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Vidas ejemplares 11

Santo Tomás de Aquino, Santa Bernardita de Soubirous y


las apriciones
de la Virgen de Lourdes

Queridos hermanos, esta es la novena parte


de la vida de los Santos. Leedla con cuidado
y tratad de imitar a estas personas, para
que podáis llegar a la culminación de la
santidad.

Francisco Martínez Arias


Septiembre 2008
Santo Tomás de Aquino Doctor de la Iglesia
28 de enero se celebra sus festividad

Tomás nació en medio de una aristocrática familia, alrededor


de 1225. A pesar de la fuerte oposición de los suyos, ingresó
a la orden de Santo Domingo a la edad de 19 años. En 1245,
sus superiores lo enviaron a estudiar a París, donde sus dotes
de humildad hicieron que al principio su gran inteligencia y
saber pasasen desapercibidos. Sus condiscípulos llegaron a
llamarlo, por su silenciosa y meditativa timidez, y su físico
corpulento, “el buey mudo”. Al recibirse de bachiller,
siguiendo el orden académico de la época, comenzó a
enseñar en la Universidad de París, y compuso obras como
sus comentarios sobre el Libro de las Sentencias de Pedro
Lombardo, sobre el libro de Isaías y sobre el Evangelio según
San Mateo. Cuatro años más tarde, se le confió la cátedra de
doctor, encargado de enseñar, discutir y predicar y algún
tiempo después, empezó a escribir la Suma contra los
Gentiles.
De 1259 a 1268, el santo era muy popular en toda Italia, país en el
que enseñó y donde también predicó en muchas ciudades. Hacia
1266, comenzó a escribir la más famosa de sus obras: la Suma
Teológica. De vuelta a París, el santo continuó, en medio sus clases,
predicaciones y discusiones públicas, la redacción de la Suma,
incluido el tratado de la Eucaristía. Dice una tradición que el
Crucifijo le habló y le dijo: “Has escrito bien de mí, Tomás”,
confirmando su teología eucarística. Posteriormente, Tomás fue
llamado nuevamente a Italia y ocupó el cargo de rector en la
Universidad de Nápoles.

