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Al observar la naturaleza, lo primero que se nos presente,

a nosotros hoy y a los hombres de todos los tiempos, es la


diversidad y la multiplicidad de cosas, de animales, de
plantas, si volvemos a observar más detenidamente,
caemos en la cuenta de que los diversos y múltiples seres
cambian. Multiplicidad, diversidad y cambio, son cosas
obvias; pero si vamos un poco más allá de las apariencias
y buscamos lo que está detrás de lo inmediato, podemos
plantearnos interrogantes que nos obliguen a caminar
hacia el mundo de las explicaciones y el conocimiento.
Ahora, lee las siguientes sentencias, expresadas por Aristóteles en su libro Metafísica
III.

“Hay un principio que unifique todo cuanto existe y conceda identidad a aquello que es
tan múltiple y diverso. La mayoría de los primeros filósofos afirmaron que el elemento y
principio primero de todas las cosas es aquél a partir del cual todas las cosas existen y
llegan por primera vez al ser y en el que terminan por convertirse en su corrupción. […]
pues es necesario que haya una sustancia natural, UNA o MULTIPLE, de la que nazcan
las demás, mientras ésta se conserva. […] En cada criatura de la naturaleza hay algo
maravilloso. Y así como se cuenta que Heráclito dijo a unos extranjeros, parados a su
puerta al verlo calentándose en una estufa –Entrad aquí que también hay dioses- del
mismo modo al investigar cada uno de estos seres vivos no hay que avergonzarse, sino
tener la plena seguridad de que en cada uno de ellos se encuentra algo que manifiesta
su naturaleza y su hermosura. Porque en toda obra de la naturaleza no es el azar quien
domina, sino el sentido y la finalidad. Este fin en vista al cual se han constituido todos
los seres, pertenece al reino de la belleza”.
Aristóteles, sobre la parte de los animales. Metafísica III

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