Santo Tomás de Aquino, Santa Bernardita de Soubirous y
las apriciones de la Virgen de Lourdes
Queridos hermanos, esta es la novena parte
de la vida de los Santos. Leedla con cuidado y tratad de imitar a estas personas, para que podáis llegar a la culminación de la santidad.
Francisco Martínez Arias
Septiembre 2008 Santo Tomás de Aquino Doctor de la Iglesia 28 de enero se celebra sus festividad
Tomás nació en medio de una aristocrática familia, alrededor
de 1225. A pesar de la fuerte oposición de los suyos, ingresó a la orden de Santo Domingo a la edad de 19 años. En 1245, sus superiores lo enviaron a estudiar a París, donde sus dotes de humildad hicieron que al principio su gran inteligencia y saber pasasen desapercibidos. Sus condiscípulos llegaron a llamarlo, por su silenciosa y meditativa timidez, y su físico corpulento, “el buey mudo”. Al recibirse de bachiller, siguiendo el orden académico de la época, comenzó a enseñar en la Universidad de París, y compuso obras como sus comentarios sobre el Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo, sobre el libro de Isaías y sobre el Evangelio según San Mateo. Cuatro años más tarde, se le confió la cátedra de doctor, encargado de enseñar, discutir y predicar y algún tiempo después, empezó a escribir la Suma contra los Gentiles. De 1259 a 1268, el santo era muy popular en toda Italia, país en el que enseñó y donde también predicó en muchas ciudades. Hacia 1266, comenzó a escribir la más famosa de sus obras: la Suma Teológica. De vuelta a París, el santo continuó, en medio sus clases, predicaciones y discusiones públicas, la redacción de la Suma, incluido el tratado de la Eucaristía. Dice una tradición que el Crucifijo le habló y le dijo: “Has escrito bien de mí, Tomás”, confirmando su teología eucarística. Posteriormente, Tomás fue llamado nuevamente a Italia y ocupó el cargo de rector en la Universidad de Nápoles.
Al año siguiente, por causa de una poderosa visión, Tomás cesó de
escribir y enseñar, sin terminar la Suma Teológica. Se hallaba muy enfermo cuando el Papa Gregorio X lo invitó al Concilio de Lyon, pero durante el viaje su enfermedad se agravó aún más, siendo trasladado a la abadía cistercience de Fossa Nuova, donde falleció en la madrugada del 7 de marzo de 1274. Sinopsis (Llamado Doctor Angélico; Roccaseca, actual Italia, 1224-Fossanuova, id., 1274) Teólogo y filósofo italiano. Hijo de una de las familias aristócratas más influyentes de la Italia meridional, estudió en Montecassino, en cuyo monasterio benedictino sus padres quisieron que siguiera la carrera eclesiástica. Posteriormente se trasladó a Nápoles, donde cursó estudios de artes y teología y entró en contacto con la Orden de los Hermanos Predicadores En 1243 manifestó su deseo de ingresar en dicha Orden, pero su familia se opuso firmemente, e incluso su madre consiguió el permiso de Federico II para que sus dos hermanos, miembros del ejército imperial, detuvieran a Tomás. Ello ocurrió en Acquapendente en mayo de 1244 y el santo permaneció retenido en el castillo de Santo Giovanni durante un año. Tras una queja de Juan el Teutónico, general de los dominicos, a Federico II, éste accedió a que Tomás fuera puesto en libertad. Luego, se le permitió trasladarse a París, donde permaneció desde 1245 hasta 1256, fecha en que obtuvo el título de maestro en teología. Durante estos años estuvo al cuidado de Alberto Magno, con quien entabló una duradera amistad. Les unía -además del hecho de pertenecer ambos a la Orden dominica- una visión abierta y tolerante, aunque no exenta de crítica, del nuevo saber grecoárabe, que por aquellas fechas llegaba masivamente a las universidades y centros de cultura occidentales. Tras doctorarse, ocupó una de las cátedras reservadas a los dominicos, tarea que compatibilizó con la redacción de sus primeras obras, en las cuales empezó a alejarse de la corriente teológica mayoritaria, derivada de las enseñanzas de san Agustín En 1259 regresó a Italia, donde