Al año siguiente, por causa de una poderosa visión, Tomás cesó de


escribir y enseñar, sin terminar la Suma Teológica. Se hallaba muy
enfermo cuando el Papa Gregorio X lo invitó al Concilio de Lyon,
pero durante el viaje su enfermedad se agravó aún más, siendo
trasladado a la abadía cistercience de Fossa Nuova, donde falleció
en la madrugada del 7 de marzo de 1274.
Sinopsis
(Llamado Doctor Angélico; Roccaseca,
actual Italia, 1224-Fossanuova, id., 1274)
Teólogo y filósofo italiano. Hijo de una de
las familias aristócratas más influyentes de
la Italia meridional, estudió en
Montecassino, en cuyo monasterio
benedictino sus padres quisieron que
siguiera la carrera eclesiástica.
Posteriormente se trasladó a Nápoles,
donde cursó estudios de artes y teología y
entró en contacto con la Orden de los
Hermanos Predicadores
En 1243 manifestó su deseo de ingresar en dicha
Orden, pero su familia se opuso firmemente, e
incluso su madre consiguió el permiso de
Federico II para que sus dos hermanos, miembros
del ejército imperial, detuvieran a Tomás. Ello
ocurrió en Acquapendente en mayo de 1244 y el
santo permaneció retenido en el castillo de Santo
Giovanni durante un año. Tras una queja de Juan
el Teutónico, general de los dominicos, a Federico
II, éste accedió a que Tomás fuera puesto en
libertad. Luego, se le permitió trasladarse a París,
donde permaneció desde 1245 hasta 1256, fecha
en que obtuvo el título de maestro en teología.
Durante estos años estuvo al cuidado de Alberto
Magno, con quien entabló una duradera
amistad. Les unía -además del hecho de
pertenecer ambos a la Orden dominica- una
visión abierta y tolerante, aunque no exenta de
crítica, del nuevo saber grecoárabe, que por
aquellas fechas llegaba masivamente a las
universidades y centros de cultura occidentales.
Tras doctorarse, ocupó una de las cátedras
reservadas a los dominicos, tarea que
compatibilizó con la redacción de sus primeras
obras, en las cuales empezó a alejarse de la
corriente teológica mayoritaria, derivada de las
enseñanzas de san Agustín
En 1259 regresó a Italia, donde permaneció
hasta 1268 al servicio de la corte pontificia en
calidad de instructor y consultor del Papa, a
quien acompañaba en sus viajes. Durante estos
años redactó varios comentarios al Pseudo-
Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma contra
los gentiles, obra en la cual repasaba
críticamente las filosofías y teologías presentes a
lo largo de la historia, e inició la redacción de su
obra capital, la Suma Teológica, en la que estuvo
ocupado entre 1267 y 1274 y que
representa el compendio último de todo su
pensamiento.
Tomás de Aquino supo resolver la crisis producida en el
pensamiento cristiano por el averroísmo, interpretación del
pensamiento aristotélico que resaltaba la independencia
del entendimiento guiado por los sentidos y planteaba el
problema de la doble verdad, es decir, la contradicción de
las verdades del entendimiento y las de la revelación. En
oposición a esta tesis, defendida en la Universidad de París
por Siger de Brabante, afirmó la necesidad de que ambas
fueran compatibles, pues, procediendo de Dios, no podrían
entrar en contradicción; ambas verdades debían ser,
además, complementarias, de modo que las de orden
sobrenatural debían ser conocidas por revelación, mientras
que las de orden natural serían accesibles por el
entendimiento; filosofía y teología son, por tanto, distintas
y complementarias, siendo ambas racionales, pues la
teología deduce racionalmente a partir de las premisas
reveladas.
A medio camino entre el espiritualismo
agustiniano y el naturalismo emergente del
averroísmo, defendió un realismo
moderado, para el cual los universales (los
conceptos abstractos) existen
fundamentalmente in re (en las cosas) y sólo
formalmente post rem (en el
entendimiento). En último término, Tomás
de Aquino encontró una vía para conciliar la
revalorización del mundo material que se
vivía en Occidente con los dogmas del
cristianismo, a través de una inteligente y
bien trabada interpretación de Aristóteles.
La teología tomista
La demostración de la existencia de Dios llevada a cabo por
Tomás de Aquino está enmarcada dentro de su sistema
teológico. La teología tiene como objeto el conocimiento
de Dios y por ello, su orden de exposición es, como se ha
indicado, de arriba hacia abajo, es decir, prima el
conocimiento de Dios sobre sus criaturas.

Tomas de Aquino ‘distingue sin embargo, dos acepciones


distintas de teología: una teología natural que estudia a
Dios, en tanto que causa de los entes finitos; esto es, de los
seres contingentes, y una teología sobrenatural:
conocimiento de Dios en cuanto Dios, es decir a través de
la Revelación divina.
Las dos Summas de santo Tomás versan sobre teología
natural: ya que en los entes finitos su esencia no
incluye su existencia (son contingentes), habrá que
explicar su existencia a partir de la existencia de un ser
necesario, cuya esencia sí coincida con su existencia.

La cuestión tomista de la demostración de la


existencia de Dios proviene de su necesidad de
demostración racional. Una demostración es una
argumentación mediante la cual se extrae una
conclusión a partir de determinadas premisas ciertas.
La existencia de Dios es algo evidente por sí mismo
(per se), pero no lo es en cuanto a nosotros o para
nosotros (quoad nos). Distingue así, Tomás de Aquino
entre:
Proposiciones per se nota: proposiciones evidentes por sí mismas
al estar su predicado incluido en el concepto de sujeto. El
predicado «existe» de la oración «Dios existe» está incluido en su
noción de sujeto, al ser Dios el ser en el cual coinciden esencia y
existencia (Dios es su existencia, est suum esse).

