relación con él. Si la planta no estuviera en interacción con la
tierra, el aire, el sol, la noche, probablemente no podría desarrollar su capacidad auto-
organizadora. Si cualquiera de esas cosas le faltará seguramente su proceso de “llevar
adelante” su existencia estaría despotenciado o ausente. La planta podrá orientar sus
ramas y hojas al sol cuando lo necesite, siempre y cuando tenga en si misma los
mínimos nutrientes minerales que le brinda la tierra; del mismo modo, la planta sólo
podrá orientar sus raíces hacia los minerales cuando haya procesado la energía que le
viene del sol. O sea, la planta necesita de su interacción directa con su medio para
poder desarrollar su capacidad auto-organizadora.

Las mismas capacidades de sentir directamente una situación y de auto-


organizarse ante los incesantes cambios del medio, también las tienen los otros seres
vivos y por supuesto, nosotros los seres humanos.

Ahora bien, ¿cuál es la situación concreta de cada uno de nosotros como


humanos? Eso es algo quizás imposible de precisar, pero que podemos explicar
simplificadamente diciendo que: la situación de cada ser humano es el significado que
su cuerpo lleva acerca de lo que esta persona fue, está siendo, puede llegar a ser, aquí

9
y ahora, con otros, en el mundo, en el universo, considerando todo lo que en ese
preciso momento resulta relevante o importante para ella. El sentir y dar significado a
esta compleja situación o interacción con el medio, es algo que el cuerpo humano lleva
directamente, más que en pensamientos o palabras (al igual que las plantas) y la
capacidad de llevar adelante tal situación (su interacción consigo mismo y con el
ambiente), de hallar nuevos significados o nuevas y más adaptativas formas de vivir es
algo que el cuerpo lleva implícito como un potencial infinito. Infinitas posibilidades
situacionales, infinitas posibilidades humanas de ser.

Al igual que el caso de las plantas, la capacidad auto-organizadora,


también llamada por Gendlin (1996) “función integradora del organismo” está
implícita en el cuerpo humano en interacción con su medio. No es algo que le
suceda de forma aislada, sino que algo que le sucede en el mundo con otros.
Recordemos que en el apartado donde propuse una clasificación de experiencias de
movimiento emocional, cité está misma condición: El proceso de llevar adelante la
experiencia, la capacidad auto-organizadora o función integradora del organismo, no es
algo que le ocurra a un cuerpo de forma aislada, sino que en estrecha interacción
consigo mismo y con su medio (procesos emocionales, naturaleza, personas, eventos,
etc.).

Lo herido, lo perdido y lo que aún no ha sido descubierto.

La Psicoterapia Experiencial y el Focusing favorecen un tipo especial de


interacción entre dos personas, en que una de ellas (el cliente) es guiado a sentir cómo
es que su cuerpo lleva de forma directa sus significados acerca de su compleja
situación de interacción en el mundo. Esta posibilidad de sentir la complejidad de la
significatividad implícita tiene lugar cuando la persona presta una atención constante y
paciente a un sentir corporal interior (la sensación sentida), lo cual facilita que vayan
emergiendo nuevos sentimientos, percepciones, pensamientos, conductas y
potencialidades que antes resultaban desconocidos para ella.

Cuando las personas que tienen un sentimiento implícito o explicito de


desvalorización personal, tienen la oportunidad de sentirse a si mismas atendiendo sus
significados corporalmente sentidos, resulta muy natural que tiendan a manifestar que
dentro de si: “Algo se ha herido”, “Algo se ha perdido”, o “Algo falta”. Por ejemplo, un
hombre que ha sido gravemente decepcionado por su novia a lo largo de toda su
relación podría decir: “Mi corazón está herido”. Una mujer que se ha tenido que volver
una persona muy dura debido a sus difíciles circunstancias de vida podría expresar:
“He perdido mi ternura”. Una adolescente que siempre ha vivido para los demás podría
declarar extrañadamente: “¡Es como si me faltara algo!

Obviamente, no todas las personas expresarán o descubrirán sus carencias


existenciales directamente, otras sencillamente darán cuenta que necesitan vivir sus
vidas de un modo mejor al manifestar cosas como: “Siempre he sido amargado”,
“Nunca he sido relajada con el cariño”, “No soy muy creativo”, “Yo no soy sensual”, etc.
Estas referencias “negativas” pueden dar cuenta que las personas tienen un
sentimiento de carencia o desvalorización personal que necesitan no sólo aceptar y
sobrellevar, sino que también proyectar hacia su polo opuesto, hacia lo positivo.
Gendlin (1987) plantea esto de forma categórica: “Uno necesita experimentar no
sólo cómo uno era, sino también como necesita ser, lo que nunca ha sido”, lo
cual es posible de facilitar con nuevas interacciones sanas y positivas, la psicoterapia y
el Focusing.

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Si una persona se siente poco creativa es posible que en la interacción
terapéutica descubra que en si misma hay una fuente de creatividad inagotable, si otra
persona señala que no es cariñosa es posible que se redescubra como un ser lleno de
amor y ternura para si misma y para los otros; en un proceso de llevar adelante y más
concretamente al vivenciar una experiencia que aquí he llamado Revalorización
Personal.

La carencia se manifiesta en la adversidad y en el desarrollo.

Cuando yo inicie este ensayo expresé que el sentimiento de desvalorización


personal que puede tener un ser humano se configura en el contexto de su interacción
interpersonal cuando ha vivido situaciones adversas o dañinas. Sin embargo, la
manifestación de “lo herido”, “lo perdido”, o “lo que falta”, no solamente ocurre debido
a interacciones “negativas”, sino que también cuando han ocurrido importantes
procesos de desarrollo personal. Gendlin (1986) lo reflexiona de forma magnifica:

“¿Por qué aparecen lo ‘no vivido’ y lo que falta’? ¿Son indicativos de fracaso
y patología? También puede que se deban a tu desarrollo. Si no encuentras
la forma de vivir algunos aspectos de ti mismo, puede ser porque te has
desarrollado tanto (y tan bien) que las formas habituales, poco elaboradas,
han quedado fuera de tu alcance” (Gendlin, 1986).

Esto que señala Gendlin es fácilmente aprehensible a través de una metáfora y


un ejemplo: Puedes que hayas crecido tanto que la ropa te ha quedado estrecha y
necesites de otras vestimentas para vivir de una forma más nueva y cómoda. Si has
desarrollado tu creatividad a través de la pintura durante años exclusivamente en la
intimidad de tu casa, puede que en algún momento sientas que tu capacidad de
contactarte con los otros en este ámbito “se ha perdido” y necesites hacer algo para
poder transmitir tus conocimientos acerca de pintar a otras personas que necesiten
aprender.

La reflexión anterior nos muestra una visión mucha más positiva acerca del
cuerpo vivo y sus potencialidades, ya que éste no sólo buscará sus mejores
posibilidades ante la constatación de la carencia en situaciones adversas, sino que
también cuando sea patente el desarrollo en una situación ya es estable o positiva.

