Al llegar al siglo VIII a. C., la profecía israelita
cuenta ya con una larga historia y nombres famosos: Samuel, Ajías, Natán, Elías, Eliseo, entre los más importantes. Sin embargo, a mediados de este siglo se produce un fenómeno totalmente nuevo y de gran trascendencia: aparecen profetas que nos dejan su mensaje por escrito. El primero de ellos es Amós. ¿A qué se debe que un profeta o sus discípulos escriban su mensaje?
La causa más profunda es que el mensaje de estos
profetas era algo nuevo, que no podía ser olvidado. Esta novedad consistiría en el rechazo del reformismo para dar paso a la ruptura total con el sistema vigente. Los profetas anteriores a Amós eran “reformistas”; conscientes de los fallos de sus contemporáneos, pensaban que tales errores podrían solucionarse dentro de las estructuras vigentes. A partir de Amós no ocurre esto. Todo el sistema está podrido. Fecha y lugar
En 1:1 se afirma que Amós profetizó durante los
reinados de Jeroboam II (793-753 a.C.) en el norte y del rey Uzías (790-740) en el sur, y que el mensaje le vino “dos años antes del terremoto”. Josefo data este terremoto en la época de la apostasía de Uzías, a. 750 Amós profetizó en Betel (reino del Norte), donde Jeroboam había levantado uno de sus becerros de oro (1 R 12:25-33). Pudo haber ministrado también en la capital del Norte (Samaria). 950 900 850 800 750 700 650 600 550 500 450
Asiria Babilonia Persia
20 reyes en el Norte (ISRAEL) Amós
R. Unido
20 reyes en el Sur (JUDA)
Autor
Amós, un pastor de Tecoa
(1:1; 7:14-15) No se debe exagerar la humilde condición social de Amos. Amós declara al sacerdote de Betel (7:14) que él no pertenecía a ninguna de las asociaciones proféticas profesionales adictas a la corte real, sino que fue sorprendido por el llamamiento divino cuando se encontraba en medio de sus ocupaciones habituales (7:15). Trasfondo
El reinado de Jeroboam II en Israel había sido la “época
dorada” del norte, con grandes éxitos militares y una economía pujante. La profecía de Amos deja traslucir precisamente este clima de bienestar y desarrollo económico: lujosas construcciones en Samaría (5:11), recubiertas de marfil (3:15); residencias de verano y de invierno (3:15); vida sensual en las ciudades de Israel, donde las clases pudientes banquetean entre música y perfumes sobre divanes y lechos de marfil (6:4-6). Pero espiritualmente la nación no estaba en tan buen estado. Trasfondo
Todo este progreso lleva adherida una decadencia de
orden moral, social y religioso. Como originario del sur Amós no fue muy bien recibido en el norte (7:12-13), pero se mantuvo firme, sabiendo que Dios lo había llamado. Aunque no hay evidencias de que los hombres jamás llegaron a conocerse, Amós habría sido contemporáneo de Oseas, otro profeta en el reino del norte. Destinatarios
Aunque Amós estaba interesado en toda la
casa de Jacob (3:1, 13), su mensaje se dirigía principalmente al Reino del Norte, especialmente a aquellos que estaban asociados con el culto idolátrico en Betel (c. 7) Propósito
Llamar a Israel al arrepentimiento por:
Acciones externas como violencia, injusticia social e idolatría Actitudes internas como orgullo y culto sin corazón En medio de sus denuncias, Amos proclamó la venidera edad mesiánica. Rasgos singulares
Amós es el único profeta del Antiguo
Testamento llamado de una parte del reino dividido para profetizar en la otra parte. Quizá más que cualquier otro profeta del Antiguo Testamento, Amós muestra que un ministro efectivo de Dios no necesita ningún nivel prescrito de educación o de posición social; sólo necesita un llamado de Dios y la voluntad de obedecerle. Estructura numérica c. 1-2
La estructura numérica parece importante en esta
sección. En primer lugar, la estructura que conforma la acusación 3+1 subraya la importancia de lo que se cita en cuarto lugar. “Por tres” el punto de saturación por el pecado es representado por el número 3. “Y por el cuarto” es el punto de rompimiento, no hay marcha atrás para el juicio. En segundo lugar, a esta estructura pertenece también el número de los oráculos, que son 8, es decir, 7+1, atribuyendo a Israel, que se nombra en último lugar, el colmo de la plenitud en la lista de maldades. “El pueblo del Señor”
El pueblo se siente seguro porque es “el pueblo del
Señor”, liberado por él de Egipto (3:1) y escogido entre todas las familias de la tierra. Se considera en una situación privilegiada y piensa que no puede sucederle ninguna desgracia (9:10). Amós tira por tierra toda esta concepción religiosa. Israel no es mejor que los otros reinos (6:2). La salida de Egipto no es un privilegio especial, porque Dios también libero a los filisteos desde Creta y a los arameos desde Kir (9:7). Y si hubo un beneficio especial no es motivo para sentirse seguro, sino para mayor responsabilidad ante Dios. “El día del Señor”
Para el pueblo israelita era algo deseable, en su
concepción, creían que era algo bueno. Amós explica su verdadero significado (5:18-20) Amós ha cambiado su significado, de un día que el pueblo esperaba la intervención divina a su favor, para ahora a significar un día de amargura y de castigo. “Actualidad del mensaje de Amós”
Monoteísmo. Dios es un Dios celoso, que no comparte
su gloria con nadie, cualquier adoración a algo más, es blasfemia contra Él. Autosuficiencia. Ofende a Dios una vida cultual que degenera en autosuficiencia y falsa seguridad. Religiosidad vacía. La religiosidad es inútil cuando no va acompañada de una vida moral y honesta. Injusticia. Las acusaciones contra las injusticias sociales siguen siendo válidas a nivel nacional e internacional