permaneció hasta 1268 al servicio de la corte pontificia en calidad de instructor y consultor del Papa, a quien acompañaba en sus viajes. Durante estos años redactó varios comentarios al Pseudo- Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma contra los gentiles, obra en la cual repasaba críticamente las filosofías y teologías presentes a lo largo de la historia, e inició la redacción de su obra capital, la Suma Teológica, en la que estuvo ocupado entre 1267 y 1274 y que representa el compendio último de todo su pensamiento. Tomás de Aquino supo resolver la crisis producida en el pensamiento cristiano por el averroísmo, interpretación del pensamiento aristotélico que resaltaba la independencia del entendimiento guiado por los sentidos y planteaba el problema de la doble verdad, es decir, la contradicción de las verdades del entendimiento y las de la revelación. En oposición a esta tesis, defendida en la Universidad de París por Siger de Brabante, afirmó la necesidad de que ambas fueran compatibles, pues, procediendo de Dios, no podrían entrar en contradicción; ambas verdades debían ser, además, complementarias, de modo que las de orden sobrenatural debían ser conocidas por revelación, mientras que las de orden natural serían accesibles por el entendimiento; filosofía y teología son, por tanto, distintas y complementarias, siendo ambas racionales, pues la teología deduce racionalmente a partir de las premisas reveladas. A medio camino entre el espiritualismo agustiniano y el naturalismo emergente del averroísmo, defendió un realismo moderado, para el cual los universales (los conceptos abstractos) existen fundamentalmente in re (en las cosas) y sólo formalmente post rem (en el entendimiento). En último término, Tomás de Aquino encontró una vía para conciliar la revalorización del mundo material que se vivía en Occidente con los dogmas del cristianismo, a través de una inteligente y bien trabada interpretación de Aristóteles. La teología tomista La demostración de la existencia de Dios llevada a cabo por Tomás de Aquino está enmarcada dentro de su sistema teológico. La teología tiene como objeto el conocimiento de Dios y por ello, su orden de exposición es, como se ha indicado, de arriba hacia abajo, es decir, prima el conocimiento de Dios sobre sus criaturas.
Tomas de Aquino ‘distingue sin embargo, dos acepciones
distintas de teología: una teología natural que estudia a Dios, en tanto que causa de los entes finitos; esto es, de los seres contingentes, y una teología sobrenatural: conocimiento de Dios en cuanto Dios, es decir a través de la Revelación divina. Las dos Summas de santo Tomás versan sobre teología natural: ya que en los entes finitos su esencia no incluye su existencia (son contingentes), habrá que explicar su existencia a partir de la existencia de un ser necesario, cuya esencia sí coincida con su existencia.
La cuestión tomista de la demostración de la
existencia de Dios proviene de su necesidad de demostración racional. Una demostración es una argumentación mediante la cual se extrae una conclusión a partir de determinadas premisas ciertas. La existencia de Dios es algo evidente por sí mismo (per se), pero no lo es en cuanto a nosotros o para nosotros (quoad nos). Distingue así, Tomás de Aquino entre: Proposiciones per se nota: proposiciones evidentes por sí mismas al estar su predicado incluido en el concepto de sujeto. El predicado «existe» de la oración «Dios existe» está incluido en su noción de sujeto, al ser Dios el ser en el cual coinciden esencia y existencia (Dios es su existencia, est suum esse).
Proposiciones perse nota etiam quoad nos: proposiciones
evidentes por sí mismas y también para nosotros. La proposición «Dios existe» es evidente por sí misma pero no para nosotros, ya que al ser la mente humana finita y limitada, ignoramos el contenido de la esencia y de la existencia de Dios y, por tanto, desconocemos la naturaleza divina y necesitamos de su demostración racional.