“Lo que domina es el desarrollo, no la patología”. (Gendlin, 1986)

Lo que se sana, lo que se reencuentra y lo que se descubre.

Como ya se dijo anteriormente, Gendlin (1993,1996) ha reflexionado acerca de


la función integradora del organismo, con esto se refiere a que el cuerpo, como
proceso auto-organizador, “puede completar sus lagunas”, o sea puede vivenciar en sí
mismo a través de la interacción, aquello que le hace falta, aquello de lo que carece.
Por ejemplo, cuando una persona siente que “su confianza se ha dañado” o que ha
“extraviado su ternura”, puede llegar a sentir en si misma la experiencia en que “se
sana su confianza” y “reencuentra su ternura”.

Cuando las personas se dan cuenta que necesitan vivir sus vidas de un modo
mejor, más allá de la carencia, resulta natural que también puedan vivenciar en si
mismas experiencias positivas con las cuales puedan “completar sus lagunas” y
sobrellevar los sentimientos de desvalorización que se asocian a “lo que falta”, “está

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perdido” o “dañado” en ellas. Cuando este tipo de experiencias tienen lugar, las
personas tiene una clara sensación que dentro de sí algo se ha “sanado”, algo han
“reencontrado” o que algo que nunca habían experienciado ha sido “descubierto”, y
esto les permite obtener un nuevo sentimiento de Revalorización Personal, ya que la
pérdida o carencia se ha “completado a sí misma” (Gendlin, 1996).

“Es ternura, es mucha ternura... siempre ha estado ahí adentro, yo no la


había visto”.

Quiero enfatizar el carácter de “tesoro interno” de la Experiencia de


Revalorización Personal, ya que en ella la persona descubre “algo” como estando o
viniendo desde muy al fondo de si misma y ese “algo” tiene un carácter
indiscutiblemente positivo y renovador. No se trata de algo que alguien le dice a la
persona o algo externo que le pasa u ocurre, sino más bien de un sentir que surge
desde lo profundo de su ser, como si hubiese estado enterrado a la espera de ser
descubierto, ¡Como los tesoros de los piratas!

Lo Revalorizador transforma diversas dimensiones de la experiencia.

Según la Teoría del Experiencing, la dimensión sentida de la experiencia (que es


pre-lógica) influye de forma importante en lo que pensamos, percibimos y en cómo nos
comportamos. (Gendlin, 1962, 1970). Esto quiere decir que cuando una persona
experimenta un cambio en su experiencia, en sus significados corporalmente sentidos,
también cambian su percepción, pensamientos y conductas acerca de si mismo y su
interacción.

Podemos explicar esto de un modo mejor. Todo lo que vivimos lo vivimos a


través de nuestro cuerpo: percibimos, pensamos, emocionamos y actuamos desde
nuestra corporalidad. Ninguna experiencia nos ocurre fuera de nuestro cuerpo o con
sólo una parte de éste. No pensamos sólo con el cerebro, pensamos con todo el
cuerpo, ya que el que está viviendo las situaciones es todo él y no solamente el
cerebro. De modo que cuando nuestro cuerpo cambia la forma en que significa su
existencia, la forma en que lleva directamente un entendimiento acerca de su
interacción en el mundo, también cambian las diversas funciones de éste.

Por ejemplo, una persona que había perdido su confianza y seguridad en sí


misma, después de haber experimentado continuas decepciones en sus relaciones de
pareja, y que luego experimentó en si misma una nueva forma de vivir, de tal modo
que reencontró o sanó su confianza y seguridad respecto del amor, puede empezar a
percibir que muchas personas estarían dispuestas a amarle, puede comenzar a
pensar que se puede confiar en los demás, impulsándola a actuar de tal manera que
no teme el contacto estrecho con otros y haciéndole sentir tranquilidad y alegría.

Cualquier interacción que transforma la dimensión sentida de la experiencia


cambia también otras dimensiones de la experiencia. Pero con la Revalorización
Personal, por tratarse de una interacción intensa y reveladora, influye de forma más
notoria en las diversas áreas de la experiencia, y eso es algo que el cliente nota de
inmediato, porque advierte que está fluyendo en la vida de una forma más positiva.

12
De la desvalorización a la revalorización hay un proceso continuo e indivisible.

El partir desde “lo herido, lo perdido y lo que aún no ha sido descubierto” hasta
llegar a “lo que se sana, lo que se reencuentra y lo que se descubre”, obviamente, no
consiste en dos pasos separados, sino que constituye un proceso continuo e indivisible.
Así como jamás podríamos decir que una planta realizó las acciones de constatar en su
cuerpo la falta de minerales, y luego alargas sus raíces en la tierra, en dos etapas o
pasos separados, ya que su proceso de existencia es una unidad que no se puede
dividir; tampoco podríamos decir que los procesos de crecimiento humanos ocurren en
etapas o pasos.

Cuando yo propongo distinciones entre algunos tipos de experiencias (de Duelo,


Auto-Aceptación, etc.) no estoy hablando de pasos separados, sólo estoy planteando
una visión simplificada del proceso y señalando indicadores que nos permiten conocer
cómo una persona está llevando el suyo. La utilidad de conocer estos indicadores del
proceso de una persona nos permite, como psicoterapeutas, acompañar mejor su
sentir para facilitar pequeñas interacciones que pueden conducir a que la persona
vivencie experiencias más positivas.

Para explicar cómo es que los procesos humanos de llevar adelante la existencia
constituyen algo indivisible y en constante movimiento o interacción, propongo la
metáfora de una flor. Cuando una flor está en proceso de florecer obviamente nosotros
no podemos distinguir como este movimiento continuo e indivisible se está
produciendo, y para verlo tal vez tendríamos que tomar una filmación de la flor y luego
verla en cámara rápida. Del mismo modo, los procesos humanos de crecimiento
emocional tampoco son algo que se pueda dividir y “ver a simple vista”. Para observar
como la existencia de una persona transita incesantemente a través del desarrollo, la
crisis, la revalorización personal, nuevas crisis y más desarrollo, ¡probablemente
tendríamos también que tomar una filmación de su existencia y verla en cámara
rápida!

EJEMPLOS DE REVALORIZACIÓN PERSONAL

A continuación presento 3 ejemplos de interacciones donde se gatilla una


Experiencia de Revalorización Personal. He hecho una pequeña síntesis de las
circunstancias y sentimientos que tenía la persona al momento de iniciar la
psicoterapia, con el fin de contribuir a una mejor comprensión del proceso que busco
destacar. Los diálogos los he rescatado desde la memoria, por lo que no son tan
precisos y detallados como lo sería la trascripción de una grabación, sin embargo,
presentan lo más significativo de esas interacciones terapéuticas.4

Caso 1: Cristián y el mensaje revalorizador de su hermano muerto.

