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y las experiencias sociales relacionadas con las citas, el casamiento y los aspectos
físicos del sexo. La educación sexual, adecuada para el nivel de desarrollo y los
logros intelectuales de las personas con síndrome de Down, suma a la calidad de
vida al engendrar una sexualidad saludable, reducir el riesgo de abuso sexual,
evitar los malos entendidos de índole sexual, prevenir la transmisión de
enfermedades, prevenir los embarazos no deseados y aliviar otros problemas
relacionados con la función sexual.
En el pasado, la sexualidad no se consideraba un problema para ninguna
persona con síndrome de Down debido a la creencia inexacta de que la
discapacidad intelectual (antiguamente conocida como retraso mental)
producía una infancia permanente. De hecho, todas las personas con
síndrome de Down tienen sentimientos sexuales y necesidades íntimas. Es
importante que las familias y quienes los cuidan reconozcan la expresión
de estos sentimientos de forma socialmente aceptada y adecuada para la
edad.
La educación de la sexualidad es la forma de planificar este aspecto de la
edad adulta según se aplique a la independencia en entornos educativos,
sociales, residenciales y vocacionales.
Los cambios emocionales
característicos de la
adolescencia también están
presentes en los preadolescentes
y los adolescentes con síndrome
de Down y pueden verse
intensificados por factores
sociales. Cualquier adolescente
que viva en la comunidad, asista
a la escuela y esté expuesto a los
medios inevitablemente
desarrolla una conciencia de
sexualidad. Los adolescentes y
los jóvenes adultos con síndrome
de Down a menudo expresan
interés en tener citas, casarse y
tener hijos. Se puede esperar
que experimenten los cambios
típicos de la adolescencia en su
ánimo y su punto de vista.
Para ser efectiva, la educación debe ser
individualizada y comprensible,
concentrándose no sólo en los aspectos
físicos reproductivos, sino poniendo una
gran atención en el toma de decisiones,
las normas culturales, las presiones de
los pares, las relaciones, las destrezas
sociales y las oportunidades. El
posicionamiento de la sexualidad dentro
del contexto de la vida en la comunidad
requiere el desarrollo de valores
personales y responsabilidades de la
vida adulta. Un currículo ideal asegurará
que las personas con síndrome de Down
comprendan sus cuerpos, sus emociones,
sus conductas y sus relaciones dentro de
su entorno social y cultural. La
información sobre las relaciones
sexuales, así como otras expresiones de
la sexualidad adulta, incluso tener hijos,
debería atenerse a los hechos, ser
realista y resaltar la importancia de la
responsabilidad personal y les
estándares de la comunidad para la
conducta adulta.
La creación de un ambiente
conducente a una expresión
sexual saludable se deberá tener
en cuenta en el diseño de los
programas educativos,
vocacionales, sociales,
recreativos y residenciales. Una
conciencia sexual positiva sólo
podrá desarrollarse dándoles
poder personal, autoestima,
comprensión de las relaciones
sociales y de la interacción
personal/destrezas de
comunicación. Todos estos
factores ejercen una influencia
en la forma de satisfacer las
necesidades de intimidad.
Los hombres y las mujeres con síndrome de
Down tienen la misma susceptibilidad que el
resto de la población para enfermedades de
transmisión sexual (ETS). El uso de
preservativos durante la relación sexual es la
forma más conocida de protección contra el
SIDA, herpes y otras enfermedades de
transmisión sexual. La educación sexual
debería incluir información sobre
enfermedades de transmisión sexual y cómo
reducir el riesgo de contagio.
DERECHO A LA SEXUALIDAD