Por este motivo, si queremos saber si Dios existe hemos de recurrir
al desarrollo-de una demostración racional que nos pondrá de manifiesto la veracidad o falsedad de la proposición «Dios existe». Pueden darse, sin embargo, dos tipos de demostraciones: Demostraciones a priori: las que constituyen aquel tipo de razonamientos que opera desde el principio a la consecuencia, o lo que es lo mismo, de la causa al efecto. Demostraciones a posteriori: son los razonamientos cuyo orden va del efecto a la causa. En el caso de la demostración de la existencia de Dios, será necesaria una demostración a posteriori, es decir, a partir de los efectos que produce la causa (Dios) que queremos demostrar. Esto significa demostrar su existencia a partir de las criaturas, del mundo, de lo creado por Dios. Por ello, a los argumentos tomistas se les denomina cosmológicos, porque parten del mundo (cosmos). La existencia de Dios se infiere del mismo examen de los entes finitos. Sin causa (Dios), no habría efectos (Universo) Tomás de Aquino es principalmente un teólogo, y su filosofía está al servicio de la religión, es decir, no cabe la posibilidad de que una verdad racional contradiga o refute una verdad revelada. Filosofía y teología, representantes de dos ámbitos de conocimiento heterogéneos e independientes entre sí <razón y fe>, no se contradicen mutuamente, porque ambas tienen el mismo objeto material (lo real), pero no el mismo objeto formal: la filosofía ha de partir de los datos empíricos, utilizando la mera luz de la razón para conocer lo real. La teología estudia lo real apoyándose en las verdades de la Revelación, accesibles únicamente a través de la fe. La filosofía opera de abajo hacia arriba; la teología, de arriba abajo.
El cometido fundamental de la filosofía es el de ayudar a la
teología utilizando a razón como instrumento para demostrar rigurosamente algunas de las verdades reveladas: los preámbulos de la fe, zona de confluencia entre los misterios que sobrepasan nuestro conocimiento (artículos de la fe) y las verdades racionales comunes a todos los hombres.Tomás de Aquino encarna la época dorada de la escolástica, caracterizada por la construcción de grandes sistemas filosóficos: majestuosas catedrales conceptuales elevadas hacia Dios y cuyos cimientos arraigan en la terrenal filosofía aristotélica Su fiesta se celebra 18 de Febrero Santa Bernardita Soubirous Nació en Lourdes (Francia) en 1844. Hija de padres muy pobres. Fue bautisada con el nombre María Bernarda (nombre que ella empleará después cuando sea religiosa) pero todos la llamaban Bernardita.
Era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivían en un
sótano húmedo y miserable, y el papá tenía por oficio botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada. A causa también del clima terriblemente frío en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración. Esta enfermedad será su compañera durante toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. En ella se cumplieron aquellas palabras de Jesús: "Mi Padre, el árbol que más quiere, más lo poda (con sufrimientos) para que produzca más frutos" (Juan. 15). En ella se cumplió lo que dijo San Pablo: "Dios escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidades del mundo". A los 14 años no sabía leer ni escribir ni había hecho la Primera Comunión porque no había logrado aprenderse el catecismo. Pero tenía unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decía una mentira. Un día ve unas ovejas con una mancha verde sobre la lana y pregunta al papá: ¿Por qué tienen esa mancha verde? El papá en son de broma, le responde: "Es que se indigestaron por comer demasiado pasto". La muchachita se pone a llorar y exclama: "Pobres ovejas, se van a reventar". Su papá le dice le dice que era una mentirilla. Ella dice: ¡Es que como yo jamás he dicho una mentira, me imaginé que los demás tampoco las decían nunca!
Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de
julio del mismo año, la Sma. Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en detalle en el día 11 de febrero. Nuestra Señora le dijo: "No te voy a hacer feliz en esta vida, pero sí en la otra". Y así sucedió . La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo. Nuestra Señora le había contado tres secretos, que ella jamás quiso contar a nadie. Probablemente uno de estos secretos era que no debería recibir dineros ni regalos de nadie y el otro, que no hiciera nunca nada que atrajera hacia ella las miradas. Por eso se conservó siempre muy pobre y apartada de toda exhibición. Ella no era hermosa, pero después de las apariciones, sus ojos tenían un brillo que admiraba a todos.