Cristián es un hombre que ya supera los cuarenta años, ha venido a terapia


porque, según él, ha cometido grandes errores con su familia. De su historia de vida
destaca la temprana muerte de su madre y que era agredido y maltrato por algunos de
sus hermanos cuando era pequeño. Durante las cinco primeras sesiones lo único que
puede expresar es que se siente sumamente culpable por todo lo que ha hecho y que
no logra sentirse de otra forma. Realizar Focusing había resultado imposible con él ya
que le parecía extraño y no comprendía del todo cual era su utilidad. Sin embargo, a

4
Los nombres de las personas son ficticios.

13
mediados de la psicoterapia y de forma espontánea queda “enganchado” de una
extraña sensación en su pecho, la cual lo tiene muy sorprendido:

Cristián: Siento algo aquí... Tengo como un huevo...


Terapeuta: Permanece junto a él para ver que sucede.
C: Tiene una luz blanca... es una entrada... ahora veo dos caminos, uno de pasto y
otro de rocas, como una montaña.
T: ¿Qué sientes al ver estos caminos?
C: El de pasto es el camino fácil, no debo ir por ahí... Mi camino es el otro, el de rocas.
T: Tu camino es el camino de rocas.
C: Al final se ve mi casa... pero hay alguien en medio, no se quien es y no sé que hace
ahí... ¡pero es que lo estoy viendo en verdad, hay alguien ahí!
T: Lo sé. Lo estás sintiendo intensamente y lo puedes ver. Acércate a esa persona para
ver qué quiere.
C: No le puedo ver la cara, pero siento que me quiere decir algo.
T: Sientes que te quiere decir algo... Ten paciencia...
C: (Entre lágrimas) ¡Es mi hermano! ¿Qué hace mi hermano ahí?
T: ¿Tu hermano?
C: Sí, un hermano que falleció, el único que me quería... me quiere decir algo.
T: Seguramente es algo importante.
C: (Con voz apaciguada): Dice que lo estoy haciendo bien, que tengo que seguir
adelante, que siga así... ¡QUE SOY BUENO!

Al terminar esta interacción, Cristián se sentía de un modo distinto, ya no había


culpabilidad en él, y desde ese momento mejoró sustancialmente su relación y su
comunicación con su familia. Al terminar la terapia aún me comentaba lo increíble que
había sido encontrar a su hermano fallecido dentro de sí mismo y que se sentía muy
bien consigo mismo.

Caso 2: Pamela y su luz de amor infinito como el universo.

Pamela es una mujer de un poco más de veinte años, ha venido a psicoterapia


porque se ha sentido profundamente ansiosa y angustiada el último tiempo, lo cual
atribuye a cambios en su vida sentimental. Nunca ha realizado Focusing, pero apenas
empieza su primera sesión logra contarse con una intensa, abrumadora y huidiza
sensación sentida, la cual percibe primero en la cabeza, luego en los hombros, después
en el cuello y finalmente en el pecho:

Pamela: Siento que es algo angustiante.


Terapeuta: Permanece junto a eso, seguramente necesita tu compañía.
P: Hay mucha pena y miedo.
T: Es una parte de ti que tiene pena y está asustada.
P: Tengo miedo de quedarme vacía, de quedarme sin amor.

(Después de varios minutos en que se refiere a cómo este temor a quedar sin amor se
relaciona con su vida privada)

T: Tal vez puedas entrar en ese vacío y poner atención a qué más sientes.
P: Hay como una luz.
T: Sientes que en el vacío hay una luz.
P: Sí. Es una luz blanca.
T: Presta atención para ver de qué se trata.
P: (Con una sonrisa amplia) ¡No puede ser!... ¡No puede ser!... ¡Es amor!

14
T: Sientes que hay amor dentro de ti.
P: Si, lo siento que viene desde muy al fondo, y es como inagotable.
T: Entonces, hay mucho amor dentro de ti.
P: Es increíble... es como del porte del universo, es muy grande... ¡Siento mi cuerpo
muy grande, lleno de amor!
T: (con mucha alegría) ¡No lo dudo! ¿Y que ocurre con ese amor?
P: No me había dado cuenta que estaba ahí, en realidad ¡nunca he estado vacía... y
nunca voy a estar vacía!

Al finalizar la sesión Pamela estaba sumamente feliz y decía que tenía salir a
compartir ese amor que había descubierto. Después, en otras sesiones, me contaba
que se sentía una persona renovada, que estaba más abierta al contacto con los otros
y que se sentía más segura y satisfecha de si misma.

Caso 3: Alfredo y su capacidad de perdonar.

Alfredo tiene 26 años. Decidió a hacer terapia para elaborar una pérdida que no
ha podido superar. Una persona que fue importante para él decidió no hablarle nunca
más desde hace seis años. Al comenzar su terapia (y con la ayuda del Focusing)
identifica que esta situación lo hace sentir como si no tuviera valor como persona. A
mediados del proceso terapéutico (nuevamente a través del Focusing) descubre un
extraño sentimiento: necesita “ganarle de alguna forma” a aquella persona que no le
habla y que no ve desde hace años. Más tarde, cuando el proceso terapéutico estaba
casi terminando, recuerda un extraño sueño que ha tenido:

Alfredo: Estoy en mi ciudad y el cerro se empieza a caer a pedazos, es como un


cataclismo, caen grandes pedazos de rocas y la ciudad se destruye, pero yo me refugio
en alguna parte y no me muero. Después veo a mi mamá y le digo: “Mamá, sobreviví”.
Terapeuta: (Realizando una interpretación errada) Es como si le dijeras: “Mamá, he
sido bueno”.
A: No. No siento que sea eso. ¿Tu crees que mi mamá es una mujer exigente o algo
así?
T: Bien, si no es eso, quizás sea otra cosa.
A: Claro, nada que ver, mi mamá es como un pajarito, mi mamá es igual que... (Con
lágrimas en los ojos).
T: Tu mamá es igual que...
A: (Profundamente emocionado) ¡Mi mamá es igual que yo!
T: ¿Y cómo es tu mamá?
A: Ella siempre puede perdonar, no importa lo que le hagan, siempre puede perdonar.
T: Entonces, tu puedes perdonar.
A: Sí, no importa que el cerro se caiga a pedazos, no importa lo que me hagan...
T: ¿Y que sucede con ese poder perdonar?
A: Está en un lugar dentro de mi donde nadie puede llegar, está muy al fondo... nadie
puede dañarlo, no importa lo que me hagan, no importa que me dejen de hablar para
siempre...
T: Claro, y además es algo que esa persona que no te habla no tiene.
A: Si, tienes razón, ella no lo tiene, ella nunca me pudo perdonar.
T: (Recordando una sesión pasada) ¿Y cómo se siente tener algo que ella no tiene?
A: ¡Es como si le estuviera ganando!
T: ¿Y que pasa con eso de sentir que le ganas?
A: Yo tengo algo de valor, tengo algo humano, yo puedo perdonar, siempre puedo
perdonar... Es como si en el sueño estuviera diciendo “¡Mamá, gané!"

15
En el caso de Alfredo, su experiencia de revalorización Personal, se construyó
implícitamente a lo largo de varias sesiones, pero una vez gatillada, la reconoció
inmediatamente como un evento transformador, como un sentimiento que le devolvía
su valía como ser humano y que además tenía la característica de ser “intocable” (Está
en un lugar dentro de mi donde nadie puede dañarlo”).