Proposiciones perse nota etiam quoad nos: proposiciones


evidentes por sí mismas y también para nosotros. La proposición
«Dios existe» es evidente por sí misma pero no para nosotros, ya
que al ser la mente humana finita y limitada, ignoramos el
contenido de la esencia y de la existencia de Dios y, por tanto,
desconocemos la naturaleza divina y necesitamos de su
demostración racional.

Por este motivo, si queremos saber si Dios existe hemos de recurrir


al desarrollo-de una demostración racional que nos pondrá de
manifiesto la veracidad o falsedad de la proposición «Dios existe».
Pueden darse, sin embargo, dos tipos de demostraciones:
Demostraciones a priori: las que constituyen aquel
tipo de razonamientos que opera desde el principio a
la consecuencia, o lo que es lo mismo, de la causa al
efecto.
Demostraciones a posteriori: son los razonamientos
cuyo orden va del efecto a la causa.
En el caso de la demostración de la existencia de
Dios, será necesaria una demostración a posteriori,
es decir, a partir de los efectos que produce la causa
(Dios) que queremos demostrar. Esto significa
demostrar su existencia a partir de las criaturas, del
mundo, de lo creado por Dios. Por ello, a los
argumentos tomistas se les denomina cosmológicos,
porque parten del mundo (cosmos). La existencia de
Dios se infiere del mismo examen de los entes
finitos. Sin causa (Dios), no habría efectos (Universo)‫‏‬
Tomás de Aquino es principalmente un teólogo, y su
filosofía está al servicio de la religión, es decir, no
cabe la posibilidad de que una verdad racional
contradiga o refute una verdad revelada. Filosofía y
teología, representantes de dos ámbitos de
conocimiento heterogéneos e independientes entre
sí <razón y fe>, no se contradicen mutuamente,
porque ambas tienen el mismo objeto material (lo
real), pero no el mismo objeto formal: la filosofía ha
de partir de los datos empíricos, utilizando la mera
luz de la razón para conocer lo real. La teología
estudia lo real apoyándose en las verdades de la
Revelación, accesibles únicamente a través de la fe.
La filosofía opera de abajo hacia arriba; la teología, de
arriba abajo.

El cometido fundamental de la filosofía es el de ayudar a la


teología utilizando a razón como instrumento para
demostrar rigurosamente algunas de las verdades
reveladas: los preámbulos de la fe, zona de confluencia
entre los misterios que sobrepasan nuestro conocimiento
(artículos de la fe) y las verdades racionales comunes a
todos los hombres.Tomás de Aquino encarna la época
dorada de la escolástica, caracterizada por la construcción
de grandes sistemas filosóficos: majestuosas catedrales
conceptuales elevadas hacia Dios y cuyos cimientos
arraigan en la terrenal filosofía aristotélica
Su fiesta se celebra 18 de Febrero
Santa Bernardita Soubirous
Nació en Lourdes (Francia) en 1844. Hija de padres muy
pobres. Fue bautisada con el nombre María Bernarda
(nombre que ella empleará después cuando sea religiosa)
pero todos la llamaban Bernardita.