Le costaba mucho salir a recibir visitas porque todos le
preguntaban siempre lo mismo y hasta algunos declaraban que no creían en lo que ella había visto. Cuando la mamá la llamaba a atender alguna visita, ella se estremecía y a veces se echaba a llorar. "Vaya ", le decía la señora, ¡tenga valor! Y la jovencita se secaba las lágrimas y salía a atender a los visitantes demostrando alegría y mucha paciencia, como si aquello no le costara ningún sacrificio. Para burlarse de ella porque la Virgen le había dicho que masticara unas hierbas amargas, como sacrificio, el sr. alcalde le dijo: ¿Es que la confundieron con una ternera? Y la niña le respondió: ¿Señor alcalde, a usted si le sirven lechugas en el almuerzo? "Claro que sí" ¿Y es que lo confunden con un ternero? Todos rieron y se dieron cuenta de que era humilde pero no era tonta. Bernardita pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers. Demoraron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron y en julio de 1866 comenzó su noviciado y el 22 de septiembre de 1878 pronunció sus votos. En la comunidad hizo de enfermera y de sacristana, y después por nueve años estuvo sufriendo una muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los más terribles ataques exclamaba: "Lo que le pido a Nuestro Señor no es que me conceda la salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportar con paciencia mi enfermedad. Para cumplir lo que recomendó la Sma. Virgen, ofrezco mis sufrimientos como penitencia por la conversión de los pecadores".
Uno de los medios que Dios tiene para que las
personas santas lleguen a un altísimo grado de perfección, consiste en permitir que les llegue la incomprensión, y muchas veces de parte de personas que están en altos puestos y que al hacerles la persecución piensan que con esto están haciendo una obra buena. Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le tenía una antipatía total y casi todo lo que ella hacía lo juzgaba negativamente. Así, por ejemplo, a causa de un fuerte y continuo dolor que la joven sufría en una rodilla, tenía que cojear un poco. Pues bien, la superiora decía que Bernardita cojeaba para que la gente al ver las religiosas pudiera distinguir desde lejos cuál era la que había visto a la Virgen. Y así en un sinnúmero de detalles desagradables la hacía sufrir. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto. Recordaba muy bien la noticia que le había dado la Madre de Dios: "No te haré feliz en esta vida, pero sí en la otra".
Duró quince años de religiosa. Los primeros 6 años
estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años padeció noche y día de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis. Cuando llegaba el invierno, con un frío de varios grados bajo cero, se ahogaba continuamente y su vida era un continuo sufrir. Deseaba mucho volver a Lourdes, pero desde el día en que fue a visitar la Gruta por última vez para irse de religiosa, jamás volvió por allí. Ella repetía: "Ah quién pudiera ir hasta allá, sin ser vista. Cuando se ha visto una vez a la Sma. Virgen, se estaría dispuesto a cualquier sacrificio con tal de volverla a ver. Tan bella es". Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara cómo habían sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altísimo puesto en el cielo. Cuando ya le faltaba poco para morir, llegó un obispo a visitarla y le dijo que iba camino de Roma, que le escribiera una carta al Santo Padre para que le enviara una bendición, y que él la llevaría personalmente. Bernardita, con mano temblorosa, escribe: "Santo Padre, qué atrevimiento, que yo una pobre hermanita le escriba al Sumo Pontífice. Pero el Sr. Obispo me ha mandado que lo haga. Le pido una bendición especial para esta pobre enferma". A vuelta del viaje el Sr. Obispo le trajo una bendición especialísima del Papa y un crucifijo de plata que le enviaba de regalo el Santo Padre. El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Que hermosa era!" Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años. A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedían su ayuda. 30 años más tarde, su cadáver fue exhumado, y hallado en perfecto estado de conservación, unos años después, poco antes de su Beatificación, efectuada el 12 de Junio de 1925, se realizó un segundo reconocimiento del cuerpo, el cual seguía intacto.