LA UBICACIÓN ESPACIAL DEL TESORO INTERNO.

Una de las cosas que ha llamado más profundamente mi atención cuando he


tenido la oportunidad de acompañar personas que han tenido una Experiencia de
Revalorización Personal, es que lo positivo, lo que trae vida, parece emerger desde el
fondo del cuerpo, como ya había señalado más arriba. Si prestaron atención a dos de
los ejemplos citados en el apartado anterior, quizás pudieron notar que las personas
experimentaban lo revalorizador como situado o viniendo desde el fondo de la
sensación sentida, o porque no decirlo, desde el fondo de su Alma.

Esto lo planteo no sólo como una mera observación, sino también como algo
que he vivido directamente. Cuando tuve la suerte de tener una Experiencia de
Revalorización Personal hace años atrás en el contexto de una psicoterapia, tuve una
sensación física clara y nítida de estar en contacto con el fondo de mi ser. Se trata de
una sensación corporal única y sustancialmente distinta a la forma de conexión
habitual con la sensación sentida. Es una sensación mucho más enraizada, mucho más
profunda.

Yo desconozco si existe un conocimiento acabado respecto de esto en la


literatura especializada en la meditación o el Focusing, pero me parece muy
significativo constatar que aquello que se descubre en este tipo de experiencias, “el
tesoro interno”, parece estar situado en una ubicación espacial particular del
“cuerpo sintiente”5: al centro y al fondo. De hecho, no me resulta sorprendente
que Riveros (2005) dijera: “El Focusing puede ser un poderoso instrumento para
acompañar una crisis existencial en orden a descubrir los nuevos tesoros que yacen en
el fondo de nosotros mismos6”.

Gendlin (1986), también se refiere a este fenómeno cuando escribe acerca del
trabajo psicoterapéutico exitoso con sueños que se relacionan con “tocar tierra” o
“tocar suelo”, símbolo onírico que vincula con profundas transformaciones emocionales
que ocurren como consecuencia del proceso de terapia; distinguiendo que se trata de
una experiencia distinta de las sensaciones sentidas que se experimentan
habitualmente.

“…A veces el suelo se siente como ‘por aquí debajo’, algo más profundo
que un sentimiento.

El Focusing y la atención al cuerpo ayudan a dirigirnos a tocar tierra.


Pero la sensación sentida no es la tierra en sí. La sensación sentida se
puede obtener deliberadamente, casi en cualquier momento. El suelo

5
Con esta expresión quiero hacer la distinción que no me estoy refiriendo al cuerpo físico que se
ha definido tradicionalmente en las ciencias biológicas, sino que al “cuerpo situacional” que ha
definido Gendlin a lo largo de toda su obra, cuya función principal es ser el eje central de la
experiencia y de la creación de significado.
6
El subrayado fue agregado para enfatizar la idea.

16
vendrá poco a poco por su propia cuenta, después de un tiempo. Es
entonces cuando se puede sentir.” (Gendlin, 1986).

No sería extraño que esto que aparentemente constituye sólo un hecho


anecdótico, se constituya en un futuro en algo de valor para el entendimiento de la
experiencia humana, por eso no he querido dejar de citarlo, a pesar que ahora mismo
desconozca las muchas implicancias que pudiera tener este fenómeno.

RELACIÓN Y FOCUSING.

El arte de la Psicoterapia Experiencial se ha publicitado casi exclusivamente a


través de la imagen del Focusing, convirtiéndose éste en su símbolo más
representativo. Esto ha traído (aparte de los beneficios de la difusión del modelo
terapéutico) por lo menos una consecuencia menos deseable, que los terapeutas en
formación tiendan a desatender aspectos esenciales de la relación psicoterapéutica, al
considerar el Focusing como una técnica “autosuficiente”. Esta distorsión (muy similar
a la que tuvo que enfrentar Rogers cuando se redujo su enfoque Centrado-en-el-cliente
a la mera práctica de la Técnica de Reflejo de Sentimientos), llevó a Gendlin (1988) a
enfatizar el hecho que “la esencia del trabajo con otra persona es estar presente
como ser vivo”, o sea, “ser un ser humano con otro ser humano”.

Este énfasis en la humanidad del encuentro busca generar conciencia acerca de


lo fundamental de la interacción interpersonal, por sobre el uso de cualquier técnica,
ya que los acontecimientos de ésta, en sí mismos, pueden provocar notables cambios
en los clientes (Gendlin, 1987). Considerando lo anterior, comprenderemos que el
Focusing por sí solo no es suficiente para generar cambio, y que los resultados
que éste produzca están sujetos a la cualidad y calidad de la relación terapéutica. O
sea, la práctica del Focusing resultará de gran valor siempre y cuando se encuadre en
una relación humana trascendental.

Me he permitido destacar lo anterior porque a continuación presento una serie


de formas de proceder que pueden contribuir a que las personas tengan experiencias
de Revalorización Personal, y sería lamentable que se utilizaran irresponsablemente,
esto es, considerándolas como técnicas autosuficientes, y no como pequeñas
interacciones que deben ser utilizadas en el contexto de una relación de profundo
respeto hacia los clientes.

Las 11 sugerencias que presento aquí las he extraído desde la lectura de


Eugene Gendlin, Ann Weiser Cornell y de mi propia experiencia terapéutica:

1. Tener fe.
2. Comentar que la posibilidad existe.
3. Hablar directamente del asunto.
4. Sentir que lo esencial está realmente pasando.
5. Responder ante los movimientos hacia la vida.
6. Suponer alguna buena razón.
7. Invitar a algo nuevo.
8. Traer algo que el cliente dijo previamente.
9. Integrar los sueños.
10. Rescatar manifestaciones sutiles de energía corporal.
11. La suposición del “alma emergente”.

17
Algunas de ellas corresponden a formas terapéuticas que se utilizan en la
interacción interpersonal básica y otras en la interacción que se da practicando
Focusing. Obviamente, estos procedimientos no deben ser los únicos que pueden
contribuir a la Revalorización Personal, pero entregan una luz clara acerca de la actitud
que se debe tener para facilitar la emergencia de lo positivo.

SUGERENCIAS PRÁCTICAS.

1. Tener fe: Esta primera sugerencia se trata (al igual que muchas otras formas
terapéuticas) más de una forma de “ser” que de “hacer”. Obviamente, la fe no es
operacionalizable en técnicas concretas, sino que se trata de una experiencia que se
vive internamente.

La fe, en mi opinión, es una actitud que se diferencia sustancialmente de las


actitudes “suficientes y necesarias” que Rogers planteó como esenciales para el cambio
terapéutico, ya que ésta consiste en confiar que algo todavía desconocido (pero creído
o esperado) vendrá y que ese algo será esencialmente positivo. La fe tiene un carácter
activo que tiene como base la Aceptación Positiva Incondicional pero que al mismo
tiempo va más allá de ésta, ya que constituye una confianza auténtica en la
potencialidad de los aspectos renovadores y revitalizantes de la experiencia de las
personas que aún no se han manifestado o que todavía no están en movimiento, lo
cual conforma uno de los principios básicos por los cuales opera la relación terapéutica
y el Focusing: confiar en que algo más aparte de lo que conocemos hasta ahora vendrá
desde nuestro interior para contagiarnos de su bondad y sabiduría.