Era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivían en un


sótano húmedo y miserable, y el papá tenía por oficio
botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre muy
débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y
del estado lamentablemente pobre de la habitación donde
moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de
cólera que la dejó sumamente debilitada. A causa también
del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región,
Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del
asma, que al comprimir los bronquios produce continuos
ahogos y falta de respiración.
Esta enfermedad será su compañera durante toda su
vida. Al final de su existencia sufrirá también de
tuberculosis. En ella se cumplieron aquellas palabras
de Jesús: "Mi Padre, el árbol que más quiere, más lo
poda (con sufrimientos) para que produzca más
frutos" (Juan. 15).
En ella se cumplió lo que dijo San Pablo: "Dios
escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para
confundir las vanidades del mundo". A los 14 años
no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera
Comunión porque no había logrado aprenderse el
catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades:
rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira.
Un día ve unas ovejas con una mancha verde sobre la
lana y pregunta al papá: ¿Por qué tienen esa
mancha verde? El papá en son de broma, le
responde: "Es que se indigestaron por comer
demasiado pasto". La muchachita se pone a llorar y
exclama: "Pobres ovejas, se van a reventar".
Su papá le dice le dice que era una mentirilla.
Ella dice: ¡Es que como yo jamás he dicho una
mentira, me imaginé que los demás tampoco las
decían nunca!

Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de


julio del mismo año, la Sma. Virgen se le aparece
18 veces a Bernardita. Las apariciones las
podemos leer en detalle en el día 11 de febrero.
Nuestra Señora le dijo: "No te voy a hacer feliz
en esta vida, pero sí en la otra". Y así sucedió . La
vida de la jovencita, después de las apariciones
estuvo llena de enfermedades, penalidades y
humillaciones, pero con todo esto fue
adquiriendo un grado de santidad tan grande que
se ganó enorme premio para el cielo.
Nuestra Señora le había contado tres secretos, que ella
jamás quiso contar a nadie. Probablemente uno de estos
secretos era que no debería recibir dineros ni regalos de
nadie y el otro, que no hiciera nunca nada que atrajera
hacia ella las miradas. Por eso se conservó siempre muy
pobre y apartada de toda exhibición. Ella no era
hermosa, pero después de las apariciones, sus ojos
tenían un brillo que admiraba a todos.

Le costaba mucho salir a recibir visitas porque todos le


preguntaban siempre lo mismo y hasta algunos
declaraban que no creían en lo que ella había visto.
Cuando la mamá la llamaba a atender alguna visita, ella
se estremecía y a veces se echaba a llorar. "Vaya ", le
decía la señora, ¡tenga valor! Y la jovencita se secaba las
lágrimas y salía a atender a los visitantes demostrando
alegría y mucha paciencia, como si aquello no le costara
ningún sacrificio.
Para burlarse de ella porque la Virgen le había
dicho que masticara unas hierbas amargas, como
sacrificio, el sr. alcalde le dijo: ¿Es que la
confundieron con una ternera? Y la niña le
respondió: ¿Señor alcalde, a usted si le sirven
lechugas en el almuerzo? "Claro que sí" ¿Y es
que lo confunden con un ternero? Todos rieron
y se dieron cuenta de que era humilde pero no
era tonta.
Bernardita pidió ser admitida en la Comunidad
de Hijas de la Caridad de Nevers. Demoraron en
admitirla porque su salud era muy débil. Pero al
fin la admitieron y en julio de 1866 comenzó su
noviciado y el 22 de septiembre de 1878
pronunció sus votos.
En la comunidad hizo de enfermera y de sacristana,
y después por nueve años estuvo sufriendo una
muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los
más terribles ataques exclamaba: "Lo que le pido a
Nuestro Señor no es que me conceda la salud, sino
que me conceda valor y fortaleza para soportar con
paciencia mi enfermedad. Para cumplir lo que
recomendó la Sma. Virgen, ofrezco mis
sufrimientos como penitencia por la conversión de
los pecadores".

Uno de los medios que Dios tiene para que las


personas santas lleguen a un altísimo grado de
perfección, consiste en permitir que les llegue la
incomprensión, y muchas veces de parte de
personas que están en altos puestos y que al
hacerles la persecución piensan que con esto están
haciendo una obra buena.
Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años
de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía total y
casi todo lo que ella hacía lo juzgaba negativamente. Así,
por ejemplo, a causa de un fuerte y continuo dolor que
la joven sufría en una rodilla, tenía que cojear un poco.
Pues bien, la superiora decía que Bernardita cojeaba
para que la gente al ver las religiosas pudiera distinguir
desde lejos cuál era la que había visto a la Virgen. Y así
en un sinnúmero de detalles desagradables la hacía
sufrir. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo
esto. Recordaba muy bien la noticia que le había dado la
Madre de Dios: "No te haré feliz en esta vida, pero sí en
la otra".

