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Narrar y leer el espacio construido 

Un recorrido hermenéutico
Paul Ricoeur 1913 - 2005
Narración
la narración “toma juntos” e integra en una historia total y completa los
acontecimientos múltiples y dispersos, y así esquematiza la significación
inteligible que se atribuye a la narración como un todo.

lo que está últimamente en juego, tanto en la identidad estructural de la


función narrativa como en la exigencia de verdad de cualquier obra de este
género, es el carácter temporal de la experiencia humana. El mundo
desplegado por toda obra narrativa es siempre un mundo temporal.
La dificultad la narración en la
arquitectura
un abismo parece separar el proyecto arquitectónico, plasmado en
piedra o cualquier otro material duro, de la narratividad literaria
plasmada en lenguaje: el primero se situaría en el espacio, la segunda
en el tiempo. Por un lado, tenemos el relato ofrecido a ser leído; por
otro lado, la construcción entre cielo y tierra, ofrecida a la visibilidad, a
ser vista
la arquitectura sería para el espacio lo que el relato es para el tiempo,
es decir, una operación «configuradora»; un paralelismo entre, por un
lado, el acto de construir, es decir, edificar en el espacio, y, por otro
lado, el acto de narrar, disponer la trama en el tiempo.

Dicho de otro modo, se trata, en realidad, de cruzar el espacio y el


tiempo a través de los actos de construir y de narrar. Fundir la
espacialidad del relato y temporalidad del acto arquitectónico
mediante algún tipo de intercambio bidireccional «espacio-tiempo»
He tenido presente la idea de cronotopo, construida por Bajtín uniendo

el topos (lugar, sitio) y el chronos (tiempo). Con ello, me gustaría

demostrar que lo que se construye en mi escrito y en nuestra historia

es justamente ese espacio-tiempo relatado y construido.


Tres momentos de la construcción
narrativa
Prefiguración

Configuración

Refiguración
Prefiguración
Narración: La «prefiguración» es, por consiguiente, una disolución del
relato en la vida real, bajo la forma de la conversación ordinaria. En esta
fase el relato está realmente implicado en nuestra propia toma de
conciencia más inmediata antes de separarse de ella para producir las
formas literarias

Construcción: Acto de habitar como presuposición de construir… El


habitar se compone de ritmos, de pausas y movimientos, de fijaciones
y desplazamientos
Configuración
Narración: La segunda fase del relato, que yo llamo «configuración», es
aquella en la que el acto de narrar se libera del contexto de la vida
cotidiana y penetra en el campo de la literatura.

Por una parte, la puesta-en-intriga, que he definido como la «síntesis de


lo heterogéneo»; por otra parte, la inteligibilidad —el intento de
esclarecer lo inextricable— y, finalmente, la confrontación de varios
relatos, colocados al lado de otros, frente o detrás de ellos, es decir, la
intertextualidad.
Configuración en la arquitectura
«síntesis espacial de lo heterogéneo». Se ha observado que la plástica
del edificio integra una serie de variables relativamente
independientes: las células de espacio, las formas sólidas, las
superficies límite. Así el proyecto arquitectónico tiende a crear objetos
en los que esos diversos aspectos encuentran una unidad suficiente.
Temporalidad propia de la arquitectura está en la historicidad de la
construcción y de la relación intertextual entre diversos edificios y las
historias que representan formando capas entre sí “Se trata de la
historicidad del mismo acto de «inscribir» un nuevo edificio en un
espacio ya construido que coincide en muchos puntos con el fenómeno
de la ciudad”
Refiguración
En la narración es la lectura del relato escrito. La lectura supone la continuación de la
configuración del texto pero ahora en la vida del lector. Alumbra o aclara la vida del
lector, revela lo oculto produciendo un acto de transformación en el lector

En la arquitectura: la posibilidad de leer y releer nuestros lugares de vida a partir de


nuestra manera de habitar. Yo diría, antes que nada, que la fuerza del modelo de la
lectura es lo bastante grande como para revalorizar el acto de habitar. Habitar como
réplica al construir
de la misma manera que la recepción del texto literario inaugura la
prueba de una lectura plural, de una paciente acogida de la
intertextualidad, el habitar receptivo y activo implica una atenta
relectura del entorno urbano, un continuo nuevo aprendizaje de la
yuxtaposición de estilos y, por tanto, también de historias de vida cuya
huella llevan los monumentos y todos los edificios en general.
Hans-Georg Gadamer 1900 – 2002
La hermenéutica de H-G Gadamer tiene dos conceptos que nos pueden ser útiles para
entender la idea de leer una obra arquitectónica y una ciudad.

Para Gadamer comprender supone interpretar. Pero ¿cuándo interpretamos? No lo


hacemos cuando el significado y el sentido están claros, como sucede en una ecuación
matemática. Necesitamos la ayuda de la hermenéutica cuando no estamos seguros de
que significa el texto, la cosa, la ciudad, la casa. Cuando necesitamos reconstruir una
totalidad que no se da de una vez porque está oculta o supone un recorrido no del todo
claro.
Interpretar no es otra cosa que leer.

Se trata de leer, con todas las anticipaciones y vueltas hacia atrás, con esta
articulación creciente, con esas sedimentaciones que mutuamente se
enriquecen, de tal modo que, al final de ese ejercicio de la lectura, la
conformación, aun con toda su articulada abundancia, se vuelve a fundir en la
unidad plena de una declaración.

Reconocer algo como algo entraña que tenemos que reconocer una cierta
función directora de lo objetualmente re-conocible para penetrar en una obra.
Leer una obra arquitectónica no significa contemplarla sino ir a ella,
darle vueltas, entrar, y, dando pasos, construirla para nosotros, por así
decirlo.
Para realizar ese recorrido y poder leer una obra para reconocer esa “función
directora” que posibilita la perspectiva de una totalidad, tenemos que tener
indicios, indicaciones de un recorrido.

Gadamer acude a dos sentidos del alemán para dos sentidos de interpretar:

señalar algo (auf etwas deuten) e interpretar algo (etwas deuten). Es claro
que ambos están mutuamente conectados. Señalar algo significa «mostrar,
enseñar» (zeigen), y tal es el sentido propio del signo (Zeichen). Interpretar
algo se refiere siempre a un signo tal que indica o señala (deutet) desde sí.
Entonces, interpretar algo significa siempre «interpretar un indicar» (ein
Deuten deuten).
Pero también entonces tiene que verse el signo a partir de una
totalidad ligada en sí, es decir, un indicar-interpretar, que, de algún
modo, aclara (verdeutlicht) el sentido direccional de un signo al llegar a
ver entre lo confuso, lo indistinto (undeutlich), lo que no apunta
enninguna dirección; aquello que el signo, en el fondo, indica (deutet)
Esto nos permite tematizar desde esta perspectiva algo que nos
compete más de cerca en ProDiseño. Podemos entender el uso de la
señalética como los gestos que nos ayudan a poder leer la narración
que propone un edificio o una ciudad. Son esos signos que facilitan la
comprensión, la lectura de los espacios.

Lo hacen permitiendo realizar un recorrido comprensivo para con ello


habitar de forma más consciente y reflexiva los espacios e integrarlos
en la narración más completa y general que es nuestra vida.

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