Bernadette fue Canonizada el 8 de
Diciembre de 1933. Su cuerpo incorrupto todavía puede verse en el Convento de Nevers, dentro de un féretro de cristal. La festividad de la Santa se celebra el 16 de Abril. (Ahora el 18 de febrero) Otras fechas importantes: 1907: apertura del proceso ordinario de beatificación, que termina en 1909. 1909: el 22 de septiembre, primera exhumación del cuerpo de Bernardita. El cuerpo se encuentra intacto. 1913: el 13 de agosto, el Papa Pío X autoriza la introducción de la causa de beatificación. 1919: el 3 de abril: segunda exhumación para reconocimiento del cuerpo. 1923: el 18 de noviembre, Pío XI declara la heroicidad de las virtudes. 1925: el 18 de abril, tercera exhumación del cuerpo, que se sigue manteniendo incorrupto. El 14 de junio, beatificación de Bernardita, por el Papa Pío XI, en San Pedro de Roma. El 18 de julio, el cuerpo de Bernardita es colocado en una urna, después de cubrir las manos y la cara con una fina película de cera. El 3 de agosto, traslado de la urna, del noviciado a la capilla del convento de San Gildard. 1933: el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, canonización de Bernardita por el Papa Pío XI. 1958: centenario de las apariciones de Lourdes. 4 millones y medio de peregrinos. 1979: centenario de la muerte de Santa Bernardita. De este modo, dos veces se abrió el féretro de Bernardita durante su proceso de Beatificación y Canonización, después de décadas de su muerte. Y en ambas oportunidades se encontró su cuerpo totalmente incorrupto pese al paso de los años Esta señal de Dios, un milagro ante nosotros, testimonia la santidad que ella tuvo en vida y que le mereció entrar al Reino de Dios de la mano de su amada Madre Celestial. Bernadette . Su cuerpo, aún incorrupto en la actualidad, está expuesto en una urna de cristal en el convento de San Gildard, en Nevers, Francia. Miremos el rostro resplandeciente, pleno de felicidad, de Bernardita. Ella nos muestra con que alegría se llega al final de la vida, cuanto se tiene la seguridad plena de estar entrando en la Patria Celestial. Mgr Laurence, Obispo de Tarbes y Lourdes de 1844 a 1870. Reconocimiento oficial de las apariciones por la Iglesia A la entrada de la Basílica Superior, a la derecha, se puede leer grabada en una placa de mármol la declaración solemne del Obispo de las Apariciones, Monseñor Laurence : "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se ha aparecido realmente a Bernardita Soubirous, el 11 de febrero de 1858 y los días siguientes, hasta diez y ocho veces, en la Gruta de Massabielle, cerca de la ciudad de Lourdes; que esta aparición reviste todos los caracteres de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla como cierta. Humildemente sometemos nuestro juicio al Juicio del Soberano Pontífice, que está encargado del gobierno de la Iglesia universal". Esta declaración del Obispo de Tarbes es fundamental: 4 años después de las Apariciones, el 18 de enero de 1862, las declara auténticas en nombre de la Iglesia.