Duró quince años de religiosa. Los primeros 6 años


estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha
indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años
padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el
asma y la tuberculosis.
Cuando llegaba el invierno, con un frío de varios
grados bajo cero, se ahogaba continuamente y su
vida era un continuo sufrir.
Deseaba mucho volver a Lourdes, pero desde el
día en que fue a visitar la Gruta por última vez
para irse de religiosa, jamás volvió por allí. Ella
repetía: "Ah quién pudiera ir hasta allá, sin ser
vista. Cuando se ha visto una vez a la Sma.
Virgen, se estaría dispuesto a cualquier sacrificio
con tal de volverla a ver. Tan bella es".
Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas
y le pidieron que les contara cómo habían sido las
apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron
volver a hablar de esto, y en los 15 años de
religiosa ya no se le permitió tratar este tema.
Son sacrificios que a los santos les preparan
altísimo puesto en el cielo.
Cuando ya le faltaba poco para morir,
llegó un obispo a visitarla y le dijo que
iba camino de Roma, que le escribiera
una carta al Santo Padre para que le
enviara una bendición, y que él la llevaría
personalmente. Bernardita, con mano
temblorosa, escribe: "Santo Padre, qué
atrevimiento, que yo una pobre
hermanita le escriba al Sumo Pontífice.
Pero el Sr. Obispo me ha mandado que
lo haga. Le pido una bendición especial
para esta pobre enferma". A vuelta del
viaje el Sr. Obispo le trajo una bendición
especialísima del Papa y un crucifijo de
plata que le enviaba de regalo el Santo
Padre.
El 16 de abril de 1879, exclamó
emocionada: "Yo vi la Virgen. Sí, la vi,
la vi ¡Que hermosa era!" Y después de
unos momentos de silencio exclamó
emocionada: "Ruega Señora por esta
pobre pecadora", y apretando el
crucifijo sobre su corazón se quedó
muerta. Tenía apenas 35 años.
A los funerales de Bernardita asistió
una muchedumbre inmensa. Y ella
empezó a conseguir milagros de Dios
en favor de los que le pedían su
ayuda.
30 años más tarde, su cadáver fue
exhumado, y hallado en perfecto estado
de conservación, unos años después, poco
antes de su Beatificación, efectuada el 12
de Junio de 1925, se realizó un segundo
reconocimiento del cuerpo, el cual seguía
intacto.