Cuando tenemos fe en que cada persona puede experimentarse a sí misma de


un modo positivo y renovado, estamos creando un espacio para que eso suceda. Por
otra parte, si creemos que la persona que tenemos enfrente es algo determinado o que
sólo puede cambiar discretamente, estamos reduciendo sus posibilidades de cambio.

Para muchas personas hablar de fe en el contexto de la psicología parece algo


poco serio o poco científico. Pero nosotros, quienes conocemos la Filosofía de Implícito,
sabemos que la experiencia es mucho más de lo que se comunica en palabras7 y
tenemos claro que la interacción inauténtica perjudica los resultados de la terapia.

Si yo acompaño a un cliente, por ejemplo, un joven que ha cometido abuso


sexual contra una niña pequeña y le digo: “Saldrás adelante” mientras en mi interior
estoy pensando o sintiendo: “Es un violador, difícilmente cambiará”, entonces el
proceso terapéutico estará limitado, porque aunque yo no le comunique al joven mi
pensamiento pesimista, éste lo percibirá de alguna forma. Recordemos que una de las
Funciones de lo Implícito8 es permitir al organismo “entender directamente una
situación”. Eso significa que si yo no confío en que el proceso del cliente tendrá un

7
Alejandro Celis (1995), uno de los principales representantes de la psicología transpersonal en
Chile, reflexiona también acerca de la interacción como un fenómeno mucho más complejo que
el que se presenta en pensamientos o palabras: “Aún no nos hemos dado cuenta cabal de que
nuestras actitudes afectan, no sólo nuestra percepción, sino que de hecho afectan al fenómeno
externo. La existencia de la telekinesia ilustra este punto, así como algunos experimentos
realizados con plantas (observando el efecto que tienen sobre ellas los pensamientos "negativos"
o "positivos" de quien las cuida)”.
8
Gendlin (1992) describe 16 funciones de la experiencia concretamente sentida en su nivel pre-
conceptual y pre-lógico.

18
devenir positivo, él lo sabrá directamente aunque no lo sepa en pensamientos o
palabras. En este sentido podríamos decir que él lo “sentirá”.

De igual forma, si yo confío y tengo fe en el avance del proceso del cliente,


considerando a este como una persona con infinitas posibilidades de ser (y no como
algo: un violador), él lo aprehenderá directamente en su experiencia, sin necesidad
que yo se lo diga literalmente, lo cual puede favorecer enormemente la interacción y el
resultado de la terapia. Y esto funciona así para todas las personas, no solamente para
aquellas que podríamos nombrar por un calificativo debido a un evento de su vida,
como el joven del ejemplo. Las personas siempre están siendo, nunca son algo
determinado. No son “clientes difíciles”, “racionales”, “poco conectados”,
“esquizofrénicos”, “histéricos”, etc. Las personas están siendo infinitas posibilidades
humanas de ser.

2. Comentar que la posibilidad existe: Con regularidad podemos encontrarnos, al


comienzo o durante el proceso terapéutico, con personas que expresan “No creo que
pueda cambiar”. En este tipo de situaciones resulta muy conveniente decir cosas como:
“Entiendo como te sientes ahora, pero confío en que encontrarás cosas buenas para ti”,
o bien, “Se bien como te sientes, pero tal vez después te sorprendas de ti misma...”. La
idea es plantearle al cliente que existe la posibilidad que experimente cambios
positivos y revalorizadores. Obviamente, nosotros no sabemos si eso ocurrirá
efectivamente mientras esté con nosotros o en que momento sucederá si es que llega
a ocurrir, pero con plantearlo no se pierde nada y dicha interacción queda depositada
en él como una semilla que tarde o temprano germinará (quizás en una relación
distinta a la terapéutica o incluso meses después en otro lugar, ¡quien sabe!).

Es importante saber que el plantear esta posibilidad no siempre será acogido o


bien recibido por algunos clientes, porque sencillamente es difícil que lo comprendan
de inmediato (en todo caso, eso no es fundamental). Por eso, hay que tener la
precaución de no insistir en el tema para que el cliente no se sienta contrariado o mal
acompañado.

Yo muchas veces he planteado esta posibilidad y obviamente la expectativa no


siempre se cumplió, pero cuando dio resultado las personas me comentaron que fue
algo valioso: “Yo estaba pesimista pero siempre me venía eso que tu me dijiste al
comienzo, que bueno que lo hiciste”. Si ustedes son observadores podrán haber
advertido que esto sucede cotidianamente, se trata de un conocimiento que está en el
sentido común. Mucha gente atribuye sus cambios a su propio esfuerzo, potenciado
por la fe que alguien les tuvo: “Si mi mamá no hubiese confiado en mi, no lo hubiese
logrado”. Tener fe y plantear que existe la posibilidad que algo positivo puede ocurrir,
son interacciones que contribuyen a llevar adelante la experiencia.

3. Hablar directamente del asunto: Más arriba ya hablamos sobre la “función


integradora del organismo”, cuando las experiencias inconclusas o de carencia se
completan a sí mismas en la interacción. Este tipo de procesos se producen muchas
veces en la interacción implícita (sin necesidad de hablar de ellos), pero siempre
resulta más conveniente conversarlos y acompañarlos. “Es más fácil que ocurra cuando
el cliente habla sobre lo que le falta y es escuchado y comprendido profundamente”
(Gendlin, 1996), ya que así terapeuta y cliente pueden crear un espacio más propicio
para que este tipo de función integradora tenga lugar.

19
T: Entonces sientes que a pesar que recibes mucho cariño, ahí dentro de ti hay algo
que necesita llenarse. Quizás puedas sentir ese lugar un poco más.
C: No necesita mucho de los otros, necesita algo de mi.
T: Te das cuenta que eso necesita algo de ti.
C: (Tras un largo silencio) Que extraño... siento como si eso estuviera en mis manos.
T: Sientes que todo esto que te pasa depende de ti, que está en tus manos.
C: Si, es una sensación agradable... y se hace más grande...
T: Se trata de algo agradable que se hace más grande. Seguro quieres sentir más
acerca de eso.
C: (Con mucha calma) Soy yo que estoy viva... Había olvidado como se sentía...
T: Es un sentimiento de estar viva que se está haciendo más grande y que habías
olvidado como se sentía.
C: ¡Eso era lo que me faltaba!

El organismo tiene más posibilidades de completar un asunto cuando éste es


“pasado por el cuerpo”, o sea, cuando se atiende la cualidad corporal de estar con lo
que se ha herido, perdido o falta descubrir. Por eso, resulta muy conveniente hablar de
ello directamente, para que la persona pueda vivenciar los diferentes matices de
significados que esta experiencia “inconclusa” tiene para ella.

