El cuento peruano Periodización sintética de José Miguel Oviedo:
Década del 10: Primer cuentista peruano: Abraham
Valdelomar (1888-1919). Esfuerzo dirigido a la incorporación de cierto perfil humilde de la realidad nacional: la aldea, la provincia añorada y lejana. Observación sensitiva e íntima de la realidad. También: Enrique López Albújar (1872-1965). Fundador de la corriente indigenista. Exigencia de objetividad, de realismo descarnado y telurismo sociológico. Década del 20: contexto social: profunda inquietud social, beligerancia política e ideológico. Poca narrativa. Géneros propicios: ensayo y la poesía “nativista”.
Décadas del 30 y 40: afirmación y depuración de la
línea regionalista. Ciro Alegría (1909-1967) y José María Arguedas (1911-1969) fundadores de la novela peruana contemporánea.
Década del 50: auge narrativo. Descubrimiento de las
facetas amargas de la ciudad (arquetipo: Lima). Causas: dictadura del General Odría, persecución a los intelectuales, éxodo masivo del campo y fundación de las “barriadas”. Realismo urbano o “grupo del 50”. Década del 60: generación precedida por Mario Vargas Llosa (1936). Crisis narrativa y auge poético.
Década del 70: “generación post-Vargas Llosa”.
Pequeño rebrote de la novela. Aparición de revistas narrativas: “Narración” (1966-1974) y “Cuadernos semestrales del cuento” (1967-1969). José B. Adolph (germano-peruano, 1933), Alfredo Bryce Echenique (1939).
“Narradores novísimos”: Harry Belevan (1945),
Fernando Ampuero (1949) y Luis Felipe Sánchez (1950). Alunas apreciaciones sobre la obra cuentística de Bryce Dueño de un toque de auténtico humor que no quita intensidad al pathos (emoción), Bryce se sumerge en el pasado para extraer de él unas pocas situaciones bien seleccionadas que enmarcan lo que es significativo en su pequeño mundo, la memoria del individuo. (...)” (Coulson, [1975] 2004: 61-66).
“Llamamos manera bryceana al diseño pautado por frases e
imágenes que se repiten, erigiendo un orbe verbal de gran solidez concéntrica y coherencia interna” (González Vigil, [1986] 2004: 74). “La de Alfredo Bryce Echenique es una obra narrativa que en su larga y prolífica trayectoria ha mantenido ciertas facetas constantes como son: su humor agridulce, el tono intimista para narrar, los matices orales de su lenguaje, la exaltación del amor y de la amistad, su apelación a la cultura popular, el examen crítico de la sociedad peruana, su indagación sobre la experiencia del exilio del latinoamericano en Europa, entre otros. Sin embargo, quizás la marca que más nítidamente distingue la escritura bryceana sea su sello autobiográfico y memorioso” (Márquez, 2004: 105). MAGDALENA PERUANA Y OTROS CUENTOS (1986)
Algunos de los relatos de Magdalena peruana y otros
cuentos reflejan esa desilusión y el desajuste entre la realidad y los poderes de la ficción que se produce por diversos medios.
El más interesante resulta “El breve retorno de
Florence, este otoño”, que completa, pues lo continúa, el cuento “Florence y Nós três” de La felicidad ja ja (1974). “Florence y Nos Très”
Un profesor de un colegio francés cuenta su relación
con su alumna Florence poniendo el acento en su carácter enfermizo, su sensibilidad, su clase, tan diferente del oligarca venido a pobre que resulta el profesor en París. “El breve retorno de Florence este otoño” Como antídoto contra el olvido y como fórmula para reactivar la memoria voluntaria, el mismo profesor cuenta cómo escribió un cuento sobre aquellas experiencias con Florence, lo cual, una vez en libro, pretende que sirva de señuelo para que la joven le busque en el presente y así recordar el pasado.