Bernadette fue Canonizada el 8 de


Diciembre de 1933. Su cuerpo incorrupto
todavía puede verse en el Convento de
Nevers, dentro de un féretro de cristal. La
festividad de la Santa se celebra el 16 de
Abril. (Ahora el 18 de febrero)‫‏‬
Otras fechas importantes:
1907: apertura del proceso ordinario de beatificación, que termina en 1909.
1909: el 22 de septiembre, primera exhumación del cuerpo de Bernardita.
El cuerpo se encuentra intacto.
1913: el 13 de agosto, el Papa Pío X autoriza la introducción de la causa de
beatificación.
1919: el 3 de abril: segunda exhumación para reconocimiento del cuerpo.
1923: el 18 de noviembre, Pío XI declara la heroicidad de las virtudes.
1925: el 18 de abril, tercera exhumación del cuerpo, que se sigue manteniendo
incorrupto.
El 14 de junio, beatificación de Bernardita, por el Papa Pío XI, en San Pedro de
Roma.
El 18 de julio, el cuerpo de Bernardita es colocado en una urna, después de cubrir las
manos y la cara con una fina película de cera.
El 3 de agosto, traslado de la urna, del noviciado a la capilla del convento de San
Gildard.
1933: el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, canonización de
Bernardita por el Papa Pío XI.
1958: centenario de las apariciones de Lourdes. 4 millones y medio de
peregrinos.
1979: centenario de la muerte de Santa Bernardita.
De este modo, dos veces se abrió el féretro de Bernardita durante su
proceso de Beatificación y Canonización, después de décadas de su muerte.
Y en ambas oportunidades se encontró su cuerpo totalmente incorrupto
pese al paso de los años Esta señal de Dios, un milagro ante nosotros,
testimonia la santidad que ella tuvo en vida y que le mereció entrar al Reino
de Dios de la mano de su amada Madre Celestial.
Bernadette .
Su cuerpo, aún incorrupto en la actualidad, está expuesto en una urna de cristal en el
convento de San Gildard, en Nevers, Francia. Miremos el rostro resplandeciente, pleno
de felicidad, de Bernardita. Ella nos muestra con que alegría se llega al final de la vida,
cuanto se tiene la seguridad plena de estar entrando en la Patria Celestial.
Mgr Laurence, Obispo de Tarbes y Lourdes
de 1844 a 1870.
Reconocimiento oficial de las apariciones por la
Iglesia
A la entrada de la Basílica Superior, a la derecha,
se puede leer grabada en una placa de mármol la
declaración solemne del Obispo de las
Apariciones, Monseñor Laurence : "Juzgamos que
la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se ha
aparecido realmente a Bernardita Soubirous, el
11 de febrero de 1858 y los días siguientes, hasta
diez y ocho veces, en la Gruta de Massabielle,
cerca de la ciudad de Lourdes; que esta aparición
reviste todos los caracteres de la verdad, y que
los fieles tienen fundamento para creerla como
cierta. Humildemente sometemos nuestro juicio
al Juicio del Soberano Pontífice, que está
encargado del gobierno de la Iglesia universal".
Esta declaración del Obispo de Tarbes es
fundamental: 4 años después de las
Apariciones, el 18 de enero de 1862, las
declara auténticas en nombre de la Iglesia.

Mons. Laurence no tardó mucho: las 18


Apariciones tuvieron lugar del 11 de
febrero al 16 de julio, y el 28 de julio creó
una comisión de investigación "para
recoger y constatar los hechos que han
ocurrido o que podrían ocurrir todavía en
la gruta de Lourdes o por su causa; para
indicárnoslos, para darnos a conocer su
carácter y proporcionarnos de esa manera
los elementos indispensables para llegar a
una solución".
Juicio del Obispo

Y el Obispo concluye: "Existe pues una estrecha relación


entre las curaciones y la Aparición; la Aparición es
divina, ya que las curaciones llevan un sello divino. Pero
lo que viene de Dios es verdad. Por consiguiente, la
Aparición que se dice la Inmaculada Concepción, lo que
Bernardita ha visto y oído, es la Santísima Virgen.
Gritemos pues: el dedo de Dios está aquí". Y el obispo
aludiendo a la proclamación del dogma de la
Inmaculada Concepción por Pío IX a finales de 1854,
exclama:"He aquí que tres años después, la Santísima
Virgen apareciéndose a una niña le dice "Yo soy la
Inmaculada Concepción. Quiero que se
levante aquí una capilla en mi honor". ¿No
parece querer consagrar con un monumento el oráculo
infalible del sucesor de San Pedro?". Sigue después,
habiendo invocado el santo nombre de Dios, el texto
del decreto con el reconocimiento oficial de las
Apariciones que hemos citado al principio.
LAS APARICIONES DE
NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Jueves 11 de febrero 1858 : El encuentro

