Siglo XX: describir el lenguaje de la lirica según el concepto de función poética
de Jakobson , cuyo principal propósito es el de producir una sensación estética de belleza, agrado o gracia. pensamiento literario contemporáneo: caracteriza la poesía como un código especial de densidad semántica fundamentada en el uso del lenguaje figurado y entre otros. Gérard genette: Ubica la poesía teniendo en cuenta que una obra de dicción, es una historia que nos causa profundos sentimientos, independientemente de su modo de representación, de cómo está escrita. La metalepsis se apoya en la analogía y que guarda características que han sido tradicionalmente adscritas tanto a la metonimia como a la metáfora. Según la retorica clásica la metalepsis se designa por la relación de un efecto por su causa. En un relato la metalepsis permite que permite cuestionar la diferencia entre historia y discurso, focalización y voz, autor y personajes. Desmonta las jerarquías. Genette y otros redujeron la metalepsis solo al campo del relato, cine , teatro excluyendo la poesía. En la poesía, el poeta puede remitir textualmente a una serie de sucesos con cuyo conocimiento publico cuenta, convirtiendo la trama de su propia vida en materia del poema. En ese caso el poeta se introduce en la poesía y se vuelve parte de la historia. Este, emplea juegos de palabras y alusiones cuyo conocimiento o desconocimiento por parte del lector abre o cierra el acceso a un determinado plano de lectura. EJEMPLO Continuidad de los parques, cuento de Julio Cortázar “Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes… Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones” José Ferrater Mora: distingue dos significados de la palabra figura. El primero seria el termino morfé, que hace referencia ala configuración, es decir, a la capacidad organizativa de una estructura. El segundo, seria eidos, que hace referencia a la imagen o, si prefiere, a la forma «externa» de esa configuración. En el primer termino , la figura, situada en el ámbito de las formas de interpretación histórica, se relaciona con la idea de dinamismo y de transformación. En el segundo termino, las figuras serán objeto de un entendimiento pasivo, que las convertiría en productos ,en unidades sensibles, susceptibles de delimitación, combinación y catalogación. El lenguaje figurado es aquel en el que se usa la palabra con un significado diferente que se conoce para dicha palabra/s o expresión. Su contraparte, el lenguaje literal, utiliza la palabra con el significado convencional. A Friedrich Nietzsche, también filólogo y poeta, le debemos una importante revisión del carácter de la metáfora, ya no como traducción imaginaria de un sentido literal previo, sino como matriz de significación productiva y reproductiva. La fuerza generadora del pensamiento tropológico, con la metáfora como centro, se convertirá, a lo largo del siglo xx, en una idea recurrente, retomada, entre otros autores, y desde muy diversas perspectivas, por Nelson Goodman y Max Black, Mark Johnson y George Lakoff, Paul Ricoeur o Hayden White. Con el tiempo el lenguaje figurado traspasó a otras áreas del conocimiento. Otro posible vector de la relación entre la filosofía del lenguaje y la teoría de los tropes tiene su origen en el Tractatus Logico-Philosophicus (1921) de Wittgenstein, y, mas concretamente, en su consideración de la proposición como una figura de lo real. Lo que aparece aquí es la idea de que el acceso al sentido, a cualquier sentido, llevaría implícita su figuración. Incluso aceptando la hipótesis abstracta de un posible sentido recto, para que este pudiera tener lugar, la comprensión exigiría que el sentido se curvase. “Viéndola desde su cama, Jaime, borracho, no dejó de volver a pensar que María sabía desvestirse como nadie y luego su desnudez, además de su belleza natural, su blanca piel mate, sus pequeños pechos, su amplia espalda y estrecha cintura, el firme trazo de sus caderas, sus largas piernas rematando en los inmaculados pies delgados con las uñas sin pintar como corresponde a una mujer dedicada a la ciencia, estaba enriquecida por cada uno de sus gestos, los cuales, nunca fingían pudor, sino la hacían más descarada. (Con respecto a esta última palabra, cabe una reflexión de índole moral: las mujeres decentes no le interesan a nadie)”