La mezcla de los mundos de la realidad de los personajes y la
ficción que se genera se convierte en un desencuentro entre la ilusión y la esperanza y en la constatación de que la literatura sólo resulta un efímero sucedáneo de la realidad y que la memoria conduce siempre a un desdichado hallazgo. Análisis
1) El divertimento de la escritura: la naturaleza celebratoria de la
literatura. El poder de conjurar los males. La idea de escribir un cuento para reencontrar un amor perdido, o que se “recuerda con pasión”.
La idea al principio le encanta al narrador, para terminar convertida en
verdad —la verdad del texto, claro—. La humorada final del pasaje: alusión a diversos héroes literarios y cinematográficos: James Bond, Philip Marlowe y el personaje de Hemigway, en términos graduales que van del insensible Bond al duro y aburrido de Marlowe para terminar en la paciencia y resignación del viejo pescador. ¿Cuál era la idea del narrador? ¿Qué le encanta? Escribir un cuento igual que una “botella lanzada al mar que contiene otra botella que contiene otra botella que...” (130) De la idea pasa a la confirmación, sin solución de continuidad: “me llama”, dice. Cuando lo hace, Florence, le grita que “su casa estaba llena de botellas”, es decir, las que “lanzó” al mar. 2) La construcción de los personajes: •La estrategia de construcción consiste en sobresaturar el discurso con el informador, en detrimento de la información en torno a los sucesos que narra. •En ese sentido, el texto explicita su propio artificio: el personaje es la construcción que permite una puesta en escena de la visión del mundo del autor. •El lector capta que no se le está contando un cuento, sino el proceso mismo de estructurarlo, con lo cual el receptor se incorpora en el juego como coproductor del discurso ficticio. •Después de la primera comunicación Florence y el narrador quedan convertidos “telefónicamente, en los personajes de esta historia” (131). “Después, claro, a la vida le dio por joder otra vez, aunque yo anduve haciendo quite tras quite”. (131) Es la vida la que se interfiere en la literatura, como si perturbara el normal desarrollo de lo literario Porosidad vida y ficción 3) Estructura en abismo: la autorreferencialidad
•La vida versus la literatura: La transformación del narrador y
de Florence. “Y en el cuento me había descrito visto por ella, como ella me vio entonces. Un tipo destartalado, con un abrigo destartalado, que vivía en un mundo destartalado” (132). •“(...) y yo no era más que una visión corregida, al máximo eso sí, pero corregida, del individuo de mi cuento anterior” (133). •“Florence ya no era una pianista como en el cuento que yo había escrito sobre ella” (138). • Negación del paso del tiempo. Recuerdo idealizador o congelador de personas amadas. “Memoria criogénica”. “Y sin embargo seguí comiendo y bebiendo como un burro y con la absoluta seguridad de haberle ganado mi apuesta a la realidad. Y es que no hubo un solo instante en que Florence hubiese cambiado (...)” (138). • Triángulo amoroso ficticio. La figura del tercero. “Al pobre Pierre lo estábamos metiendo de cabeza en mi cuento anterior, lo estábamos metiendo en asuntos que no le concernían en lo más mínimo” (139). “Pierre a su vez me confesó que ellos se habían vestido para comer con el profesor de mi cuento, algo más destartalado sin duda ahora por diez años más de penurias en París” (140). • Díptico narrativo: “Florence y Nós três” y “El breve retorno de Florence, este otoño” a la manera del díptico de Martín Romaña: “Leer fue escuchar a Florence y reír y juguetear como en ese cuento, como en éste, también, ahora que lo escribo”. 4) Intertextualidad: Bryce nos ofrece todo una red de referencias a otros textos literarios como: “me fui como quien se desangra” (131) que es el final de Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes, uno de los escritores argentinos admirados por el peruano. Más adelante, nos aclara algo la cita: “Gané, claro, pero acabé yéndome así, como dijo el gaucho” (131). •En cuanto a la referencia al “El viejo y el amor” (131) se hace mención a la célebre novela que Ernest Hemigway publica en 1952. Su interés por este autor lo lleva a efectuar su tesis de bachillerato sobre este autor norteamericano: Función del diálogo en la narrativa de Ernest Hemingway. Tesis de Bachillerato, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1963. •Con respecto a Philip Marlowe es un detective privado ficticio, creado por Raymond Chandler en sus novelas, incluyendo El sueño eterno y El largo adiós. •También existen referencias a textos de psicología como la Interpretación de los sueños (1900) de Sigmun Freud. 5) Relaciones amorosas con grandes diferencias de edad: varias relaciones amorosas en Bryce se desarrollan entre personas de diferentes edades. Es casi una constante en su narrativa.