4. Sentir que lo esencial está realmente pasando: Otra valiosa sugerencia que
puede contribuir a la emergencia de una Experiencia de Revalorización Personal es
“permitir” que aquello que falta o que contiene vida “este ahí”. Esto quiere decir que,
cuando una persona nos habla acerca de sus carencias o necesidades, nosotros
podemos plantearle que “invite” o “traiga” a su cuerpo la sensación contraria a la
carencia, que traiga lo positivo, o sea, invitarla a sentir que “lo esencial está realmente
pasando” (Gendlin, 1996). Por ejemplo, cuando una persona nos plantea: “Me gustaría
ser sensual, pero nunca lo he sido”, podemos sugerirle que se permita sentir en su
cuerpo cómo sería esa sensación de ser una persona sensual, lo que puede contribuir a
la emergencia de tal experiencia.

Habitualmente se cree que los organismos no pueden tener conocimiento de


aquello que aún no han vivido directamente, pero eso es un error. Cuando una persona
siente la necesidad de ser “sensual”, podríamos decir que su cuerpo lleva implícita la
posibilidad o el conocimiento de la complejidad experiencial de lo que ella llama “ser
sensual”, por eso justamente lo necesita, porque tal necesidad es una experiencia que
requiere completarse a sí misma.

A muchas personas le podrá resultar difícil comprender cómo es que el cuerpo lleva
implícita experiencias que aún no ha vivido, pero en la cotidianidad podemos hallar un
montón de ejemplos de esto. Cuando un músico necesita componer una canción, tiene
el conocimiento implícito de lo que el tema debería llegar a ser, aún cuando no lo haya
empezado. Una vez terminado el tema, podríamos decir que tal experiencia se
completó a si misma. Cuando me decidí a escribir este ensayo no tenía idea que iba a
decir, porque no tenía bien desarrolladas las ideas, sin embargo, tenía implícita la
sensación de cómo se sentiría comunicar y explicar esto que llamo Revalorización
Personal (sensación que tengo justo en este minuto).

Ahora bien, para sugerir a las personas sentir que lo “esencial está realmente
pasando”, debemos tener algunas precauciones: No planteárselo al cliente de forma
precipitada, no insistir en el asunto si al cliente le parece extraño y mucho menos
tratar de explicárselo. El clima en que se haga esta sugerencia debe ser de mucha
confianza, para que el cliente se atreva a realizar esto que, al principio, le puede

20
parecer artificial o poco útil. La idea es que este movimiento terapéutico surja de la
manera más natural y espontánea posible, por ejemplo, cuando la persona relata que
ha vivido aquello que tanto necesita en su vida pero sólo de manera vaga o fugaz.

5. Responder ante los movimientos hacia la vida: Los movimientos hacia la vida
son cualquier clase de experiencia que resulte para el cliente como algo positivo,
esperanzador, revitalizante o saludable (Gendlin, 1996). Este tipo de movimientos
suelen aparecer a lo largo de toda la terapia y a veces de manera muy sutil (incluso sin
que el mismo cliente lo perciba), por eso es importante saber reconocerlos y
acompañarlos de tal manera que se develen en toda su dimensión.

Ejemplos de movimientos hacia la vida son: Cuando una persona se atreve por
primera vez a decirnos que no lo estamos acompañando a su propio ritmo, cuando ha
hecho algo que antes nunca hubiera realizado, cuando llega vestida de un modo más
alegre que lo habitual, cuando nos comenta que se siente más independiente o con
más fortaleza que antes, o incluso, cuando dentro una expresión pesimista la persona
nombra vagamente algo que quiere ir adelante:

Cliente: Todo me parece mal y no estoy poniendo de mi parte para salir de


esto y eso me da mucha rabia.

Terapeuta: Ya veo, hay un sentimiento muy intenso en ti que no quiere


que dejes de luchar, dejemos que ese sentimiento esté aquí...

Ya que los movimientos hacia la vida pueden ser muy sutiles, no sólo tenemos
que estar atentos a reconocerlos, sino que también anticiparlos. En una ocasión, una
joven me comentaba que sentía que todas sus dificultades no tenían ningún tipo de
solución y al hacer Focusing se veía encerrada en una habitación oscura, sin puertas ni
ventanas y que tenía un vacío negro al centro (su situación “aparentemente” no tenía
salida). Después de acompañar durante algún momento esta imagen, le sugerí que se
acercara al vacío para ver si esa era la salida, pero ella tenía miedo de hacerlo. En
algún momento ella sintió que estaba entrando al vacío pero no se atrevía a ir más
allá, entonces le sugerí notar si ahí adentro había algo bueno o positivo que la hiciera
sentir más tranquila, ella dijo: “¡Hay muchas estrellas!”. Luego le consulté: “¿Puedes
caminar en ese vacío guiándote por las estrellas?”, y allí la situación cambió
sustancialmente; el vacío terminó siendo una especie de túnel hacia otro escenario, un
lugar amplio y tranquilo, un paisaje nocturno en cuyo horizonte se vislumbraba “la luz
de un nuevo amanecer”. Recuerdo que esa interacción de Focusing fue tan larga que
no alcanzamos a entrelazar lo sucedido con su vida cotidiana, pero a la siguiente
sesión me dijo de inmediato: “No se que pasó, pero ahora veo todos mis problemas de
otra forma, con más tranquilidad”. Como pudieron advertir, en este caso el movimiento
hacia la vida (suponer que el vacío era la salida) fue anticipado y propuesto por el
terapeuta, incluso mucho antes que el cliente experimentara una sensación positiva.

6. Suponer alguna buena razón: Este es un movimiento terapéutico propuesto por


Ann Weiser Cornell (1995) para favorecer una positiva Relación Interna, cuando la
emoción del cliente es abrumadora, sin embargo, he notado que puede resultar útil
para favorecer experiencias de Revalorización Personal.

“Suponer alguna buena razón” consiste en prestar atención si la sensación


sentida tiene algún propósito positivo para ser intensa, molesta o abrumadora. Por

21
ejemplo, en una ocasión acompañé a una persona que sentía una gran presión en el
pecho, la cual describía como una muralla que estaba deteniendo algo que venía desde
más adentro. Mi suposición durante mucho rato fue que esa muralla estaba impidiendo
la expresión de ciertas emociones, que no las dejaba salir, pero después de unos
momentos la persona dijo: “Es una muralla sabia”, porque la razón que tenía para
estar allí no era impedir que “salieran” ciertos sentimientos, sino que servir de barrera
de contención para que se atendiera justamente lo que había más al fondo. ¿Qué era
eso que venía desde lo profundo? ¡Una experiencia de Revalorización Personal! Lo que
la persona tenía que atender era un “Aire renovador que emanaba de una fuente
inagotable que estaba en el fondo de su ser” (la ubicación espacial del tesoro interno).
Lo que la “muralla” estaba haciendo de cierta forma, era decir: “Mira esto, te hará
bien”.