Acompañada de su hermana y de una amiga,


Bernardita se dirige a la Gruta de Massabielle,
al borde del Gave, para recoger leña, ramas
secas y pequeños troncos. Mientras se está
descalzando para cruzar el arroyo, oye un ruido
como de una ráfaga de viento, levanta la
cabeza hacia la Gruta: "VI A UNA SEÑORA
VESTIDA DE BLANCO: LLEVABA UN VESTIDO
BLANCO, UN VELO TAMBIÉN DE COLOR
BLANCO, UN CINTURÓN AZUL Y UNA ROSA
AMARILLA EN CADA PIE." Hace la señal de la
cruz y reza el rosario con la Señora. Terminada
la oración, la Señora desaparece de repente.
Domingo 14 de febrero:
El agua bendita
Bernardita siente una fuerza interior
que la empuja a volver a la Gruta a
pesar de la prohibición de sus
padres. Debido a su insistencia, su
madre le da permiso para volver.
Después de la primera decena del
rosario, Bernardita ve aparecer a la
misma Señora. Le echa agua bendita.
La Señora sonríe e inclina la cabeza.
Terminado el rosario, la Señora
desaparece.
Jueves 18 de febrero :
La Señora habla
Por primera vez, la Señora habla. Bernardita le
ofrece papel y una pluma y le pide que escriba su
nombre. La Señora le dice: "No es necesario" y
añade: "No te prometo hacerte feliz en este
mundo, sino en el otro. ¿Quieres hacerme el favor
de venir aquí durante quince días?".
Viernes 19 de febrero :
Aparición breve y silenciosa
Bernardita llega a la Gruta con una vela bendecida
y encendida. De aquel gesto nacerá la costumbre
de llevar velas para encenderlas ante la Gruta.
Sábado 20 de febrero :
En el silencio
La Señora le ha enseñado una oración personal. Al
terminar la visión, una gran tristeza invade a
Bernardita.
Domingo 21 de febrero:
"Aquero"
Por la mañana temprano la Señora se presenta a
Bernardita, a la que acompañan un centenar de
personas. Después es interrogada por el comisario de
policía Jacomet, que quiere que diga lo que ha visto.
Bernardita no habla más que de "AQUERO" (aquello).
Martes 23 de febrero:
El secreto
Rodeada por unas ciento cincuenta personas,
Bernardita se dirige hacia la Gruta. La Aparición le
comunica un secreto, una confidencia "sólo para ella",
pues sólo a ella concierne.
Miércoles 24 de febrero:
¡Penitencia!
Mensaje de la Señora: "¡Penitencia! ¡Penitencia!
¡Penitencia! ¡Ruega a Dios por los pecadores!
¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!"
Jueves 25 de febrero:
La fuente
Trescientas personas están allí presentes. Bernardita
cuenta: "ME DIJO QUE FUERA A BEBER A LA FUENTE
[...] NO ENCONTRÉ MÁS QUE UN POCO DE AGUA
FANGOSA. AL CUARTO INTENTO, CONSEGUÍ BEBER;
ME MANDÓ TAMBIÉN QUE COMIERA HIERBA QUE
HABÍA CERCA DE LA FUENTE, LUEGO LA VISIÓN
DESAPARECIÓ Y ME MARCHÉ." Ante la muchedumbre
que le comenta: "¿Sabes que la gente cree que estás
loca por hacer tales cosas?", Bernardita sólo contesta.
"ES POR LOS PECADORES."
Sábado 27 de febrero :
Silencio
Hay allí ese día ochocientas personas. La Aparición
permanece silenciosa. Bernardita bebe agua del
manantial y hace los gestos habituales de penitencia.
Domingo 28 de febrero :
Penitencia
Más de mil personas asisten al éxtasis.
Bernardita reza, besa la tierra y se arrastra
de rodillas en señal de penitencia. A
continuación se la llevan a casa del juez
Ribes que la amenaza con meterla en la
cárcel.
Lunes 1 de marzo :
Primer milagro
Se han congregado más de mil quinientas
personas y entre ellas, por primera vez, un
sacerdote. Durante la noche, Catalina
Latapie, una amiga de Lourdes, acude a la
Gruta, moja su brazo dislocado en el agua
del manantial y el brazo y la mano recuperan
su agilidad.
Martes 2 de marzo :
Mensaje para los sacerdotes
La muchedumbre aumenta cada vez más. La Señora le
encarga: "Vete a decir a los sacerdotes que se construya