6) La música: en ambos relatos la presencia de la música
es importante. No solo por el hecho de que Florence es pianista, sino porque los dos personajes tienen predilección por la música francesa, sobre todo de Erik Satie. Esto refleja la relación de los textos bryceanos con los discursos extraliterarios como el cine, la música, el cómic, la televisión, la radio, el psicoanálisis, etc. 7) Las instancias dialógicas contenidas en el discurso: Sergio Saldes Báez (1981) observa dos tipos de instancias dialógicas contenidas en el discurso bryceano: 1) a nivel de contenido y 2) a nivel de expresión. Las primeras son las que surgen desde un hablante a un oyente, siendo ambos personajes de la historia. En cuanto a las segundas, son aquellas generadas entre elementos del enunciado en cuanto texto. 퐍쵪 繶 跩 ᤋ 䰫鱢䏲塌ヹ� ꁐ 쎆찃 찃찃 찃≥頹難㪽 륳 傮 # diálogo del narrador con los lectores: el discurso se asemeja a una conversación oral. Verbos expositivos y expresiones que cumplen una función fática (bueno, claro, etc.). “Optar por la palabra. Mira a lo que lleva” (135). El autor-narrador crea a sus lectores o interlocutores para poder contar efectivamente su historia. Se debe recordar que el autor-narrador está escribiendo un cuento. b) diálogo del autor-narrador consigo mismo. El discurso recurrente: una cosa evoca a otra en la mente del autor, y esta nueva cosa le recuerda otra más. Escribe siguiendo casi fielmente los dictados de la memoria, por lo mismo el discurso se torna recurrente, reiterativo y a veces se rompe la causalidad lógica en la presentación de los hechos:
“Bueno, pero démosle marcha atrás a la historia, que eso sí se
puede hacer en los cuentos” (131).
La corriente de la memoria operando sobre el acto de escribir
no hace sino esforzar el carácter oral del discurso del autor- narrador.
c) diálogo del autor-narrador con el autor-personaje:
“Llevaba siglos esperándome, y esta vez sí es verdad que tenía lágrimas en los ojos” (137). Nivel de expresión: el texto crea su propio referente o antecedente. Hay un autoabastecimiento, que comportan pruebas de la autorreflexividad del relato.
Autorreflexividad: implica que el lenguaje indique al
lenguaje, se señale a sí mismo, y en este ademán se torne opaco, dejando operar la transparencia representativa y no impidiendo la directa designación de lo representado. El texto autorreflexivo por tanto se muestra a sí mismo como lenguaje, constituye su propio referente sin dejar de referir también a aquel contenido que se vehiculiza a través suyo. Ejemplos de auterreflexividad “(…) dando saltos en el departamento (…)”, (131) “(…) yo seguía saltando horas después (…)” (132), “(...) fue por eso de dar brincos como un imbécil” (132) y “(…) dejé de dar brincos” (133). “Estaba viviendo una situación exagerada (...)” (133), “(…) un hombre metido hasta el enredo en una situación exagerada (…)” (134) y “Y tenía un dolor de cabeza exagerado hasta para quien le ha tocado vivir una situación exagerada (…)” (141). El tema de las manos y las flores: (133 y 134). Los segundos restantes (tempus fugit): (134, 135 y 140). La frase: “¿emocionada?, ¿emocionada, Florence?” (135, 139 y 141). La sonrisa “afirmativamente” de Pierre (137). La opción por la palabra: (135). La concesión de la palabra a Pierre (didascalia, características teatrales) (135 y 138).