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La medida de un ejecutivo
es su habilidad de hacer
las cosas correctas, y
hacerlas bien. Eso incluye
hacer lo que otros pasan
por alto, así como evitar
aquello que resulta
improductivo.
Un ejecutivo necesita
de inteligencia,
imaginación y
conocimiento. Pero
estas habilidades
serían desperdiciadas
si no tiene los hábitos
adquiridos para
convertirlas en
resultados.
Ser un buen ejecutivo
requiere mucho más
que trabajar duro,
tomar clases nocturnas
o llevar trabajo a la
casa. La idea no es
trabaja mucho, sino
trabajar efectivamente.
PARA ELLO, DRUCKER IDENTIFICA CINCO
PRÁCTICAS FUNDAMENTALES:
1. Sepa en qué invierte el
tiempo: Identifique los
“desperdiciadores de
tiempo” suyos y de su
compañía. ¿Está usted
haciendo cosas que no
necesita, como ir a
reuniones improductivas?
2. Enfóquese en la
contribución: pregúntese a
sí mismo, ¿qué puedo
hacer para afectar de
forma significativa los
resultados de esta
organización? Vaya más
allá de su propia
especialización.
3. Desarrolle fortalezas: la
suya propia y la de sus
subordinados. Si usted
trabaja con gente,
benefíciese de sus
fortalezas en lugar de
concentrarse en sus
debilidades o fallas.
4. Establezca prioridades:
haga las cosas más
importantes primero, y haga
una cosa a la vez. Aquellos
que se comprometen con
una larga lista de proyectos,
y avanzan un poco cada día,
no alcanzan resultados en
ninguno.
5. Sistematice la toma de decisiones:
a) Defina el problema de forma precisa y completa.
b) Especifique lo que la decisión debe lograr.
c) Convierta la decisión en acción (informe qué debe
hacerse a quienes deba hacerlo).
d) Pruebe la efectividad de la decisión obteniendo
retroalimentación.
IMPORTANTE:
Conocer cuáles son sus puntos fuertes y sus
debilidades. Para ello, es importante saber qué es lo
que se necesita hacer y en qué lugar de la empresa
esos puntos fuertes marcan la verdadera diferencia.