En el caso que acabo de citar, no fui yo quien propuso que “eso” podría tener
una buena razón para ser así, sino que fue la propia persona quien se dio cuenta de
ello. Pero en situaciones en que la sensación sentida es molesta y parece no haber
mucho movimiento, podemos sugerirle al cliente que suponga sólo por un momento
que “eso” puede tener alguna buena intención para él.

7. Invitar a algo nuevo: Este movimiento consiste básicamente en suponer que en el


fondo de todo hay algo positivo o revalorizador. Yo, muchas veces pregunto si algo así
está presente, en caso que el cliente no lo haya notado. Obviamente, no consulto
directamente si en todo eso hay algo “bueno”, mucho menos si hay dolor o angustia,
sino que sencillamente digo: “Hagamos silencio para que surja algo nuevo”. Creo que
la palabra “nuevo” conlleva una expectativa positiva que permite que algo distinto a lo
doloroso o detenido entre en escena.

En una ocasión, una joven me describía su sensación sentida como un remolino


de petróleo, un remolino negro, su sentimiento era de mucha angustia. En algún
momento le sugerí: “Acércate al remolino, como si estuvieras viéndolo más de cerca y
fíjate si aparece algo nuevo”. De inmediato me dijo: “Hay como una gota de un liquido
más claro, como mercurio”. Luego le dije, “Permanece cerca de eso y presta atención a
cómo te sientes”, a lo que ella respondió: “Se hace más grande, es algo bueno... es
esperanza”.

En otra ocasión, una persona me hablaba de una “piedra negra” (eran sus
experiencias dolorosas). Durante el desarrollo del Focusing, la persona describía que la
piedra se erosionaba con sus lágrimas, pero en algún momento la imagen parecía no
desarrollarse, entonces hice una sugerencia similar a la del caso de arriba y la persona
empezó a percibir un brillo en la piedra, luego se dio cuenta que al centro de ésta
había un diamante ¡Como si en el fondo de su ser hubiese concretamente algo de
muchísimo valor!

8. Traer algo que el cliente dijo previamente: Algunas veces, durante el proceso
terapéutico, las personas tienen experiencias que son corporalmente claras pero que
no logran comprender cognitivamente. Se trata de experiencias que están intentando
completarse, pero que quedan a mitad de camino. Generalmente, cuando esto ocurre,
las personas reciben las escasas palabras que logran precisar desde esa vivencia, con
mucha sorpresa o curiosidad, lo cual, en algunos casos, se manifiesta más
concretamente con algo de risa, como diciendo: “¿Y esto que tiene que ver?”, o bien,
“No se porque digo esto, pero siento que es importante”.

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Sería natural que estas experiencias se completaran en algún momento de la
terapia a través de la atención del cliente en su propio proceso, sin embargo, a veces
es necesario que el terapeuta las traiga y ponga sobre la mesa como una pieza que
puede contribuir a terminar el rompecabezas.

En el Caso No 3 que se citó más arriba, la persona tuvo una experiencia de este
tipo en la mitad del proceso terapéutico, sentía la extraña necesidad de “ganarle” a
una persona que le había dejado de hablar hace años, pero no tenía idea qué
significaba eso, o de qué forma se iba a concretar. Más tarde, a través del trabajo con
un sueño, descubre que posee una valorable capacidad de perdonar que la persona
que le dejó de hablar hace años, no tiene. Entonces, el terapeuta “trae” lo que el
cliente había dicho previamente a través de una pregunta que permite la completación
de la experiencia:

T: ¿Y cómo se siente tener algo que ella no tiene?


A: ¡Es como si le estuviera ganando!

Obviamente, esto se puede hacer de modo mucho más directo que con una
pregunta que no explicita lo que el cliente había dicho previamente, y que sólo lo
“trae” de forma implícita. Cuando sentimos que algo que había dicho el cliente
previamente, y que parecía haber quedado inconcluso, nos puede servir para crear un
nuevo paso, simplemente lo nombramos de la manera más sencilla, conveniente y
comprensible posible, de modo que el cliente lo experimente como un “símbolo
certero” que le permita llevar su experiencia adelante.

9. Integrar los sueños: En el contexto de las Psicoterapias Humanistas, los sueños


son considerados como una especie de mensaje existencial que nos comunican lo que
nos hace falta en nuestras vidas o, incluso, lo que debemos hacer para estar mejor.
Más específicamente, en el ámbito de la Psicoterapia Experiencial, se considera que el
sueño es como un “intento de completación de alguna experiencia” que necesita de la
interacción interpersonal para poder completarse.

Sin embargo, este tipo de conocimiento no está arraigado en el saber colectivo;


así, muchas personas no guardan ningún tipo de interés en sus sueños y el recordarlos
sólo constituye para ellas algo anecdótico, sin que puedan imaginar siquiera que en
ellos hay un montón de sabiduría contenida a la espera de ser descifrada desde su
lenguaje en clave. Por eso, es muy necesario comentar a las personas, al inicio o
durante la terapia, que no desestimen relatarnos sus sueños si tienen curiosidad
acerca de ellos, si los recuerdan durante alguna sesión, y especialmente si surgen en
medio de un Focusing, ya que éstos pueden contribuir sustancialmente al proceso
terapéutico e incluso pueden contribuir a gatillar una experiencia de Revalorización
Personal.

Para trabajar terapéuticamente con los sueños básicamente es necesario


atender la cualidad corporal que nos traen sus imágenes de modo que esta atención
pueda ayudar a develar su significado implícito. Es indispensable saber que sólo el
cliente es quien puede descifrar el significado de su sueño, y que la mayoría de las
veces no resulta útil que el terapeuta trate de aportar algún tipo de interpretación
acerca de él.9
9
Para tener un conocimiento más específico acerca del trabajo psicoterapéutico de los sueños
desde un enfoque experiencial, se recomienda leer “Deja que tu cuerpo interprete tus sueños”
(Gendlin, 1986).

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10. Rescatar manifestaciones sutiles de energía corporal: Muchas veces durante
la terapia, las personas experimentan sensaciones corporales positivas, las cuales se
manifiestan con claridad o de forma tenue y que se observan de diversas formas, por
ejemplo: un pequeño espasmo, un súbito brillo en la mirada, un suspiro de alivio, una
sonrisa que se dibuja tímidamente, que la persona levante la cabeza después de haber
tenido la mirada clavada en el piso, que aclare y afirme su voz, que tome una postura
más erguida, etc.

Estos despliegues de energía positiva que se detectan en la corporalidad,


pueden corresponder a un discreto intento de “llevar adelante” del proceso experiencial
del cliente, y por lo tanto, resulta altamente necesario saber reconocerlos y
“rescatarlos” para que la persona se tome un momento para sentirlos más
detenidamente, ya que en muchas ocasiones, tales despliegues, pueden pasar
inadvertidos para ella.

T: He notado que a pesar que me hablas de cosas que te preocupan has empezado a
sonreír, como estando más presente.
C: Si, tienes razón, algo me pasó, me sentí distinto.
T: Quizás puedas tomarte un momento para sentir más detenidamente que es eso que
te hace sentir distinto.
C: Tengo la sensación de estar encontrando cosas que había olvidado que tenía, son
sentimientos que no tenía hace mucho tiempo... como tranquilidad o paz.