Mons. Laurence no tardó mucho: las 18
Apariciones tuvieron lugar del 11 de febrero al 16 de julio, y el 28 de julio creó una comisión de investigación "para recoger y constatar los hechos que han ocurrido o que podrían ocurrir todavía en la gruta de Lourdes o por su causa; para indicárnoslos, para darnos a conocer su carácter y proporcionarnos de esa manera los elementos indispensables para llegar a una solución". Juicio del Obispo
Y el Obispo concluye: "Existe pues una estrecha relación
entre las curaciones y la Aparición; la Aparición es divina, ya que las curaciones llevan un sello divino. Pero lo que viene de Dios es verdad. Por consiguiente, la Aparición que se dice la Inmaculada Concepción, lo que Bernardita ha visto y oído, es la Santísima Virgen. Gritemos pues: el dedo de Dios está aquí". Y el obispo aludiendo a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por Pío IX a finales de 1854, exclama:"He aquí que tres años después, la Santísima Virgen apareciéndose a una niña le dice "Yo soy la Inmaculada Concepción. Quiero que se levante aquí una capilla en mi honor". ¿No parece querer consagrar con un monumento el oráculo infalible del sucesor de San Pedro?". Sigue después, habiendo invocado el santo nombre de Dios, el texto del decreto con el reconocimiento oficial de las Apariciones que hemos citado al principio. LAS APARICIONES DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
Jueves 11 de febrero 1858 : El encuentro
Acompañada de su hermana y de una amiga,
Bernardita se dirige a la Gruta de Massabielle, al borde del Gave, para recoger leña, ramas secas y pequeños troncos. Mientras se está descalzando para cruzar el arroyo, oye un ruido como de una ráfaga de viento, levanta la cabeza hacia la Gruta: "VI A UNA SEÑORA VESTIDA DE BLANCO: LLEVABA UN VESTIDO BLANCO, UN VELO TAMBIÉN DE COLOR BLANCO, UN CINTURÓN AZUL Y UNA ROSA AMARILLA EN CADA PIE." Hace la señal de la cruz y reza el rosario con la Señora. Terminada la oración, la Señora desaparece de repente. Domingo 14 de febrero: El agua bendita Bernardita siente una fuerza interior que la empuja a volver a la Gruta a pesar de la prohibición de sus padres. Debido a su insistencia, su madre le da permiso para volver. Después de la primera decena del rosario, Bernardita ve aparecer a la misma Señora. Le echa agua bendita. La Señora sonríe e inclina la cabeza. Terminado el rosario, la Señora desaparece. Jueves 18 de febrero : La Señora habla Por primera vez, la Señora habla. Bernardita le ofrece papel y una pluma y le pide que escriba su nombre. La Señora le dice: "No es necesario" y añade: "No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro. ¿Quieres hacerme el favor de venir aquí durante quince días?". Viernes 19 de febrero : Aparición breve y silenciosa Bernardita llega a la Gruta con una vela bendecida y encendida. De aquel gesto nacerá la costumbre de llevar velas para encenderlas ante la Gruta. Sábado 20 de febrero : En el silencio La Señora le ha enseñado una oración personal. Al terminar la visión, una gran tristeza invade a Bernardita. Domingo 21 de febrero: "Aquero" Por la mañana temprano la Señora se presenta a Bernardita, a la que acompañan un centenar de personas. Después es interrogada por el comisario de policía Jacomet, que quiere que diga lo que ha visto. Bernardita no habla más que de "AQUERO" (aquello). Martes 23 de febrero: El secreto Rodeada por unas ciento cincuenta personas, Bernardita se dirige hacia la Gruta. La Aparición le comunica un secreto, una confidencia "sólo para ella", pues sólo a ella concierne. Miércoles 24 de febrero: ¡Penitencia! Mensaje de la Señora: "¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Ruega a Dios por los pecadores! ¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!" Jueves 25 de febrero: La fuente Trescientas personas están allí presentes. Bernardita cuenta: "ME DIJO QUE FUERA A BEBER A LA FUENTE [...] NO ENCONTRÉ MÁS QUE UN POCO DE AGUA FANGOSA. AL CUARTO INTENTO, CONSEGUÍ BEBER; ME MANDÓ TAMBIÉN QUE COMIERA HIERBA QUE HABÍA CERCA DE LA FUENTE, LUEGO LA VISIÓN DESAPARECIÓ Y