aquí una capilla y que se venga en procesión." Bernardita
se lo hace saber al cura Peyra-male, párroco de Lourdes.
Éste tan sólo quiere saber una cosa: el nombre de la
Señora. Exige, además, como prueba, ver florecer en
invierno el rosal silvestre de la Gruta.
Miércoles 3 de marzo :
Una sonrisa
A las siete de la mañana, cuando ya hay allí tres mil
personas, Bernardita se encamina hacia la Gruta; pero ¡la
Visión no aparece! Al salir del colegio, siente la llamada
interior de la Señora; acude a la Gruta y vuelve a
preguntarle su nombre. La respuesta es una sonrisa. El
párroco Peyramale vuelve a decirle: "Si de verdad la
Señora quiere una capilla, que diga su nombre y haga
florecer el rosal de la Gruta."
Jueves 4 de marzo:
¡el día más esperado!
El gentío cada vez más numeroso
(alrededor de ocho mil personas) está
esperando un milagro al finalizar
estos quince días. La visión
permanece silenciosa. El cura
Peyramale se mantiene en su
postura. Durante los veinte días
siguientes, Bernardita no acudirá a la
Gruta; no siente dentro de sí la
irresistible invitación.
Jueves 25 de marzo:
¡El nombre que se esperaba!
Por fin la visión revela su nombre; pero el rosal
silvestre sobre el cual posa los pies durante las
apariciones no florece. Bernardita cuenta:
"LEVANTÓ LOS OJOS HACIA EL CIELO, JUNTANDO
EN SIGNO DE ORACIÓN LAS MANOS QUE TENÍA
ABIERTAS Y TENDIDAS HACIA EL SUELO, Y ME
DIJO: QUE SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN."
La joven vidente salió corriendo, repitiendo sin
cesar, por el camino, aquellas palabras que no
entiende. Palabras que conmueven al buen
párroco, ya que Bernardita ignoraba esa expresión
teológica que sirve para nombrar a la Santísima
Virgen. Solo cuatro años antes, en 1854, el papa
Pío IX había declarado aquella expresión como
verdad de fe, un dogma.
Miércoles 7 de abril :
El milagro del cirio
Durante esta Aparición, Bernardita sostiene en la
mano su vela encendida, y en un cierto momento la
llama lame su mano sin quemarla. Este hecho es
inmediatamente constatado por el médico, el
doctor Douzous.
Jueves 16 de julio:
Última Aparición
Bernardita siente interiormente el misterioso
llamamiento de la Virgen y se dirige a la Gruta; pero
el acceso a ella estaba prohibido y la gruta, vallada.
Se dirige, pues, al otro lado del Gave, enfrente de la
Gruta. "ME PARECÍA QUE ESTABA DELANTE DE LA
GRUTA, A LA MISMA DISTANCIA QUE LAS OTRAS
VECES, NO VEÍA MÁS QUE A LA VIRGEN, ¡JAMÁS
LA HABÍA VISTO TAN BELLA!"
Oración a Nuestra Señora de Lourdes
(Fiesta 11 de febrero)‫‏‬

Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de


Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis
para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia,
dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana
bondad. Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que
pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan
confiados a Ti. ¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las
tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas
abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable
de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de
la divina caridad! Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las
penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y
sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti.
Amén.

Grupo Vidas Santas


Espero que esta undécima
parte sea de vuestro agrado, y
que aprovechéis al máximo el
contenido de ella.
Recordemos que la aparición de
la Inmaculada Concepción en
Lourdes, Francia, fue la primera
de esta índole aceptada por la
Santa Iglesia.

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