Como se puede advertir en el ejemplo anterior, la persona experimenta la


“energía positiva” mientras el contenido de su relato aún giraba en torno a
sentimientos “negativos” (la preocupación). Esto se debe al hecho que los cambios del
proceso terapéutico se empiezan a formar en la interacción implícita antes que la
interacción explicita, por eso enfatizo la importancia de estar atentos a este tipo de
situaciones en que el cliente vivencia movimiento experiencial de forma sutil, el cual,
una vez detectado y acompañado, puede constituirse en un paso crucial para un
proceso de Revalorización Personal.

Lo que anteriormente se citó como “movimientos hacia la vida” (Sugerencia No


5) es algo similar a lo que aquí llamo “manifestaciones de energía corporal”, sin
embargo, tienen la diferencia sustancial que la primera ocurre explícitamente en la
interacción verbal entre terapeuta y cliente, y la segunda, sólo ocurre de manera
implícita, concretamente en la corporalidad del cliente.

11. La suposición del “alma emergente”: Cuando Gendlin trabajó con personas con
severo daño emocional a mediados de los 60s, tuvo la oportunidad de interactuar con
algunas que no le miraban, no le hablaban y que incluso no se movían (en estado
catatónico). Para proceder de modo terapéutico con ellas, él suponía que allí adentro
siempre había “una persona sensible”, por lo cual no dejaba de hablar de lo que creía
que estas personas pudieran estar sintiendo o necesitando: “Pienso en ello como si
estuviera intentando lanzar algo a alguien a través de una pared. Lo lanzo sobre la
pared sin esperar nada durante algún tiempo” (Gendlin, 1967). Gendlin notó que al
avanzar el proceso, utilizando esta clase de interacción, las “personas sensibles” que
estaban “allí adentro”, lograban salir de su silencio y le expresaban de una u otra
forma que ellas siempre estuvieron recibiendo lo que él hacia.

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Del mismo modo, cuando interactúo con cualquier persona supongo que ahí
adentro hay “una persona mucho más sensible” o un “alma emergente” que puede
traer consigo muchas experiencias valiosas. Por eso, cuando el cliente da claras
señales de estar vivenciado un evento psicoterapéutico significativo y yo siento
claramente en mi que algo aún más positivo está en camino para ambos (o sea,
cuando cliente y terapeuta experimentan cambio sentido de forma simultánea), me
refiero a lo que creo que esa persona pudiera estar gestando en el fondo de su ser:
“Me da la impresión que algo muy bueno está por venir”, “Siento que estás a las
puertas de algo renovador”, etc.; y lo hago con mucha alegría, casi como sonriéndole a
“eso” que está por emerger. Si la persona me pregunta acerca de ello, se lo explico del
modo más sencillo posible, siempre poniendo mi sensación a su disposición: “Al igual
que tu estoy sintiendo algo muy bueno, por eso creo que estás alcanzando algo
maravilloso... ¿Cómo sientes tu esto que está pasando?..”

Esta forma de proceder es cómo una manera de invitar, reforzar y fomentar


aquellos cambios que traen alegría y felicidad a la persona, y funciona de un modo
similar a la sugerencia No 2 (“Comentar que la posibilidad existe”), ya que queda
depositada en la interacción y el proceso del cliente como una semilla que
potencialmente puede germinar, con la diferencia que los resultados se ven más
inmediatamente.

Una precaución respecto de esta intervención tiene que ver con la autenticidad
y lo que podríamos llamar “nivel experiencial” o “desarrollo personal”, lo cual explicaré
retomando el ejemplo de Gendlin con personas con severo daño emocional. Para que la
intervención con una persona “detenida experiencialmente” tenga efecto, tiene que ser
hecha por otra que tenga un mayor nivel de “fluidez experiencial”, y cada cosa que
esta persona diga debe ser dicha desde una autenticidad, o sea, no se puede adoptar
una actitud de comprensión, empatía, paciencia y esperanza en el proceso de la
persona, si realmente no se la tiene. Por otra parte, seria muy difícil (o tal vez
imposible) que una persona detenida experiencialmente pueda contribuir a descongelar
la experiencia de otra en iguales condiciones.

Del mismo modo, para favorecer una Experiencia de Revalorización Personal es


necesario que el terapeuta tenga una valoración positiva de sí mismo, como mínimo,
para que pueda contribuir, desde una auténtica convicción en los procesos de
crecimiento humano, a que el cliente descubra sus propios tesoros internos. O si no,
puede ser difícil que algo Revalorizador surja. La necesidad de esta “fluidez
experiencial” o “desarrollo personal”, la planteaba Rogers cuando hablaba de las
“Condiciones del proceso terapéutico”. El le llamaba “acuerdo interno”:

“Para que el proceso terapéutico se lleve a cabo, hace falta: 1)


Dos personas en contacto, 2) que la primera persona, que llamaremos
cliente, esté en un estado de desacuerdo interno y que 3) la segunda
persona, que llamaremos terapeuta, esté en un estado de acuerdo
interno, al menos durante la duración de la entrevista y en relación con el
objeto de su relación, con el cliente...” (Rogers, 1965).

Por todo lo anterior, recomiendo no usar este procedimiento si no se siente la


suficiente fe y confianza en la capacidad de autorrealización de los seres humanos. Yo
particularmente hago esto sólo cuando tengo una sensación electrizante, cuando siento
claramente desde mi sensación sentida que algo más, aparte de lo ya ocurrido, está
por pasar, y que ese “algo” será aún más positivo. En ningún caso esta interacción se
debe hacer de manera artificial. Si allí no se están sintiendo ”escalofríos que recorren

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la columna vertebral”, si allí no está ocurriendo un cambio sentido experimentado
simultáneamente por el cliente y el terapeuta, no tiene sentido alguno hacer esta
intervención.

REFLEXIONES FINALES.

El propósito central de este ensayo ha sido contribuir con la enseñanza de no


pasar por alto los aspectos positivos, con vida, o en movimiento, que tantas veces las
personas presentan en terapia (ya que habitualmente se enseña a los terapeutas a
centrase en lo negativo). También lo ha sido, enfatizar que la Psicoterapia
Experiencial y el Focusing no sólo tienen como objetivo reducir, eliminar o
curar síntomas, sino que principalmente potenciar la salud de las personas.

No dudo, como señalé anteriormente, que debe haber muchas otras formas de
favorecer experiencias positivas en las personas. Lo importante, en todo caso, es
interiorizar y aprehender que los procedimientos específicos no resultan de ninguna
utilidad si no practicamos primero una actitud de profundo interés, respeto y confianza
en las relaciones humanas.

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(*) Luis Robles Campos.


Psicólogo - Universidad de Tarapacá. Arica – Chile.
Focusing Trainer Acreditado - Focusing Institute, New York.
luisrobles1977@gmail.com

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