ME MARCHÉ." Ante la muchedumbre que le comenta: "¿Sabes que la gente cree que estás loca por hacer tales cosas?", Bernardita sólo contesta. "ES POR LOS PECADORES." Sábado 27 de febrero : Silencio Hay allí ese día ochocientas personas. La Aparición permanece silenciosa. Bernardita bebe agua del manantial y hace los gestos habituales de penitencia. Domingo 28 de febrero : Penitencia Más de mil personas asisten al éxtasis. Bernardita reza, besa la tierra y se arrastra de rodillas en señal de penitencia. A continuación se la llevan a casa del juez Ribes que la amenaza con meterla en la cárcel. Lunes 1 de marzo : Primer milagro Se han congregado más de mil quinientas personas y entre ellas, por primera vez, un sacerdote. Durante la noche, Catalina Latapie, una amiga de Lourdes, acude a la Gruta, moja su brazo dislocado en el agua del manantial y el brazo y la mano recuperan su agilidad. Martes 2 de marzo : Mensaje para los sacerdotes La muchedumbre aumenta cada vez más. La Señora le encarga: "Vete a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión." Bernardita se lo hace saber al cura Peyra-male, párroco de Lourdes. Éste tan sólo quiere saber una cosa: el nombre de la Señora. Exige, además, como prueba, ver florecer en invierno el rosal silvestre de la Gruta. Miércoles 3 de marzo : Una sonrisa A las siete de la mañana, cuando ya hay allí tres mil personas, Bernardita se encamina hacia la Gruta; pero ¡la Visión no aparece! Al salir del colegio, siente la llamada interior de la Señora; acude a la Gruta y vuelve a preguntarle su nombre. La respuesta es una sonrisa. El párroco Peyramale vuelve a decirle: "Si de verdad la Señora quiere una capilla, que diga su nombre y haga florecer el rosal de la Gruta." Jueves 4 de marzo: ¡el día más esperado! El gentío cada vez más numeroso (alrededor de ocho mil personas) está esperando un milagro al finalizar estos quince días. La visión permanece silenciosa. El cura Peyramale se mantiene en su postura. Durante los veinte días siguientes, Bernardita no acudirá a la Gruta; no siente dentro de sí la irresistible invitación. Jueves 25 de marzo: ¡El nombre que se esperaba! Por fin la visión revela su nombre; pero el rosal silvestre sobre el cual posa los pies durante las apariciones no florece. Bernardita cuenta: "LEVANTÓ LOS OJOS HACIA EL CIELO, JUNTANDO EN SIGNO DE ORACIÓN LAS MANOS QUE TENÍA ABIERTAS Y TENDIDAS HACIA EL SUELO, Y ME DIJO: QUE SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN." La joven vidente salió corriendo, repitiendo sin cesar, por el camino, aquellas palabras que no entiende. Palabras que conmueven al buen párroco, ya que Bernardita ignoraba esa expresión teológica que sirve para nombrar a la Santísima Virgen. Solo cuatro años antes, en 1854, el papa Pío IX había declarado aquella expresión como verdad de fe, un dogma. Miércoles 7 de abril : El milagro del cirio Durante esta Aparición, Bernardita sostiene en la mano su vela encendida, y en un cierto momento la llama lame su mano sin quemarla. Este hecho es inmediatamente constatado por el médico, el doctor Douzous. Jueves 16 de julio: Última Aparición Bernardita siente interiormente el misterioso llamamiento de la Virgen y se dirige a la Gruta; pero el acceso a ella estaba prohibido y la gruta, vallada. Se dirige, pues, al otro lado del Gave, enfrente de la Gruta. "ME PARECÍA QUE ESTABA DELANTE DE LA GRUTA, A LA MISMA DISTANCIA QUE LAS OTRAS VECES, NO VEÍA MÁS QUE A LA VIRGEN, ¡JAMÁS LA HABÍA VISTO TAN BELLA!" Oración a Nuestra Señora de Lourdes (Fiesta 11 de febrero)
Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de
Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad. Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti. ¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad! Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.
Grupo Vidas Santas
Espero que esta undécima parte sea de vuestro agrado, y que aprovechéis al máximo el contenido de ella. Recordemos que la aparición de la Inmaculada Concepción en Lourdes, Francia, fue la primera de esta índole aceptada por la Santa Iglesia.